
Vol. 12/ Núm. 3 2025 pág. 1678
https://doi.org/10.69639/arandu.v12i3.1406
Percepciones de estudiantes de Medicina de 5.º a 7.º semestre
sobre el impacto del externado rotativo en su salud mental
Perceptions of 5th-7th semester medical students on the impact of the rotating
externship on their mental health
Carmen Virginia Polit Cadena
https://orcid.org/0000-0003-4903-6576
virginia.polit@uisek.edu.ec
School of psychology, Health Science Faculty
Universidad Internacional SEK (UISEK)
Quito - Ecuador
Eunice Alexandra Lema Guacho
eunice.lema@uisek.edu.ec
https://orcid.org/0009-0003-2603-1366
Health Science Faculty
Universidad Internacional SEK (UISEK)
Quito - Ecuador
Melanie Tatiana González González
melanie.gonzalez@uisek.edu.ec
https://orcid.org/0009-0008-5960-1376
Health Science Faculty
Universidad Internacional SEK (UISEK)
Quito - Ecuador
Andrés Felipe Mercado González
drandresmercado@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-2436-2490
Health Science Faculty
Universidad Internacional SEK (UISEK)
Quito - Ecuador
Artículo recibido: 18 junio 2025 - Aceptado para publicación: 28 julio 2025
Conflictos de intereses: Ninguno que declarar
RESUMEN
El externado rotativo constituye la primera inmersión clínica del estudiantado de Medicina y, pese
a su valor formativo, puede generar alto estrés por exigencias académicas, laborales y
emocionales. Este estudio analizó las percepciones de estudiantes de 5.º a 7.º semestre de una
universidad privada de Quito (abril–julio de 2024) sobre el impacto del externado en su salud
mental. Se realizó una investigación cualitativa con enfoque fenomenológico mediante muestreo
intencional de tres grupos focales (n=45). La información se procesó en ATLAS.ti 23, codificando
y categorizando experiencias, estresores y mecanismos de afrontamiento. Los hallazgos muestran
que el 100% reportó sobrecarga académica con turnos de hasta 24 horas; el 80% refirió ansiedad,
insomnio y pensamientos recurrentes de fracaso; y solo el 20% logró equilibrar vida personal y
demandas del externado. El 87% señaló el acompañamiento entre pares como recurso clave,
mientras que el 13% evidenció conductas desadaptativas como aislamiento emocional. Asimismo,

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el 92% solicitó apoyo institucional (talleres de manejo del estrés, espacios de descanso y
contención). En conjunto, el externado impacta de forma significativa la salud mental, lo que
exige estrategias sistemáticas de prevención y apoyo psicosocial antes y durante las prácticas;
protocolos de carga horaria y descanso; capacitación docente en detección y derivación; y
servicios accesibles de salud mental. La identificación temprana de riesgos y el fortalecimiento
del soporte entre pares favorecerán trayectorias formativas más sostenibles y un bienestar integral.
Palabras clave: estudiantes de medicina, pasantías clínicas, salud mental, trastornos
mentales, universidades
ABSTRACT
Clinical externship constitutes medical students’ first immersion in the clinical setting and,
despite its formative value, can generate high stress due to academic, work-related, and emotional
demands. This study analyzed the perceptions of 5th–7th semester students at a private university
in Quito (April–July 2024) regarding the externship’s impact on their mental health. A qualitative
study with a phenomenological approach was conducted using purposive sampling of three focus
groups (n=45). Data were processed in ATLAS.ti 23, coding and categorizing experiences,
stressors, and coping mechanisms. Findings show that 100% reported academic overload with
shifts of up to 24 hours; 80% reported anxiety, insomnia, and recurrent thoughts of failure; and
only 20% managed to balance personal life with the externship’s demands. Moreover, 87%
identified peer support as a key resource, while 13% exhibited maladaptive behaviors such as
emotional isolation. In addition, 92% requested institutional support (stress-management
workshops, rest and support spaces). Overall, the externship significantly impacts mental health,
calling for systematic prevention strategies and psychosocial support before and during clinical
practice; duty-hour and rest protocols; faculty training in screening and referral; and accessible
mental health services. Early risk identification and strengthened peer support will foster more
sustainable training trajectories and overall well-being.
