Vol. 11/ Núm. 2 2024 pág. 1073
https://doi.org/10.69639/arandu.v11i2.327
Resiliencia, estrategias de afrontamiento y su relación con
variables sociodemográficas en estudiantes universitarios
Ecuatorianos
Resilience, coping strategies and their relationship with sociodemographic variables in
Ecuadorian university students
María Cristina Verdezoto León
maria.verdezoto@unach.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-0249-1443
Universidad Nacional de Chimborazo
Ecuador-Guaranda
Joel Santiago Barreno López
joel.barreno@unach.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-5385-5411
Universidad Nacional de Chimborazo
Ecuador-Ambato
Artículo recibido: 20 agosto 2024 - Aceptado para publicación: 26 septiembre 2024
Conflictos de intereses: Ninguno que declarar
RESUMEN
La población universitaria enfrenta una etapa de transición hacia la adultez, caracterizada por un
incremento de exigencias académicas y psicosociales; esto ha traído consigo una serie de desafíos
en términos de salud mental para los estudiantes. El objetivo del estudio fue analizar la relación
entre la resiliencia, las habilidades de afrontamiento y variables sociodemográficas de una
Universidad Pública de la provincia Bolívar-Ecuador. Comprende un estudio no experimental,
cuantitativo con un alcance descriptivo-correlacional de corte transversal. La muestra estuvo
compuesta de 210 estudiantes universitarios seleccionados por un muestreo no probabilístico con
una edad media de 23,73 años. A quienes se les aplicó la Escala de resiliencia de Wagnild y
Young y el Inventario de estrategias de afrontamiento CSI (versión adaptada de Cano, García y
Rodriguez). La investigación reveló una prevalencia del 45,7% de nivel de resiliencia muy bajo
y el 31% muy bajo. Siendo las dimensiones: sentirse bien solo (X = 14.95) y ecuanimidad (X =
19.04) las que puntuaron por debajo de la media. En torno a las estrategias de afrontamiento
aquella que predomino fue la retirada social con el 32,4% también, se descartaron diferencias
estadísticamente significativas entre la resiliencia y el sexo (p = ,856) y entre las estrategias de
afrontamiento y el sexo (p= ,429); además se halló una correlación positiva débil entre la
resiliencia y las estrategias de afrontamiento (r = ,117).Finalmente, Finalmente, esta
investigación demuestra que la resiliencia y las estrategias de afrontamiento no guardan relación
estadísticamente significativa.
Palabras clave: adaptación, afrontamiento, ajuste, aptitud, resiliencia
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ABSTRACT
The university population faces a stage of transition to adulthood, specified by an increase in
academic and psychosocial demands; this has brought a number of challenges in terms of mental
health for students. The objective of the research was to analyze the relationship between
resilience, coping skills and sociodemographic variables of a public university in Bolívar province
in Ecuador. It comprises a non-experimental, quantitative study with a cross-sectional descriptive-
correlational scope. The sample was composed of 210 university students selected by a non-
probabilistic sampling with an average age of 23.73 years old. The Wagnild and Young Resilience
Scale and the CSI Coping Strategies Inventory (adapted version of Cano, García and Rodriguez)
were applied to these university students. The research revealed a prevalence of 45.7% of a very
low level of resilience and 31% of a very low level. The following dimensions: feeling good alone
(X = 14.95) and equanimity (X = 19.04) were those that scored below the average. Regarding the
coping strategies, the one that predominated was social withdrawal with 32.4%, also statistically
significant differences were also ruled out between resilience and gender (p = .856) and between
coping strategies and gender (p = .429); in addition, a weak positive correlation was found
between resilience and coping strategies (r = .117). Finally, this research demonstrates that
resilience and coping strategies do not have a statistically significant relationship.
Keywords: adaptation, coping, adjustment, aptitude, resilience
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INTRODUCCIÓN
La etapa de la formación universitaria representa un período crucial en la vida de los
jóvenes, marcado por múltiples desafíos personales, académicos y sociales; sin embargo, con la
presencia de factores de riesgo como estrés académico, transición a la vida independiente,
inestabilidad emocional, presión social, problemas financieros que absorben tiempo y recursos,
los estudiantes enfrentan obstáculos sustanciales. En este contexto, la resiliencia es un factor
determinante para enfrentar con éxito las demandas y de esta forma desarrollar estrategias de
afrontamiento. (Alvis et al., 2020; Etherton et al., 2022) Por su lado, la Asociación Americana
de Psicología (APA., 2024) define la resiliencia como el proceso de adaptación ante las
situaciones estresantes a través de estrategias como la flexibilidad mental, emocional,
comportamental y el ajuste bajo este mismo tema. Por su parte, Wan et al. (2022) menciona que
es una cualidad personal que permite a un individuo prosperar en una adversidad.
