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https://doi.org/10.69639/arandu.v12i3.1409
Autocuidado emocional del docente. Mas allá del aula
Teacher emotional self-care. Beyond the classroom
Ángela Beatriz Ayala de Vega
angelaayala@inaesvirtual.edu.py
https://orcid.org/0000-0002-9035-7358
Instituto Nacional de Educación Superior Dr. Raúl Peña – INAES
Asunción - Paraguay
Artículo recibido: 18 julio 2025 - Aceptado para publicación: 28 agosto 2025
Conflictos de intereses: Ninguno que declarar.
RESUMEN
El artículo propone identificar la relación existente entre autocuidado emocional del docente y
enseñanza. Conforme a investigaciones realizadas, el auto cuidado proviene de las competencias
del profesional para promover su estado de salud, su bienestar emocional y la calidad de vida de
forma general (Sanchez,2024) Al definir autocuidado, los conceptos que se vinculan en primer
lugar se relacionan con un reconocimiento de la necesidad del propio cuidado en diversos
aspectos. El reconocer la necesidad de un cuidado propio es primordial para poder desarrollar con
éxito el autocuidado. En el campo profesional docente, el autocuidado emocional se ve
relacionado directamente con el proceso de enseñanza y con la influencia que puede tener en el
mismo. El autocuidado emocional se refleja en el desempeño del rol, Los hallazgos refieren a la
importancia del autocuidado emocional del docente desde el principio y en forma permanente
considerándose primordial en el proceso de enseñanza-aprendizaje En e l presente artículo se
sienta las bases conceptuales de las dimensiones que abarcan el autocuidado y su importancia en
el entorno educativo en donde entran en juego varios elementos que hacen al proceso de
enseñanza aprendizaje.
Palabras Claves: autocuidado, emociones, bienestar emocional, educación, salud mental
ABSTRACT
The article proposes to identify the relationship between teachers' emotional self-care and
teaching.According to research, self-care stems from the professional's competencies to promote
his or her state of health, emotional well-being and general quality of life (Sanchez,2024).In
defining self-care, the concepts that are linked in the first place are related to a recognition of the
need for self-care in various aspects. Recognizing the need for self-care is paramount in order to
successfully develop self-care. In the professional teaching field, emotional self-care is directly
related to the teaching process and the influence it can have on it.Emotional self-care is reflected
in role performance. The findings refer to the importance of the teacher's emotional self-care from
the beginning and in a permanent way, being considered primordial in the teaching-learning
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process. This article lays the conceptual foundations of the dimensions of self-care and its
importance in the educational environment where several elements that make the teaching-
learning process come into play.
Keywords: self-care, emotions, emotional well - being, education, mental health
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INTRODUCCIÓN
El autocuidado refleja la importancia que una persona se da a si misma. La promoción de
la salud colabora en mantener un control y poder mejorarla
En los espacios educativos el autocuidado docente, es de suma importancia, este incluye
una serie de aspectos, que conforman un área integral al considerar factores emocionales, a fin de
prevenir algunas manifestaciones negativas que pueden afectar el proceso de enseñanza. El
docente, como sujeto importante en el proceso de enseñanza, debe tener en cuenta el autocuidado
emocional para que pueda redundar en beneficio del bienestar integral. El autocuidado emocional,
va mucho más allá del propio cuidado en aspectos emocionales, implica una serie de aspectos que
se vinculan directamente con el espacio laboral
Es primordial, que exista un equilibrio entre el área personal y profesional
El autocuidado emocional, es una estrategia positiva que puede favorecer inclusive el
entorno al reflejar aspectos sensitivos de la persona
Conforme a Calderón, et al,2014, afirma que el estado emocional docente se descuida en
sentido de competencias durante la formación docente
El autocuidado refleja el valor y la atención que una persona se concede a sí misma, no
solo en lo físico, sino también en lo emocional, mental y social. En el ámbito de la salud, el
autocuidado ha sido reconocido como una estrategia clave para mantener y mejorar la calidad de
vida, promoviendo una actitud proactiva frente a los factores que amenazan el bienestar integral.
En el contexto educativo, esta práctica adquiere especial relevancia cuando se dirige al personal
docente, cuya labor está atravesada por múltiples exigencias, presiones emocionales y vínculos
complejos. Tal como plantean García-Feijoo et al. (2021), el autocuidado en los docentes se ha
convertido en una necesidad urgente frente al incremento del estrés laboral, el agotamiento
profesional y la pérdida del sentido vocacional.
