Vol. 11/ Núm. 2 2024 pág. 2719
https://doi.org/10.69639/arandu.v11i2.461
El pensamiento complejo en las microfinanzas: teorías y
desafíos para la inclusión financiera
Complex thinking in microfinance: theories and challenges for financial inclusion
Paola Martina Pucha Medina
pumepm@hotmail.com
https://orcid.org/0000-0002-4712-7661
Universidad Nacional Experimental Sur del Lago Jesús María Semprum - UNESUR
Santa Barbara de Zulia Venezuela
Luis Guillermo Ferrer Alaña
ferrerl@unesur.edu.ve
https://orcid.org/0000-0002-5801-5825
Universidad Nacional Experimental Sur del Lago Jesús María Semprum - UNESUR
Santa Barbara de Zulia Venezuela
Artículo recibido: 11 noviembre 2024 - Aceptado para publicación: 26 diciembre 2024
Conflictos de intereses: Ninguno que declarar
RESUMEN
A pesar de los esfuerzos por promover la inclusión financiera, las microfinanzas siguen
enfrentando retos complejos que no pueden ser resueltos con enfoques simplistas. Este artículo
propone que el pensamiento complejo, al abordar las interconexiones entre factores económicos,
sociales y culturales, puede ofrecer soluciones más efectivas y sostenibles. En lugar de centrarse
únicamente en la provisión de crédito, el pensamiento complejo invita a un enfoque holístico que
considere las causas profundas de la exclusión financiera, tales como las barreras sociales y
psicológicas que a menudo quedan fuera de los modelos tradicionales. El estudio subraya que,
aunque la adopción de este enfoque es desafiante debido a la resistencia al cambio y a la falta de
recursos, sus beneficios son notables. Implementar políticas y prácticas que integren estas
perspectivas puede transformar la forma en que las instituciones microfinancieras interactúan con
los más vulnerables, favoreciendo no solo la inclusión financiera, sino también el desarrollo
humano y social. El pensamiento complejo no solo destaca la necesidad de adaptar las soluciones
a contextos específicos, sino también de promover un cambio cultural dentro de las
organizaciones microfinancieras. Este artículo ofrece un marco analítico que ayuda a diseñar
estrategias más adaptativas y resilientes, orientadas a un desarrollo financiero inclusivo,
equitativo y sostenible.
Palabras clave: pensamiento complejo, microfinanzas, teorías, desafíos, inclusión
financiera
Vol. 11/ Núm. 2 2024 pág. 2720
ABSTRACT
Despite efforts to promote financial inclusion, microfinance continues to face complex challenges
that cannot be addressed with simplistic approaches. This article argues that complex thinking,
by addressing the interconnections between economic, social, and cultural factors, can offer more
effective and sustainable solutions. Rather than focusing solely on credit provision, complex
thinking encourages a holistic approach that considers the root causes of financial exclusion, such
as social and psychological barriers that are often overlooked by traditional models. The study
highlights that, while adopting this approach is challenging due to resistance to change and a lack
of resources, its benefits are significant. Implementing policies and practices that integrate these
perspectives can transform the way microfinance institutions interact with the most vulnerable,
promoting not only financial inclusion but also human and social development. Complex thinking
not only emphasizes the need to tailor solutions to specific contexts but also to foster a cultural
shift within microfinance organizations. This article provides an analytical framework that helps
design more adaptive and resilient strategies, aimed at inclusive, equitable, and sustainable
financial development.
Keywords: complex thinking, microfinance, theories, challenges, financial inclusion
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INTRODUCCIÓN
En las últimas décadas las microfinanzas y la inclusión financiera ha traído un interés
significativo entre los investigadores, formuladores de políticas y profesionales, al constituirse en
objeto de estudio relevante tanto en la teoría como en la práctica . Por un lado, los académicos
coinciden en que las microfinanzas constituyen una herramienta fundamental para la promoción
del desarrollo económico y la inclusión financiera (Mishra et al., 2024; Qing et al., 2024). No
obstante, su implementación presenta logros y limitaciones que exigen un análisis crítico y
multidimensional, vista desde el pensamiento complejo de Morin (2005). Este trabajo tiene como
propósito examinar cómo el pensamiento complejo contribuye a una comprensión más integral y
precisa de las microfinanzas en contextos socioeconómicos complejos.
