Vol. 11/ Núm. 1 2024 pág. 616
https://doi.org/10.69639/arandu.v11i1.239
Aproximación a la Apropiación Social del Conocimiento a
través de la relación entre comunicación, periodismo y
divulgación de la ciencia
Approach to the Social Appropriation of Knowledge through the relationship between
communication, journalism and dissemination of science
Carlos Andrés Urrego Zuluaga
caurrego@umanizales.edu.co
https://orcid.org/0000-0001-6532-9235
Universidad de Manizales
Manizales Colombia
Artículo recibido: 20 mayo 2024 - Aceptado para publicación: 26 junio 2024
Conflictos de intereses: Ninguno que declarar
RESUMEN
La Apropiación Social del Conocimiento (ASC) se ha convertido en una metodología predilecta
para incluir a los diferentes actores en los procesos investigativos. En este artículo se presentan
las diferencias entre la comunicación, divulgación y periodismo de ciencia y cómo aportan a la
construcción teórica de la ASC. De la misma manera se analizan la historia, retos y dificultades
de la ASC en los procesos de co-construcción de nuevo conocimiento. Se encontque una de las
primeras dificultades fue utilizar el mismo término para referirse a la ASC y, en segundo lugar,
que la medición de los resultados obtenidos aún está en construcción.
Palabras clave: divulgación, apropiación social del conocimiento, periodismo,
periodismo de ciencia, ciencia
ABSTRACT
Social Appropriation of Knowledge (ASC) has become a preferred methodology to include
different actors in investigative processes. This article presents the differences between
communication, dissemination and science journalism and how they contribute to the theoretical
construction of the ASC. In the same way, the history, challenges and difficulties of the ASC in
the processes of co-construction of new knowledge are analyzed. It was found that one of the first
difficulties was using the same term to refer to the ASC and, secondly, that the measurement of
the results obtained is still under construction.
Keywords: dissemination, social appropriation of knowledge, journalism, science
journalism, science
Vol. 11/ Núm. 1 2024 pág. 617
INTRODUCCIÓN
El desarrollo científico ha marcado un antes y un después para el hombre. Desde la
Revolución Industrial, la manera en la que el ser humano se relaciona con el medio, sin entrar a
discutir los múltiples errores que se han dado en esa relación, la ciencia y la tecnología han
marcado gran parte de los hitos en los que se ha logrado formar a la Tierra para el uso y provecho
de las necesidades humanas. Esta situación se convirtió en una encrucijada al modificar las
condiciones ambientales terrestres, marítimas y aéreas. La ciencia y la tecnología no son nuevas,
han acompañado la resolución de problemas cada vez que aparecen, desde el descubrimiento del
fuego, el desarrollo de la rueda, la propuesta de la teoría heliocéntrica, el análisis de la evolución,
el entendimiento de los procesos sociales o la verdadera importancia del ADN, la ciencia y la
tecnología han sido sinónimo de avance (no de crecimiento) para alargar la vida de los seres de
este planeta y hacer su paso por este planeta más cómodo -situación que no siempre ocurre por el
mal uso de los desarrollos, las disputas empresariales y las políticas públicas-, hechos que no
pueden leerse lejanos de la ciencia.
La ciencia es poder, frase utilizada por diferentes teóricos para ubicar esta actividad
humana como un proceso esencial para la vida en comunidad. La ciencia que no se comunica no
es ciencia, es otra frase que también acompaña a la primera y tiene que ver con el uso social que
se les da a los nuevos conocimientos. Este artículo de revisión tiene como objetivo identificar los
referentes teóricos más relevantes a la hora de darle significado a la apropiación social del
conocimiento como una forma de co-construcción del saber entre investigadores y sociedad civil.
De la misma manera, sus cercanías y diferencias con la divulgación, la comunicación y el
periodismo científico.
