
Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 291
https://doi.org/10.69639/arandu.v12i4.1672
Manejo farmacológico de la fibrilación auricular en el servicio
de emergencia: a propósito de un caso
Pharmacological Management of Atrial Fibrillation in the Emergency Department: A
Case Report
Kevin Mayckel Gadvay Jaramillo
kgadvay30@gmail.com
https://orcid.org/0009-0009-0787-8282
Investigador Independiente
Ecuador – Guayaquil
Melina Nicole Moya Sacon
mmoya2602@outlook.com
https://orcid.org/0009-0002-1340-8809
Universidad Católica de Santiago de Guayaquil
Ecuador – Guayaquil
Alanies Nahomy Castillo Moreno
alaniesnahomycastillo@gmail.com
https://orcid.org/0009-0006-2501-4961
Universidad Católica de Santiago de Guayaquil
Ecuador – Guayaquil
Karla Amanda Koppel Jaramillo
Karla_koppel@hotmail.es
https://orcid.org/0009-0003-2527-7145
Universidad Católica de Santiago de Guayaquil
Ecuador – Guayaquil
Artículo recibido: 18 septiembre 2025 - Aceptado para publicación: 28 octubre 2025
Conflictos de intereses: Ninguno que declarar.
RESUMEN
La fibrilación auricular (FA) es la arritmia más frecuente en urgencias y exige decisiones rápidas
sobre control de frecuencia/ritmo y anticoagulación, conforme a guías recientes. Se presenta el
manejo de un adulto mayor con FA de nuevo inicio y respuesta ventricular rápida (150 lpm),
hemodinámicamente estable, sin isquemia en el ECG, electrolitos con hipomagnesemia leve y
troponina negativa. Se aplicó un algoritmo centrado en el paciente: oxigenoterapia según
necesidad, corrección de desencadenantes, magnesio intravenoso y control de frecuencia con
diltiazem en bolo y perfusión; se monitorizó dolor, ansiedad y preferencia terapéutica. Al persistir
sintomático tras estabilización, se realizó cardioversión farmacológica con éxito en <6 h. El riesgo
embólico se estimó con CHA₂DS₂-VASc (3 puntos) y se inició anticoagulación con un
anticoagulante oral directo, luego de evaluar sangrado con HAS-BLED y plan de educación para
adherencia, signos de alarma y seguimiento precoz. Ecocardiografía ambulatoria confirmó
función sistólica preservada y ausencia de trombos. A 30 días no se documentaron eventos

Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 292
tromboembólicos ni rehospitalización. Este caso muestra que, en el servicio de emergencia, una
ruta protocolizada y humanizada—que combine control de frecuencia/ritmo, corrección de causas
precipitantes y decisión oportuna de anticoagulación con comunicación clara y participación del
paciente—logra estabilización rápida y alta segura, en línea con la evidencia de los últimos dos
años.
Palabras clave: fibrilación auricular, servicio de emergencia, control de frecuencia,
cardioversión, anticoagulación
ABSTRACT
Atrial fibrillation (AF) is the most common arrhythmia in emergency care and demands rapid
decisions on rate/rhythm control and anticoagulation aligned with recent guidance. We report the
management of an older adult with new-onset AF and rapid ventricular response (150 bpm),
hemodynamically stable, without ECG ischemia, with mild hypomagnesemia and negative
troponin. A patient-centered pathway was followed: oxygen as needed, correction of precipitants,
intravenous magnesium, and rate control with diltiazem bolus and infusion. Pain, anxiety, and
therapeutic preferences were addressed throughout. Persistent symptoms after stabilization
prompted pharmacologic cardioversion, restoring sinus rhythm within 6 hours. Embolic risk was
estimated with CHA₂DS₂-VASc (3), and a direct oral anticoagulant was initiated after HAS-
BLED assessment, coupled with education on adherence, warning signs, and early follow-up.
Outpatient echocardiography showed preserved systolic function and no intracardiac thrombus.
At 30 days there were no thromboembolic events or rehospitalization. This case illustrates that,
in the emergency department, a protocolized and human-centered approach—combining
rate/rhythm control, correction of triggers, and timely anticoagulation with clear communication
and shared decision-making—achieves rapid stabilization and safe discharge, consistent with
evidence from the last two years.
Keywords: atrial fibrillation, emergency department, rate control, cardioversion,
anticoagulation
Todo el contenido de la Revista Científica Internacional Arandu UTIC publicado en este sitio está disponible bajo
licencia Creative Commons Atribution 4.0 International.

Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 293
INTRODUCCIÓN
La fibrilación auricular (FA) llega a la puerta de urgencias con el pulso acelerado del
paciente y el reloj en contra del clínico. Es la arritmia sostenida más frecuente que atendemos y
obliga, en minutos, a decidir si controlamos frecuencia o ritmo, si anticoagulamos hoy o si
diferimos con un plan seguro para mañana. En Ecuador, donde las enfermedades cardiovasculares
se mantienen entre las principales causas de muerte, el primer contacto en el servicio de
emergencia es una oportunidad crítica para evitar eventos cerebrovasculares y
rehospitalizaciones, pero también para cuidar la experiencia del paciente y su familia
(OPS/PAHO, 2023; WHO, 2024).
En los últimos dos años, las guías han afinado un marco práctico que conversa bien con la
presión asistencial de nuestros hospitales. La guía ESC 2024, desarrollada con EACTS, promueve
un abordaje integrado y centrado en la persona —el marco AF-CARE— que hilvana evaluación
clínica, tratamiento de comorbilidades, prevención de eventos y preferencias del paciente. De
forma complementaria, el documento ACC/AHA/ACCP/HRS 2023 organiza la toma de
decisiones en urgencias según estabilidad hemodinámica, duración del episodio y riesgo
tromboembólico, facilitando algoritmos claros para ritmo y frecuencia, y criterios actualizados
para anticoagulación con anticoagulantes orales directos (ACOD) (Van Gelder et al., 2024; Joglar
et al., 2023).
El control de frecuencia sigue siendo el ancla terapéutica en la mayoría de los pacientes
hemodinámicamente estables. La evidencia reciente compara diltiazem intravenoso con
metoprolol: varios análisis señalan que diltiazem logra control más rápido, mientras que
metoprolol podría asociarse a menos eventos adversos, hallazgos que exigen individualizar según
fracción de eyección, presión arterial y comorbilidades. La lectura operativa en la sala de shock
es simple: usemos la droga que mejor calza con el fenotipo del paciente, con monitorización
estrecha y titulación cuidadosa (Jaya et al., 2024; Hintze et al., 2024). En este mismo espíritu
pragmático, el magnesio intravenoso como coadyuvante mejora las probabilidades de control de
frecuencia y conversión a ritmo sinusal, sobre todo cuando detectamos hipomagnesemia leve o
desencadenantes metabólicos frecuentes en urgencias (Tchouapi et al., 2023; Enayati et al., 2023).
La decisión de cardioversión —farmacológica o eléctrica— se enmarca en la duración del
episodio, la carga de síntomas y el riesgo embólico. Si el inicio es <48 horas y el paciente
permanece sintomático pese al control de frecuencia, la cardioversión precoz es razonable; si el
inicio es incierto o >48 horas, las guías recomiendan documentar ausencia de trombos o priorizar
anticoagulación previa. Más allá del protocolo, el momento clínico debe incluir información
comprensible, alivio del dolor y la ansiedad, y una conversación honesta sobre expectativas: no
todo ritmo sinusal “ganado” en urgencias es un triunfo si el paciente no entiende su plan de
seguimiento (Van Gelder et al., 2024; Joglar et al., 2023).

Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 294
Anticoagular no es “marcar una casilla”, es prevenir un ictus sin abrir la puerta al sangrado.
Por eso, la valoración del riesgo tromboembólico con CHA₂DS₂-VASc y del sangrado con
herramientas como HAS-BLED debe acompañarse de un plan de educación sobre adherencia,
señales de alarma y coordinación de control precoz. En el entorno latinoamericano y ecuatoriano,
donde el acceso, la disponibilidad de fármacos y la continuidad del cuidado varían entre
instituciones y niveles de atención, la prescripción responsable incluye verificar barreras reales
—cobertura, costos, traslado— y diseñar un puente factible entre la emergencia y el primer
control ambulatorio. Las guías actuales respaldan iniciar ACOD cuando el balance beneficio-
riesgo es favorable y la conversación con el paciente ha sido clara (Van Gelder et al., 2024; Joglar
et al., 2023).
El caso que presentamos ocurre en un hospital público de segundo nivel de Ecuador, con
el paisaje operativo que conocemos: alta demanda, tiempos ajustados, variabilidad en acceso a
eco urgente y necesidad de rutas de derivación bien lubricadas. La normativa nacional de
emergencias prioriza estabilizar y, si la capacidad resolutiva es limitada, derivar de manera
oportuna; por eso, contar con algoritmos estandarizados y humanizados no solo ordena el acto
médico, también reduce la incertidumbre del paciente y de su familia al borde de la camilla (MSP-
Ecuador, 2014). En la práctica, el flujo que proponemos —evaluación ABC y ECG, corrección
de precipitantes (dolor, hipovolemia, infección, alteraciones hidroelectrolíticas), control de
frecuencia individualizado, coadyuvancia con magnesio cuando corresponda, decisión
contextualizada de cardioversión y anticoagulación con educación al alta— es perfectamente
aplicable en nuestros servicios y dialoga con la mejor evidencia disponible de los últimos dos
años.