Al hablar de los factores asociados a la vida universitaria, el estrés toma relevancia, puesto
que es predisponente para el aparecimiento de niveles bajos en cuanto a la autoestima y el
bienestar psicológico, componentes esenciales en el desarrollo personal social del individuo
estudiantes. (Findyartini et al., 2021) También están factores sociales y psicológicos, entre ellos
la actitud prosocial, los valores duraderos, flexibilidad, locus de control interno, relaciones
sociales, el sentido del humor, la tolerancia al afecto negativo, el optimismo y el afrontamiento
activo. (Anagha y Navyashree, 2020; Martínez Lorca et al., 2023; Ononye et al., 2022; Santacruz-
Pardo, 2022) En consonancia con lo dicho, algunos estudios infieren que aspectos como, el escaso
apoyo socioemocional de su entorno, acontecimientos vitales traumáticos, unido a una mala
distribución del tiempo, baja autonomía académica, el uso nocivo de alcohol y drogas, y las
relaciones interpersonales conflictivas influyen significativamente en el nivel de resiliencia de un
estudiante universitario. (Calpe-López et al., 2022; Romano et al., 2021; Tseliou y Ashfield-Watt,
2022; Zhang et al., 2024)
Acerca de las estrategias de afrontamiento, se definen las capacidades para hacer frente a
una situación estresante, además, son una parte esencial del sistema inmunológico psicológico
que permite que el ser humano logre adaptarse a diversos contextos de forma exitosa, incluido el
ámbito académico. (Hussain y Hill, 2023; Takács et al., 2021). Quienes han desarrollado
habilidades de afrontamiento altamente efectivas y eficaces, pueden reducir los niveles de estrés,
aumentar el bienestar y fomentar el éxito académico en los estudiantes (Labrague, 2024). Bajo
esta misma línea, factores como el apoyo social, la percepción del entorno del aprendizaje, la
etnia (blanco) y el bienestar subjetivo promueven y aumentan el nivel de resiliencia percibido, al
mismo tiempo que, impulsan a desarrollar diversas estrategias de afrontamiento. (Milani y Milani,
2022; Van der et al., 2020; Yıldırım y Tanrıverdi, 2021) Es imperativo mencionar también que,
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las expectativas de autoeficacia se consideran un factor clave en el compromiso y rendimiento
académico de los estudiantes. (Alkhawaldeh et al., 2023; Freire et al., 2020)
En el estudio desarrollado en China sobre la resiliencia psicológica y su relación con los
estilos positivos de afrontamiento en estudiantes universitarios, se descubrió que la resiliencia y
las estrategias de afrontamiento están altamente asociadas con problemas de salud mental como:
ansiedad, depresión y niveles elevados de estrés, relacionados con la gestión de la alta presión
académica. (Wu et al., 2020). La presencia de violencia y maltrato intrafamiliar tiene como
consecuencia abandono de hogar, deserciones a nivel académico, lo que da como resultado final,
niveles de resiliencia por debajo de lo esperado, además de afectaciones en el autoestima y baja
adaptación a situaciones adversas. (Flores y Cortés, 2022; Pérez et al., 2022)
El déficit vinculado a las estrategias de afrontamiento tiene relación directa con el
aparecimiento de estrés académico y por ende un estado psicológico desadaptativo que repercute
en la toma de decisiones, aparición de alteraciones de salud mental y física (Cuamba y Zazueta,
2020; de Almeida Santos et al., 2020). La evidencia disponible en torno al tema, demuestra que,
la implicación de una vida universitaria genera malestar significativo y síntomas a nivel
fisiológico como: aislamiento e inhibición social, así como agotamiento, autocrítica y apatía
frente al estudio en el estudiante (Cuamba y Zazueta, 2021; Molano-Tobar et al., 2021).
En un contexto mundial, sobre la resiliencia y estrategias de afrontamiento, se evidencia
una asociación directa de los recursos de resiliencia con el afrontamiento evasivo, reevaluación
positiva, evitación, apoyo social, afrontamiento activo, la eficacia de los objetivos, estilo
orientado a la tarea, afrontamiento a través de las emociones, comunicación, acompañamiento
familiar y la búsqueda de apoyo en países como: Australia, Países Bajos, Estados Unidos, Polonia
y Ukrania. (Fullerton et al., 2021; Hallen et al., 2020; A. Konaszewski et al., 2021; K.
Konaszewski et al., 2021; Mayordomo et al., 2021; Oviedo et al., 2022); en este orden de ideas,
se deduce que niveles bien desarrollados de resiliencia se relaciona con mayores estrategias de
afrontamiento (Wu et al., 2020); en otro estudio en cambio manifiesta que la presencia de
habilidades de afrontamiento disfuncionales se relacionan con una menor resiliencia y mayores
síntomas de ansiedad y depresión (Ramadianto et al., 2022)
Dentro del contexto latinoamericano, en Colombia se evidencia una relación fuerte entre el
apoyo social y profesional, la solución de problemas, autocrítica, evitación emocional y cognitiva
con la ecuanimidad y el sentirse bien solo, estas dos última, dimensiones de la resiliencia.
(Cerquera et al., 2020; Harvey et al., 2021; Quiñonez et al., 2024). En Cuba se relaciona
positivamente la reevaluación positiva y la solución del problema con altos niveles de la
resiliencia (Fernández et al., 2020). En México, un estudio con adultos presenta el afrontamiento
religioso como estrategia asociada a la resiliencia (Ramírez et al., 2022). En Perú, se observa el
afrontamiento centrado en el problema y el afrontamiento relacionado positivamente con los
niveles de resiliencia (Brozovich et al., 2024; Huanay et al., 2022). En Argentina, se observa en
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madres, niños y adolescentes, una relación significativa, específicamente, entre las estrategias de
afrontamiento por aproximación cognitiva, afrontamiento positivo, aceptación, humor, religión y
evitación conductual con la resiliencia.(Lorea & Pedrón, 2022; Vignolo, 2023)
Con referencia al contexto ecuatoriano, del 70% al 72.5% de los evaluados tienen un nivel
medio de resiliencia y cuentan con estrategias de afrontamiento adecuadas (Aldaz y Escobar,
2020; Morales et al., 2023). En un estudio con población de Manabí, se evidencia que los niveles
de resiliencia aumentan cuando existen estrategias de afrontamiento adaptativas, destacando la
resolución de problemas, reestructuración cognitiva y apoyo social como estrategias más
relacionas con la resiliencia (Gorozabel y García, 2020). En otro estudio, las habilidades de
afrontamiento mayormente utilizadas en población ecuatoriana son la evaluación positiva, apoyo
y planificación (Hidalgo et al., 2022). En Ambato, la búsqueda de recompensas alternativas se
pondera como la estrategia predominante, seguido por la búsqueda de apoyo y guía (Shugulí et al.,
2020). Por último en un estudio realizado en Chimborazo, Tungurahua, Cotopaxi y Pastaza, la
predominancia del estilo de afrontamiento recae en el productivo con la dimensión de control de
situaciones (Suárez-Miñaca y Shugulí, 2023)
Al hablar de variables sociodemográficas relacionadas con la resiliencia y estrategias de
afrontamiento, se muestra que factores como el nivel socioeconómico, presencia de trabajo, nivel
de escolaridad en secundaria, pregrado y el sexo masculino determinan el nivel de resiliencia
(Galarza et al., 2023). En otra investigación, se encuentra que, el sexo femenino, el tener una
formación complementaria de cuarto nivel, contar con internet y tener personas dependientes son
factores que se relacionan con mayores habilidades de afrontamiento centradas en las emociones
(Graves et al., 2021). Y por último, la actividad física regular y tener una profesión son variables
sociodemográficas que se encuentran estrecha y altamente vinculadas con niveles altos de
resiliencia (Jerez, 2021).