Keywords: medical students, clinical internships, mental health, mental disorders,
universities
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INTRODUCCIÓN
El externado rotativo constituye una fase esencial dentro de la formación médica,
caracterizada por la incorporación de estudiantes de medicina a los servicios hospitalarios donde
asumen responsabilidades clínicas bajo la supervisión de un tutor asignado. Esta etapa también
implica el aprendizaje directo, que se basa en las experiencias directas con pacientes y la
participación en largas jornadas en las que incluye alta exigencia tanto académicas como
emocionales (Sánchez-Mendiola, 2017; Muliarta et al., 2023). Por otra parte, la salud mental se
caracteriza por ser un estado de bienestar total, en el que un individuo puede desarrollar sus
capacidades, afrontar problemas, trabajar de manera productiva y contribuir a la sociedad (Santa
María Morales, 2013). Estudios demostraron que los estudiantes de Medicina son los principales
candidatos para estar expuestos a factores estresantes durante el externado rotativo, en el que
incluye presión académica, el contacto continuo con el sufrimiento de los pacientes, la carga
horaria excesiva, falta de apoyo emocional, estos factores generaron manifestaciones de estrés,
ansiedad, síntomas depresivos y agotamiento emocional (Beca et al., 2006). Generalmente se
observó que los estudiantes padecen daño psicológico cuando no tienen estrategias de
afrontamiento, padecen constantemente miedo a cometer errores al momento de sus prácticas
clínicas y las evaluaciones constantes de sus asignaturas dentro de la universidad, aumentan su
vulnerabilidad (Chakr, 2021; Jeyapalan & Blair, 2024). En Latinoamérica, el externado rotativo
tuvo un impacto negativo en el bienestar psicológico de los futuros médicos, donde no solo se vio
afectado su desempeño académico sino también su calidad de vida (Hoyos et al., 2018). Sin
embargo, en Ecuador estudios sobre esta problemática han sido escasos, por lo que se ha limitado
la comprensión que tiene el bienestar emocional dentro de la etapa formativa de los estudiantes
de medicina.
El externado clínico representa una de las etapas más exigentes en la formación médica,
caracterizada por la inmersión práctica del estudiante en los contextos hospitalarios, donde
enfrentan situaciones externas de estrés (Rodríguez Álvarez et al., 2018). Esta transición que
viven los estudiantes de pasar de un aula de clases y trabajar con simuladores, a un entorno clínico
aumenta una carga física y emocional, especialmente en estudiantes que no cuentan con
estrategias de afrontamiento, ni preparación suficiente para manejar este tipo de situaciones
(Gálvez Sócola et al., 2025). Los hallazgos de trastornos mentales en estudiantes de medicina
evidenciaron que el problema no sólo empieza dentro del entorno clínico, sino también en la falta
de preparación psicoemocional para frenar este tipo de experiencias (Oro et al., 2017). La falta de
espacios de autocuidado, el temor al error, la universidad y la competencia entre estudiantes
fueron algunos de los factores que intensificaron el daño emocional (Uribe et al., 2024).
La salud mental y física de los estudiantes de medicina presenta mayor deterioro en
comparación con la población en general. Un estudio basado en meta análisis revela que el 27%

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de los estudiantes de medicina padecen depresión, una cifra significativa mayor al 9% que es
observado en la población general (Pérez-Gómez & Rojas-Barahona, 2021). Este fenómeno no
se limita solo a trastornos emocionales leves, también los pensamientos suicidas afectan al 11%
de los estudiantes de medicina, un riesgo 2 veces mayor a otros universitarios (Moutier, 2023).