El autocuidado emocional docente abarca la conciencia, la regulación y la gestión efectiva
de las emociones en el ejercicio profesional. Es un componente esencial para prevenir
manifestaciones psicoemocionales negativas como la fatiga crónica, la ansiedad o el síndrome de
burnout, que pueden interferir en la calidad del proceso educativo. Llorent-Velázquez et al. (2022)
afirman que “la estabilidad emocional del docente influye directamente en la construcción de un
clima de aula positivo y en el rendimiento académico del alumnado”. En este sentido, el bienestar
emocional del educador no es un asunto exclusivamente personal, sino una condición estructural
para el éxito del sistema educativo.
A pesar de su relevancia, el autocuidado emocional aún no ocupa el lugar central que
merece dentro de las políticas institucionales ni en los programas de formación docente. Muchos
educadores ejercen su labor desde la autoexigencia constante, descuidando su propia salud mental
por falta de tiempo, apoyo institucional o formación específica. Según López Ramírez (2020), el

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docente que descuida su mundo emocional se expone a un deterioro progresivo de su desempeño
profesional, perdiendo la capacidad de empatizar, de innovar pedagógicamente y de sostener
vínculos saludables en el entorno educativo.
Es crucial, por tanto, que se fomente una cultura del autocuidado emocional en los
espacios escolares, que articule la vida personal y profesional del docente desde una perspectiva
de equilibrio. Esta práctica no solo favorece la salud mental individual, sino que también se
proyecta en el aula, generando entornos más humanos, resilientes y emocionalmente seguros para
el aprendizaje. Tal como señalan Ríos-Rincón et al. (2023), los docentes emocionalmente
saludables desarrollan una mayor autoeficacia, tolerancia a la frustración y capacidad de
contención hacia sus estudiantes. Esto confirma que el autocuidado emocional no es una práctica
aislada, sino una herramienta transformadora que debe ser integrada activamente en la cultura
educativa.
La presente revisión tiene como objetivo identificar la vinculación entre el autocuidado
emocional docente y el proceso de enseñanza, reconociendo su impacto en el bienestar personal
y en la calidad pedagógica. La metodología se fundamenta en una revisión exhaustiva de literatura
científica, tanto de fuentes primarias como secundarias, con enfoque cualitativo-descriptivo. Se
seleccionaron estudios recientes que abordan el tema desde una perspectiva educativa, emocional
y organizacional, con el fin de aportar a la reflexión y fortalecimiento de la práctica docente desde
el paradigma del cuidado integral.
El enfoque es cualitativo, descriptivo, de utilidad en el campo de la enseñanza.
DESARROLLO
El autocuidado emocional, abarca un conjunto de hábitos y elecciones conscientes que
individuos, familias o grupos implementan en su rutina diaria con el objetivo primordial de
preservar y mejorar su salud integral.
Oltra, 2013, propone: «para hablar de autocuidado es imprescindible el reconocimiento de
estar en riesgo, y reconocer la situación de riesgo, es a su vez aceptar la condición de
vulnerabilidad» (p.88)
En el área docente, estas prácticas, que se desarrollan y perfeccionan a lo largo de la vida,
constituyen un repertorio de habilidades empleadas de manera autónoma y deliberada cuyo
propósito esencial es robustecer la salud existente, facilitar la recuperación en caso de enfermedad
y prevenir la aparición de nuevas dolencias.
Estas acciones reflejan pues, tanto la capacidad inherente de un individuo para asegurar su
supervivencia, como la influencia de las prácticas y normas culturales arraigadas en su entorno
social. En esencia, el autocuidado es una manifestación de la responsabilidad personal y colectiva
hacia el bienestar físico, mental y social. (Tobón, 2013)

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«La labor docente es muy importante, las condiciones, ya sean externas (ambiente
educativo, infraestructura edilicia, etc.) e internas (estado biopsicosocial), de los profesionales
deben ser óptimas para ejercer el rol de la mejor manera posible» (Calizaya et al, 2013, como se
citó en Aimaretti et al, 2019, p.89)
Al nombrar el autocuidado, se mencionan aspectos de la vulnerabilidad.