Desde su origen, las microfinanzas han evidenciado su potencial para facilitar el acceso a
recursos financieros a poblaciones marginadas, promoviendo el emprendimiento, la mejora de
condiciones sociales y el desarrollo local (Ashraf et al., 2014; Banerjee & Jackson, 2017; Mishra
et al., 2024). Sin embargo, estudios recientes señalan importantes limitaciones, tales como la
insostenibilidad financiera a largo plazo, las altas tasas de interés, el sobreendeudamiento y el
impacto limitado en el incremento sostenido de los ingresos de los beneficiarios. Estas
dificultades ponen de manifiesto la necesidad de repensar los marcos analíticos desde una
perspectiva que permita integrar las diversas dimensiones económicas, sociales y culturales
involucradas en las microfinanzas.
El pensamiento complejo, sustentado en las aportaciones de Morin (2005), se presenta
como un enfoque teórico idóneo para analizar las microfinanzas desde una perspectiva sistémica
y multidimensional. Este enfoque reconoce las interacciones no lineales entre actores e
instituciones, así como los efectos emergentes que derivan de dichas interacciones. Concebir las
microfinanzas como un sistema complejo permite comprender cómo factores como las políticas
públicas, las instituciones financieras, los prestatarios y sus redes sociales interactúan de manera
dinámica, generando resultados que no siempre son previsibles. Desde esta perspectiva, el
pensamiento complejo ofrece un marco analítico más robusto y adaptable, especialmente
pertinente para enfrentar los desafíos de inclusión financiera en economías emergentes.
El estudio se contextualiza en economías emergentes, donde las microfinanzas han sido
implementadas como una estrategia clave para reducir la pobreza y fomentar el desarrollo
económico, particularmente en zonas rurales y comunidades vulnerables. No obstante, el impacto
limitado de estas intervenciones en algunos casos, refleja la necesidad de enfoques más integrales
y resilientes que consideren la complejidad de los entornos socioeconómicos en los que operan.
El pensamiento complejo, al ofrecer una mirada sistémica, se convierte en una herramienta teórica
y metodológica adecuada para este análisis.
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El interés creciente por las teorías que sustentan las microfinanzas, junto con la complejidad
inherente a los desafíos de la inclusión financiera, ha dado lugar a un conjunto amplio y diverso
de investigaciones. Sin embargo, la comprensión de las tendencias, los hallazgos clave y el
alcance de estas investigaciones sigue siendo limitada debido a la naturaleza interdisciplinaria del
campo. Este estudio busca contribuir al análisis crítico del papel del pensamiento complejo en el
ámbito de las microfinanzas, evaluando su capacidad para abordar los retos asociados con la
inclusión financiera. En este marco, se establecen tres objetivos específicos: (1) identificar y
analizar las principales limitaciones y críticas al modelo tradicional de microfinanzas, (2)
examinar las bases teóricas de las microfinanzas desde la perspectiva del pensamiento complejo,
y (3) proponer un marco analítico que, fundamentado en el pensamiento complejo, permita
diseñar estrategias y políticas más resilientes y adaptativas para el sector.
Aunque el pensamiento complejo abarca una amplia gama de perspectivas teóricas y
metodológicas aplicables a diversas disciplinas, este estudio se enfoca en su relación con las
microfinanzas, explorando cómo este enfoque puede contribuir al diseño de estrategias más
integradoras y adaptativas para la inclusión financiera. Se examinan los principios fundamentales
del pensamiento complejo, propuestos por Edgar Morin, y su aplicabilidad para abordar los retos
sistémicos en las microfinanzas, como la atención a poblaciones vulnerables, las dinámicas
sociales y culturales, y la sostenibilidad de los modelos de negocio.
