Vol. 11/ Núm. 1 2024 pág. 597
https://doi.org/10.69639/arandu.v11i1.238
Seguridad Orientada a Objetos: Nuevas Perspectivas
Ontológicas para la Gestión de la Seguridad Industrial
Object-Oriented Security: New Ontological Perspectives for Industrial Safety
Management
Jonathan Alexis Tapia Chamba
jtapiac3@uteq.edu.ec
https://orcid.org/0009-0001-0121-9923
Universidad Técnica Estatal de Quevedo
Quevedo Ecuador
Rommel Sebastián Coba Torres
rcoba@ueb.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-7142-2847
Universidad Estatal de Bolívar
Guaranda Ecuador
Artículo recibido: 20 mayo 2024 - Aceptado para publicación: 26 junio 2024
Conflictos de intereses: Ninguno que declarar
RESUMEN
Las corrientes teóricas de las ciencias de seguridad se han dedicado a pensar la prevención de
siniestros y la mitigación de riesgos desde un enfoque que predominantemente identifica las
causas subyacentes de los accidentes en factores humanos o factores técnicos. Sin embargo, estos
paradigmas pueden ser insuficientes para capturar la complejidad de la gran cantidad de variables
que entran en juego al momento en que se produce un accidente. Este artículo propone una
alternativa teórico-metodológica para la gestión de la seguridad industrial fundamentada en la
integración de la Ontología Orientada a Objetos (OOO) y la Teoría del Actor-Red (TAR). Por
tanto, se propone una aproximación a una "Seguridad Orientada a Objetos" que considera la
interdependencia y el impacto de todos los actantes en un entorno industrial, permitiendo
desarrollar sistemas de seguridad más sólidos y robustos al reconfigurar el proceso cognitivo de
identificación y mapeo de actores que intervienen en un accidente.
Palabras clave: seguridad en el trabajo, gestión de riesgos, prevención de accidentes,
teoría del actor-red
ABSTRACT
The theoretical currents in safety sciences have focused on thinking about accident prevention
and risk mitigation from an approach that predominantly identifies the underlying causes of
accidents in human factors or technical factors. However, these paradigms may be insufficient to
capture the complexity of the large number of variables that come into play when an accident
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occurs. This article proposes a theoretical-methodological alternative for industrial safety
management based on the integration of Object-Oriented Ontology (OOO) and Actor-Network
Theory (ANT). Therefore, an "Object-Oriented Safety" approach is proposed that considers the
interdependence and impact of all actants in an industrial environment, allowing for the
development of more solid and robust safety systems by reconfiguring the cognitive process of
identifying and mapping actors involved in an accident.
Keywords: workplace safety, risk management, accident prevention, actor-network
theory
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INTRODUCCIÓN
Los sistemas sociotécnicos complejos que emergen del seno de las industrias modernas
representan un desafío singular para la gestión de la seguridad. La interacción entre múltiples
componentes en una industria crea una red de interdependencias donde el fallo de un solo
elemento puede desencadenar una cascada de eventos impredecibles que eventualmente estriban
en accidentes. Este fenómeno se observa en incidentes como el desastre de Deepwater Horizon,
donde la combinación de factores que no se limitan a lo humano o lo técnico, condujo a una de
las mayores catástrofes ambientales de la historia. Tales eventos subrayan la dificultad de
entender y gestionar riesgos en sistemas donde las acciones y reacciones de sus elementos no son
lineales ni totalmente previsibles. Esto pone de manifiesto las limitaciones de los enfoques
tradicionales de seguridad que a menudo se centran de forma aislada en los errores humanos o en
las fallas mecánicas sin abarcar la complejidad del sistema en su conjunto.
El problema central de esta investigación surge precisamente de esta incapacidad de los
paradigmas actuales en las ciencias de la seguridad para ofrecer un enfoque holístico que
incorpore de manera efectiva en sus modelos de análisis a todos los actantes que intervienen a la
hora en que se produce un accidente. Esta brecha se manifiesta en una gestión de seguridad que,
aunque robusta en ciertos aspectos, no logra anticipar o mitigar adecuadamente los incidentes a
través de una comprensión completa de las interacciones dentro de los sistemas sociotécnicos. En
un entorno industrial, donde cada componente puede ser crucial, la falta de un análisis integral
puede resultar en vulnerabilidades no detectadas y, por ende, en riesgos elevados de accidentes y
fallos operativos.
La necesidad de abordar estas falencias justifica ampliamente la presente investigación,
que busca explorar y potenciar la integración de nuevas perspectivas teóricas como la Ontología
Orientada a Objetos (OOO) y la Teoría del Actor-Red (ANT) al campo de las ciencias de la
seguridad. Estas teorías ofrecen marcos conceptuales que no solo reconocen la agencia de los
actantes no humanos’, sino que también enfatizan la importancia de las relaciones y las
interacciones entre todos los componentes del sistema. Por ejemplo, la OOO desafía la jerarquía
tradicional que prioriza lo humano sobre lo no humano y propone en su lugar una igualdad
ontológica entre los humanos y los objetos, mientras que la ANT sugiere un enfoque en el que
objetos y seres humanos contribuyen de manera simétrica a la configuración de las realidades
sociotécnicas, facilitando auna visión más detallada y explicativa de las interacciones complejas
que ocurren en un accidente.
El objetivo principal de este estudio es, por lo tanto, evaluar cómo la aplicación de la
OOO y la ANT puede reconfigurar la gestión de la seguridad industrial. Se busca desarrollar un
marco teórico que no solo mejore la identificación y análisis de riesgos en sistemas complejos,
sino que también promueva estrategias de seguridad más adaptativas y preventivas. Este enfoque
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tiene el potencial de transformar la práctica de la seguridad industrial, contribuyendo
significativamente a la creación de entornos laborales más seguros y resilientes.
