Vol. 11/ Núm. 2 2024 pág. 1394
personas naturales, lo transmiten de una generación a la siguiente y, en este entramado los
profesores de ciencias, lideran la alfabetización científica y cultura científica en los estudiantes.
Entender la cultura científica en la actualidad implica reconocer que se trata, de acuerdo
con el criterio de López 2011, de un “conjunto de conocimientos no especializados de las diversas
ramas del saber científico que permiten desarrollar un juicio crítico sobre las mismas y que
idealmente poseería cualquier persona educada”. Que este conjunto de conocimientos respalda la
asimilación de un sistema de valores relacionados con la construcción y utilización del
conocimiento científico, así como con el desarrollo de habilidades para la vida que permiten la
comprensión de la naturaleza de la ciencia y del método científico como guía para la solución de
problemas de la vida cotidiana.
En consonancia con lo anterior, para los autores Snow y Dibner 2016 la cultura científica
se entiende como: "…la disposición y el conocimiento necesarios para involucrarse en temas de
ciencia, tanto en la vida personal como en el marco de cuestiones cívicas suscitadas por el uso de
la ciencia y la tecnología…". Desde esta perspectiva implica que los seres humanos se involucren
en la identificación y debate de los dilemas morales relacionados con el desarrollo científico
tecnológico.
Se coincide con Muguruza, Álvarez y Álvarez (2011) cuando plantearon que: la formación
y desarrollo de la cultura científica en todos los niveles educacionales, constituye una meta
impostergable de la época actual, que debe emprenderse por todas las vías posibles, tanto las
populares como las especializadas, en pos del desarrollo integral de los estudiantes y la formación
permanente de los profesores.
A tono con el avance de las investigaciones en torno a este concepto, Cuba no ha estado
exenta, y, la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, ha tenido experiencias
pedagógicas importantes que han trascendido en el contexto educativo y constituyen referente
para nuevas investigaciones. En la década de los años noventa del siglo XX, los profesores
Rolando y Pablo Valdés Castro trabajaron en el desarrollo de la temática orientación sociocultural
de la enseñanza de las ciencias, alertando sobre la necesidad de transformar los currículos en
función de un acercamiento de las actividades educativas que se realizan y los rasgos de la
actividad científico investigadora.
Para el año 2001, Salazar aportó una definición de cultura científica que plantea: es la
expresión de los valores materiales y espirituales resultados del trabajo científico en su devenir
social y que son conservados, reproducidos e incorporados a la propia actividad humana para
crear nuevos valores.
Por su parte, Addine, en el año 2005 planteó: “es la parte de la cultura, que posibilita al
hombre conformar explicaciones, interpretaciones y predicciones, acerca de fenómenos y
procesos desde lo más avanzado de la ciencia a fin de satisfacer necesidades e intereses. Incluye,
habilidades, sentimientos y modos de actuación, dirigidos a interactuar creadoramente con la