Para la concientización del autocuidado existe el primer paso, el cual es el reconocer el
riesgo
El ambiente laboral, se verá influenciado inevitablemente por las emociones que pueda
manejar el docente. Gestionar las emociones es muy importante a modo de fortalecer la labor
educativa
Feito L., (2007, citado por Oltra, 2013), afirma que:
El ser humano es, por tanto, vulnerable y frágil por su misma condición corporal y
mortal, pero también por su capacidad de sentir y pensar, de ser con otros y de
desarrollar una conciencia moral. La vulnerabilidad no sólo hace referencia a la
dimensión biológica sino también a la historia del individuo en relación con otros,
al daño derivado de la relación con otros (p.86)
Actualmente, en la vorágine de la cotidianeidad, los factores que inciden (o amenazan)
ciertos niveles de la vulnerabilidad no solo se encientan en aspectos biológicos sino en todo el
entorno que pueda incidir en el desempeño.
construye y agrava desde múltiples dimensiones del entorno: relaciones interpersonales,
dinámicas escolares, demandas académicas, factores socioeconómicos y la falta de herramientas
efectivas para el manejo emocional. Este entramado de condiciones contribuye al aumento del
estrés, la ansiedad, la desmotivación y otras manifestaciones psicoemocionales que afectan
directamente el rendimiento, la convivencia y el bienestar integral.
En este escenario, el autocuidado emocional y la promoción del bienestar mental emergen
como necesidades urgentes dentro de las instituciones educativas, no solo como contenidos
teóricos, sino como prácticas vividas y sostenidas. Sin embargo, pese a la creciente evidencia
sobre su importancia, persiste una débil incorporación de estos ejes en los programas formativos,
tanto a nivel curricular como en la cultura institucional. Esta omisión limita la capacidad de
estudiantes y educadores para desarrollar habilidades socioemocionales, gestionar
adecuadamente sus emociones y construir entornos de aprendizaje saludables y resilientes. La
falta de estrategias estructuradas para el fomento del autocuidado y la salud mental en la
educación representa una amenaza silenciosa, con efectos acumulativos y a menudo invisibles.
Ante esta realidad, surge la necesidad de investigar cómo el entorno educativo puede
convertirse en un espacio activo de fortalecimiento emocional, este trabajo busca identificar las
barreras, oportunidades y propuestas para que la educación no solo forme intelectos, sino también

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sujetos emocionalmente equilibrados, capaces de enfrentar los desafíos de la vida cotidiana con
recursos internos saludables y sostenibles.
El docente que se desempeña en un espacio pedagógico debe proporcionarse los mejores
cuidados para tener una calidad de vida óptima, ello incluye relaciones familiares, profesionales,
y con uno mismo
En este sentido, también se demanda aspectos que se vinculan con habilidades personales
de tal manera de hacer una elección correcta que apueste por la salud y el bienestar y adquirir de
esa manera un estilo de vida saludable
Orem (citado en Oltra, 2013) da a conocer que autocuidado se define como «aquellas
actividades que realizan los individuos, las familias o las comunidades, con el propósito de
promover la salud, prevenir la enfermedad, limitarla cuando existe o restablecerla cuando sea
necesario»(p.89)
El estilo de vida va directamente relacionado con las habilidades personales y la forma de
autocuidado, los que, a su vez, se determinan por factores sociales, culturales, y personales,
derivando estos en una equivalencia directa referida a actitudes, hábitos y prácticas individuales
o familiares (Tobón, 2003)
A partir de allí se plantea la siguiente pregunta: ¿Qué prácticas de autocuidado se están
promoviendo en docentes? ¿Qué nivel de conciencia y gestión emocional poseen los actores
educativos? ¿Cómo se puede incorporar el bienestar emocional como eje transversal en la
formación docente desde el enfoque de autocuidado emocional?
Importancia del autocuidado emocional
El autocuidado emocional docente, se desarrolla a través del crecimiento personal en la
vida cotidiana y en cada experiencia como cuidador de sí mismo y de quienes lo rodean. Gracias
a ello, presenta una gran capacidad para influir positivamente en la calidad de vida de las personas
dentro del ámbito educativo. En el autocuidado emocional docente, la búsqueda de una buena
calidad de vida en el ámbito laboral implica un proceso de toma de decisiones sobre el propio
estilo de vida profesional. Este proceso se encuentra condicionado por algunos recursos internos
(conocimiento y motivación), como por las oportunidades y limitaciones que presenta el entorno.
Una calidad de vida profesional óptima se consigue al armonizar factores internos y externos.