A partir de esta exploración teórica y práctica, se plantea la hipótesis de que la integración
de la Ontología Orientada a Objetos y la Teoría del Actor-Red en la gestión de la seguridad
industrial proporcionaun enfoque más eficaz para la gestión de riesgos. Se anticipa que este
nuevo paradigma no solo identificará y mitigará riesgos de manera más eficaz, sino que también
fomentará una cultura de seguridad que reconozca y utilice la complejidad y la interconexión
inherentes a los sistemas industriales modernos.
MATERIALES Y MÉTODOS
Este artículo emplea una metodología cualitativa basada en la revisión de la literatura, el
análisis comparativo de marcos teóricos y la exploración de casos de estudio para abordar la
pregunta: ¿cómo puede la integración de la OOO y la TAR redimensionar y mejorar la gestión de
seguridad en las industrias?. Se revisan trabajos clave en el campo de la seguridad, la OOO y la
TAR, y se analizan sus implicaciones para la gestión de seguridad en las industrias.
Los casos de estudio se han seleccionado para intentar ilustrar cómo estos enfoques
pueden aplicarse en la práctica para así proporcionar elementos conceptuales que permitan
evaluar su efectividad. No obstante, cabe aclarar que, por razones de extensión, el análisis de los
estudios de caso abordados en este artículo no pretende tener un carácter exhaustivo, por lo cual,
se propone una revisión breve y sistemática que recoja los elementos necesarios para evidenciar
el potencial metodológico y teórico de la propuesta de esta investigación.
Se prevé que al integrar estos principios en la práctica de la seguridad industrial, se
pueden desarrollar sistemas sólidos, adaptativos y efectivos, capaces de anticipar y gestionar los
riesgos de manera integral. Este enfoque transformador podría mejorar la identificación y
mitigación de riesgos, además de promover una cultura de seguridad que valora la complejidad y
la interdependencia de todos los elementos en el entorno laboral.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Avances y retrocesos de los paradigmas de la seguridad industrial
En el ámbito de la seguridad industrial, los enfoques tradicionales como Safety I (Reason,
1990; Hollnagel, 2004) se han centrado principalmente en la prevención de accidentes y la
reducción de errores humanos. Este paradigma, basado en la identificación de causas directas y
la implementación de controles específicos para evitar accidentes, presupone una visión
mecanicista del mundo en la que los accidentes son vistos como fenómenos evitables mediante la
eliminación de sus causas inmediatas. Aunque este enfoque ha demostrado su eficacia en diversos
sectores, especialmente en la aviación, donde la adopción de procedimientos estandarizados y
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tecnologías avanzadas ha mejorado notablemente la seguridad, presenta limitaciones
significativas al enfocarse únicamente en las causas directas y en soluciones específicas, a
menudo ignorando las complejas interacciones entre los diferentes elementos del sistema.
Además, la Seguridad Basada en el Comportamiento (Geller, 2001) ha emergido como
otro enfoque popular que promueve la modificación del comportamiento de los trabajadores a
través de la observación, retroalimentación y refuerzo positivo. Aunque este método ha tenido
éxito en industrias como la construcción y la manufactura, alentando prácticas seguras y
desalentando comportamientos arriesgados, comparte limitaciones con Safety I en cuanto a su
enfoque principalmente antropocéntrico y su tendencia a no considerar suficientemente los
factores organizacionales y contextuales que influyen en el comportamiento.
Frente a estos desafíos, la Ingeniería de Resiliencia (Nemeth, 2008) propone que, en lugar
de centrarse exclusivamente en la prevención de fallos, los sistemas deben ser diseñados para ser
resilientes, es decir, capaces de adaptarse y recuperarse de eventos adversos. Este enfoque
reconoce que los accidentes no pueden ser completamente eliminados y que es crucial diseñar
sistemas que puedan responder efectivamente cuando ocurran. Aplicada en sectores como la
aviación, la salud y la energía, esta teoría ha facilitado el desarrollo de tecnologías y
procedimientos que permiten a los sistemas adaptarse a condiciones imprevistas, manteniendo la
operatividad segura.
En un nivel más profundo, la Cultura de Seguridad (Antonsen, 2009) y Safety II
(Hollnagel, 2014) representan avances significativos en la evolución del pensamiento sobre la
seguridad. Estos enfoques no solo abordan las causas de los fallos, sino que también enfatizan los
factores que contribuyen a operaciones exitosas, proponiendo un enfoque s sistémico y
proactivo. Safety II, en particular, propone centrarse en lo que "sale bien" en lugar de solo
examinar los fallos, destacando la importancia de entender y apoyar las condiciones que permiten
a los sistemas operar de manera segura.
A pesar de los avances en los enfoques tradicionales de seguridad, aún sigue siendo un
enorme desafío adaptarse a la creciente complejidad y dinamismo de los sistemas sociotécnicos
de las industrias modernas. Estos modelos, que se basan en enfoques lineales y causales, a menudo
fallan en capturar la interdependencia y la no linealidad inherente a estos sistemas. Un fallo clave
es su incapacidad para reconocer la agencia de los actantes no humanos, como un martillo, un
reporte de seguridad o los sistemas automatizados, cuyas acciones pueden tener impactos críticos
y no siempre previsibles en la seguridad global.
Además, estos modelos tradicionales suelen evitar considerar los factores políticos y
culturales que influyen profundamente en la práctica de la seguridad. Las políticas
organizacionales y las culturas de seguridad pueden afectar significativamente cómo se
implementan y se respetan las normas de seguridad. La omisión de estos aspectos y de la
capacidad de agencia de los elementos no humanos subraya la necesidad de enfoques teóricos
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más avanzados que puedan abarcar la complejidad y la dinámica de los entornos industriales
actuales, promoviendo así una gestión de la seguridad más holística y adaptativa.