Uno de los factores que conlleva a esta problemática son las prácticas preprofesionales,
donde el 70% de los estudiantes atribuyen el deterioro de su salud mental debido a las largas
cargas hospitalarias, incluyendo presión académica (Brazier, 2021). Estos hallazgos se relacionan
con un estudio que demuestra que el 44% de los estudiantes desarrollan ansiedad clínica durante
sus rotaciones, mientras que el 25% reporta síntomas físicos como cefalea o gastritis vinculadas
al estrés (Megha et al., 2025).
Tras el análisis de tasas de suicidio, los estudiantes de medicina llegan a tener hasta un 20%
de suicidios en la población universitaria, estos datos no solo reflejan la crisis que padece la salud
pública, sino también una falta de protocolos institucionales que puedan manejar el impacto de
las prácticas clínicas en el bienestar del estudiante de medicina (Harmer et al., 2024).
En Ecuador, los estudiantes de medicina atraviesan el externado rotativo con características
similares a otros países de Latinoamérica; sin embargo, se ha identificado la falta de estudios
relacionados al manejo durante esta etapa y el impacto que tiene en la salud mental. El
Reglamento de Régimen Académico emitido por el Consejo de Educación Superior (CES)
establece como requisito obligatorio la realización de al menos 400 horas de prácticas
preprofesionales en modalidad de externado rotativo para medicina (CES et al., 2022). Si bien
esta disposición busca fortalecer las competencias clínicas, implica una sobrecarga significativa
para los estudiantes, quienes deben cumplir con largas jornadas en hospitales públicos con alta
demanda de pacientes, aumentando el riesgo a padecer estrés crónico y síndrome de burnout
(Riquelme et al., 2019).
La Organización Panamericana de la Salud (2022) en América Latina estima que entre el
25% al 40% de los estudiantes de carreras de la salud reportaron signos de deterioro emocional
durante los años clínicos. Diversos estudios revelaron que el 68% de los estudiantes de medicina
padecen niveles clínicos de ansiedad durante sus rotaciones hospitalarias (Slavin et al., 2014); el
49% presenta síntomas de depresión moderada a severa (Rotenstein et al., 2016); el 32%
experimentan pensamientos suicidas al menos una vez durante todo el periodo de prácticas
(Dyrbye et al., 2008) y el 75% manifiesta que ha sufrido de síndrome de Burnout dentro del
hospital (Ishak et al., 2013). Estas cifras superan a los índices reportados en la población general
y en otras carreras universitarias (Hope & Henderson, 2014), particularmente, en el primer año
de rotaciones hospitalarias, donde se observa un incremento del 300% en trastornos mentales
comparado con años preclínicos (Mosley et al., 1994).
El sueño, emerge como otro factor de riesgo, determinándose que el 82% de los estudiantes
reportan no poder dormir menos de 5 horas durante sus rotaciones hospitalarias (Sateia et al.,

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2017), desarrollando trastornos del ritmo circadiano en un 76%, mostrando deficiencia del
sueño >30 minutos y eficiencia del sueño <65% (Barger et al., 2006), afectando el impacto
cognitivo en quienes duermen <5 horas y reflejando 3 veces más riesgo de cometer un error al
estar con los pacientes, comparado con compañeros que tienen un periodo de sueño de 7-8 horas
(Papp et al., 2004). Las consecuencias físicas se asocian al incremento del 40% en síntomas cardio
metabólicos como hipertensión, resistencia a la insulina, durante sus prácticas (Knutson et al.,
2009), especialmente durante los turnos vespertinos, donde se asocia con trastornos
neurofisiológicos agudos, manifestándose en 9 de cada 10 alumnos mediante episodios de
somnolencia provocando así falta de atención durante sus próximas actividades (p <0.01) (Mao
et al., 2019).
Programas como el Mindfulness demostraron que llegan a reducir hasta un 40% en nivel
de ansiedad (Rosenzweig et al., 2003). Este hallazgo demuestra la necesidad de implementar
estrategias de apoyo psicológico específico para estudiantes de medicina, particularmente en
Ecuador donde existe escasa evidencia científica sobre este tema.