La investigación sobre la relación entre la resiliencia y las estrategias de afrontamiento con
variables sociodemográficas en estudiantes universitarios ecuatorianos es limitada, lo que revela
una brecha en la literatura científica en este contexto. A nivel global, se ha explorado factores
como el género, la edad, y el nivel socioeconómico se asocian con la resiliencia y las estrategias
de afrontamiento. Sin embargo, en Ecuador, los estudios sobre estas variables son escasos y, en
su mayoría, provienen de otros tipos de población. Dado el impacto que estos factores pueden
tener en el bienestar psicológico, es fundamental realizar investigaciones que permitan
comprender mejor esta problemática en el contexto educativo ecuatoriano, contribuyendo así al
desarrollo de intervenciones más adecuadas y contextualizadas.
El presente estudio tiene como objetivo principal analizar la relación de la resiliencia,
estrategias de afrontamiento y variables sociodemográficas en estudiantes universitarios
ecuatorianos, en concordancia de esto se plantea la hipótesis: La resiliencia y las estrategias de
afrontamiento tienen relación con las variables sociodemográficas en estudiantes universitarios
Vol. 11/ Núm. 2 2024 pág. 1078
ecuatorianos. Y para complementar la investigación, los objetivos específicos son: a) Conocer el
nivel de resiliencia que predomina en los estudiantes universitarios ecuatorianos. b) Definir la
estrategia de afrontamiento que predomina en los estudiantes universitarios ecuatorianos. c)
Comparar la frecuencia de la resiliencia y las estrategias de afrontamiento según el sexo en
estudiantes universitarios ecuatorianos. En función a esto, se plantea la hipótesis de investigación:
existe una asociación estadísticamente significativa entre resiliencia, estrategias de afrontamiento
y las variables sociodemográficas.
MATERIALES Y MÉTODOS
Diseño
El estudio comprende un enfoque cuantitativo, con un alcance descriptivo-correlacional, es
además de corte transversal con un diseño no experimental y comparativo con factores
sociodemográficos; llevado a cabo en una muestra significativa de estudiantes universitarios
ecuatorianos, entre las variables resiliencia, habilidades de afrontamiento y variables
sociodemográficas. (Calle, 2023)
Participantes
La población estuvo conformada por 210 estudiantes universitarios de la provincia de
Bolívar que pertenecen a Ecuador. De ellos 157 son mujeres y 53 son hombres. La edad media
de los estudiantes universitarios fue de 23,73 con una desviación estándar de 5,39. El 80,5% son
solteros, el 14,8% tiene pareja y el 4,8% son casados. El 53,8% estudian y trabajan, y el resto de
la muestra solo estudia. La selección de los participantes se realizado mediante un muestreo de
tipo no probabilístico, a través de criterios de inclusión: a) estudiantes que cumplan con el rango
etario de 18 a 64 años; haber firmado el consentimiento informado para la participación en el
estudio; c) estudiantes que residan y cursen pregrado en Ecuador; d) voluntariedad en su
participación.
Instrumentos
Escala de Resiliencia de Wagnild y Young: desarrollada en 1993, es un instrumento que
mide la capacidad de adaptación y resistencia de las personas frente a situaciones adversas. Consta
de 25 ítems que evalúan factores como la autoconfianza (6, 9, 10, 13, 17, 18, 24), sentirse bien
solo (3, 5, 19), la ecuanimidad (7, 8, 11, 12), la satisfacción personal (16, 21, 22, 25) y la
perseverancia (1, 2, 4, 14, 15, 20, 23). Cada ítem se califica en una escala tipo Likert de 7 puntos,
que va desde "totalmente en desacuerdo" (1) hasta "totalmente de acuerdo" (7). Se obtiene un
puntaje global que determina: 1-126 (muy bajo); 127-139 (bajo); 140-147 (medio, promedio);
148-175 (alto). En lo que respecta a la confiabilidad, la escala posee un Alfa de Cronbach entre
0.86, según un estudio de confiabilidad y validación de la escala aplicado a estudiantes
universitarios. (Fernandes et al., 2018; Wagnild y Young, 1993)
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Inventario de Estrategias de afrontamiento: de Cano, Rodríguez y García, creada en
2007, es una herramienta diseñada para evaluar cómo las personas enfrentan situaciones
estresantes o adversas, basándose en la adaptación al contexto específico de la población española.
El instrumento consta de 40 ítems distribuidos en diferentes dimensiones de afrontamiento:
resolución de problemas (01+09+17+25+33), autocrítica (02+10+18+26+34), expresión
emocional (03+11+19+27+35), pensamiento desiderativo (04+12+20+28+36), apoyo social
(05+13+21+29+37), reestructuración cognitiva (06+14+22+30+38), evitación de problemas
(07+15+23+31+39 y retirada social (08+16+24+32+40). Se califica utilizando una escala Likert,
la escala puede variar de 0 (nunca) a 4 (siempre). La confiabilidad, a nivel global, evidencia un
Alfa de Cronbach de 0.93 en un estudio de contexto panameño que se enfoca en la validación de
la escala. (García et al., 2007; González et al., 2017)
Procedimiento
Para el desarrollo de la investigación, en primer lugar, se solicitó la autorización a la
autoridad pertinente de la Universidad por medio de un oficio de autorización, luego se procedió
a informar debidamente sobre el propósito del estudio y la aplicación de los instrumentos, se
manifestó también la confidencialidad de los datos a recopilar y la ética para el manejo de la
información proporcionada en la redacción de reportes hallados. Posteriormente, se digitalizo los
instrumentos que miden las variables (resiliencia, estrategias de afrontamiento), junto con una
ficha sociodemográfica para obtener datos como: sexo, edad, nivel económico, religión, entre
otros. Una vez difundida la evaluación, previa autorización de la autoridad y aceptación del
consentimiento informado de parte de los evaluados, se receptaron las respuestas de forma digital
y se crearon hojas de cálculo para el procesamiento de la información. Finalmente, se procedió
con el análisis respectivo de los datos mediante el programa SPSS versión 22, para comprobar la
hipótesis y así dar respuesta a los objetivos e hipótesis.