Este vacío conceptual y práctico en las ciencias de la seguridad subraya la necesidad de
explorar nuevos horizontes teóricos, ontológicos y epistemológicos. Así, la integración de la
Ontología Orientada a Objetos (OOO) y la Teoría del Actor-Red (TAR) puede ofrecer un enfoque
más inclusivo y holístico, proporcionando una visión integral de las dinámicas de riesgo y las
interacciones en los sistemas sociotécnicos. Estos enfoques teóricos pueden potencialmente
enriquecer la comprensión y la gestión de seguridad partiendo de una nueva perspectiva
epistemológica que atribuya igualdad ontológica y capacidad de agencia a todos los actantes que
componen una red sociotécnica, en una suerte de giro conceptual que permita hacer frente a las
complejidades resultantes de una industria cada vez más interconectada y tecnológicamente
avanzada.
Ontología Orientada a Objetos y Gestión de la Seguridad
La Ontología Orientada a Objetos (OOO) es una propuesta filosófica contemporánea
desarrollada por pensadores como Graham Harman (2002, 2017), Levi Bryant (2011) y Timothy
Morton (2013). Esta teoría propone una reevaluación radical de cómo se comprende la realidad,
al postular que todos los objetos desde un microorganismo, pasando por un remache hasta los
seres humanos gozan de una importancia ontológica equivalente y poseen existencia y
propiedades que son independientes de la percepción humana. Este enfoque ofrece una
perspectiva revolucionaria en la gestión de la seguridad, toda vez que sugiere que todos los
componentes de un entorno deben ser considerados de manera equitativa y exhaustiva al evaluar
riesgos y diseñar protocolos de seguridad.
En el contexto de la OOO, el término "objeto" abarca cualquier entidad con una existencia
autónoma y una independencia tanto de su percepción por otros como de su función utilitaria. Los
objetos exhiben una dualidad entre su realidad interna, que es inherentemente "oculta" y
"retirada", y sus interacciones externas con otros objetos. Según Harman (2002, 2017), esta
condición intrínseca de los objetos los hace inaccesibles en su totalidad para otros, incluidos los
humanos. Así, cada objeto se define no solo por sus atributos físicos o su materialidad, sino
también por su capacidad para influir y ser influido en interacciones que no revelan por completo
su esencia interna. De este modo, la totalidad de un objeto siempre permanece en parte
desconocida, y solo se puede conocer una fracción de su naturaleza en cualquier interacción.
Este entendimiento de los objetos propone un cambio significativo en cómo se deben
abordar los riesgos y la seguridad en cualquier entorno. Si cada objeto, incluidos dispositivos
tecnológicos, estructuras físicas y elementos humanos, se considera como un actante con
potencial de agencia propia, entonces las estrategias de seguridad no pueden limitarse a responder
a eventos pasados o a prevenir riesgos identificados de manera convencional. En cambio,
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requieren un enfoque más holístico y proactivo que anticipe la complejidad y la interconectividad
de todos los actantes involucrados.
Igualdad Ontológica de los Objetos y su Impacto en la Gestión de la Seguridad
La igualdad ontológica es un principio fundamental dentro de la Ontología Orientada a
Objetos (OOO) que ha sido ampliamente discutida por teóricos como Bryant (2011) y Harman
(2002, 2017). Para Bryant (2011), la igualdad ontológica implica una "democracia de los objetos"
en la cual, "todos los objetos, sean humanos o no humanos, existen en igualdad ontológica y
tienen agencia propia" (p. 23). Este enfoque desafía la jerarquía tradicional antropocéntrica que
privilegia a los seres humanos sobre entidades no-humanas.
Esta perspectiva puede extrapolarse para revolucionar la gestión de la seguridad al sugerir
que tanto las máquinas, las herramientas, las infraestructuras como los entornos naturales deben
ser valorados y gestionados con la misma consideración que los humanos. La noción de igualdad
ontológica podría, por tanto, promover un enfoque más inclusivo y exhaustivo en la evaluación y
mitigación de riesgos en un entorno industrial. Al aplicar este principio, se mejora la seguridad al
garantizar que todos los elementos potencialmente peligrosos sean identificados y manejados
adecuadamente.
Por otra parte, Bryant (2011) sostiene que esta posición filosófica impulsa una
"descentralización del humano" y postula que "los objetos existen en sus propios términos y no
simplemente como correlatos de la percepción o cognición humana" (p. 27). Esta noción implica
que un análisis de seguridad que adopte la OOO considerará no solo cómo los humanos
interactúan con los objetos, sino también mo los objetos interactúan entre de manera
independiente de la intervención humana, y cómo estas interacciones podrían desencadenar
incidentes.
La autonomía de los objetos es otro pilar crucial de la OOO, como lo argumenta Harman
(2017), quien afirma que un objeto no puede ser completamente comprendido solo por sus partes
constituyentes o su funcionalidad. Bryant (2011) amplía esta idea, señalando que "todos los
objetos, desde las piedras hasta las bacterias, tienen una agencia que influye en sus interacciones
y relaciones dentro de un colectivo" (p. 24). Reconocer que cada objeto tiene la capacidad de
actuar e influir en su entorno desafía las nociones tradicionales que consideran los objetos como
herramientas inertes y pasivas.
Por lo tanto, adoptar un enfoque holístico en la gestión de la seguridad que vaya más allá
de lo humano al reconocer la existencia y agencia independiente de cada objeto, es esencial. Este
enfoque no solo mejora la identificación de riesgos, sino que también fomenta una cultura de
seguridad más comprometida con comprender la complejidad y la interdependencia de todos los
elementos en el entorno laboral. Esto es vital, especialmente en aquellos casos donde los peligros
son difíciles de captar a través de una evaluación superficial limitada a identificar factores
humanos o técnicos.