MATERIALES Y MÉTODOS
Esta investigación tuvo un enfoque cualitativo interpretativo, orientado a comprender las
vivencias subjetivas de los estudiantes de Medicina de 5.º a 7.º semestre de una Universidad
privada (Quito - Ecuador), en relación con el impacto del externado rotativo sobre su salud mental.
Se buscó acceder a las percepciones profundas que los participantes construyeron sobre esta
experiencia formativa, prestando especial atención a sus emociones, estrategias de afrontamiento
y la forma en que enfrentaron el contacto cotidiano con escenarios clínicos reales. Se emplearon
entrevistas semiestructuradas y se elaboró una guía de 10 preguntas abiertas, validada por criterio
de expertos a 3 grupos focales, dividido en cada semestre. Antes de cada sesión, se entregó a los
estudiantes información detallada sobre los objetivos del estudio, los criterios de participación y
las condiciones de confidencialidad.
La muestra se conformó mediante muestreo intencional por criterios de inclusión, orientado
a estudiantes que cursaron el externado rotativo entre abril y julio de 2024. La muestra final
incluyó 15 estudiantes, organizados en 3 grupos focales diferenciados por nivel académico: 5
estudiantes de quinto semestre, 5 de sexto semestre y 5 de séptimo semestre, entre 20 y 40 años
de edad, sin distinción de género ni condición socioeconómica. La participación fue voluntaria y
dependiendo de la disponibilidad de los estudiantes que manifestaron interés en colaborar en este
estudio.
Cada grupo se reunió en una sesión, la misma que fue realizada en un lugar privado y sin
ruido, elegidos por su privacidad y comodidad. Cada sesión tuvo una duración aproximada de 45
a 60 minutos y fue grabada en audio con autorización previa de los participantes, para su posterior
transcripción

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El proceso de transcripción se realizó inicialmente con el apoyo de la función automática
del dispositivo de grabación y fue revisada de manera manual, asegurando que cada intervención
quedará correctamente asignada. Una vez completadas las transcripciones, los datos fueron
importados al software ATLAS.ti versión 23, donde se aplicó codificación abierta y axial. Este
análisis permitió identificar categorías como "emociones" (estrés, ansiedad, depresión), "factores
estresantes" (carga académica, presión institucional) y "estrategias de afrontamiento" (apoyo
familiar, aislamiento emocional), junto con subcategorías emergentes originadas del contenido de
las intervenciones.
Para profundizar en la intervención de los hallazgos y facilitar su visualización, se
generaron diversas representaciones gráficas en ATLAS.ti, incluyendo el diagrama de Sankey,
que ilustró la frecuencia de los temas y su interrelación dentro del corpus analizado.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Durante el periodo semestral comprendido entre abril a julio del 2024, fueron 88
estudiantes de medicina que cursaron el externado rotativo con la siguiente distribución: sexto
semestre con un número de 12 estudiantes (13.7%), seguido por 32 estudiantes de séptimo
semestre (36.4%), mientras que la mayor proporción recayó en los 44 estudiantes de quinto
semestre que representan exactamente la mitad de muestra con un valor de cohorte del (50%).
Esta distribución refleja la progresión característica de los programas de la carrera de medicina
donde un menor número de estudiantes avanza hacia los semestres superiores debido a la mayor
exigencia académica y los procesos de deserción que ocurre durante toda la carrera.
Los grupos focales de esta investigación se conformaron con un total de 15 participantes,
distribuidos proporcionalmente según el avance académico y de género, representando la
composición estudiantil del externado rotativo. En quinto semestre, participaron 3 hombres (60%)
y 2 mujeres (40%); en sexto semestre participaron exclusivamente 5 mujeres (100%), mientras
que, en séptimo semestre, la participación fue de 3 hombres (60%) y 2 mujeres (40%), con un
total de 53% de mujeres (n=8) y un 47% de hombres (n=7), lo que permitió capturar perspectivas
equilibradas.