El autocuidado del desarrollo emocional docente anticipa el bienestar psicológico de los
estudiantes dentro del aula, al mismo tiempo que favorece la resiliencia, y por ende una mejor
respuesta y reacciones ante situaciones de estrés (Suero, 2021). Siguiendo en esta línea, es
importante que los docentes sepan gestionar las emociones que atraviesan, pues, según estudios:
«los alumnos son capaces de detectar las emociones que están siendo experimentadas por sus
profesores, pudiendo llegar a producirse contagios emocionales entre el profesorado y el
alumnado» (Frenzel et al., 2009; Jiang et al., 2016, como se citó en Suero, 2021, p. 435).

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En la actualidad, múltiples investigaciones destacan la estrecha relación entre el bienestar
emocional del profesorado y su desempeño pedagógico. Por ejemplo, Gil-Monte (2020) afirma
que cuando los docentes presentan altos niveles de estrés y desgaste emocional, su motivación,
creatividad y eficacia disminuyen significativamente, afectando no solo el clima del aula, sino
también el rendimiento académico del alumnado. Por tanto, promover una cultura del autocuidado
emocional contribuye directamente a la mejora de los entornos de aprendizaje.
Asimismo, la gestión emocional se ha convertido en una competencia profesional esencial
en contextos escolares marcados por la incertidumbre y la complejidad. En este sentido,
Caballero-González et al. (2021) señalan que los docentes que implementan prácticas de
autocuidado muestran mayor estabilidad emocional, mejor manejo de conflictos y mayor empatía
hacia los estudiantes. Esto no solo fortalece el vínculo pedagógico, sino que también ayuda a
prevenir fenómenos como la despersonalización o el abandono de la profesión.
Por otro lado, se ha evidenciado que el autocuidado emocional tiene un fuerte componente
preventivo en lo que respecta a la salud mental. De acuerdo con el estudio de Pérez-Fuentes et al.
(2020), los docentes que desarrollan estrategias de autorregulación emocional logran reducir
significativamente los niveles de ansiedad y depresión vinculados al ejercicio profesional. Estas
estrategias incluyen la identificación de emociones, la gestión del tiempo, la búsqueda de apoyo
y la práctica de hábitos saludables, todos factores que fortalecen la resiliencia ante las
adversidades cotidianas.
El autocuidado también se relaciona con la percepción de autoeficacia docente.
Investigaciones como la de Llorent-Velázquez et al. (2022) destacan que los profesores que
cuidan su salud emocional reportan una mayor confianza en sus capacidades para enfrentar
situaciones complejas dentro del aula. Esta percepción fortalece la motivación intrínseca,
promueve actitudes positivas y disminuye el riesgo de burnout. De este modo, el autocuidado
emocional no solo favorece la salud individual del docente, sino que actúa como un componente
protector para el sistema educativo en su conjunto.
En ese orden de ideas, el autocuidado emocional se consolida como una estrategia necesaria
y urgente para la sostenibilidad del ejercicio docente. No debe entenderse como una práctica
opcional, sino como una responsabilidad personal e institucional que repercute directamente en
el bienestar del educador y en la calidad educativa. Invertir en programas de formación emocional
y en políticas que valoren el bienestar del profesorado es, por tanto, un paso fundamental hacia
una educación más humana, empática y transformadora.
Factores incidentes para el autocuidado emocional
Siguiendo a Tobón,2003 «Cualquier cosa que una persona pueda aprender, conduce a
cambios en uno de los tres campos siguientes del comportamiento: cognitivo, afectivo y
psicomotor; todo aprendizaje equivale a obtener el desarrollo de una forma de comportamiento»
(p.3)

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Factores internos (directamente dependiente de la persona)
Cognición
Se refiere al bagaje de conocimientos y experiencias
La cognición en el desarrollo emocional enfoca cómo los procesos mentales, como la
percepción, la memoria, la atención y el razonamiento, interactúan con las emociones y afectan
el desarrollo emocional de una persona. La cognición y la emoción están intrínsecamente
relacionadas y se influyen mutuamente. Por ejemplo, las emociones pueden dirigir la atención
hacia ciertos estímulos, mejorar la memoria de eventos emocionalmente significativos y afectar
la toma de decisiones. (Feldman, 1998)
Actitud-Aspecto volitivo
Alude a todo lo que tenga que ver con la voluntad, la capacidad de establecer metas y
objetivos bien claros, la de controlarse a sí mismo(autodisciplina),la perseverancia y la resiliencia,
la capacidad de hacer elecciones consientes, una buena toma de decisiones asi como demostrar
iniciativa propia (Ryan R. 2000)
Prácticas
Las prácticas en el desarrollo emocional se refieren a las actividades, estrategias y enfoques
que se utilizan para fomentar y mejorar el desarrollo emocional de una persona.