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Tensión entre Realidad y Apariencia de los Objetos
Uno de los conceptos centrales en la Ontología Orientada a Objetos (OOO) es la tensión
entre la realidad de un objeto y la apariencia o las percepciones que tenemos de él. Este concepto,
articulado por Graham Harman (2017), sugiere que los objetos poseen una profundidad
ontológica que trasciende cómo son aprehendidos por las percepciones humanas y sus
interacciones observables. Harman explica que "los objetos no son idénticos a sus propiedades,
sino que mantienen una relación de tensión con ellas y esta tensión es responsable de todos los
cambios que ocurren en el mundo" (p. 9). Esta idea plantea que la condición óntica de un objeto,
esto es, su realidad material, incluye mucho más de lo que puede ser percibido directamente a
través de los sentidos; lo que significa que sus propiedades visibles pueden cambiar y adaptarse,
pero su esencia subyacente permanece profunda y compleja.
Esta relación de tensión entre la realidad y la apariencia es crucial para comprender cómo
los objetos pueden influir en el mundo de maneras que no siempre son evidentes, lo que tiene
importantes implicaciones para la gestión de la seguridad en las industrias. Por ejemplo, en un
entorno industrial, la maquinaria y el equipo no deberían evaluarse únicamente por su estado
observable o los resultados de un informe de mantenimiento, puesto que, a pesar de que puedan
aparecer ante la mirada en ‘condiciones adecuadas’, la tensión entre la realidad de un objeto y su
apariencia nos sugiere que siempre pueden existir aspectos ocultos en estos que no son evidentes
a simple vista, y que por tanto, podrían influir significativamente en la seguridad. Harman subraya
que incluso los objetos que parecen estar en buen estado pueden albergar fallos latentes que no se
manifiestan hasta que es demasiado tarde.
Además, Harman (2017) profundiza en cómo los objetos no solo afectan a los humanos,
sino que también interactúan entre sí, influyendo y siendo influenciados por otros objetos, lo que
puede desencadenar una reacción en cadena con el potencial de desestabilizar los sistemas de
seguridad de las redes sociotécnicas. Este concepto de interacción se refleja también en el
pensamiento de Heidegger, quien argumenta que "las cosas están tan íntimamente ligadas a sus
propósitos y estos a su vez a otros propósitos que no se puede hablar en sentido estricto de ‘una’
pieza de equipamiento" (Harman, 2017, p. 75).
Por otra parte, la interacción entre los objetos es difícil de atrapar debido a que ocurre en
un escenario que imposibilita su aprehensión, toda vez que los objetos, y especialmente los
objetos tecnológicos, operan en el interior de lo que Latour llama una caja negra. En efecto, para
Latour (1987) una caja negra es básicamente el resultado de ‘encapsular el funcionamiento
interno de un dispositivo, sistema, o proceso en una caja (lo que podemos llamar carcasa o chasis),
ocultando de este modo la complejidad de sus interacciones intrínsecas. Para ilustrar esto se puede
pensar en un objeto tecnológico como un televisor. Desde un punto de vista técnico, un televisor
incluye una variedad de componentes electrónicos sofisticados como placas base, paneles de
pantalla, circuitos integrados y software que procesa señales digitales y las convierte en imágenes
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y sonidos. Estos elementos trabajan en conjunto de manera que se ocultan detrás de la interfaz
simple del dispositivo. Para la mayoría de los usuarios, los detalles técnicos de cómo estas partes
funcionan y interactúan son irrelevantes mientras el dispositivo funcione correctamente. Esto
significa que el funcionamiento interno de un objeto técnico como un televisor está
cajanegrizado. Latour utiliza este concepto para criticar la tendencia en la ciencia y la tecnología
de ignorar los mecanismos subyacentes de los sistemas aceptados y centrarse solo en los
resultados que producen. Este fenómeno puede llevar a una falta de comprensión sobre cómo
funcionan realmente las cosas y a una incapacidad para cuestionar o mejorar esos sistemas cuando
se presentan problemas o limitaciones.
Persistencia de los Objetos y la Adaptabilidad de los Sistemas de Seguridad
La persistencia de los objetos y su capacidad para mantener su identidad a lo largo del
tiempo y el espacio son conceptos centrales de la OOO. Esta persistencia implica que los objetos,
a pesar de los cambios en sus relaciones y el desgaste propio de la entropía, conservan una
continuidad que puede influir en su entorno de maneras significativas. Con esta idea, Harman
(2017) subraya que los objetos no se definen únicamente por sus interacciones actuales, sino que
poseen una continuidad que trasciende estas relaciones. En el contexto de la seguridad, esto
significaría que los sistemas deben ser capaces de monitorear y gestionar los riesgos asociados
con los objetos de manera continua, considerando tanto su estado presente como su historial y
potencial de cambio futuro.
En este sentido, la persistencia de los objetos implica que los riesgos asociados con ellos
pueden evolucionar con el tiempo, requiriendo una vigilancia constante y una capacidad de
respuesta adaptable. Un sistema de seguridad adaptativo debe ser capaz de responder a los
problemas imprevistos, las dinámicas emergentes, y a los cambios en el entorno. Esto incluye no
sólo la monitorización continua de los objetos, sino que además la capacidad de ajustar los
protocolos y medidas de seguridad en función de los datos y análisis en tiempo real. Así, por
ejemplo, en una red sociotécnica compleja, como una fábrica o una planta industrial, la
implementación de sensores avanzados y sistemas de análisis predictivo podría ayudar a detectar
patrones inusuales en el rendimiento de las máquinas y sus componentes, permitiendo a los
gestores de seguridad anticipar y mitigar problemas antes de que se conviertan en fallos críticos.
