Vol. 11/ Núm. 2 2024 pág. 245
INTRODUCCIÓN
La pandemia del COVID-19, causo muchas pérdidas humanas, las poblaciones vulnerables
como niños, geriátricos, embarazadas, adultos jóvenes, personal de salud, personas con
comorbilidades, población de bajos recursos, y sin empleo, también se vieron afectadas por
secuelas que tardaron meses y años en recuperarse de la infección viral (1). El impacto más
recurrente en la salud de las personas post infectadas del virus es que padecieron de problemas
psicológicos y emocionales, alterando el comportamiento, y salud mental de la población (2) .
Pinazo y col (3), indican que las personas mayores o ancianos, pertenecen a un grupo de alto
riesgo de contagio antes el virus SARS-COV2, al tener un envejecido sistema inmune y biológico,
hace que padezcan de secuelas que tarden más tiempo en recuperarse.
Seckman (4) manifiesta, que la pandemia tuvo un efecto negativo significativo en el
bienestar psicológico y social en las personas de la tercera edad, incluidos aquellos con deterioro
cognitivo y demencia, y problemas de estabilidad emocional, tanto para aquellas personas
jóvenes, ancianos y otros grupos vulnerables, desarrollándose problemas de estrés, ansiedad,
depresión, y afecciones socioeconómicas (5).
Dubey y col (6), explican que, durante el tiempo de pandemia, la población tuvo cambios,
provocándose un cambio de conductas, tales como; psicológicas, paranoias, trastornos
postraumáticos, pánico agudo, agotamiento y conductas obsesivas. Los efectos posteriores del
covid-19 no solo incluyeron efectos físicos, sino también efectos negativos psicológicos debido
a las pérdidas financieras y humanas que muchos de los infectados padecieron (7,8).
A nivel internacional, Tanveer y col (9), expresan que los países de medio oriente, como
Irak, Pakistán, entre otros, tuvieron impactos psicosociales durante y después de la pandemia,
donde se evidenció que la población menor de 18 años, padeció de problemas de angustia
psicológica, y baja calidad de bienestar de vida en función de su situación sociodemográfica,
como el estado civil, etnia y religión. Otros autores sugieren que los hallazgos de los impactos
psicosociales de la pandemia de COVID-19 en diferentes países se dan más en aquellos que tienen
ingresos bajos y medios. En México, se estudiaron que varios trabajadores, alrededor del 4% de
aquellos que tuvieron COVID-19 padecieron de post secuelas conductuales del COVID-19,
pesimismo, y baja satisfacción laboral, padeciendo de un desgaste psíquico, pues su impacto
emocional se vio relacionado por los bajos recursos económicos recibidos de sus empleos y el
entorno social de vida durante la post pandemia (10).
En Ecuador, Cocheres y col (11), demuestran en su investigación que, los adolescentes
también son una población vulnerable de emergencia Post COVID-19, pues los niveles de
ansiedad, depresión, frustración, pensamientos suicidas, irritabilidad, sedentarismo, trastornos
obsesivo compulsivo y aislamiento, son causantes de reducir relaciones interpersonales sociales,
tanto en el ámbito educativo, como personal y familiar.