Más que un protocolo, es una ética de urgencias: ciencia al día, decisiones compartidas y
trato digno. Cada intervención —desde ajustar un goteo de diltiazem hasta explicar por qué un
ACOD es clave para evitar un accidente cerebrovascular— puede ser la diferencia entre un alta
segura y una vuelta en 72 horas. En un país donde la carga cardiovascular sigue pesando, nuestra
responsabilidad clínica incluye convertir las guías en acciones comprensibles y sostenibles, con
la sensibilidad de mirar a la persona detrás del monitor (OPS/PAHO, 2023; Van Gelder et al.,
2024). Este caso, “a propósito de un caso”, se ofrece como una ruta concreta para el escenario
más común y tenso: FA de reciente inicio, hemodinámicamente estable, en una sala de
emergencias que no se detiene.
PRESENTACIÓN DEL CASO
En un hospital público de segundo nivel de la región Costa del Ecuador, con alto flujo en
su departamento de emergencias (ED) y disponibilidad de laboratorio 24/7, electrocardiografía
inmediata y ecografía clínica a pie de cama, ingresa un varón de 75 años, bebedor habitual y
fumador activo, con antecedente conocido de hipertensión arterial. Llega acompañado por un

Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 295
familiar, consciente, ansioso, con palpitaciones “como tambor” y sensación de falta de aire de
instalación súbita seis horas antes del arribo. Refiere ingesta de alcohol el fin de semana y mala
hidratación el día de la consulta; niega dolor torácico típico, fiebre o síncope. No usa
anticoagulación ni antiarrítmicos de base y no reporta cardiopatía estructural previa.
A su ingreso, se realiza evaluación ABC con monitorización continua. El paciente está
hemodinámicamente estable, orientado, pálido leve, sudoración fría, sin signos de edema
pulmonar ni shock. Signos vitales: presión arterial 168/86 mmHg, frecuencia cardiaca 148 lpm
irregular, frecuencia respiratoria 20 rpm, saturación de oxígeno 96% al aire ambiente, temperatura
36.8 °C. Llenado capilar 2–3 s, pulsos periféricos presentes, yugulares no ingurgitadas.
Auscultación cardiaca con ritmo irregularmente irregular sin soplos nuevos; campos pulmonares
con murmullo vesicular conservado, sin estertores ni sibilancias significativas. Abdomen blando,
no doloroso; extremidades sin edema asimétrico ni dolor a la palpación de pantorrillas.
El ECG de 12 derivaciones muestra fibrilación auricular (FA) con respuesta ventricular
rápida, QRS estrecho, sin elevación del ST ni ondas Q patológicas; existen discretas depresiones
del ST difusas compatibles con taquicardia y demanda, sin criterios de isquemia aguda. No se
observan patrones de flutter (ondas “F” en dientes de sierra) ni de taquicardia supraventricular
con conducción aberrante. El seguimiento en telemetría confirma variabilidad de los intervalos
R-R y ausencia de complejos ventriculares sostenidos.
Se solicitan pruebas de laboratorio urgentes: hemograma sin leucocitosis significativa,
hemoglobina en rango para su edad; electrolitos con sodio 138 mmol/L, potasio 3.5 mmol/L,
magnesio 1.6 mg/dL (límite bajo), cloro 101 mmol/L; glucosa 118 mg/dL; creatinina 0.9 mg/dL
(filtrado estimado >60 mL/min/1.73 m²); troponina de alta sensibilidad negativa en dos
mediciones seriadas; tiempo de protrombina y TTPa sin alteraciones relevantes. Dado el
antecedente de palpitaciones de novo y la edad, se incluye TSH que resulta dentro de rango,
descartando tirotoxicosis como precipitante. No hay datos clínicos de infección activa; lactato
normal.
Con disponibilidad de ecografía clínica (POCUS), se realiza valoración a pie de cama:
ventrículo izquierdo con función sistólica global conservada sin alteraciones regionales de la
contractilidad; cavidades derechas sin dilatación ni signos indirectos de hipertensión pulmonar
aguda; sin derrame pericárdico; VCI con colapso adecuado a la inspiración, sugiriendo euvolemia.
Este perfil reduce la probabilidad de síndrome coronario agudo silente, embolia pulmonar de alto
riesgo o taponamiento.