Además, la persistencia de los objetos sugiere que los sistemas de seguridad deben ser
capaces de gestionar los riesgos a lo largo del tiempo, adaptándose a las condiciones cambiantes
y a las nuevas amenazas que puedan surgir. Harman (2017) enfatiza que "la tensión entre un
objeto y sus apariencias, entre una cosa y sus relaciones con el mundo, es una fuerza motriz” (p.
12). Esta tensión implica que los objetos de un sistema sociotécnico complejo pueden comportarse
de maneras inesperadas, requiriendo de este modo una vigilancia continua y una capacidad de
respuesta flexible. En un sentido práctico, esto significaría no solamente la aplicación de
mantenimientos preventivos de forma regular, sino también la actualización de los protocolos de
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seguridad y la implementación de sistemas de monitorización avanzados que puedan detectar
cambios en las condiciones y comportamientos de los objetos en tiempo real.
Teoría del Actor-Red (TAR) para la gestión de la seguridad
La Teoría del Actor-Red (TAR), propuesta por Bruno Latour, es un marco conceptual
heterodoxo que desafía la dualidad ontológica sujeto/objeto del que parte la construcción del
conocimiento en las ciencias sociales. Esta teoría se caracteriza por descentralizar la capacidad
de agencia de los humanos y extenderla a otros actores, como objetos técnicos o “no-humanos”,
planteando una simetría entre ambos en términos de su capacidad de influir en el curso de las
acciones y decisiones de otros agentes.
En su texto Reensamblar lo social (2008), Latour crítica las definiciones
convencionales de lo social utilizadas en las ciencias sociales, argumentando que estas limitan la
acción a los humanos con intenciones y significado. En contrapartida, este autor sostiene que
cualquier entidad que modifique un estado de cosas es un actor o actante, independientemente
de si es humano o no humano (Latour, 2008, p. 106). Esta perspectiva permite incluir a objetos
como martillos, canastos, gatos, bacterias, un reporte, la oxidación y otros elementos en la red de
agentes con capacidad de acción.
El concepto de agencia en la TAR es fundamental, toda vez que para Latour, “la acción
es dislocada (…) es tomada prestada, distribuida, sugerida, influida, dominada, traicionada,
traducida” (Latour, 2008, p. 70). Esto significa que la acción no es inherente a un solo actor, sino
que está distribuida y es el resultado de interacciones complejas entre múltiples agentes, humanos
y no-humanos. Esta distribución de la acción genera incertidumbre sobre el origen de esta, lo que
lleva a considerar a un actor como un "actor-red" (Latour, 2008, p. 74), lo que implica que las
acciones de un actor están condicionadas por su pertenencia a una red compuesta por una gran
cantidad de otros actores.
En este sentido, uno de los aspectos centrales de la TAR es el reconocimiento de la
agencia de los objetos. Latour argumenta que los objetos no son simplemente telones de fondo
de la acción humana, sino que pueden autorizar, permitir, dar recursos, alentar, sugerir, influir,
bloquear, hacer posible y prohibir (Latour, 2008, p. 107). Esta idea se ilustra con ejemplos como
el transbordador Columbia, que, al fallar, mostró cómo los objetos pueden transformar su modo
de existencia de manera drástica e influir significativamente en las acciones humanas (2008, p.
118). Latour argumenta que los objetos existen y desempeñan roles cruciales, a pesar de que no
se les reconozca en los marcos conceptuales de la teoría social (Latour, 2008, p. 109). La TAR,
por tanto, no establece una simetría absurda entre humanos y no-humanos, sino que busca evitar
una asimetría espuria y apuesta por reconocer la influencia mutua entre ambos (2008, p. 112).
Otro concepto fundamental para entender cómo se configuran las acciones y las agencias
es la noción de red. Una red para Latour no es otra cosa sino el conglomerado de actores que
interactúan entre y componen un sistema sociotécnico. Este autor explica que las acciones no
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consisten únicamente en conexiones entre humanos o entre objetos, sino que "probablemente irán
en zigzag de unas a otras" (Latour, 2008, p. 112), lo que sugiere que las redes de actores están
compuestas por entramados complejos de relaciones que incluyen tanto elementos humanos como
no-humanos.
Para entender la configuración de las redes de actores, La TAR enfatiza el análisis de las
controversias. Las controversias son momentos de “disputa”, “desacuerdo” y “tensión” entre los
distintos actores que componen una red, que revelan la configuración de las redes de actores y las
dinámicas de poder involucradas. Latour (2008) sostiene que las controversias son cruciales
porque es en estos momentos de disputa donde las asociaciones y relaciones entre actores se
vuelven visibles. Durante las controversias, los actores (tanto humanos como no-humanos) se
movilizan, y sus interacciones, argumentos y posiciones se exponen claramente.
En este orden de ideas, la cartografía de controversias es una herramienta metodológica
clave en la TAR, utilizada para mapear y analizar las interacciones y tensiones entre los diferentes
actantes en una red. Haavik (2021) plantea que la cartografía de controversias puede revelar las
dinámicas internas de los sistemas sociotécnicos, proporcionando una visión más completa de los
riesgos y desafíos. Este enfoque permite identificar los puntos de tensión y las negociaciones entre
los distintos actores, facilitando la identificación de posibles soluciones y mejoras. En el campo
praxeológico de la seguridad industrial, la cartografía de controversias puede ser utilizada para
analizar incidentes y accidentes, revelando las interacciones y decisiones que llevaron al evento.