Análisis de datos
Para el análisis de datos se utilizó el programa estadístico SPSS versión 24. Se realizó un
análisis de tipo descriptivo con las dimensiones de resiliencia, estrategias de afrontamiento, donde
se refleja la media, desviación estándar, mediana, moda, mínimo y máximo. Luego se desarrolló
un análisis de tipo comparativo entre el nivel de resiliencia, la estrategia de afrontamiento que
predomina con el sexo y posteriormente con las demás variables sociodemográficas, se aplicó la
prueba de Chi-Cuadrado y así identificar posibles asociaciones en caso de existir. Finalmente,
para analizar la relación entre las variables, se realizó una prueba de normalidad de Kolmogorov
Smirnov y a continuación la prueba de Rho de Spearman para conocer la posible relación entre el
nivel de resiliencia, la estrategia de afrontamiento que predomina y las variables
sociodemográficas tomando en cuenta el valor (p<0,05).
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RESULTADOS Y DISCUSIÓN
En la tabla 1, con referencia a la distribución de los niveles de resiliencia en los
participantes, se observa que el 45,7% (n= 96) reportó un nivel muy bajo, seguido de un 31% (n=
65) con un nivel alto, el 17,1% (n= 36) mostró un nivel bajo y el 6,2% (n= 13) un nivel medio.
Por lo tanto, se infiere que la mayor parte de participantes presentaron niveles muy bajos y bajos.
Tabla 1
Nivel de Resiliencia que predomina
Nivel f %
Muy bajo 96 45,7
Bajo 36 17,1
Medio 13 6,2
Alto 65 31,0
Total 210 100,0
Nota: f= frecuencia; %= porcentaje
En la tabla 2, se presenta los puntajes obtenidos de las dimensiones de resiliencia. En cuanto
a las subescalas, autoconfianza y satisfacción personal obtuvieron un puntaje por encima de la
media. Esto sugiere que los evaluados están en un nivel moderado de tener la capacidad de
afrontar los desafíos y creer en sus propias habilidades. Esto puede desarrollar un mejor
rendimiento académico y/o profesional, y que puede funcionar como un factor protector ante
situaciones de estrés. Las puntuaciones por debajo de la media en las dimensiones de sentirse bien
solo y ecuanimidad evidencian falta de apoyo social y un inadecuado manejo de la presión
académica. Lo que sugiere que los estudiantes universitarios tienen dificultades para lidiar con la
soledad de manera efectiva y su estado emocional fluctúa cuando se encuentran en situaciones
desafiantes. Esto puede desembocarse en factores de riesgo que predisponga al universitario a una
mayor vulnerabilidad al estrés afectando su nivel de resiliencia, ya que suelen encontrar difícil
adaptarse a situaciones adversas.
Tabla 2
Análisis de dimensiones de Resiliencia
Dimensiones Media Mediana Moda D. E. Mín. Máx.
Perseverancia 19,65 21,00 20 6,916 4 28
Sentirse bien
solo
14,95 16,00 15 5,387 3 21
Autoconfianza 34,06 37,00 49 12,293 7 49
Ecuanimidad 19,04 20,00 22 5,821 4 28
Satisfacción
personal
19,44 21,00 28 6,954 4 28
Nota: D.E.= desviación Estándar; Mín.= mínimo; Máx.= máximo.
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La tabla 3 evidencia que, la estrategia de afrontamiento predominante en los estudiantes
universitarios fue retirada social con un 32,4% (n= 68), seguido de reestructuración cognitiva con
un 18,6% (n= 39), apoyo social con un 17,1% (n= 36), evitación de problemas con un 16,2% (n=
34); mientras que las estrategias de afrontamiento de menor uso fueron pensamiento desiderativo
con un 8,6% (n= 18), expresión emocional, autocrítica y resolución de problemas con un 2,4%
(n=5).
Tabla 3
Estrategia de afrontamiento que predomina
Estrategia de afrontamiento predominante f %
Resolución de problemas 5 2,4
Autocritica 5 2,4
Expresión emocional 5 2,4
Pensamiento desiderativo 18 8,6
Apoyo social 36 17,1
Reestructuración cognitiva 39 18,6
Evitación de problemas 34 16,2
Retirada social 68 32,4
Total 210 100,0
Nota: f= frecuencia; %= porcentaje
Los resultados obtenidos en la tabla 4 revelan que, con relación a la media, las dimensiones
de resolución de problemas con 13,18, reestructuración cognitiva 12,59, pensamiento desiderativo
12,25 y retirada social 12,00 muestran valores favorables altos por encima de la media. Esto
sugiere un nivel moderado de la prevalencia de estas estrategias en situaciones de presión y para
mantener una perspectiva optimista sobre las metas y objetivos. Aunque, mostrar un nivel
promedio-alto en retirada social puede ser un área de preocupación, ya que el aislamiento social
en lugar de enfrentar la situación y buscar apoyo puede limitar la oportunidad de recibir apoyo y
retroalimentación valiosa en el proceso. En cambio, las dimensiones de expresión emocional
11,50, apoyo social 11,39, evitación de problemas 11,40 y autocrítica 11,14 obtuvieron
puntuaciones por debajo del promedio, sin embargo, no se alejan del promedio. Lo que pudiera
inferirse en que los estudiantes universitarios tienen carentes habilidades socioemocionales y por
lo tanto un nivel bajo de prevalencia en estas dimensiones. En general, los participantes tienen
un nivel medio de las estrategias de afrontamiento alrededor de la media, con variaciones dentro
de los límites normales; sin embargo, es importante equilibrar estas estrategias.
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Tabla 4
Análisis descriptivo de las Estrategias de Afrontamiento
Dimensiones Media Mediana Moda D.E. Mín. Máx.