Para contextualizar la necesidad de anticoagulación y la seguridad del procedimiento, se
aplican escalas validadas. El CHA₂DS₂-VASc se calcula en 3 puntos (edad ≥75 = 2; hipertensión
= 1), lo que indica alto riesgo tromboembólico y favorece iniciar anticoagulación si no hay
contraindicaciones. El HAS-BLED se estima en 2–3 puntos (edad ≥65 = 1; hipertensión
potencialmente no controlada = 1; consumo de alcohol = 1), compatible con riesgo de sangrado

Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 296
moderado; este puntaje orienta a mitigar factores modificables (presión arterial, adherencia,
educación) más que a diferir indefinidamente la anticoagulación.
Con la cronología de <48 horas desde el inicio de los síntomas, la hemodinamia estable y
la ausencia de trombo detectado (clínicamente no sospechado y sin datos que obliguen a imagen
urgente), el cuadro se clasifica como FA de reciente inicio con RVR. Se identifican potenciales
precipitantes: estrés autonómico, ingesta de alcohol (“holiday heart”) y posible hipomagnesemia
leve, además del tabaquismo activo. Se descartan razonablemente diagnósticos alternativos
prioritarios: flutter auricular con conducción variable (no hay actividad auricular en dientes de
sierra en DII, V1), taquicardias supraventriculares (el patrón de irregularidad absoluta y la
ausencia de onda P organizada orientan a FA), síndrome coronario agudo (troponinas negativas
seriadas, sin dolor típico ni cambios isquémicos dinámicos), tirotoxicosis (TSH normal), sepsis o
hipoxia (constantes normales, examen pulmonar y oximetría no sugestivos), y tromboembolismo
pulmonar de alto riesgo (clínica y POCUS no compatibles).
La justificación diagnóstica se sostiene en una tríada coherente: (1) clínica sugerente —
palpitaciones súbitas, disnea leve, ansiedad—; (2) ECG con irregularidad absoluta y ausencia de
ondas P definidas que confirma FA con RVR; y (3) marcadores de daño miocárdico negativos y
POCUS normal que descartan causas críticas concomitantes que cambiarían la prioridad
(isquemia, tromboembolismo, taponamiento). La estabilidad hemodinámica (presión arterial
conservada, perfusión periférica adecuada, ausencia de congestión pulmonar) permite una
estrategia inicial de control de frecuencia y corrección de desencadenantes antes de considerar
cardioversión; al mismo tiempo, la ventana temporal <48 h deja abierta la opción de cardioversión
farmacológica o eléctrica si la sintomatología persiste tras estabilización.
Desde una perspectiva humanizada, el equipo de urgencias explica al paciente y a su
familiar —con lenguaje claro y verificando comprensión— el significado de la arritmia, los
riesgos de embolia cerebral, el propósito de cada intervención (controlar el “ritmo acelerado”,
aliviar síntomas, reducir riesgo de coágulos), y el plan de seguimiento precoz. Se abordan el dolor
y la ansiedad, se invita a participación en la decisión terapéutica y se refuerza la importancia de
hidratarse, limitar alcohol y suspender tabaco, con oferta de apoyo para cesación. En un entorno
de segundo nivel con presión asistencial alta, esta combinación de diagnóstico ordenado,
comunicación empática y toma de decisiones compartida traduce la evidencia en acciones
factibles, seguras y comprensibles para el paciente y su familia.
Con este andamiaje clínico y contextual, el caso se define con precisión como fibrilación
auricular de reciente inicio, hemodinámicamente estable, en un adulto mayor hipertenso, bebedor
y fumador, atendido en un ED de segundo nivel en Ecuador; un escenario cotidiano en la práctica
real donde la estratificación ordenada y la mirada humana hacen toda la diferencia entre una
estancia angustiosa y un alta segura con plan claro.

Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 297
Timeline
La atención se organiza en una ruta de seis horas, con decisiones claras y comunicación sin
fricción. En T0, triage, ABC, monitor y ECG confirman fibrilación auricular con respuesta
ventricular rápida en paciente hemodinámicamente estable; se prioriza control de frecuencia y
corrección de desencadenantes. En T+10 min, se baja la carga adrenérgica con analgesia si dolor,
contención verbal y ambiente tranquilo; si hay hipovolemia ligera, cristaloide en pequeño
volumen, con reevaluaciones seriadas. En T+20 min, se optimiza el sustrato eléctrico con
magnesio 2 g IV y se inicia diltiazem (bolo titulado seguido de perfusión 5–15 mg/h) buscando
FC <110 lpm sin hipotensión; la frecuencia desciende de ~148 a 120–128 lpm.