Por ejemplo, en el caso de un fallo en una línea de producción, la cartografía de controversias
puede ayudar a identificar cómo las decisiones de mantenimiento, las políticas de gestión, la
entropía y las condiciones operativas contribuyeron al fallo.
Un aspecto crucial de la TAR es la importancia de la documentación y la narrativa para
dar cuenta de la agencia de los objetos. Latour sostiene que la condición para que los objetos sean
reconocidos como actores, es incorporarlos en relatos y producir rastros o registros de su
influencia. Sin estos registros, los objetos y los no-humanos no pueden salir de su ocultamiento,
por lo que permanecen en silencio y no pueden ser considerados como actores en el análisis de
una red sociotécnica (Latour, 2008). En este sentido, la documentación y la narrativa se
configuran como herramientas esenciales para visualizar y entender las redes de actores porque
al registrar a los objetos y sus interacciones con las personas, emerge la posibilidad de dar cuenta
de su agencia y su influencia en el curso de las acciones.
Implicaciones Metodológicas de la TAR en la gestión de la seguridad
La adopción de la TAR tiene importantes implicaciones metodológicas no solo para las
ciencias sociales en particular, sino para cualquier campo de conocimiento que estudie el
comportamiento y la interacción entre actores, como es el caso de las ciencias de la seguridad.
Así, la TAR propone un enfoque holístico que no se centra únicamente en los humanos y sus
intenciones, o en las maquinarias y sus aspectos técnicos, sino que dimensiona y da cuenta del
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impacto y las posibilidades de mutua influencia y condicionamiento derivadas de la interacción
entre humanos y no-humanos.
Latour propone que “lo social” –entendido como la “unión”, “asociación” o “interacción”
entre más de un actante humano o no-humano– no debe ser visto como un dominio específico de
la realidad, sino como un movimiento de re-asociación y re-ensamblado (Latour, 2008, p. 14).
Este enfoque permite rastrear las conexiones y asociaciones que forman la base de cualquier
fenómeno social, lo que puede incluir los riegos y accidentes que se producen en sistemas
sociotécnicos complejos como las instalaciones de una fábrica, o un parque industrial.
Aplicaciones de la TAR en el análisis de fenómenos sociales
La TAR ha sido particularmente influyente en el campo de los estudios de ciencia y
tecnología (STS). Latour y otros investigadores han utilizado la TAR para analizar cómo se
configuran las redes de actores en el desarrollo y la implementación de tecnologías. Por ejemplo,
en su estudio sobre la pasteurización, Latour muestra cómo los microbios, los científicos, las
instituciones y los instrumentos de laboratorio interactúan para configurar la red de actores que
hace posible la pasteurización (Latour, 1988). La TAR también ha sido utilizada para analizar el
desarrollo de infraestructuras tecnológicas y cómo estas configuran las dinámicas sociales. Así,
en su estudio sobre el sistema de transporte Aramis, Latour muestra cómo los actores humanos y
no-humanos interactúan y cómo sus asociaciones influyen en el éxito o el fracaso de la
implementación de nuevas tecnologías (Latour, 1996).
Por otro lado, este marco teórico ha sido aplicado en el análisis de las dinámicas urbanas
y la configuración de las ciudades. Por ejemplo, en un estudio sobre la ciudad de París, Latour y
Hermant muestran cómo las infraestructuras urbanas, los documentos, los mapas y los
dispositivos organizativos interactúan con los actores humanos para configurar la red de actores
que da forma a la ciudad y a la especificidad de su dinámica urbana (Latour & Hermant, 1998).
Así mismo, la TAR se ha utilizado en el en el campo de la salud y la medicina, tal como lo
evidencia el trabajo de Mol, que utiliza la TAR para analizar cómo los actores humanos y no-
humanos interactúan en la práctica médica y cómo estas interacciones configuran la experiencia
y el tratamiento del cuerpo (Mol, 2002).
Estudios de caso de siniestros desde la TAR
La Teoría del Actor-Red (TAR) ha encontrado aplicaciones significativas en diversos
campos debido a su enfoque innovador en la atribución de agencia tanto a humanos como a no-
humanos. En el contexto de las ciencias de la seguridad industrial, la TAR ofrece un marco
analítico poderoso para comprender las complejas interacciones entre múltiples actores,
incluyendo trabajadores, tecnologías, normas, procedimientos, y materiales. A través del estudio
de dos casos paradigmáticos, esta sección busca explorar posibles aplicaciones de la TAR en la
seguridad industrial, ilustrando cómo esta teoría puede mejorar la comprensión y la gestión de la
seguridad en entornos industriales.
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El Desastre de Deepwater Horizon desde la óptica de la TAR
El desastre de Deepwater Horizon constituye uno de los mayores desastres ambientales
y de seguridad industrial en la historia de Estados Unidos. Según el informe de la US Chemical
Safety and Hazard Investigation Board (CSB) de 2014, el desastre involucró múltiples fallos
técnicos y organizacionales que culminaron en la pérdida de 11 vidas, 17 heridos graves, y una
devastación ambiental significativa.
Uno de los errores más comunes en los análisis que parten de enfoques tradicionales en
las ciencias de seguridad es no abordar con suficiente amplitud el papel crucial que desempeñaron
los actores no-humanos en el siniestro, específicamente los dispositivos y materiales
involucrados. Un ejemplo de esto último es el dispositivo de prevención de reventones (BOP, por
sus siglas en inglés), que se configura como un actante no-humano cuya falla tuvo consecuencias
devastadoras. Según el informe de la CSB, el BOP, diseñado para cerrar automáticamente el pozo
en caso de un aumento de presión, falló debido a un defecto mecánico.