Resolución de
problemas
13,18 14,00 15a 4,611 2 20
Autocritica 11,14 11,00 15 5,142 0 20
Expresión
emocional
11,50 11,00 10 4,940 0 20
Pensamiento
desiderativo
12,25 12,00 10 4,930 1 20
Apoyo social 11,39 11,00 10 5,156 1 20
Reestructuración
cognitiva
12,59 12,50 10a 4,786 0 20
Evitación de
problemas
11,40 11,00 10a 4,997 0 20
Retirada social 12,00 12,00 15 5,249 0 20
Nota: RP: D.E.= desviación estándar; Mín.= mínimo; Máx.= máximo.
En la tabla 5, con respecto al nivel de resiliencia y sexo, se aprecia que del total de mujeres
(n= 153), 72 de ellas presentaron un nivel muy bajo de resiliencia, 26 mujeres tuvieron un nivel
bajo, 10 mujeres un nivel medio y 45 mujeres un nivel alto. Asimismo, se observa que, del total
de hombres (n= 57), 24 de ellos presentaron un nivel muy bajo de resiliencia, 10 hombres
obtuvieron un nivel bajo, 3 hombres reportaron un nivel medio y 20 hombres un nivel alto. Cabe
hacer referencia que, esta disparidad de los resultados podría deberse a la distribución no
homogénea de los participantes, es evidente que existen más mujeres que hombres, y parece ser
que las mujeres tienen mayor presencia de niveles de resiliencia entre bajo y muy bajo.
Tabla 5
Frecuencia del nivel de resiliencia según el sexo
Nivel de resiliencia Mujer Hombre Total
Muy bajo 72 24 96
Bajo 26 10 36
Medio 10 3 13
Alto 45 20 65
Total 153 57 210
De acuerdo con el análisis estadístico, la Tabla 6 presenta los resultados de la prueba de
chi-cuadrado, la cual indica que no existe una relación significativa entre el nivel de resiliencia y
el sexo, con un valor de p= .856, que es claramente superior al umbral de significancia de p< 0.05.
Este resultado sugiere que el sexo no es un factor determinante en el nivel de resiliencia de los
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participantes en este estudio. En otras palabras, tanto hombres como mujeres muestran niveles de
resiliencia similares, lo que indica que, en este contexto específico, la resiliencia no parece estar
influenciada por las diferencias de género. Este hallazgo destaca que la resiliencia es un constructo
complejo que probablemente esté más relacionado con otros factores, como el contexto social, las
experiencias personales o el acceso a redes de apoyo, en lugar del sexo biológico de los
individuos.
Tabla 6
Prueba de Chi Cuadrado nivel de resiliencia*sexo
Valor gl Sig
Chi-cuadrado de Pearson ,771a 3 ,856
N de casos válidos 210
En la tabla 7, con respecto a la estrategia de afrontamiento que predomina y sexo, se
observa que, del total de mujeres (n= 153), 44 de ellas reportaron retirada social, 31 mujeres
reestructuración cognitiva, 26 tuvieron evitación de problemas, 25 presentaron apoyo social, 15
pensamiento desiderativo, 4 mujeres reportaron autocrítica, 5 presentaron resolución de
problemas y 3 mujeres expresión emocional. Así también, del total de hombres (n= 57), 24 de
ellos reportaron retirada social, 11 demostraron apoyo social, 8 tuvieron reestructuración
cognitiva, 8 evitación de problemas, 3 reportaron pensamiento desiderativo, 2 emoción emocional
y un hombre presentó autocrítica. De igual forma existe una distribución no homogénea, dicho
esto, parece ser que, las mujeres tienden a inclinarse más por estrategias como retirada social,
siendo esta la que predomina, evitación de problemas, reestructuración cognitiva y apoyo social.
Tabla 7
Estrategias de afrontamiento según el sexo
Estrategias de afrontamiento Mujer Hombre Total
Resolución de problemas
Autocritica
Expresión emocional
Pensamiento desiderativo
Apoyo social
Restructuración cognitiva
Evitación de problemas
Retirada social
5 0 5
4 1 5
3 2 5
15 3 18
25 11 36
31 8 39
26 8 34
44 24 68
Total 153 57 210
Con base a los resultados evidenciados en la tabla 8 de 2 (p= ,429). La prueba demuestra
que no hubo una asociación entre las variables. Esto sugiere que no existen diferencias en la
prevalencia de estrategias de afrontamiento por el sexo.
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Tabla 8
Prueba de chi-cuadrado afrontamiento*sexo
Valor gl Sig.
Chi-cuadrado de Pearson 6,997a 7 ,429
N de casos válidos 210
La tabla 9, proporciona el resultado del análisis correlacional por medio de la aplicación de
la prueba Rho de Spearman. Se puede observar que el valor de significancia bilateral (Sig.= ,091)
indicó una ausencia de relación significativa entre el nivel de resiliencia y la estrategia de
afrontamiento predominante. Si bien, la asociación no es estadísticamente significativa, el valor
de coeficiente de correlación (r= ,117) reportó una correlación positiva débil.
Tabla 9
Correlación entre Niveles de resiliencia, con estrategia de afrontamiento predominante
Nivel de
resiliencia
Estrategia de
afrontamiento que
predomina
Rho de
Spearman
Nivel de
resiliencia
Coeficiente de correlación 1,000 ,117
Sig. (bilateral) . ,091
N 210 210
Estrategia de
afrontamiento
que predomina
Coeficiente de correlación ,117 1,000
Sig. (bilateral) ,091 .
N 210 210
Los datos de la tabla 10, se presentan los resultados de las correlaciones entre el nivel de
resiliencia y las variables sociodemográficas. La variable de estado civil mostró correlaciones
negativas con la categoría de tener hijos (-,253**) y estudiar y trabajar al mismo tiempo (-,148*).