El estudio analiza literatura académica publicada en revistas indexadas y bases de datos
reconocidas, como Scopus, Web of Science y Abi Collection, incluyendo artículos, actas de
congresos y revisiones teóricas. El periodo considerado abarca desde principios del siglo XXI
hasta la actualidad, dado el auge de investigaciones que integran enfoques multidisciplinarios en
las microfinanzas. Asimismo, se delimita al contexto latinoamericano donde se evalúan las
particularidades culturales, económicas y normativas que influyen en la adopción de prácticas
basadas en el pensamiento complejo. El análisis excluye fuentes no revisadas por pares y enfoques
que no aborden directamente la intersección entre pensamiento complejo y microfinanzas.
MATERIALES Y MÉTODOS
El enfoque metodológico de este estudio recayó sobre lo cualitativo, orientado hacia la
comprensión de las teorías fundamentales dentro del campo de las microfinanzas y sus desafíos
asociados a la inclusión financiera. Este diseño se apoyó en un tipo de investigación exploratorio
y descriptivo, lo que permite analizar de manera integral las dinámicas del sector. La investigación
no busca establecer relaciones causales ni intervenciones prácticas, sino profundizar en el
entendimiento teórico y conceptual del fenómeno.
El diseño es no experimental, ya que no se manipulan variables ni se intervienen en las
prácticas microfinancieras. En cambio, se centra en el análisis de fenómenos existentes mediante
observación y análisis documental. Asimismo, el estudio es de corte transversal, pues se revisa la
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literatura y las teorías sin limitarse a un período de tiempo específico. Para la recolección de datos,
se emplearon los siguientes métodos:
Revisión bibliográfica: Se recopiló literatura académica relevante de bases de datos
reconocidas como Scopus, Web of Science y ABI/INFORM Collection. Esta revisión abarcó
artículos, libros y estudios de caso que exploran teorías clave en microfinanzas y su impacto en
la inclusión financiera. El análisis no se restringió a un período particular, dado el carácter
evolutivo del campo, pero priorizó investigaciones desde inicios del siglo XXI.
Análisis documental: Se revisaron informes institucionales, políticas públicas y estudios
de caso de instituciones microfinancieras. Este análisis permitió identificar aplicaciones prácticas
del pensamiento complejo en microfinanzas, tanto en el diseño de estrategias como en la
implementación de programas a nivel global.
Para garantizar la validez y confiabilidad de los resultados, se empleó una triangulación de
fuentes, combinando literatura académica, estudios de caso y documentos institucionales.
Además, se utilizaron técnicas de análisis cualitativo como la codificación temática, lo que
permitió organizar los datos recopilados en categorías, identificar patrones y destacar conceptos
clave.
Finalmente, se examinaron los principios del pensamiento complejo, particularmente los
propuestos por Edgar Morin, y su aplicabilidad al diseño de estrategias más integradoras en
microfinanzas. Este marco teórico fue analizado bajo el contexto latinoamericano, considerando
las particularidades culturales, económicas y normativas de la región. Las conclusiones se limitan
a las investigaciones revisadas y no incluyen enfoques que no traten explícitamente la intersección
entre pensamiento complejo y microfinanzas.
RESULTADOS
Los resultados del estudio confirman el cumplimiento de los tres objetivos planteados,
destacando la relevancia del pensamiento complejo como herramienta analítica para abordar los
desafíos de las microfinanzas y la inclusión financiera. Se identificaron las principales
limitaciones del modelo tradicional, relacionadas con su falta de adaptabilidad y enfoque limitado
en impactos sociales; se analizaron las bases teóricas desde la perspectiva del pensamiento
complejo, revelando su potencial para interpretar las microfinanzas como un sistema dinámico e
interconectado; y se propuso un marco analítico que prioriza la resiliencia y adaptabilidad en el
diseño de estrategias. Estos hallazgos aportan una comprensión integral y renovada del sector,
sentando bases sólidas para el desarrollo de políticas más inclusivas y sostenibles.