Desde la perspectiva de la TAR, este fallo no es un error aislado, sino el resultado de una
cadena de eventos que involucran diseño, mantenimiento y decisiones de implementación. Un
análisis profundo del incidente debe considerar la composición física de los componentes del BOP
y sus posibles efectos al interactuar con otros materiales, el historial de mantenimiento del
dispositivo, las decisiones de diseño y las condiciones ambientales y operativas bajo las cuales se
produjo la falla. Un dispositivo tan crítico como el BOP no puede ser visto únicamente como una
“máquina fallida”, sino como un punto nodal de una red de interacciones entre humanos (técnicos,
ingenieros, operadores), políticas de mantenimiento, herramientas, y una amplia gama de
dispositivos y sistemas tecnológicos, entre otros.
Por otra parte, los sistemas de monitoreo y sensores en la plataforma también jugaron
roles críticos. Estos sistemas deben ser entendidos como actantes que interactúan con operadores
humanos y actantes no-humanos como la luz, las válvulas de control, o el propio BOP. En este
sentido, los fallos en los sensores y sistemas de alarma que deberían haber alertado sobre
problemas en el pozo muestran cómo la red de seguridad se vio seriamente vulnerada. En este
caso, una cartografía de las controversias requeriría investigar de forma integral el diseño de estos
sistemas, así como la forma en la que fueron implementados y mantenidos. Aquí, la TAR ayuda
a resaltar que no solo los humanos fallaron en sus tareas, sino que la red de comunicación y acción
entre humanos y no-humanos estaba comprometida.
Según el informe de la CSB, antes del accidente hubo numerosos desacuerdos entre
ingenieros y gerentes sobre la frecuencia y profundidad del mantenimiento del BOP. Estas
discusiones son un reflejo de cómo las restricciones presupuestarias y las decisiones
organizacionales influyeron directamente en las prácticas de mantenimiento, creando un
escenario que priorizaba los costos sobre la seguridad. Vistas desde la TAR estos desacuerdos
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podrían comprenderse como controversias que resultan esenciales para entender cómo se
configuró la red que eventualmente falló.
Rastrear estas controversias desde la TAR permite cuestionar no solo las decisiones de
mantenimiento, sino también las dinámicas subyacentes de poder y negociación que las
moldearon. Las restricciones presupuestarias no solo influenciaron las prácticas de
mantenimiento, sino que también pusieron en evidencia una cultura organizacional que
privilegiaba la producción sobre la prevención de riesgos. Adicionalmente, es crucial analizar
cómo estas controversias se manifestaron en la documentación interna y en las reuniones clave,
revelando una red de actores humanos y no humanos donde cada decisión técnica estaba
profundamente entrelazada con consideraciones económicas y políticas.
Como se ha intentado argumentar, La TAR proporciona una perspectiva holística que va
más allá de los actores humanos y sus decisiones. Este enfoque revela cómo los objetos técnicos
y materiales son participantes activos en la configuración de la seguridad industrial. Un análisis
profundo desde la TAR del desastre de Deepwater Horizon mostraría que los fallos no fueron
simplemente errores humanos o defectos técnicos aislados, sino el resultado de una red compleja
de interacciones fallidas entre una multitud de actantes.
Una mirada rápida al Desastre de Chernobyl desde la TAR
El desastre de Chernobyl en 1986 es un caso icónico que puede ser analizado utilizando
la Teoría del Actor-Red para comprender las complejas interacciones entre humanos y no-
humanos que llevaron al accidente. De acuerdo con el informe del International Nuclear Safety
Advisory Group (INSAG) de 1992, que proporciona una actualización sobre las causas del
accidente, la explosión del reactor nuclear en la planta de Chernobyl y la posterior liberación de
radiación fueron el resultado de una serie de fallos técnicos, errores humanos y decisiones
organizacionales.
Uno de los principales actantes no-humanos en este caso fue el reactor nuclear RBMK.
Este tipo de reactor tenía un diseño inherente que permitía un aumento de reactividad en ciertas
condiciones operativas, un defecto ya conocido por los ingenieros de la planta, pero que no fue
resuelto con rotundidad. Por otro lado, un elemento específico del reactor RBMK que desempeñó
un papel crucial fue el material de las puntas de las barras de control. Según el informe antes
mencionado, estas puntas estaban hechas de grafito, un material que, en lugar de absorber
neutrones y disminuir la reactividad, aumentaba la reactividad temporalmente cuando las barras
eran insertadas en el núcleo. Este aumento de reactividad debido al grafito fue un factor
determinante en la explosión. El grafito, en este contexto, debe ser considerado un actante no-
humano significativo que influyó directamente en el curso del accidente.
Al igual que en el caso del Deepwater Horizon, los sistemas de control y monitoreo del
reactor también actuaron como actantes en esta red. Los operadores humanos dependían de estos
sistemas para obtener datos precisos sobre el estado del reactor. Sin embargo, debido a defectos
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en los instrumentos de medición y la falta de datos críticos, los operadores no pudieron tomar
decisiones informadas.
Por otro lado, las decisiones organizacionales y las políticas de gestión de la planta
también son actantes importantes en este caso. La presión por parte de la administración para
llevar a cabo la prueba de seguridad a pesar de las condiciones no óptimas y las advertencias de
los ingenieros creó un entorno en el que se tomaron decisiones arriesgadas. En este caso, la falta
de una cultura de seguridad saludable y la insuficiente formación de los operadores reflejan cómo
las interacciones humanas y organizacionales contribuyeron al desastre. Un aspecto crucial del
informe es la revelación de que la falla del diseño del RBMK permitió que el reactor operara con
un coeficiente de vacío positivo, lo que aumentó la reactividad de manera peligrosa bajo ciertas
condiciones operativas. Además, el informe INSAG-7 destaca la lenta velocidad de inserción de
las barras de control de emergencia, que no fue suficiente para detener la reacción en cadena una
vez que se inició.