Se pudiera inferir que una persona que está con pareja o casado tiende a tener hijos y por lo tanto
a trabajar a la par que estudia para solventar los gastos de su nuevo núcleo familiar. También, la
variable de tener hijos reportó una correlación positiva con estudiar y trabajar (,238**). Sin
embargo, los datos reflejan que el nivel de resiliencia no guarda una relación estadísticamente
significativa con el estado civil (-0,001), el nivel socioeconómico (0,041), identificación religiosa
(0,022), tener hijos (-0,09), estudiar y trabajar al mismo tiempo (-0,095). Esto sugiere que el nivel
de resiliencia que poseen los participantes no es determinado por las variables como el estar
casado, pertenecer a una religión o tener hijos y trabajar.
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Tabla 10
Nivel de resiliencia con variables demográficas
Variables Sociodemográficas NS IR TH EyT NR
Estado civil ,086 -,066 -,253** -,148* -,001
Nivel socioeconómico ,078 ,081 ,069 ,041
Identificación religiosa ,006 ,001 ,022
Tiene hijos ,238** -,009
Estudia y trabaja -,095
Nota: NS: Nivel Socioeconómico, IR: Identificación Religiosa; TH: Tiene Hijos; Estudia y Trabaja; NR: Nivel de
resiliencia.
**. La correlación es significativa en el nivel 0,01 (bilateral).
*. La correlación es significativa en el nivel 0,05 (bilateral).
Para la tabla 11 se aprecia que las variables sociodemográficas muestran correlaciones con
la variable de estrategia de afrontamiento predominante. Por ejemplo, la estrategia de
afrontamiento que predomina tiene una correlación significativa negativa con el nivel
socioeconómico (-,147*) y una correlación significativa positiva con la variable de tener hijos
(,213**). Esto pudiera deducir que, el nivel de prevalencia de la estrategia que predomina, en este
caso retirada social, fluctúa de acuerdo con el nivel socioeconómico. Mientras mayor sea su nivel
socioeconómico, su nivel de retirada social será menor. Y que el hecho de tener hijos incita a
utilizar mayormente la retirada social como una estrategia de afrontamiento, pese a que no sea
adaptativa. Cabe denotar que la estrategia de afrontamiento que predomina no mantiene una
correlación significativa con el estado civil (-0,107), identificación religiosa (-0,070) y la variable
de estudiar y trabajar (0,027).
Tabla 11
Estrategia predominante con variables demográficas
DISCUSIÓN
En relación con la resiliencia, el estudio pretendía determinar el nivel predominante entre
los participantes, mismo que fue muy bajo, lo que indica que la mayoría de ellos tiene una
Variables Sociodemográficas NS IR TH EyT EAP
Estado civil ,086 -,066 -,253** -,148* -,107
Nivel socioeconómico ,078 ,081 ,069 -,147*
Identificación religiosa ,006 ,001 -,070
Tiene hijos ,238** ,213**
Estudia y trabaja ,027
Nota: NS: Nivel Socioeconómico, IR: Identificación Religiosa; TH: Tiene Hijos; Estudia y Trabaja; EAP: Estrategia
de Afrontamiento que predomina
**. La correlación es significativa en el nivel 0,01 (bilateral).
*. La correlación es significativa en el nivel 0,05 (bilateral).
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capacidad limitada para adaptarse y superar situaciones adversas. Este hallazgo se alinea con los
resultados de Cerquera et al. (2020), quienes encontraron que gran parte de los adultos jóvenes
presentaron niveles bajos de resiliencia, lo que sugiere que este patrón puede ser común en ciertas
poblaciones, posiblemente debido a factores socioeconómicos, culturales o psicológicos
compartidos. Sin embargo, este resultado difiere de lo reportado por Alvis et al. (2020), Fernández
et al. (2020) y Morales et al. (2023), quienes encontraron que la mayoría de los estudiantes
universitarios tienden a ubicarse en niveles medios y altos de resiliencia. Estas discrepancias
podrían explicarse por diferencias en las muestras estudiadas, como la diversidad de los contextos
socioeconómicos, el acceso a redes de apoyo y la educación emocional que los estudiantes
universitarios reciben. Además, los resultados sugieren que ciertos factores específicos de la
muestra evaluada podrían estar influyendo negativamente en la resiliencia, lo que refuerza la
necesidad de intervenir para fortalecer las estrategias de afrontamiento en estas poblaciones más
vulnerables.
Como parte de un hallazgo complementario se realizaron el análisis descriptivo de las
dimensiones de la resiliencia reveló que la autoconfianza, con puntuaciones por encima del
promedio, se encuentra en un nivel moderado. Esto indica que los estudiantes han desarrollado
una autopercepción positiva de sus habilidades y competencias personales, lo que les permite
adaptarse de manera efectiva a las demandas del entorno académico. Este hallazgo es consistente
con lo señalado por Brozovich et al. (2024) y Lorea y Pedrón (2022), quienes también encontraron
niveles moderados de autoconfianza en sus investigaciones, sugiriendo que los estudiantes
tienden a confiar en sus capacidades para enfrentar desafíos, pero sin llegar a niveles
excesivamente altos que podrían denotar rigidez o una sobreestimación de sus habilidades.
Además, estudios como el de Wan et al. (2022) en estudiantes universitarios refuerzan esta
perspectiva al mostrar que la resiliencia, incluida la autoconfianza, actúa como un factor mediador
significativo entre el desgaste académico y la satisfacción personal. Esto sugiere que la
autoconfianza no solo ayuda a los estudiantes a enfrentar los desafíos académicos, sino que
también juega un rol crucial en la forma en que experimentan y superan el estrés académico,
promoviendo una mayor satisfacción personal en su trayectoria educativa.