Los resultados demostraron que 14/15 estudiantes (93.3%), experimentan niveles altos de
ansiedad durante sus rotaciones clínicas y 11/15 (73.3%) estudiantes manifestaron sentir miedo
con frecuencia en el ambiente hospitalario. Al analizar los datos por género, se observó que de
los 11 estudiantes que reportaron miedo, 7 fueron mujeres (63.6%) y 4 hombres (36.4%). Entre
las mujeres participantes, 80% asociaron su ansiedad principalmente a la presión por la
competencia académica y el alto rendimiento. En contraste, los hombres 67% vincularon su
malestar emocional debido a factores externos como las limitaciones institucionales y la falta de
recursos en el hospital.

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Estos hallazgos revelan las diferencias significativas de género y su manera de
experimentar y afrontar episodios de estrés dentro del entorno clínico. Mientras las mujeres
mostraron mayor afectación por factores internos como la autoexigencia, los hombres reportaron
más frustración ante obstáculos estructurales del sistema de salud.
La alta prevalencia de síntomas emocionales negativos como la ansiedad (93.3%) y el
miedo (73.3%), indica que el externado rotativo representa un periodo especial de vulnerabilidad
psicológica para los estudiantes de la carrera de medicina, con manifestaciones particulares según
el género del participante.
Las estrategias de afrontamiento en el grupo focal pudieron evidenciar que un 40% de las
mujeres, ante el estrés, encontraba un alivio significativo al compartir sus emociones y
preocupaciones con sus compañeros, pues sentían que este respaldo mutuo les permitía sentirse
comprendidas. Por otro lado, el 60% indicó que prefería apoyarse principalmente en el diálogo
con su familia, valorando ese vínculo cercano como una fuente esencial de tranquilidad y
orientación. Entre los hombres (83%), expresó que hablar abiertamente de sus problemas con
personas cercanas era la forma más efectiva de afrontar la presión cotidiana. Sin embargo, un
33% reconoció que, en muchas ocasiones, optan por aislarse y guardar silencio sobre lo que
sentían, considerando esta actitud como una manera de evitar mostrar vulnerabilidad frente a los
demás.
El 100% de los estudiantes manifestó que es esencial el fortalecimiento de la
concientización institucional sobre el impacto emocional del externado, así como en la
preparación brindada antes de iniciar el mismo. Además, el 90% señaló la necesidad de contar
con mayor supervisión docente durante esta etapa, existiendo una falta de flexibilidad académica
en el 80% que permita ajustar las exigencias a la realidad emocional de los estudiantes.
Mediante el análisis se pudo observar que las estudiantes de sexto semestre, que
representaron el 33% del total de la muestra y fueron en su totalidad mujeres 100% de ese grupo,
mostraron mayor conciencia sobre el daño emocional que esta etapa deja en su formación
académica y personal. Por su parte, los participantes de séptimo semestre, que corresponden al
33% de los estudiantes entrevistados, evidenciaron mecanismos de adaptación más desarrollados;
de ellos, un 80% manifestó sentirse más capaz de gestionar el estrés gracias a la experiencia
adquirida en semestres anteriores. Por otro lado, en quinto semestre, que representó también el
33% de la muestra, un 60% de los estudiantes reconoció que no consideraban la ayuda psicológica
como una opción viable, argumentando que esto se debía principalmente a la percepción de falta
de seriedad y claridad en los procesos de acceso a este tipo de apoyo.
Se identificó de manera visual los términos mencionados por los estudiantes al relatar su
experiencia en el externado rotativo. Entre las palabras con mayor frecuencia destacan rotación y
apoyo, presentes en aproximadamente el 90% de las entrevistas, lo que refuerza la idea de que
esta etapa es percibida como un periodo determinante que requiere acompañamiento constante.