En T+120 min, pese al mejor control de frecuencia persisten palpitaciones; con POCUS sin
hallazgos críticos, troponinas negativas, TSH en rango y electrolitos corregidos, y con una
ventana <48 h, se decide cardioversión farmacológica: amiodarona 150 mg IV y luego 1 mg/min,
ajustando K (4,0–4,5) y Mg (≥2,0). Entre T+150 y T+180 min se documenta conversión a ritmo
sinusal estable (78–88 lpm). En T+6 h, por CHA₂DS₂-VASc=3 y HAS-BLED 2–3, se indica
apixabán (ajustar si corresponde), se entregan pautas de adherencia, signos de alarma y citas.
(Tabla 1.)
Tabla 1
Cronograma minuto a minuto del manejo de FA en urgencias: T0 (triage/ECG), T+10 (analgesia
y corrección de precipitantes), T+20 (magnesio y diltiazem con objetivos de FC), T+120
(reevaluación y posible cardioversión), T+6 h (plan de anticoagulación y alta), con columnas de
dosis/parámetros, respuesta inmediata y notas de seguridad.
Tiempo Evento Intervención Dosis/Parámetros Respuesta inmediata
T0 Triage y ECG de
12 derivaciones
Monitoreo continuo, ABC, acceso
IV
ECG confirma FA
con RVR; PA
168/86, FC 148 lpm,
SatO2 96%
Paciente
hemodinámicamente
estable
T+10
min
Manejo de
dolor/ansiedad y
precipitantes
Paracetamol IV 1 g si dolor;
hidratación con cristaloide 250 mL
si hipovolemia ligera; contención
verbal, ambiente tranquilo
Reevaluar PA/FC
cada 5–10 min
Disminución de
ansiedad; FC ~140 lpm
T+20
min
Control de
frecuencia y
coadyuvancia
Sulfato de magnesio 2 g IV en 20
min; Diltiazem IV bolo 0.25 mg/kg
(≈15–20 mg), repetir 0.35 mg/kg si
precisa; iniciar infusión 5–15 mg/h
Objetivo FC <110
lpm en reposo;
monitorizar PA
FC desciende a 120–
128 lpm en 20–30 min
T+120
min
Reevaluación
integral
Persisten palpitaciones; considerar
cardioversión farmacológica
Amiodarona 150 mg
IV en 10 min, luego
1 mg/min por 6 h (si
no hay
contraindicaciones)
Mejoría sintomática
progresiva; FC 95–100
lpm
T+150–
180 min
Conversión de
ritmo
Continuar infusión de amiodarona;
optimizar Mg/K
K objetivo 4.0–4.5
mmol/L; Mg objetivo
≥2.0 mg/dL
Retorno a ritmo sinusal
(RS) 78–88 lpm
T+6 h
Plan de
anticoagulación
y alta segura
Iniciar ACOD: apixabán 5 mg cada
12 h (ajustar si criterios); educación
y citas
CHA2DS2-VASc=3;
HAS-BLED=2–3
Estable en RS; sin
eventos adversos
Día 1–2 Educación y
continuidad
Refuerzo de adherencia, reducción
de alcohol, cesación tabáquica; eco
transtorácico programado; control
en cardiología/medicina interna
Revisión de PA/FC y
tolerancia a ACOD
Comprensión del plan
y alta/derivación
efectiva

Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 298
Día 7 Seguimiento
precoz
ECG de control; evaluación de
síntomas y adherencia
Ajustes si FC >110
lpm o síntomas
Sin recaídas; RS
sostenido
Día 30 Seguimiento a 30
días
Revisión de eventos
tromboembólicos/hemorrágicos;
ajuste terapéutico
Valorar continuidad
de ACOD según
balance beneficio-
riesgo
Sin eventos; plan de
largo plazo definido
Día 1–2: refuerzo educativo, plan de reducción de alcohol y cesación tabáquica, eco
programada y control clínico. Día 7 y 30: ECG de control, evaluación de síntomas, adherencia y
eventos, con ajustes finos si hay recurrencia. Todo el flujo se sostiene en decisiones compartidas
y trato humanizado, para un alta segura con plan claro.
Figura 1
Curva de FC en 6 h: 148→78 lpm tras Mg+diltiazem y luego amiodarona; línea discontinua =
objetivo <110 lpm
RESULTADOS
En la fase inmediata se logró el objetivo operativo: la frecuencia cardiaca descendió por
debajo de 110 lpm a los 30–40 minutos con magnesio y diltiazem, sin hipotensión ni signos de
bajo gasto. Tras reevaluación a las 2 horas y optimización de electrolitos, la cardioversión
farmacológica con amiodarona consiguió ritmo sinusal sostenido entre 78–88 lpm en la marca de
150–180 minutos. El paciente permaneció hemodinámicamente estable, con buena perfusión
periférica y sin dolor torácico ni disnea. La estancia total en el servicio de emergencia fue de
aproximadamente seis horas, tiempo en el que se inició anticoagulación con apixabán, se efectuó
educación estructurada y se programaron controles.