De acuerdo con los resultados encontrados, la estrategia de afrontamiento predominante en
los participantes es la retirada social, una estrategia pasiva que no se enfoca en la acción directa
para resolver problemas. Este hallazgo sugiere que los estudiantes tienden a aislarse cuando
enfrentan situaciones estresantes, lo que podría reflejar una falta de estrategias para gestionar el
estrés de manera efectiva o un sentimiento de impotencia frente a los desafíos. Este resultado
contrasta con el estudio de Labrague (2024), quien en su investigación con estudiantes
universitarias encontró que las estrategias predominantes eran la resolución de problemas y la
actitud positiva, indicando que aquellos estudiantes tienden a abordar activamente las
dificultades. Asimismo, difiere del estudio realizado por Suárez-Miñaca y Shugulí (2023) en un
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contexto ecuatoriano, donde el apoyo social y el esfuerzo por tener éxito fueron las estrategias de
afrontamiento más comunes. La discrepancia entre estos estudios podría deberse a diferencias
contextuales y culturales, así como a la disponibilidad de redes de apoyo y recursos emocionales
en los entornos donde se desarrollaron las investigaciones. Es posible que los estudiantes de este
estudio enfrenten mayores barreras personales o estructurales que limiten su acceso a estrategias
de afrontamiento más activas y adaptativas, como las que implican la búsqueda de apoyo social
o la resolución de problemas.
De igual forma, los resultados muestran un nivel moderado-óptimo en estrategias de
afrontamiento activas como la resolución de problemas, la expresión emocional, la
reestructuración cognitiva y el pensamiento desiderativo, lo cual indica que los participantes
cuentan con herramientas útiles para manejar el estrés de forma adaptativa. Estas estrategias les
permiten enfrentar los problemas directamente, gestionar sus emociones y reinterpretar las
situaciones de manera más positiva. Sin embargo, estos hallazgos contrastan con los de Cuamba
y Zazueta (2020), quienes observaron una mayor prevalencia de estrategias pasivas de
afrontamiento, como la evitación de problemas y la autocrítica, las cuales son menos efectivas
para manejar situaciones estresantes a largo plazo. A pesar de esta diferencia, ambos estudios
coinciden en que el pensamiento desiderativo, que implica el uso de fantasías o deseos irreales
para enfrentar la realidad, y la retirada social muestran una prevalencia moderada. Esto sugiere
que, aunque los participantes pueden emplear estrategias activas de afrontamiento, también
recurren ocasionalmente a métodos más pasivos o evasivos, posiblemente como un mecanismo
de defensa temporal.
Con referencia a la frecuencia del nivel de resiliencia según el sexo, se observó que las
mujeres presentan niveles de resiliencia más bajos, situándose entre niveles muy bajos y bajos.
Estos resultados concuerdan con los hallazgos de Anagha y Navyashree (2020), quienes señalaron
que los hombres tienden a mostrar mayor resiliencia en contextos académicos, lo cual podría estar
influenciado por diferencias culturales, sociales o de género que afectan la forma en que cada
sexo enfrenta los desafíos académicos. Sin embargo, al comparar la resiliencia con el sexo en el
presente estudio, no se encontró una asociación estadísticamente significativa, lo que sugiere que,
aunque parece haber diferencias en la frecuencia de niveles de resiliencia entre hombres y
mujeres, estas no son lo suficientemente consistentes como para establecer una relación clara
entre el sexo y la resiliencia. Este resultado difiere de lo encontrado por Fullerton et al. (2021) en
estudiantes universitarios australianos, quienes identificaron una correlación significativa entre la
resiliencia y variables como el sexo, la personalidad y la edad.
En cuanto a las estrategias de afrontamiento comparadas según el sexo, los resultados
indican que las mujeres tienden a preferir estrategias como la retirada social, la evitación de
problemas, la reestructuración cognitiva y el apoyo social. Estas estrategias reflejan un enfoque
mixto, que incluye tanto estrategias pasivas, como la evitación, como activas, como la búsqueda
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de apoyo social. Sin embargo, la prueba de Chi Cuadrado reveló una ausencia de asociación
estadísticamente significativa entre la estrategia predominante y el sexo, lo que sugiere que,
aunque se observan tendencias diferenciales entre hombres y mujeres en cuanto a las estrategias
de afrontamiento, estas diferencias no son lo suficientemente consistentes o generalizables para
establecer una correlación clara entre el sexo y el tipo de afrontamiento utilizado. Este hallazgo
difiere de lo reportado por Martínez et al. (2023) en su estudio realizado en España con estudiantes
de Ciencias Sociales y de Salud, donde encontraron una asociación positiva entre el apoyo social-
emocional y el sexo, indicando que las mujeres, en ese contexto, se inclinan más hacia la búsqueda
de apoyo social como estrategia principal de afrontamiento. Las diferencias entre los estudios
podrían deberse a factores como el contexto académico y cultural, lo que sugiere que el impacto
del sexo en las estrategias de afrontamiento puede variar dependiendo del entorno y las demandas
específicas que enfrentan los estudiantes en sus respectivas disciplinas y culturas.
En torno a la verificación de hipótesis el análisis de correlación entre resiliencia y
afrontamiento, los resultaron evidencian que, si bien es cierto, existe ausencia de asociación entre
las variables por estar encima del valor (p<0,05), sin embargo, el coeficiente de correlación
mostró una correlación positiva débil. A diferencia de la investigación de Huanay et al. (2022),
quien encontró asociación significativa con un nivel (0,00<0,05) y una correlación
estadísticamente significativa (r= 0,00**), lo que indica una relación entre las variables, pero no
necesariamente una relación lineal directa, ya que el coeficiente de correlación es cercano a cero.
Los hallazgos descritos por (Gorozabel y Garcia, 2020; Hallen et al., 2020; Quiñonez et al., 2024)
mencionan que los niveles de resiliencia guardan una relación estrechamente significativa,
mostrando correlaciones positivas con las estrategias de afrontamiento como resolución de
problemas , apoyo social, y reestructuración cognitiva. Por su lado, Ramadianto et al. (2022)
indican en sus resultados que la prevalencia de estrategias de afrontamiento desadaptativas
relacionada con un nivel bajo de resiliencia son predictores de mayores síntomas de depresión y
ansiedad.
Los resultados también proporcionaron información relevante sobre la relación entre la
resiliencia y las variables sociodemográficas, indicando que no se encontró una asociación
estadísticamente significativa entre el nivel de resiliencia y factores como el estado civil, la
religión, el nivel socioeconómico, tener hijos o la simultaneidad de estudiar y trabajar. Este
hallazgo sugiere que, en este contexto particular, la resiliencia no parece estar directamente
influenciada por estas características sociodemográficas, lo que podría desafiar algunas hipótesis
previas sobre el impacto de dichos factores en la capacidad de afrontamiento de las personas. Sin
embargo, Santacruz-Pardo (2022) afirma que la resiliencia es un proceso dinámico y complejo,
influido por múltiples factores sociales y culturales, destacando que este proceso se ve
especialmente fortalecido cuando el individuo cuenta con una red de apoyo social consistente.