Estas incluyen técnicas de autorregulación emocional, actividades de aprendizaje
socioemocional, y métodos para mejorar la inteligencia emocional. El objetivo es ayudar a las
personas a reconocer, comprender y gestionar sus emociones de manera efectiva, lo que a su vez
mejora el bienestar general y las relaciones interpersonales.
Factores externos (directamente dependiente de la persona)
Culturales
Los factores culturales en el desarrollo emocional implican cómo las creencias, valores,
normas y prácticas culturales influyen en la forma en que las personas experimentan, expresan y
gestionan sus emociones.
La cultura puede afectar la percepción de las emociones, la manera en que se comunican y
las estrategias utilizadas para regularlas. Estos factores culturales pueden variar
significativamente entre diferentes sociedades, y juegan un papel crucial en la formación de la
identidad emocional y social de una persona. (Manoiloff, L.2016)
Investigaciones-Innovaciones
Hace alusión a los estudios y avances científicos que buscan entender y mejorar cómo las
personas desarrollan y gestionan sus emociones a lo largo de la vida. Estas investigaciones pueden
incluir el estudio de la neurociencia emocional, la psicología del desarrollo, la educación
emocional y las intervenciones terapéuticas. Las innovaciones en este campo pueden abarcar
nuevas técnicas y enfoques para promover el bienestar emocional, como programas de

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aprendizaje socioemocional en escuelas, terapias basadas en la atención plena (mindfulness) y el
uso de tecnologías para el seguimiento y mejora del estado emocional.( Mulsow, G. ,2008).
Socio-económicos
Los factores socioeconómicos en el desarrollo emocional se refieren a cómo las
condiciones económicas y sociales en las que vive una persona influyen en su desarrollo
emocional. Estos factores pueden incluir el nivel de ingresos, la educación, el empleo, la vivienda
y el acceso a servicios de salud. Las desigualdades socioeconómicas pueden afectar la capacidad
de una persona para gestionar el estrés, desarrollar habilidades emocionales y mantener relaciones
saludables. Los niños y adolescentes que crecen en entornos socioeconómicamente
desfavorecidos pueden enfrentar mayores desafíos emocionales y psicológicos.(Grantham-
McGregor, 2007)
Estrategias para el autocuidado
Autocuidado emocional
Se considera un aspecto fundamental en el cuidado de la persona en el aspecto integral,
se enfoca en la posibilidad del cuidado propio en cuanto a las emociones, saber gestionarlas y
administrarlas, considerando alguna estrategia para trabajar el estrés, y la salud mental lo cual
colabora con la calidad de vida (Jaramillo, 1999)
También forma parte de la estrategia del autocuidado emocional, la autorreflexión, la
autoestima y el desarrollo de la confianza en la propia persona
Oltra afirma: «Se espera, por tanto, ciertas características del profesional que van más allá
de su experticia técnica, las que tienen que ver con sus valores y virtudes, incluso su
espiritualidad» (p.86)
Autocuidado físico
Las actividades físicas deben formar parte de la rutina de toda persona de modo a generar
escapes emocionales, las mismas deben ofrecer bienestar, placer y relajación.
(Pekrun, 2006, citado por Suero, 2021) plantea que: «Las experiencias emocionales están
siempre presentes en nuestro día a día, por lo que tienen un papel fundamental en las diferentes
situaciones que se dan durante el proceso de aprendizaje»
Las actividades físicas, se vinculan con los neurotransmisores serotonina y endorfina, se
libera la dopamina que es el responsable del bienestar. En este sentido, la regulación del sueño es
importante para el bienestar emocional
Autocuidado Social
El entorno social, cobra relevancia es aspectos de autocuidado
El cultivo de las relaciones saludables favorece el desarrollo emocional evitando así
posibles cuadros depresivos y ayudando a manejar la ansiedad

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Según aportes de Gonzáles et al. 2018 La influencia del entorno social es determinante
en el desarrollo de las emociones, en este sentido es importante elegir relaciones sanas y
edificantes, libres de violencia, relaciones basadas en valores
Según Bear, 2013, (citado UNICEF, s/f) los indicadores que se deben tener en cuenta para
las relaciones saludables son: respeto, confianza, individualidad, confianza, honestidad, buena
comunicación, compromiso, empatía entre otros
CONCLUSIÓN
El autocuidado emocional del docente cobra una relevancia central en su desempeño
profesional, pues el estado emocional influye directamente en la calidad de sus prácticas
pedagógicas y en el clima relacional que establece con sus estudiantes. La docencia es una
actividad compleja y emocionalmente demandante, por lo cual resulta esencial que los
educadores adopten estrategias preventivas y sostenidas de cuidado personal. Estas estrategias
deben integrar límites saludables que incluyan no solo aspectos físicos ,como la alimentación o
la actividad corporal, sino también elementos sociales, psicológicos y espirituales que
contribuyan a una vida equilibrada. Tal como señalan López Ramírez y Martínez (2020), el
bienestar integral del docente es una condición imprescindible para una enseñanza efectiva,
adaptativa y ética.