Analizar el caso de Chernóbil desde La TAR proporciona una visión más completa y
profunda de los factores que llevaron al desastre, lo que subraya la necesidad de un enfoque
holístico y una postura ecléctica para prevenir futuros accidentes. Dicho análisis no solo es de
utilidad para comprender mejor los eventos de Chernobyl, sino que al mismo tiempo ofrece
valiosas reflexiones teóricas y metodológicas para la mejora continua de la seguridad en la
industria nuclear y otras industrias de alto riesgo.
CONCLUSIONES
La integración de la Ontología Orientada a Objetos (OOO) y la Teoría del Actor-Red
(TAR) en la gestión de seguridad industrial representa un enfoque innovador y profundo para
abordar los complejos desafíos de los sistemas sociotécnicos modernos. La presente investigación
articuló su propuesta preguntándose cómo puede la integración de la Ontología Orientada a
Objetos y la Teoría del Actor-Red mejorar la gestión de seguridad en las industrias. A través del
análisis y la discusión de los conceptos teóricos y estudios de caso, se han obtenido varias
conclusiones clave que tienen implicaciones tanto teóricas como prácticas.
La Ontología Orientada a Objetos, a través de su principio de igualdad ontológica, desafía
la perspectiva antropocéntrica tradicional en la gestión de seguridad. Al considerar todos los
objetos, sean humanos o no humanos, como igualmente importantes y con agencia propia, la OOO
proporciona una visión más inclusiva y holística de los sistemas de seguridad. Este enfoque
permite una mejor identificación y evaluación de los riesgos al considerar las interacciones y
relaciones complejas entre todos los elementos del entorno. Los conceptos de “autonomía de los
objetos”, “agencia de los objetos”, y “tensión entre realidad y apariencia”, nos conducen a
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reflexionar sobre la necesidad de sistemas de seguridad que puedan adaptarse y responder a
dinámicas cambiantes y no lineales.
Por otra parte, la TAR complementa esta visión al proporcionar un marco metodológico
para mapear y analizar las redes de relaciones entre actores humanos y no humanos. Al considerar
las controversias y tensiones dentro de estas redes, la TAR permite una comprensión más rica y
detallada de los factores que contribuyen a los accidentes y fallos de seguridad. La capacidad de
la TAR para revelar las dinámicas internas de los sistemas sociotécnicos facilita la identificación
de puntos críticos y la implementación de intervenciones más efectivas.
En términos prácticos, la integración de la OOO y la TAR en la gestión de seguridad
puede conducir a la creación de sistemas más robustos y adaptativos. Los estudios de caso de
Deepwater Horizon y Chernóbil ilustran la manera en que las interacciones entre humanos y no
humanos pueden influir significativamente en los resultados de seguridad. En este sentido,
emprender una cartografía de las controversias permite una mejor anticipación y mitigación de
riesgos al identificar a los no humanos, fallos técnicos, decisiones organizacionales y
comportamientos humanos como parte de una red integrada
Por ejemplo, en el caso de Deepwater Horizon, la consideración de la agencia de la
maquinaria y los sistemas de monitoreo junto con las decisiones organizacionales podría haber
llevado a una gestión más efectiva de los riesgos. La aplicación de la TAR para mapear estas
interacciones podría haber identificado las tensiones y fallos potenciales antes de que se
convirtieran en un desastre.
Aunque puede resultar novedoso, es importante reconocer las limitaciones de este
estudio. Por un lado, la aplicación práctica de la OOO y la TAR en la gestión de seguridad
industrial requeriría un cambio cultural y organizacional significativo, lo cual podría ser difícil de
lograr en entornos establecidos. En torno a este punto, la resistencia al cambio y la necesidad de
recursos para implementar nuevas tecnologías y metodologías pueden ser barreras importantes.
Así mismo, la complejidad de mapear y analizar las interacciones en redes sociotécnicas grandes
y dinámicas puede requerir un esfuerzo considerable en términos de tiempo y recursos. La
cartografía de controversias, aunque útil, puede ser difícil de aplicar en entornos donde las
interacciones y tensiones son fluidas y cambiantes. Sin embargo, una estrategia interesante sobre
este punto podría ser la incorporación de herramientas de Inteligencia Artificial para facilitar la
tarea de rastrear y mapear las controversias en sistema sociotécnicos complejos.
La integración de la Ontología Orientada a Objetos (OOO) y la Teoría del Actor-Red
(TAR) en la gestión de seguridad industrial tiene el potencial de ofrecer un marco teórico y
metodológico sólido y novedoso para abordar los enormes desafíos que se dibujan en presente y
futuro de los sistemas sociotécnicos complejos. Esta perspectiva innovadora, que propusimos
denominar "Seguridad Orientada a Objetos", desafía las visiones tradicionales al “hacerle justicia
a los objetos” (Harman, 2015) en un movimiento cognitivo que reconoce la importancia y la
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mutua influencia de todos los elementos involucrados en un sistema, sean humanos o no-
humanos.
En definitiva, los resultados de este estudio subrayan la necesidad de desarrollar sistemas
de seguridad que sean adaptativos y capaces de responder a las dinámicas emergentes del entorno.
La "Seguridad Orientada a Objetos" propone sistemas que no solo podrían prevenir fallos, sino
que también se adaptan y evolucionan con las condiciones cambiantes, garantizando una respuesta
eficaz a eventos imprevistos. Esta adaptabilidad es crucial para enfrentar los desafíos de los
sistemas modernos, donde la complejidad y la interdependencia son la norma. Implementar estos
principios en la gestión de seguridad industrial puede transformar la forma en que se diseñan y
gestionan los sistemas de seguridad, promoviendo una mayor resiliencia y capacidad de respuesta.
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