Vol. 11/ Núm. 2 2024 pág. 543
INTRODUCCIÓN
El coronavirus (COVID-19) es una enfermedad muy contagiosa causada por el virus SARS
CoV-2, que genera una variedad de síntomas, destacando las alteraciones respiratorias como las
más comunes, especialmente en casos severos de la enfermedad. En algunas ocasiones, la
evolución de los cuadros clínicos se deteriora a causa de infecciones secundarias o patógenos
oportunistas adquiridos; la frecuencia de infecciones por hongos ha crecido notablemente, lo que
impacta en la mortalidad y morbilidad (1).
Los coronavirus humanos fueron identificados por primera vez en los años 60 en las fosas
nasales de individuos con resfriado común. Posteriormente, se les denominó coronavirus humano
229E y OC43. En 2004 y 2005 se han descubierto otros dos miembros de esta familia: HCoV-
NL63 y HKU1, los cuales están presentes en la población mundial y son responsables de
aproximadamente un tercio de los resfriados comunes. Al igual que otros virus, pueden provocar
enfermedades respiratorias más serias, como la neumonía, especialmente en personas con factores
de riesgo, ancianos, niños y pacientes con sistemas inmunológicos débiles. Además de las
infecciones respiratorias, también pueden ocasionar problemas intestinales y neurológicos (2).
Cándida albicans es un hongo oportunista que puede manifestarse en el cuerpo humano,
especialmente en la cavidad oral, sobre todo en pacientes con prótesis removibles, lo que provoca
infecciones en la mucosa que, sin el tratamiento adecuado, podrían ser una fuente de infección
potencialmente mortal para el ser humano (3).
Los pacientes que utilizan prótesis removibles pueden presentar manchas rojizas o
blanquecinas en la boca debido a la presencia de Cándida albicans. La causa posible de esto puede
ser el estrés, la falta de higiene dental, la xerostomía, las prótesis en mal estado, el uso de
antibióticos o la administración de corticoides. Se ha informado que los pacientes que llevan
prótesis dentales y tienen un sistema inmunitario comprometido, así como aquellos que han
contraído el virus del SARS-COV-2, pueden desarrollar una infección aguda por Cándida
albicans. Si a la disminución general de la salud y los problemas respiratorios severos en estos
pacientes se añade la presencia de este hongo, esto podría incrementar la tasa de morbilidad y
mortalidad (4).
Según algunos estudios, la tasa de mortalidad en los infectados por COVID-19 era del
50,47%, y de estos, se encontró que el 80% de los fallecidos presentaron hongos en su organismo.
Asimismo, los pacientes que estaban coinfectados permanecieron más tiempo en el hospital y
tuvieron un mayor riesgo de fallecer. El riesgo de muerte aumentó debido a coinfecciones
bacterianas y micóticas, pero se identificó un mayor riesgo de muerte en los casos de Cándida
albicans y Pseudomona spp (5).
Aunque no se ha comprobado de manera definitiva si los pacientes con COVID-19 tienen
una mayor incidencia de infecciones por Cándida spp. en comparación con otros pacientes,