Vol. 12/ Núm. 3 2025 pág. 1685
Asimismo, los términos universidad con un 85% y “paciente” con un 80%, reflejando la
importancia que los estudiantes otorgan tanto al contexto académico como a la interacción clínica.
(Figura 1).
Otras palabras relevantes fueron experiencia, con un 75%, estrés con un 70% y tiempo con
un 65%, que expresan la combinación entre aprendizaje, sobrecarga emocional y dificultades para
equilibrar responsabilidades. También aparecieron con frecuencia términos como “familia” y
“confianza”, en alrededor de un 60%, que indican la relevancia del soporte cercano. En menor
proporción, pero igualmente significativos, se identificaron expresiones como miedo, cansancio
y presión, presentes en un rango de 45% a 55% de los relatos, asociados a la percepción de
vulnerabilidad y desgaste durante esta etapa formativa.
Figura 1
Nube de palabras, representación visual de las percepciones emocionales y académicas de los
estudiantes de medicina
Los estudiantes de quinto semestre mostraron flujos intensos hacia las desventajas del
externado, en las que se enfoca la inseguridad y el miedo a cometer un error. En sexto semestre,
surgió con mayor fuerza la motivación personal, como el valor y la seguridad de sentirse capaces
de lograr sus objetivos. En séptimo semestre, los flujos se dirigieron hacia los sentimientos de
competencia y el reconocimiento de valor de la práctica clínica (Figura 2).
Dentro de los grupos focales, la carga emocional en quinto semestre se destacó como un
hallazgo relevante. La carga emocional en quinto semestre fue reportada por el 93% de los
participantes, quienes señalaron que esta situación se debía principalmente al estrés académico y
personal experimentado durante este periodo formativo.

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Por otro lado, en sexto y séptimo semestre, el 86.7% de los estudiantes manifestó una
motivación personal marcada por la empatía hacia sus compañeros, identificando esta actitud
como un recurso clave para afrontar las demandas de la carrera,
Estos hallazgos muestran cómo la experiencia emocional de los estudiantes varía de manera
progresiva a lo largo de la formación, pasando de una etapa inicial caracterizada por el estrés
intenso a una fase posterior en la que predominan la solidaridad y el apoyo mutuo.
Figura 2
Diagrama de Sankey. Experiencias emocionales, ventajas y desventajas del externado rotativo,
motivación personal por semestre
Los estudiantes, destacaron que el externado fue una experiencia enriquecedora y valiosa
para su formación profesional. En total, 14 de 15 estudiantes (93%) coincidieron en que la práctica
clínica permite consolidar los conocimientos teóricos, perder el miedo al trato con pacientes,
adquirir confianza y sentirse más preparados para el futuro. Asimismo, 11 estudiantes (73.3%)
manifestaron sentirse satisfechos, felices o motivados por aprender y ayudar a los pacientes,
incluso cuando las jornadas eran largas y exigentes. La sensación de utilidad y la gratitud de los
pacientes se mencionaron como fuentes de satisfacción personal.
Entre las principales ventajas, los estudiantes identificaron la oportunidad de aplicar la
teoría en situaciones reales, el aprendizaje de procedimientos clínicos básicos como suturas, toma
de signos vitales, manejo de heridas y colocación de sondas, la posibilidad de observar diferentes
especialidades y entender su dinámica, la madurez profesional que se desarrolla al enfrentarse a
casos clínicos complejos, la interacción cercana con tutores y médicos que fomentaron la

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motivación y ofrecieron retroalimentación, la oportunidad de aprender empatía y comunicación
con pacientes y familiares, sobre todo en áreas como cuidado paliativos.
Los estudiantes resaltaron que el externado permite ganar seguridad en la ejecución de
técnicas, comprender mejor la relación médico-paciente, diferenciar entre conocimiento teórico
y experiencia práctica, conocer la organización real del sistema de salud, valorar la importancia
de la responsabilidad clínica y aprender a priorizar lo importante, evitar el perfeccionismo
extremo y manejar la frustración
La práctica fue considerada el componente más valioso, con aprendizajes como: realizar
procedimientos bajo supervisión, experimentar turnos nocturnos y jornadas largas que simulan la
vida profesional, afrontar situaciones estresantes como emergencias, partos y cirugías,
familiarizarse con la presión emocional de los turnos y la responsabilidad frente a pacientes reales
y perder el temor inicial a actuar y asumir decisiones en equipo.