Modelos tradicionales de microfinanzas
Las microfinanzas, entendidas como un conjunto de servicios financieros dirigidos a
personas de bajos ingresos, han sido fundamentales en la promoción de la inclusión financiera y
el alivio de la pobreza en contextos donde las estructuras bancarias tradicionales no llegan. Su
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creación, impulsada por la necesidad de ofrecer acceso a créditos y servicios financieros a quienes
no poseen garantías tangibles, tiene sus raíces en el trabajo pionero de Muhammad Yunus, quien
fundó el Grameen Bank en Bangladesh en la década de 1970 (Maldonado-Castro et al., 2024;
Yunus, 2003). Desde su inicio, el objetivo de las microfinanzas ha sido proporcionar acceso a
recursos financieros para emprendedores y comunidades vulnerables, promoviendo la autonomía
económica y reduciendo las barreras estructurales que impiden el desarrollo económico sostenible
(Kendo & Tchakounte, 2022; Wakibi et al., 2024). En este sentido, las microfinanzas han sido
vistas no solo como una herramienta de inclusión financiera, sino como un vehículo para lograr
metas sociales y económicas más amplias (Ledgerwood, 2013; Pattnaik et al., 2024).
A lo largo de su evolución, los modelos de microfinanzas se han diversificado para
responder a los distintos contextos sociopolíticos y económicos en los que operan. Uno de los
enfoques más destacados es el modelo Grameen, basado en la garantía grupal, que ha sido
ampliamente replicado en diversas regiones del mundo (Cull et al., 2018). Este modelo fomenta
la cooperación entre los miembros de un grupo, permitiendo la concesión de préstamos sin
necesidad de garantías materiales y mitigando los riesgos asociados con el crédito
(Alimukhamedova et al., 2017). Sin embargo, con el paso del tiempo, surgieron otros enfoques,
como los préstamos individuales, que priorizan una evaluación personalizada del riesgo crediticio
y que han ganado relevancia, particularmente en contextos urbanos y con prestatarios que pueden
demostrar capacidad de pago mediante registros crediticios (Okoye & Siwale, 2017). Además, el
modelo cooperativo, ampliamente extendido en América Latina y Europa, incorpora principios
de gobernanza democrática y tiene como base el fortalecimiento de las estructuras locales de
ahorro y crédito (Ali et al., 2021). En las últimas décadas, el modelo de microfinanzas digitales
ha cobrado relevancia, utilizando plataformas tecnológicas para alcanzar a una mayor base de
usuarios, lo que ha permitido una expansión significativa de los servicios financieros en regiones
como África y Asia (Binaluyo et al., 2024; Chmelíková et al., 2021). Estos diferentes modelos,
en su conjunto, reflejan la adaptación de las microfinanzas a las complejas dinámicas económicas,
sociales y regulatorias de los países en los que operan.
A pesar de su relevancia en la expansión de la inclusión financiera, el modelo tradicional
de microfinanzas ha sido objeto de diversas críticas que cuestionan su efectividad y su capacidad
para generar un cambio profundo y duradero en las comunidades a las que está destinado. Si bien
el acceso al crédito ha permitido a millones de personas mejorar su situación económica, las
limitaciones inherentes al modelo han sido señaladas por estudios recientes, que advierten sobre
la necesidad de replantear algunas de sus premisas fundamentales.
Una de las críticas más destacadas es la sostenibilidad financiera de las instituciones
microfinancieras. Aunque muchas de estas entidades han logrado generar una rentabilidad
considerable, esta no siempre se traduce en estabilidad a largo plazo. El modelo tradicional
depende en gran medida de fuentes externas de financiamiento, como subsidios o inversiones de
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impacto, lo que genera incertidumbre sobre su capacidad para operar de forma autónoma y
sostenible sin el apoyo constante de estas fuentes (Leipziper & Zinn, 2021; Leite et al., 2019;
Morduch, 1999; Muyeed & Han, 2024). En este sentido, la rentabilidad a corto plazo no siempre
se alinea con la viabilidad a largo plazo, lo que limita el alcance y la profundidad del impacto
social deseado.