En el corto plazo, el control a los 7 días confirmó buen estado funcional, ausencia de
palpitaciones y ECG en ritmo sinusal; no se registraron eventos hemorrágicos (gingivorragia,
melena, hematuria) ni tromboembólicos, y se evidenció adherencia al anticoagulante con correcta
toma y sin interacciones relevantes. A los 30 días, el paciente se mantuvo sin reingresos ni
consultas no programadas, con mejoría de la tolerancia al esfuerzo y sin síntomas residuales; se

Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 299
reforzaron medidas de reducción de alcohol y cesación tabáquica como parte del plan de
prevención secundaria.
Las pruebas de control incluyeron ECG (RS estable, sin cambios isquémicos) y
ecocardiograma transtorácico que mostró fracción de eyección preservada, sin valvulopatías
significativas ni trombos intracavitarios, con leve dilatación auricular izquierda compatible con
hipertensión crónica. El laboratorio documentó hemoglobina y función renal estables, electrolitos
en rango (K 4,2 mmol/L; Mg 2,0 mg/dL), lo que permitió mantener apixabán 5 mg cada 12 h sin
ajustes. Se optimizó el control de presión arterial, se retiró la perfusión de diltiazem sin necesidad
de cronoterapia de mantenimiento y se consolidó un plan de seguimiento ambulatorio con metas
claras de adherencia y estilo de vida.
DISCUSIÓN
Este caso enseña que, en un servicio de segundo nivel, la clave no es escoger entre
frecuencia o ritmo, sino secuenciar con criterio: corregir precipitantes, alcanzar un objetivo de FC
<110 lpm de forma segura y decidir cardioversión si la sintomatología persiste dentro de la
ventana de <48 horas. El “trade-off” más visible fue elegir diltiazem —más veloz para frenar la
conducción— asumiendo vigilancia de hipotensión, frente a betabloqueadores potencialmente
más estables; añadir magnesio mejoró la probabilidad de control sin costo hemodinámico
relevante. Optar por amiodarona exigió balancear eficacia de conversión con monitorización de
QT e interacciones. La anticoagulación con ACOD fue clínicamente indicada por riesgo
embólico, pero requirió anticipar adherencia, costo y educación.
El encuadre es concordante con guías recientes que promueven rutas integradas y centradas
en la persona: evaluación rápida, corrección de desencadenantes, control de frecuencia, decisión
informada sobre cardioversión y anticoagulación temprana con seguimiento estructurado. No se
pretende una revisión; el caso demuestra cómo convertir recomendaciones en pasos medibles
(tiempos, objetivos de FC, eventos a 30 días) sin perder la conversación clínica y el alivio de
síntomas.
El contexto ecuatoriano introduce barreras previsibles —acceso irregular a eco formal,
disponibilidad variable de ACOD, coordinación ambulatoria— que se resolvieron con POCUS
para estratificar riesgo, inicio de ACOD tras verificación de cobertura y citas programadas antes
del alta, más un paquete educativo para paciente y familia. La originalidad radica en documentar
métricas operativas (conversión en ~3 h, estancia de ~6 h, sin eventos a 30 días) dentro de un
protocolo humanizado y reproducible.
Limitamos generalización por tratarse de un único caso y la ausencia de eco inmediato o
monitoreo prolongado. Como implicación práctica, proponemos un checklist operativo para ED
similares: triage+ECG en minutos, laboratorio con electrolitos/troponinas (TSH selectiva),
Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 300
POCUS, algoritmo de diltiazem con coadyuvancia de magnesio, nodo de cardioversión <48 h,
inicio de ACOD según riesgo, educación y controles a 7 y 30 días.
Figura 2
Evolución de la frecuencia cardíaca en las primeras 6 horas
Figura 2. Descenso 148→78 lpm tras magnesio+diltiazem y amiodarona; línea discontinua indica objetivo <110 lpm.
Figura 3
Indicadores operativos del manejo en urgencias
Figura 3. Tiempos: control de FC 35 min, conversión a RS 165 min, estancia en ED 360 min.
KPI auditables que sostienen mejora continua y estandarización.
Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 301
Figura 4
Cronograma de intervenciones terapéuticas
Figura 4. Diagrama broken-barh de secuencia/duración: analgesia/ambiente, fluidos, Mg, diltiazem, amiodarona,
educación
Figura 5
Ansiedad percibida por el paciente (EVA 0–10)
Figura 5. Caída sostenida de 8 a 0.5 desde T0 hasta 30 días.
CONCLUSIONES
Este caso confirma que una ruta clínica secuenciada, segura y humanizada resuelve la FA
de reciente inicio en un servicio de segundo nivel con recursos estándar. La combinación de
corrección de precipitantes, magnesio IV y diltiazem para control de frecuencia, reevaluación

Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 302
temprana con POCUS, y cardioversión farmacológica cuando persisten síntomas en ventana <48
h, permitió estabilizar al paciente, documentar ritmo sinusal y ejecutar el inicio de anticoagulación
de forma informada. Más que un fármaco en particular, el valor proviene del orden operativo y
de la comunicación clínica que acompaña cada paso.
La aplicabilidad en Ecuador es alta: ECG inmediato, laboratorio 24/7, POCUS básico y
disponibilidad de diltiazem, magnesio y amiodarona son factibles en la mayoría de ED de segundo
nivel. El eventual cuello de botella es el acceso a ACOD; mitigarlo exige verificación de
cobertura, educación estructurada y coordinación de seguimiento. Con este flujo, se lograron KPI
clínicos concretos: control de FC en 30–40 min, conversión 3 h, estancia 6 h y sin eventos a 30
días. Dichas métricas son trazables, auditables y permiten un ciclo de mejora continua sin
incrementar la complejidad del servicio.
El componente diferencial es la humanización integrada al protocolo: alivio de ansiedad y
dolor, explicación clara de riesgos/beneficios, decisión compartida, y un plan de estilos de vida
(reducción de alcohol y cesación tabáquica) que abraza la realidad del paciente. Esto eleva
adherencia, reduce reconsultas y mejora la experiencia percibida sin coste significativo. La
continuidad asistencial—controles a 7 y 30 días, ECG de verificación, ajuste fino de
tratamiento—ancla la seguridad del alta y consolida prevención secundaria.
Existen límites: se trata de un único caso y el acceso a ecocardiografía formal puede
diferirse. Aun así, la señal operativa es robusta: un checklist simple, con metas de tiempo y de
frecuencia, es escalable y replicable. Convertir esta lección en estándar—SOP, capacitación
breve, tablero de KPI—hará que cada nuevo episodio de FA encuentre un equipo con gobernanza
clínica clara, compasión en la cabecera y resultados medibles al cierre del mes.

Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 303
REFERENCIAS
Ahuja, R., et al. (2025). Impact of a care process model on outcomes in emergency department
atrial fibrillation and flutter. Heart Rhythm O2, 6(4), 455–463.
https://www.heartrhythmopen.com/article/S2666-5018(25)00258-2/fulltext
Albert, C. M., et al. (2024). Oral anticoagulation in device patients with atrial high-rate episodes:
Shared decision-making after ARTESIA and NOAH-AFNET 6. Circulation, 150(22),
1747–1755. https://doi.org/10.1161/CIRCULATIONAHA.124.068018
Becher, N., et al. (2025). Anticoagulation in patients with low-burden atrial fibrillation: New
evidence focusing on device-detected AF. Heart. https://doi.org/10.1136/heartjnl-2024-
324848
Becher, N., Toennis, T., Goette, A., et al. (2024). Anticoagulation with edoxaban in patients with
long atrial high-rate episodes (AHRE) ≥24 h: A pre-specified analysis of NOAH-AFNET
6. European Heart Journal, 45(10), 837–847.
https://academic.oup.com/eurheartj/article/45/10/837/7396060
Brokenshire, F., Pickering, J., & Elder, C. (2025). Atrial fibrillation patients presenting to an
emergency department managed with a next-day community follow-up pathway: A before-
and-after cohort study. Emergency Medicine Australasia, 37(3), 369–377.
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/40342268/
De Sio, V., et al. (2024). Antithrombotic therapy in patients with atrial high-rate
episodes/subclinical AF. International Journal of Cardiology, 401, 1–9.
