Vol. 11/ Núm. 1 2024 pág. 31
estatuido, y que consisten básicamente en que el varón aporte el aprovisionamiento material de la
familia y la mujer brinde resguardo y fidelidad a su marido. Al entenderse el matrimonio como
una relación contractual de derechos y obligaciones, en la que cada una de las partes se
compromete a satisfacer la esfera de actividades que le corresponde, en el momento en que ese
equilibrio se rompe la parte afectada se encuentra en su derecho de resolver sus necesidades
económicas de la forma en que considere conveniente.
Otro factor que caracteriza las interpretaciones acerca de la inserción de las mujeres en la
actividad empresarial es la maternidad, que se ha definido como un espacio de anclaje genérico
para la construcción de las mujeres como sujetos, debido a la especialización procreativa
esencialmente del cuerpo femenino, el deseo de ser madre y el amor incondicional por los hijos.
Durante la última década, la creación de microemprendimientos ha sido una estrategia muy
difundida entre las mujeres poblanas para sobrellevar la crisis económica y afrontar los altos
niveles de desempleo propios y el de sus compañeros. Muchas de estas iniciativas se ubican en
el sector gastronómico, textil, artesanal y de la decoración. En muchos casos, surgen como una
manera de aumentar los ingresos familiares. También hay empresarias que llegan a serlo casi de
manera accidental, comó por ejemplo, al heredar. Esto quiere decir que se incorporaron al trabajo
como empresarias a consecuencia de problemáticas familiares muy localizadas, pero tampoco son
arribistas o improvisadas.
El patriarcado es una estructura básica de todas las sociedades contemporáneas. Se
caracteriza por la autoridad, impuesta desde las instituciones, de los hombres sobre las mujeres y
sus hijos en la unidad familiar. Para que se ejerza esa autoridad el patriarcado debe dominar toda
la organización de la sociedad.
Una perspectiva interesante para el análisis y la comprensión de la transformación del
patriarcado, es la que propone Castells (2001), quien sostiene que el proceso que resume y
concentra este cambio es la crisis de la familia patriarcal. Si ésta se desmoronara de forma gradual
pero segura, todo el sistema del patriarcado, y el conjunto de nuestras vidas, serían transformadas.
Desde luego, ésta es una idea pavorosa, y no sólo para los hombres. Por eso, el desafío al
patriarcado es uno de los factores inductores más fuertes de los movimientos fundamentalistas
que aspiran a restaurar el orden patriarcal; su reacción violenta podría alterar los procesos actuales
de cambio cultural, ya que ninguna historia está escrita de antemano. En su análisis, este autor
trata de determinar las causas de las formas tradicionales de la familia patriarcal, y para ello se
detiene en examinar algunos indicadores. Concluye que las estadísticas, por sí solas, no pueden
contar la historia de la crisis del patriarcado, pero cuando los cambios son tan amplios como para
reflejarse en las estadísticas nacionales comparadas, cabe asumir con certeza su profundidad y
rapidez (Castells, 2001: 122).
Las funciones de liderazgo que hoy desempeñan las mujeres en empresas privadas, en la
administración pública, la ciencia, la política, las artes… aluden a un funcionamiento cultural y