La ciencia y su importancia para la humanidad
Aunque los procesos científicos no son nuevos, sin duda la Revolución Industrial puso a
la ciencia en el centro del quehacer humano. “La sociedad postindustrial está organizada alrededor
del conocimiento, por el propósito del control social y el direccionamiento de la innovación y el
cambio; esto conlleva el surgimiento de nuevas relaciones sociales y nuevas estructuras” (Bell,
1973, p.104). En la puesta en marcha de esas nuevas relaciones sociales y nuevas estructuras tanto
económicas, como ambientales, sociales y políticas, inicialmente se les dio un rol pasivo a las
comunidades. Eran los científicos, generalmente auspiciados con recursos del Estado o de la
empresa privada, quienes respondían preguntas de la naturaleza para aplicar esos nuevos
conocimientos, pero quienes finalmente se veían beneficiados (o en otras perjudicados) no eran
actores activos de dichos procesos. Pero como Bell (1973) aseguró: “Nunca más un hijo sería
capaz de vivir en el mismo tipo de mundo sociológica e intelectualmente en el que sus padres
y abuelos habían habitado” (p.228). Y, en ese sentido, construir un mundo en el que la ciencia, la
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tecnología y la innovación sean esenciales, implica que las comunidades interioricen esos nuevos
saberes y prácticas a su día a día.
La ciencia, esta vista como una necesidad humana de entender los contextos, ha marcado
el devenir de la Humanidad. En ocasiones marcada por una relación muy tensa con la religión y
en otros liderando los aspectos de crecimiento en diferentes aspectos. En ese sentido, la ciencia,
que algunos categorizan como duras y blandas, naturales y sociales, entre otras, ha sido un punto
de encuentro entre saberes ancestrales, modernos y comunitarios. Esto no quiere decir que no
existan tensiones, por ejemplo, en las metodologías de las ciencias sociales, las nuevas formas de
la ciencia 2.0 en la que los públicos son agentes activos o los dilemas éticos que algunos
desarrollos han generado. Pero los problemas y las soluciones de las dificultades del ser humano
están marcadas por el quehacer científico, el responder preguntas y el querer saber más.
La producción de conocimiento, como metodología de desarrollo humano, también está
marcada por los contextos. Incluso, en ocasiones, se han presentado teorías que se basan en la
relevancia de los mismos para comprender los procesos investigativos y sus mismos resultados.
Aunque es válido el generar discusiones acerca de cómo esos medios en los que el ser humano
investiga y cómo lo afecta, el proceso científico persé debería estar ajeno a esto. Olivé reflexiona
así:
Lo anterior nos permite introducir una nota de cautela sobre la forma de interpretar la
universalidad de la ciencia. Muchas veces se la interpreta en el sentido de que el
conocimiento científico es válido independientemente del contexto cultural en donde se
le considere y evalúe. Pero esto es engañoso, porque no se trata de que desde diferentes
prácticas culturales se reconozca la validez del conocimiento científico con base en la
estructura axiológica propia de las prácticas científicas; por el contrario, suele ocurrir que
en diferentes prácticas sociales se admite la autoridad de lo que se produce y acepta en
esas prácticas científicas. No es entonces que en otras prácticas se reconozca la validez
epistémica del conocimiento científico en virtud de los criterios que satisface, ocurre más
bien que en distintos contextos culturales se han recreado prácticas científicas. Los
conocimientos, los criterios, los valores y normas son compartidos globalmente entre las
prácticas científicas que se dan en diferentes países y culturas. (Olivé, s.f, pp. 114)
Aunque hay diferencias esenciales en las inversiones, focos e intereses de países, estados
e investigadores, la ciencia se convirtió en una manera efectiva de responder preguntas y resolver
dificultades.