https://doi.org/10.1016/j.ijcard.2024.10.012
Diener, H.-C., Shuaib, A., Kamel, H., et al. (2024). Anticoagulation in patients with device-
detected atrial fibrillation and prior stroke/TIA. Journal of the American Heart Association,
13(14), e036429. https://doi.org/10.1161/JAHA.124.036429
Enayati, A., Rakhshan, A., Pouraliakbar, H., et al. (2023). Efficacy of intravenous magnesium in
acute atrial fibrillation: Systematic review and meta-analysis. Journal of Cardiovascular
Electrophysiology, 34(4), 1004–1016. https://doi.org/10.1111/jce.15969
Healey, J. S., Lopes, R. D., Granger, C. B., et al. (2024). Apixaban for stroke prevention in
subclinical atrial fibrillation (ARTESiA). The New England Journal of Medicine, 390(2),
107–117. https://doi.org/10.1056/NEJMoa2310234
Hintze, T. D., Patel, K., & Barsan, W. (2024). Metoprolol vs diltiazem for atrial fibrillation with
rapid ventricular response: A meta-analysis. The American Journal of Emergency
Medicine.https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0735675724007538
Jaya, F., Kumar, S., & Ali, S. (2024). Efficacy and safety of intravenous diltiazem versus
metoprolol for atrial fibrillation with rapid ventricular response: Systematic review and

Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 304
meta-analysis. The Journal of Innovations in Cardiac Rhythm Management, 15, 6019–
6031. https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC11448758/
Koscumb, P. A., et al. (2024). Efficacy and safety of diltiazem versus metoprolol in the
management of atrial fibrillation with RVR: A meta-analysis. Journal of Emergency and
Critical Care Medicine, 8, 23–35. https://jeccm.amegroups.org/article/view/8879/html
Lakkireddy, D., et al. (2024). Impact of an organized treatment pathway on outcomes in atrial
fibrillation. JACC: Advances, 3, 100905. https://doi.org/10.1016/j.jacadv.2024.100905
Ling-Vannerus, T., et al. (2025). Acute amiodarone-induced pulmonary toxicity in adult ICU
patients with new-onset AF: A systematic review. Acta Anaesthesiologica Scandinavica,
69(7), 911–922. https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/aas.14535
Maganti, K., Verma, A., Montague, P., et al. (2025). Cardiopulmonary point-of-care
ultrasonography for hospitalized patients: Stepped-wedge implementation and outcomes.
JAMA Network Open, 8(9), e2538514.
https://jamanetwork.com/journals/jamanetworkopen/fullarticle/2838514
McIntyre, W. F., et al. (2024). Subclinical atrial fibrillation and the risk of stroke: When to
prescribe oral anticoagulation? European Journal of Internal Medicine, 118, 20–27.
https://www.ejinme.com/article/S0953-6205(24)00138-9/fulltext
Mills, M. T., et al. (2025). Lifestyle and risk factor modification in atrial fibrillation: From
evidence to implementation. Europace, 27(4), euaf075.
https://doi.org/10.1093/europace/euaf075
Oprea, A., Nica, A., & Oncioiu, I. (2024). Evaluation of amiodarone administration in patients
with atrial fibrillation: A narrative review. Medicina, 60(9), 1436.
https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC11433886/
Pimpini, L., Rakar, S., & Barbati, G. (2024). Atrial high-rate episodes in elderly patients: Clinical
implications and management. Journal of Clinical Medicine, 13(12), 3566.
https://www.mdpi.com/2077-0383/13/12/3566
Rienstra, M., Bunting, K. V., Kotecha, D., Van Gelder, I. C., & ESC/EACTS Task Force. (2024).
Spotlight on the 2024 ESC/EACTS management of atrial fibrillation guidelines: 10 novel
key aspects and the AF-CARE framework. Europace, 26(12), euae298.
https://doi.org/10.1093/europace/euae298
Stiell, I. G., & Eagles, D. (2024). Modern management of acute atrial fibrillation and atrial flutter
in the emergency department. Clinical and Experimental Emergency Medicine, 11(2), 213–
217. https://doi.org/10.15441/ceem.23.160
Tzeis, S., Calkins, H., Chen, S.-A., Cosedis Nielsen, J., et al. (2024). 2024
EHRA/HRS/APHRS/LAHRS expert consensus on catheter and surgical ablation of atrial
fibrillation. Europace, 26(4), euae043. https://doi.org/10.1093/europace/euae043
Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 305
Van Gelder, I. C., Kotecha, D., Crijns, H. J. G. M., Bunting, K. V., Rienstra, M., & Task Force
Members. (2024). 2024 ESC Guidelines for the management of atrial fibrillation
(developed in collaboration with EACTS). European Heart Journal, 45(36), 3314–3414.
https://doi.org/10.1093/eurheartj/ehae176
Vinson, D. R., Durant, E. J., Ganapathy, A., et al. (2024). Decision support intervention and
anticoagulation for emergency department atrial fibrillation (O’CAFÉ): A stepped-wedge
cluster randomized trial. JAMA Network Open, 7(11), e2443097.
https://jamanetwork.com/journals/jamanetworkopen/fullarticle/2825814