El profesional de la educación que cultiva el autocuidado emocional puede convertirse en
un agente multiplicador de bienestar dentro del espacio escolar. Estudios recientes muestran que
los docentes que gestionan sus emociones con eficacia logran fomentar un ambiente escolar
positivo, lo cual se traduce en relaciones más empáticas, prácticas pedagógicas más flexibles y
estudiantes más motivados (Sánchez-Pérez & Gutiérrez-Vega, 2022). Este impacto no es menor,
ya que el entorno emocional del aula constituye uno de los factores más significativos en el
aprendizaje. Cuando el docente se encuentra emocionalmente equilibrado, sus decisiones
pedagógicas responden a criterios más conscientes, respetuosos y centrados en el estudiante.
Además, el autocuidado no puede ser entendido como una acción aislada, sino como un
proceso permanente y articulado a lo largo de toda la carrera docente. Requiere, por tanto,
formación continua, espacios institucionales de contención y una cultura organizacional que
promueva el bienestar emocional del profesorado. Según Llorent-Velázquez et al. (2022), las
instituciones educativas que promueven prácticas de autocuidado entre sus equipos docentes no
solo mejoran la salud mental del personal, sino que también incrementan la calidad educativa y
disminuyen la rotación del profesorado. Esta evidencia refuerza la necesidad de integrar el
autocuidado como eje transversal en las políticas escolares y en los programas de formación
docente inicial y continua.
El impacto del autocuidado emocional docente se observa también en los estudiantes,
quienes, al interactuar con un educador emocionalmente presente y regulado, desarrollan mayores

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niveles de atención, motivación y seguridad. El aula se convierte en un espacio emocionalmente
seguro donde se favorecen el pensamiento crítico, la creatividad y la participación activa.
Investigaciones como la de Pérez-Fuentes et al. (2021) confirman que la calidad del clima
emocional del aula está estrechamente vinculada con el bienestar emocional del profesorado. En
estos contextos, los estudiantes no solo aprenden contenidos académicos, sino también
habilidades socioemocionales que serán fundamentales para su desarrollo integral.
Asimismo, se ha documentado que un docente emocionalmente cuidadoso establece
límites sanos, ejerce la autoridad desde la confianza y promueve relaciones cálidas y respetuosas.
Estas prácticas contribuyen a consolidar climas de aula basados en el respeto mutuo, la contención
afectiva y el aprendizaje significativo. Tal como lo plantea Calderón (2012), un aula
emocionalmente saludable es aquella donde el docente actúa desde su equilibrio interno, lo que
favorece la expresión auténtica de los estudiantes y fortalece la dinámica de grupo. Esta
afirmación, aunque previa a la pandemia, cobra hoy mayor vigencia ante el aumento de los
desafíos emocionales tanto en docentes como en estudiantes.
Conforme al objetivo del presente estudio —identificar la vinculación entre el
autocuidado emocional docente y el proceso de enseñanza—, los hallazgos y la evidencia
bibliográfica indican una relación directa y significativa entre ambas variables. No solo se
constata que el autocuidado fortalece la salud mental del educador, sino que también se
comprueba su influencia positiva en la calidad de las prácticas docentes, en el clima de aula y en
el aprendizaje estudiantil. En consecuencia, incorporar el autocuidado emocional como una
dimensión estructural de la labor docente no es solo una necesidad personal, sino una
responsabilidad profesional y colectiva que debe ser reconocida, promovida y sostenida
institucionalmente.

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