Otra limitación importante radica en la oferta limitada de productos financieros. El
microcrédito, aunque fundamental, no siempre satisface las necesidades más amplias de los
clientes, quienes a menudo carecen de acceso a servicios complementarios como productos de
ahorro, seguros o instrumentos financieros adaptados a sus necesidades cambiantes(Ribeiro et al.,
2022). La ausencia de esta gama de servicios puede generar una desconexión entre las
expectativas de los prestatarios y la oferta disponible, lo que reduce las posibilidades de mejorar
de manera integral su bienestar económico y social (Dorfleitner et al., 2019; Rhyne, 2001). En
este contexto, el modelo tradicional puede verse como insuficiente para abordar las diversas
dimensiones de la pobreza y el desarrollo económico de los prestatarios.
El costo de los microcréditos ha sido otro de los puntos recurrentes de crítica. Las tasas de
interés aplicadas, justificadas por los elevados costos operativos asociados a la gestión de
pequeños préstamos, pueden resultar en condiciones desfavorables para los prestatarios, quienes
en ocasiones se ven atrapados en un ciclo de endeudamiento. Aunque el microcrédito puede
facilitar el acceso al capital, las altas tasas de interés y los plazos de pago pueden dificultar el
proceso de reembolso, afectando la capacidad de los prestatarios para generar un impacto
significativo en sus negocios o en su calidad de vida (Akter et al., 2021; Beg et al., 2024; Cull et
al., 2009). Esto subraya la necesidad de repensar los modelos de fijación de precios en el sector
de microfinanzas, con el fin de equilibrar la sostenibilidad financiera de las instituciones con la
capacidad de los prestatarios para cumplir con sus compromisos.
Además, el enfoque limitado en el desarrollo humano y social ha sido una de las críticas
más relevantes. Aunque el acceso al crédito es un primer paso hacia la inclusión financiera, no
aborda de manera suficiente otros factores clave que condicionan el éxito económico de los
prestatarios, como la educación financiera, la capacitación empresarial o el acceso a servicios de
salud. Este enfoque parcial puede generar resultados limitados en términos de empoderamiento y
mejora sostenible de las condiciones de vida, ya que el crédito por solo no es suficiente para
transformar de manera integral las realidades socioeconómicas de los beneficiarios (Pattnaik et
al., 2024; Pitt & Khandker, 1998; Sulemana et al., 2023). En este sentido, el modelo tradicional
ha sido percibido como insuficiente para promover un cambio estructural en la vida de las
personas más vulnerables.
Por último, las estrategias de evaluación de crédito adoptadas por muchas instituciones
microfinancieras también han sido objeto de debate. En muchos casos, las decisiones crediticias
se basan en criterios formales que no siempre reflejan adecuadamente la capacidad de pago o el
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contexto social y económico de los prestatarios. Este enfoque puede dar lugar a una asignación
subóptima de recursos, lo que, a su vez, incrementa los riesgos de morosidad y pone en peligro la
estabilidad financiera de las instituciones. La tendencia a centrarse en garantías materiales, por
ejemplo, puede pasar por alto el potencial de los prestatarios para generar ingresos de manera
sostenible o el impacto de factores externos que influyen en su capacidad de repago (Cunha et al.,
2021; Lopatta et al., 2017; Maldonado & González-Vega, 2008; Streimikiene et al., 2023; Xianzhi
et al., 2013).
Aunque el modelo tradicional de microfinanzas ha desempeñado un papel crucial en la
inclusión financiera, las limitaciones señaladas subrayan la necesidad de una reorientación hacia
un enfoque más integral, que no solo priorice la rentabilidad y el acceso al crédito, sino también
la sostenibilidad a largo plazo, la diversificación de productos financieros y el empoderamiento
de los prestatarios en un sentido más amplio. Estas críticas apuntan a la urgencia de redefinir las
estrategias y prácticas del sector, para garantizar que las microfinanzas puedan seguir cumpliendo
con su misión de reducir la pobreza de manera efectiva y duradera.