Comunicación y divulgación de la ciencia, un primer paso hacia la apropiación
Así pues, en la actualidad la divulgación del conocimiento se ha consolidado como uno
de los objetivos intrínsecos de toda labor científica. Ninguna investigación, en ninguna
disciplina, debería formularse sin tomar en cuenta los mecanismos de comunicación que
se emplearán para dar a conocer sus resultados. (Pabón, 2018, p. 4)
Vol. 11/ Núm. 1 2024 pág. 619
Los procesos científicos deberían, por lo menos así lo cree Pabón, tener a los públicos
objetivos en el centro del debate, tanto desde los posibles efectos de ese nuevo conocimiento
como su uso social. En ese sentido, divulgar el saber es preponderante para la mejor toma de
decisiones por parte de las comunidades. Por su parte, Calvo y Fernández (2000), creen
firmemente en que la divulgación de la ciencia y la tecnología es necesaria para el desarrollo
cultural de un pueblo. Además de que las investigaciones e incluso las preocupaciones científicas
se deben presentar a los públicos y deben ser parte fundamental de su cultura.
Pero divulgar o comunicar la ciencia (que no son lo mismo), es solo el primer paso de un
sistema mucho más complejo: la apropiación social del conocimiento (ASC). Esa propuesta
metodológica en la que la comunicación de la ciencia es un primer paso para la ASC también lo
comparte Pabón (2018), quien asegura que hay dos corrientes sobre la cultura científica: “Una
orientada a la difusión de los conocimientos científicos y tecnológicos, a través de los sistemas
educativos y los medios de comunicación, y otra enfocada en los niveles de aceptación, interés y
conocimientos de la ciencia y la tecnología entre el público o en sociedad” (p.81).
La comunicación científica se enmarca en varias miradas, algunas centradas en la labor
que hacen las instituciones para llevar mensajes a públicos que no están acostumbrados a estos,
mientras que otros aseguran que es un proceso básico también de quienes hacen ciencia para llevar
sus conocimientos a quienes, finalmente, se verán beneficiados (o perjudicados) por los mismos.
El proceso que permite llevar la ciencia de un emisor a un receptor parece simple: se
inicia con quien tiene el conocimiento (científicos, ingenieros, estadistas que legislan o
toman decisiones en el campo científico, usuarios del conocimiento, entre otros), utiliza
un canal de transmisión y llega a un receptor. (Fog, 2004, p. 36)
Pero la comunicación es mucho más compleja que solo el proceso operativo de envío de
un mensaje y su recepción por parte del receptor. El entendimiento, la inclusión de dicho
contenido, incluso la contraposición frente al mismo, es un proceso esencial que, si no se tiene en
cuenta, destruye el objetivo primordial de la comunicación.
La historia no es tan sencilla. ¿Este emisor es consciente del derecho de la ciudadanía a
estar informada? ¿Sabe qué es lo que el público espera recibir? Y el canal utilizado, ¿es
el más apropiado? ¿Quien recibe la información está capacitado para comprenderla? El
proceso, además, no termina en el receptor; el impacto de ese mensaje debe generar
alguna reacción para que el proceso sea dinámico, realmente aleccionador. (Fog, 2004, p.
36)
Para la misma autora, generar una cultura científica va más allá de la mera transmisión
de resultados y avances de la ciencia. “Tiene que ver con el desarrollo de capacidades propias del
desarrollo humano y social: con el análisis, la creatividad, la crítica constructiva, el trabajo
colectivo, la síntesis, la adaptación a los cambios con los que nos enfrentamos a diario”. (Fog,
2004, p. 38)
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El envío de mensajes, un proceso no tan sencillo como se cree, debe estar mediado por el
entendimiento de los contextos, las formas, las maneras y las costumbres de los públicos
objetivos. Uno de los errores más frecuentes es conformar estructuras comunicativas sin el mayor
conocimiento de los públicos.
La comunicación de la ciencia, por lo menos para los autores que se utilizan en este
artículo, se entiende como un proceso institucional. Hay un interés intrínseco en los mensajes para
llevar lo que un proyecto, iniciativa, empresa y demás a diferentes públicos: niños, adolescentes,
tomadores de decisión, compradores, entre otros. Esa relación con la audiencia es esencial, si no
se sabe a quién se le envialos mensajes, el proceso comunicativo nace roto. Aunque el público,
por lo menos en los procesos comunicativos, es pasivo, desde este punto se empieza a comprender
la importancia del mismo para lograr los objetivos propuestos.