Esto implica que, aunque las variables sociodemográficas no muestren una asociación directa en
Vol. 11/ Núm. 2 2024 pág. 1089
este estudio, la resiliencia podría estar más vinculada a la calidad de las interacciones sociales y
el apoyo recibido, en lugar de a características individuales como el estado civil o el nivel
económico.
Por último, en cuanto a la relación entre las estrategias de afrontamiento predominantes y
las variables sociodemográficas, se observó una correlación negativa con el nivel socioeconómico
y una correlación positiva con el hecho de tener hijos. Estos resultados sugieren que las personas
con un nivel socioeconómico más bajo tienden a utilizar estrategias de afrontamiento más pasivas,
como la evitación de emociones y la retirada social, mientras que aquellos con hijos podrían estar
más inclinados a emplear estrategias más activas o enfocadas en la resolución de problemas, dado
que asumen mayores responsabilidades. Estos hallazgos coinciden con lo reportado por Milani y
Milani (2022), quienes identificaron una relación directa entre el estatus socioeconómico y el uso
de estrategias de afrontamiento menos adaptativas, como la evitación emocional. Esto sugiere que
las personas con menor nivel socioeconómico pueden enfrentarse a un mayor estrés financiero o
limitaciones estructurales, lo que podría dificultarles emplear estrategias más activas o enfocadas
en la acción, como la resolución de problemas. La falta de recursos y apoyo en estos entornos
podría hacer que se inclinen hacia estrategias más evasivas, lo que a largo plazo podría afectar
negativamente su bienestar emocional y su capacidad de resiliencia.
Con base en los hallazgos presentados, la prospectiva sugiere varias áreas clave para futuras
investigaciones y acciones prácticas:
Intervenciones Específicas para el Desarrollo de Resiliencia: Dado que se ha encontrado
un nivel predominantemente bajo de resiliencia y una inclinación hacia estrategias de
afrontamiento pasivas, es crucial desarrollar e implementar intervenciones dirigidas a fortalecer
la resiliencia de los participantes. Estos programas podrían centrarse en mejorar las estrategias de
afrontamiento activas, como la resolución de problemas y la expresión emocional, y en ofrecer
apoyo emocional y social. Además, es importante diseñar estas intervenciones teniendo en cuenta
las características sociodemográficas de los participantes para maximizar su efectividad.
Adaptación de Estrategias según el Contexto Sociodemográfico: La ausencia de una
asociación significativa entre la resiliencia y variables sociodemográficas como el estado civil, la
religión y el nivel socioeconómico en el presente estudio sugiere que la resiliencia puede estar
más influenciada por factores contextuales y personales. Es recomendable explorar cómo estas
variables interactúan con otras dimensiones de la resiliencia en diferentes contextos para
desarrollar estrategias más adaptadas a las necesidades específicas de cada grupo demográfico.
Exploración de Factores Culturales y Contextuales: Los resultados que indican una
preferencia por la retirada social y la evitación en lugar de estrategias activas podrían estar
relacionados con factores culturales o contextuales.
Entre las limitaciones del estudio, se evidenció la distribución poco homogénea del sexo,
ya que fue evidente que hubo más mujeres que hombres. Es importante considerar la presencia
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de un sesgo por deseabilidad social al llenar los instrumentos, ya que todos los seres humanos
buscan la aceptación social. Además, no se abarca variables relevantes para el estudio,
mayormente relacionadas con los estudiantes universitarios, como con quién vive, semestre
académico, la carrera, promedio académico, lo que podría limitar una comprensión a profundidad
sobre la relación de resiliencia, estrategias de afrontamiento y variables sociodemográficas.
Para futuras investigaciones, se recomienda profundizar en las variables con mayor detalle
y considerar la influencia de otras variables sociodemográficas, por ejemplo, el acceso a salud, el
estilo de vida, el haber asistido a psicoterapia o el tipo de carrera de los universitarios. Estas son
variables que pueden enriquecer el estudio.
CONCLUSIONES
Se dio a conocer que el nivel de resiliencia en la muestra investigada es muy bajo. Entre
las dimensiones de la resiliencia, la autoconfianza y satisfacción personal presentaron niveles
moderados-altos. En lo que concierne a las estrategias de afrontamiento, los estudiantes
universitarios utilizan mayormente la retirada social para sobrellevar las situaciones estresantes
que generan malestar. Se observó que las estrategias como reestructuración cognitiva, retirada
social y apoyo social se encuentran en un nivel moderado, lo cual es beneficioso, para evitar un
desequilibrio con el mal manejo de las estrategias pasivas.
En cuanto a la comparación de las variables según el sexo, se determinó que las mujeres
presentan niveles bajos y muy bajos de resiliencia. Con relación a las estrategias de afrontamiento,
al parecer la mayor parte de mujeres se inclinan por estrategias como retirada social, apoyo social,
evitación de problemas y reestructuración cognitiva. Sin embargo, el sexo no influye en el nivel
de resiliencia ni prevalencia de estrategias de afrontamiento.
Finalmente, esta investigación demuestra que la resiliencia y las estrategias de
afrontamiento no guardan relación estadísticamente significativa; si bien esto es cierto, el
coeficiente de correlación arrojo una asociación positiva débil. Al hablar de variables
sociodemográficas, el nivel de resiliencia mostró una ausencia de relación estadísticamente
significativa. Sin embargo, la habilidad de afrontamiento reporto una correlación negativa con el
estatus socioeconómico y una correlación positiva con el hecho de tener hijos. Estos hallazgos
sugieren la necesidad de plantear propuestas de intervención para trabajar los factores de riesgo
que reducen el nivel de resiliencia en los universitarios. Y de esta manera facilitar la adaptación
en el entorno universitario y superación de las metas.
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