A pesar del cansancio, 13 estudiantes (86.7%) expresaron que esta etapa aumentó su
motivación por la carrera, ya que sintieron que finalmente su esfuerzo académico tenía un
propósito claro. Algunos estudiantes, específicamente 11 de 15 (73.3%) comentaron que el
externado reafirmó su vocación y los hizo comprometerse más con el estudio y el desarrollo
personal. La motivación también se relaciona con la idea de convertirse en profesionales
competentes capaces de brindar un trato humano a los pacientes.
Las principales desventajas mencionadas fueron el desgaste físico y emocional por jornadas
de hasta 12 o 16 horas, la falta de organización en los horarios y la logística de rotaciones, la
percepción de desigualdad entre tutores, algunos enseñaban mucho, otros nada, el exceso de tareas
administrativas asignadas por internos que no corresponden a su nivel formativo, la falta de
claridad sobre las funciones esperadas, la dificultad de equilibrar las clases con el hospital, el
acceso limitado, lento o desconfiado al apoyo psicológico institucional, el cansancio extremo y la
acumulación de estrés sin espacios suficientes de descanso y contención emocional y sobre todo
el momento de movilización.
Los hallazgos de este estudio muestran que el externado rotativo es una etapa que combina
oportunidades de aprendizaje con un impacto emocional importante. En términos generales, se
evidenció que la mayoría de los estudiantes experimentan niveles de estrés y ansiedad que superan
los porcentajes descritos en otras investigaciones. En otras investigaciones, como las realizadas
en China donde se reportaron niveles de ansiedad en un 27% de los estudiantes y de depresión en
un 32% (Mao et al., 2019), en este estudio la proporción de quienes expresaron estrés elevado
alcanzó el 93%, y la ansiedad frecuente estuvo presente en el 80% de los participantes. Estas
diferencias pueden estar relacionadas con las particularidades del contexto académico, la carga
horaria acumulada y la percepción de falta de apoyo, que aquí fue señalada casi de manera
unánime.

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En Brasil, se identificó que un 14.9% de los estudiantes presentaban síndrome de burnout
y un 57.7% estaban en riesgo de desarrollarlo (De Cavalcante Almeida et al., 2016). Aunque los
conceptos no son idénticos, la comparación resulta útil para dimensionar el alcance del malestar
emocional. A diferencia de aquel estudio, donde se mantenía cierto equilibrio entre agotamiento
y satisfacción profesional, en esta muestra el desgaste emocional fue percibido por prácticamente
todos los entrevistados, y la confianza en los mecanismos de ayuda institucional fue muy baja.
Hallazgos similares se observan al comparar los resultados con datos de Perú, donde el
22.7% de los internos presentaron cuadros de ansiedad significativa y el 6.7% depresión severa
durante la pandemia (Álvarez et al., 2022). Si bien la crisis sanitaria incrementó los niveles de
estrés a nivel mundial, las cifras de esta investigación resultaron aún más elevadas, debido a la
transición hacia la presencialidad y la percepción de la desorganización expresada por los
estudiantes de medicina.
En México, estudios previos reportaron que aproximadamente el 55% de los estudiantes de
medicina, experimentaban estrés académico de moderado a alto con mayor prevalencia en el
género femenino y en fases intermedias de la formación (Uribe et al., 2024). Este porcentaje
estipulado concuerda con los hallazgos de la investigación, ya que en el sexto semestre se detectó
un desgaste emocional progresivo. Sin embargo, un factor distintivo fue los estudiantes que
ingresaban por primera vez al ambiente hospitalario, donde consideraban la atención psicológica
innecesaria o poco efectiva esta percepción es poco documentada en otras investigaciones.