Acercar al gran público de forma clara y comprensible los conocimientos y avances
científicos, así como sus implicaciones en nuestro hábitat y nuestra vida diaria, no es tarea
fácil. Es una responsabilidad compartida entre periodistas, medios de comunicación,
científicos y gobiernos. Pero en la mayoría de los casos son los periodistas científicos,
los últimos de la cadena de transmisión, los encargados de reelaborar en clave periodística
significados científicos, muchos de ellos con alto grado de complejidad y abstracción
conceptual y metodológica. (Comunicar, 2018, p. 10)
Lograr el entendimiento de los conceptos y resultados científicos es un trabajo
mancomunado, en el que diferentes estamentos deben trabajar de manera conjunta, de lo
contrario, la comunicación no tendrá los resultados esperados.
El periodismo de la ciencia, los watchdogs del saber
“La educación en ciencia y la comunicación y popularización de la ciencia –que incluyen
la divulgación y el periodismo científico son consideradas como prerrequisitos para la democracia
y para asegurar el desarrollo sostenible” (Ferrer, s.f., p. 194). Uno de los bastiones de la
democracia es el periodismo, ese proceso en el que, a través de las preguntas, la investigación y
la búsqueda de la verdad (o verdades) se pone a consideración del público hechos que tienen
impacto directo en sus vidas.
El ejercicio del periodismo científico, como se dijo anteriormente, es un proceso de
resignificación, “de transcodificar lenguajes técnicos a lenguajes comunes sin perder la
rigurosidad”. (Urrego, C y Bustos, J. 2021, p. 83). La gran diferencia entre la comunicación, la
divulgación y el periodismo está marcado por la misión de cada una. En este caso, el periodismo
de ciencia se centra en el interés del público, de la audiencia, mientras que en los dos anteriores
está el de las instituciones o del científico en sí.
La ciencia, como cualquier actividad humana, está envuelta en mentiras, corrupción,
falsedades, manejos negativos, malas decisiones y, también, en resultados positivos, constructivos
e hitos. El propósito del periodismo de ciencia es vigilar, ser el watchdog, de lo que ocurre con
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los procesos científicos, aún más cuando son recursos públicos los que se destinan para las
investigaciones. En otras posiciones, tal vez de menor reconocimiento, también se habla de ser
cheerleaders de la ciencia, visibilizar sus historias, perfiles, logros, mostrar los resultados. Ambas
son válidas, aunque, vale la pena recordar que el periodismo debe ser un contrapoder, por lo que
la segunda opción, si repetitiva, puede confundirse con comunicación (al estar en pro de intereses
particulares y no del público en general).
El periodismo científico: “Selecciona, reorienta, adapta, refunde un conocimiento
específico, producido en el contexto particular de ciertas comunidades científicas, con el fin de
que ese conocimiento transformado pueda ser apropiado dentro de un contexto distinto”. (Ferrer,
sf. p. 205) También, dependiendo del tipo y enfoque de investigación, se requerirá exponer en
mayor o menor detalle el contexto en el cual se realiza el estudio.
Imagen 1
Diferencias entre periodismo, comunicación y divulgación
Fuente: construcción propia
El periodismo científico utiliza la transcodificación, es decir, el paso de códigos
comunicativos específicos a otros cercanos a públicos no especializados (niños, jóvenes o incluso
mensajes de medicina para ingenieros). “De esta forma, se llega a otro término más global,
denominado comunicación científica pública, que suma todas las características para hacer una
transcodificación con el objetivo de llevar la ciencia a todo tipo de público”. (Urrego, C y Bustos,
J, 2021, p. 86)
Y, finalmente, la divulgación de la ciencia es la que los mismos científicos o
investigadores realizan para presentarle a públicos no especializados sus pesquisas, metodologías
y resultados. Ejemplos como Javier Santaolalla, Carl Sagan o Clara Grima son ejemplo de
personas que hacen ciencia, investigan, incluso publican en revistas indexadas, pero también
producen contenidos paralelos para llegar esos nuevos conocimientos (o explicar algunos no tan
nuevos) a públicos que no se consideran como sus pares.
