Vol. 11/ Núm. 2 2024 pág. 1902
INTRODUCCIÓN
El pasado 5 de febrero de 2024, en México, el Ejecutivo Federal envió a la Cámara de
Diputados un paquete de 18 reformas constitucionales y 2 a leyes secundarias. Estas propuestas
abarcan una amplia gama de temas, incluyendo cambios en materia penal, transporte ferroviario,
industrias estratégicas, salud, medio ambiente, derechos laborales, sistema electoral, austeridad
republicana, bienestar social, simplificación orgánica, seguridad pública, pensiones, reforma al
Poder Judicial, derechos de pueblos indígenas y afromexicanos, protección animal y
simplificación administrativa.
Entre estas iniciativas, la reforma al Poder Judicial destaca como una de las más
significativas y controvertidas (Sistema de Información Legislativa de la Secretaría de
Gobernación, 2024). Esta propuesta busca transformar esencialmente la estructura y
funcionamiento del sistema judicial mexicano. Los cambios más notables incluyen la reducción
del número de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de 11 a 9, la
implementación de la elección popular de jueces, magistrados y ministros, la sustitución del
Consejo de la Judicatura Federal por un Tribunal de Disciplina Judicial, y la imposición de plazos
más estrictos para la resolución de casos. Esta reforma es parte de una agenda más amplia de
transformaciones institucionales propuestas por el presidente Andrés Manuel López Obrador y
respaldadas por el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, que busca, según su
perspectiva, democratizar y hacer más eficiente el sistema de justicia en México. Sin embargo, ha
generado un intenso debate sobre sus posibles implicaciones para la independencia judicial y el
equilibrio de poderes en el país.
El problema central que se aborda es el riesgo de que estos cambios puedan comprometer
la imparcialidad y autonomía judicial, convirtiéndose en herramientas para consolidar el poder
político. La importancia de este tema radica en la necesidad de asegurar que el Poder Judicial
funcione como un contrapeso efectivo en la democracia, garantizando la justicia y equidad.
Desde una perspectiva histórica, las reformas judiciales en México han sido una constante
en la búsqueda de un sistema más justo y eficiente. La reforma de 1994, por ejemplo, introdujo
cambios significativos al establecer un sistema más estructurado para la elección y promoción de
jueces, asegurando la independencia judicial (Sistema de Información Legislativa de la Secretaría
de Gobernación, 2024). Sin embargo, la actual propuesta de reforma ha generado preocupaciones
debido a su enfoque en la elección popular de jueces, un método que, según experiencias
internacionales, puede llevar a la politización del sistema judicial. En Bolivia, la reforma
constitucional de 2009 que implementó la elección de jueces mediante el voto popular no logró
aumentar la legitimidad ni mejorar la calidad judicial (Constitución Política del Estado de Bolivia,
2009). Investigaciones posteriores revelaron que el proceso de preselección de candidatos estuvo