Si bien en varios países se reconoce que la práctica clínica puede fortalecer la motivación
y la confianza en las propias capacidades, en este trabajo ese efecto positivo fue más claro en los
estudiantes de séptimo semestre, donde el 80% refirió sentirse más preparado y seguro. Este
hallazgo refuerza la idea de que el acompañamiento adecuado puede equilibrar las exigencias de
la formación con la percepción de logro personal.
Un aspecto que aporta un valor añadido a esta investigación es la posibilidad de observar
diferencias según el semestre académico, algo que en otros estudios suele presentarse de manera
general. Aquí se pudo identificar que el impacto emocional no es homogéneo, sino que varía a lo
largo de la carrera, en los primeros semestres tiende a minimizarse, en etapas intermedias surge
con más claridad la preocupación por el desgaste, y en los últimos semestres se percibe un mayor
dominio emocional. Esta perspectiva diferenciada puede orientar estrategias de apoyo más
específicas y oportunas.
Aunque cada investigación utilizó escalas distintas y se realizó en entornos con
características propias, la comparación muestra que el estrés académico en Medicina sigue
siendo un reto común, con matices particulares que deben considerarse para diseñar
intervenciones más cercanas a las necesidades de los estudiantes.

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CONCLUSIONES
La vivencia del externado rotativo se identifica como una etapa emocionalmente exigente,
caracterizada por sentimientos como el agotamiento, ansiedad, presión constante, miedo a fallar,
estrés, lo cual impacta de manera significativa a la salud mental de los entrevistados. Estas
emociones principalmente surgen por la dificultad de poder equilibrar las responsabilidades
académicas con la práctica pre profesional.
Asimismo, se identificó que la forma en que cada estudiante percibió el externado rotativo
estuvo influida por factores personales como, la confianza en sus propias competencias clínicas,
la capacidad de adaptación a las exigencias del entorno hospitalario y el grado de apoyo que
percibieron de su entorno cercano. Estas diferencias individuales explican porque las emociones
y estrategias de afrontamiento descritas fueron tan diversas entre los participantes. De igual forma
se destacó que algunos estudiantes lograron reconocer con mayor claridad sus límites emocionales
y adoptar medidas de autocuidado de manera espontánea, lo que permitió mitigar parcialmente el
impacto negativo de esta etapa formativa. Estos aspectos aportan una comprensión más amplia
de cómo se viven los procesos de formación clínica desde la experiencia personal de quienes
transitan por ellos.
Frente a este escenario, los estudiantes de medicina han desarrollado varias estrategias de
afrontamiento y autocuidado, las principales incluyen el apoyo entre compañeros, actividades
físicas donde pueden liberar su carga emocional, en algunos casos también el apoyo familiar juega
un papel importante, sin embargo, muchas de las respuestas resultaron insuficientes para
contrarrestar el desgaste emocional acumulado.
En este contexto, resulta esencial que, en el entorno académico y formativo, se impulse y
consolide estrategias y acciones que resalten y refuercen la importancia de la salud mental, el
autocuidado y el acceso a acompañamiento psicológico profesional. Es fundamental que, durante
el externado rotativo, los estudiantes cuenten con espacios de apoyo cercanos y sensibles, donde
puedan expresar sus emociones y recibir orientación oportuna ante cualquier situación que les
genere inquietud o malestar. De este modo, se facilita que cada estudiante pueda gestionar
adecuadamente sus emociones y así se prepare para enfrentar los desafíos de esta etapa con
seguridad y confianza, sabiendo que dispone de una red institucional que lo respalda y comprende
sus necesidades.
Contemplar en la planificación curricular la incorporación de materias u horas específicas
que estén encaminadas al desarrollo de competencias socioemocionales que permitan al
estudiante prepararse para los desafíos que conlleva la formación médica integral.

Vol. 12/ Núm. 3 2025 pág. 1690
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