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La Apropiación Social del Conocimiento, un camino de co-contrucción
El papel de las audiencias, de los agentes beneficiarios de los procesos científicos ha
cambiado. Así como en los medios de comunicación, al principio se construían contenidos (por
un emisor), a través de un canal (una emisora o un periódico) para un público (receptor), ahora el
consumidor es prosumidor, es decir, no solo consume contenidos, sino que también los construye,
critica, reconstruye y deconstruye. Así como las jerarquías comunicacionales se han
transformado, la manera en la que los procesos científicos incluyen a sus públicos también.
Se podría decir que la comunicación es un primer paso de la apropiación social del
conocimiento porque es esencial que los públicos conozcan los procesos, resultados,
metodologías y, por qué no, lo que no se dice de ellos (ahí entraría a jugar el periodismo de
ciencia).
Pero, la realidad es que, sin la participación activa de los públicos, los procesos científicos
quedan cojos. La ASC es una práctica que tiene en mediación a la cultura, las instituciones, los
individuos y la interpretación de la sociedad en la que se realiza dicho avance.
Pero en América Latina este concepto ha tenido una dificultad: su nombre. Diferentes
estamentos, instituciones y demás han tomado la decisión de renombrarlo para sus propios
intereses, lo que, en últimas, termina desligando la acepción al contenido. Un ejemplo de esto es
la popularización de la ciencia, un concepto que nació con el Convenio Andrés Bello (2004), en
el que se asegura que a través de este se generan impactos económicos y sociales a través del
desarrollo, la conservación del medioambiente, la educación, la transmisión de valores éticos, la
conciencia y práctica de la excelencia, entre otros, pero aunque su acepción es muy parecida a la
de ASC, no logró penetrar en la región: “No refleja para muchos de los países del Convenio
Andrés Bello las búsquedas específicas en el terreno de la construcción de propuestas y programas
dirigidos a crear una cultura científica y tecnológica en la población” (p.20). (Pabón, 2018, p. 10).
A la ASC también se le conoce como Apropiación Social del Conocimiento, la
Tecnología y la Innovación “ASCTI”, Comunicación de la Ciencia o Comunicación Pública de
la Ciencia y la Tecnología o Popularización de la Ciencia y la Tecnología. A diferencia de muchos
otros conceptos, el no contar con un cuerpo referencial claro, ha hecho que las acepciones se
dispersen y sean poco claras a la hora de aplicar los contenidos en la práctica.
El Gobierno de Colombia, desde Colciencias y ahora el Ministerio de Ciencia, Tecnología
e Innovación, ha formulado una política pública que busca enmarcar la ASC, sus usos,
metodologías y significados. Para esta entidad pública, la ASC se entiende como:
La Apropiación Social del Conocimiento se sitúa en el conjunto de procesos que
contribuyen a la democratización en este caso del conocimiento científico y
tecnológico; y al intercambio de saberes tradicionales, culturales y ancestrales, entre
otros. Por tanto, sus antecedentes transitan desde la declaración misma de la ciencia como
un derecho que hay que garantizar, hasta el desarrollo de acciones y estrategias concretas
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que buscan permear diferentes prácticas científicas de la mano de prácticas de formación,
divulgación, diálogo de saberes y gestión del conocimiento, entre otras. (2021, pp. 10)
La ASC es un proceso intencionado, que convoca a diferentes actores sociales a participar
de manera activa en prácticas de diálogo, análisis, negociación y demás, que permiten la
intervención en sus contextos.
Ahora, ¿de dónde viene la ASC?, para Pabón (2018) uno de los elementos centrales de la
discusión versa en que las transformaciones de la sociedad hacen imposible que el discurso
mediador usado por una generación siga siendo eficiente para la siguiente. En ese sentido, lo que
transforma a la sociedad es el constante cambio, el construir sobre lo construido.
Uno de los primeros en abordar el tema de la ASC fue Mattelart (1983), quien instaba a
mejorar la comunicación de la información científica. Aquí vale la pena aclarar que la ASC va de
la mano con la comunicación de la ciencia, sin esta, los procesos co-creativos, co-constructivos
en los que se basa la ASC no son posibles.
Esta es un área prioritaria para repensar los medios de información: los investigadores y
las organizaciones de investigación no están lo suficientemente interesadas en cómo se
comunican con el público no especializado. En este ámbito queda todo por hacer, y el
mismo futuro de la investigación está en juego. (p.66) (Pabón, 2018, pp.7 y 8)
En ese sentido, antes de pensar la ASC es necesario afinar los procesos de comunicación
científica. En Colombia se han empezado a proponer ejercicios investigativos con altos niveles
de ASC, aunque aún las metodologías y la manera de medir sus resultados siguen en construcción.
Para el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (2021), los actores deben
encontrarse para diseñar de manera conjunta metodologías e instrumentos con enfoques
diferenciales e incluyentes para que todos los actores se puedan ver beneficiados por los procesos
científicos.
En ese sentido, se deben identificar
situaciones presentes en una realidad creada por las perspectivas y cosmovisiones
particulares de individuos y colectivos en relación con sus territorios. Este proceso se da
a través de la exploración y reconocimiento de las condiciones iniciales del entorno y de
los actores locales en relación con la situación o asunto identificado. De esta manera se
evidencian los problemas, lecciones aprendidas, oportunidades de mejora y experiencias
valiosas, así como las transformaciones en dichas condiciones (pp. 33).
Al igual que “la transformación a partir de la generación, el fortalecimiento y la
optimización de procesos activos dirigidos a impactar de manera contextualizada en las
condiciones de vida de personas, comunidades y grupos sociales” (pp.33).
La ASC sigue en construcción y co-construcción para poner a dialogar los múltiples
saberes, los diferentes contextos y, en últimas, brindar insumos para la toma de más y mejores
decisiones.
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CONCLUSIONES
La ASC se basa es un ejercicio de identificación de necesidades, contextos, problemáticas
y capacidades de las comunidades que, a través de procesos de diálogo de saberes y co-
construcción con actores públicos, de la academia y demás, apropian conocimientos para
solventar problemáticas.
En Colombia, estos procesos son jóvenes, programas como Ondas son algunos de los
pocos ejemplos fructíferos y que se han mantenido en el tiempo, pero, en general, en
Latinoamérica “el sector productivo y la producción de conocimiento han estado divorciados, y
el primero no se ha constituido en un usuario y demandante del segundo” (Pabón, 2018, Pp.9).
Esta situación también va de la mano, por un lado, con la formulación de políticas
públicas (que en Colombia ya existe, pero falta difusión y apropiación) y su relación con el sector
educativo. Una situación preocupante a la que se suma la falta de políticas claras y bien
encaminadas en el financiamiento del sector educativo en la región y que, “no solo comprometen
directamente a los Estados, sino también a una sociedad de corte individualista en la que priman
los intereses particulares sobre los colectivos” (Pabón, 2018, pp. 33).
La ciencia, como se vio al inicio de este documento, cumple una metodología en la que
se brinda la oportunidad de producir y reproducir los hallazgos en cualquier contexto. Ahora, la
ciencia va de la mano de la comunicación y la educación. Y esa comunicación no solo se da para
públicos no especializados sino también para expertos de campos distintos (comunicación
especializada). “Estos contextos existen y se desarrollan por medio de las prácticas, en cuyo seno
se dan los procesos de investigación, comunicación y enseñanza. Y lo cierto es que en muchos
contextos culturales diferentes se han instaurado instituciones y prácticas científicas”. (Olivé, s.f,
pp. 116).
Para este mismo autor, hay un problema relevante y es la comunicación y la enseñanza
para quienes no serán científicos. Este “se presenta en los diferentes niveles educativos, desde el
básico al universitario, y el de la comunicación se articula como un problema central para la
apropiación social de la ciencia”. (Olivé, s.f, pp. 116).
Pabón (2018) concuerda al decir que mientras estas situaciones persistan, no es de
extrañar que la sociedad siga estando desconectada de la producción científica, pero, a su vez,
“solo será posible revertir esta situación fomentando el desarrollo de una verdadera cultura
científica con estrategias de comunicación eficientes”. (Pabón, 2018, p. 12)
Luego de la revisión aquí realizada se identifican avances en la concepción de la ASC,
luego de varios años de discusiones alrededor de mo llamar esta metodología de trabajo, ya
existen políticas públicas que la enmarcan y delimitan, aunque no se identifican maneras de
evaluar sus impactos, un trabajo aún por desarrollar.
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Los aportes de la comunicación y el periodismo de ciencia para la construcción de
públicos más y mejor informados son esenciales para lograr procesos de ASC que, aunque no son
lo mismo, sin duda alguna se traslapan entre sí. Un proyecto de ASC sin transcodificación, sin
comunicación de la ciencia, no funciona, se podría decir que los primeros son parte esencial de la
ASC.
Para Olivé, la ASC depende de la influencia que las prácticas científicas puedan tener y
de las transformaciones que puedan provocar en otras prácticas. “Esto se logra mediante la
incorporación de la cultura científica en otras prácticas, en la medida en que en éstas se incorporen
representaciones, valores y normas, y formas de procedimiento de las ciencias”. (pp. 117) Esto
quiere decir que la ASC se puede evaluar cuando hay nuevas representaciones, normas, valores,
aptitudes y actitudes novedosas hacia la ciencia, la tecnología y la innovación en grupos que no
participan de manera constante en prácticas científicas o tecnológicas y tienen sus propios
procesos culturales: “El fenómeno que señalamos entonces más bien habla de la posibilidad de
hibridación de muchas prácticas sociales” (Olivé, s.f. pp. 117).
De esta manera queda claro que la ASC es un proceso de largo aliente de co-construcción
colectiva que necesita de actividades que se mantengan en el tiempo, ya que, si no logran penetrar
la urdimbre cultural, se podría decir que no se logró lo esperado. En ese sentido, al revisar las
propuestas de proyectos, que generalmente no superan los 24 meses, aún no se identifican
indicadores o metodologías de evaluación que realmente analicen los efectos de los instrumentos
de la ASC.
Otro elemento relevante que se concluye es que, como lo aseguran Lozano Borda, M. y
Pérez Bustos (2012), la ASC se presenta como un diálogo armónico y deseable, en el “que el
disenso y la diferencia, los conflictos, no son asumidos directamente”. (Lozano Borda, M. y Pérez
Bustos, T. 2012. Pp. 66). Y es claro que en la co-contrucción es necesario llegar a acuerdos, pero
también lo es identificar las diferencias y trabajar con ellas.
Estos dos investigadores encontraron que entre 1999 y 2009 la noción de ASC (ellos
utilizan el nombre de apropiación social de la ciencia y la tecnología) aún no se respalda, en la
región, en investigaciones consolidadas ni en diálogos con investigaciones producidas desde otros
contextos. E identifican fortalezas en dichas discusiones solo en España y Colombia. (2012) y,
aunque en un poco más de 10 años hay cambios significativos, los resultados de encuestas y
sondeos comunitarios es claro que la ciencia no es un tema en el que la opinión pública identifique
actores relevantes, mucho menos que encuentren en esta una forma de solventar sus
problemáticas, claramente, con excepciones honrosas pero insuficientes en un contexto de
pobreza multidimensional, como es común en América Latina.
Vol. 11/ Núm. 1 2024 pág. 626
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