Teorías enmarcadas en las microfinanzas desde el pensamiento complejo
El pensamiento complejo, formulado principalmente por Edgar Morin (Introducción al
pensamiento complejo, 1990), se basa en la interconexión de múltiples dimensiones de la realidad,
promoviendo una visión integradora y no reduccionista de los fenómenos. Este enfoque desafía
los paradigmas tradicionales que fragmentan el conocimiento, proponiendo en cambio una
perspectiva holística que considera la incertidumbre, la retroalimentación y las interacciones
dinámicas dentro de los sistemas. Entre sus principios fundamentales destacan la noción de
organización como un proceso autopoiético, la contextualización de los elementos dentro de un
todo mayor y la aceptación de la incertidumbre como inherente a los sistemas complejos. Estas
ideas permiten comprender cómo los sistemas financieros, particularmente las microfinanzas,
operan dentro de redes interdependientes que incluyen factores económicos, sociales, culturales
y tecnológicos (Ledgerwood, 2013; Mishra et al., 2024; Muyeed & Han, 2024; Qing et al., 2024;
Yasmin et al., 2024a).
En el contexto de los sistemas financieros, el pensamiento complejo ofrece un marco
teórico para analizar fenómenos como la inclusión financiera desde un enfoque sistémico y
multidimensional. Las microfinanzas, concebidas como una herramienta para superar barreras de
acceso financiero, se enfrentan a desafíos complejos relacionados con la sostenibilidad, la
diversificación de productos y servicios, y la adaptación a las necesidades específicas de los
usuarios (Mishra et al., 2024). Aplicar el pensamiento complejo implica reconocer que las
microfinanzas no son soluciones aisladas, sino componentes de sistemas económicos y sociales
interconectados. Esta perspectiva permite abordar cuestiones como el impacto de las políticas
regulatorias, las dinámicas de poder en las relaciones cliente-institución, y la influencia de las
tecnologías emergentes en la estructura y funcionamiento de los sistemas financieros,
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promoviendo soluciones más inclusivas y sostenibles (Fonseca et al., 2024; Morshed et al., 2020;
Muyeed & Han, 2024).
Bajo este contexto, la relación entre las microfinanzas y el pensamiento complejo ha
generado un creciente interés académico en los últimos años, particularmente en lo que respecta
a la sostenibilidad a largo plazo de estas instituciones y su impacto en las comunidades. Tres
teorías clave: la Teoría del Desarrollo Sostenible, la Teoría de la Inclusión Financiera y la Teoría
de las Microfinanzas Sostenibles, se han utilizado para investigar cómo las microfinanzas pueden
contribuir al bienestar económico y social sin comprometer los recursos y capacidades del futuro
(Grupo Banco Mundial, 2020; Mishra et al., 2024; Morshed et al., 2020). Aunque estas teorías
comparten objetivos comunes, adoptan enfoques distintos que merecen ser analizadas y discutidos
a partir de estudios previos.
La Teoría del Desarrollo Sostenible, emergida en las últimas cadas del siglo XX,
promueve un equilibrio dinámico entre el crecimiento económico, la equidad social y la
protección del medio ambiente. Esta teoría se fundamenta en el informe "Nuestro Futuro Común"
de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, donde se establece que el
desarrollo sostenible es aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer la
capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades. Esta definición
subraya la interdependencia de los problemas ambientales, sociales y económicos, invitando a
una reflexión sobre la necesidad de abordarlos de manera integrada y adaptativa.
Los tres pilares fundamentales de la Teoría del Desarrollo Sostenible, que son la
sostenibilidad económica, social y ambiental, no pueden entenderse como entidades aisladas, sino
como elementos interrelacionados que deben trabajarse simultáneamente. Esta interacción sugiere
que los sistemas microfinancieros deben ser gestionados de manera flexible, reconociendo la
complejidad de los problemas que enfrentan, como la necesidad de rentabilidad, la inclusión
social y la conservación ambiental (Sachs, 2015). Así, las microfinancieras, en lugar de considerar
cada dimensión por separado, deben abordar las interacciones entre estas, reflejando la
complejidad inherente a los sistemas en los que operan.
En el ámbito de las microfinanzas, la aplicación de la Teoría del Desarrollo Sostenible no
busca únicamente la rentabilidad económica, sino también un equilibrio con la responsabilidad
social y ambiental. En lugar de tratar cada dimensión por separado, se promueve una comprensión
de que estas dimensiones se influyen mutuamente, y cualquier cambio en una afecta a las demás.
Esta visión es clave cuando las microfinancieras adoptan prácticas como la inclusión financiera,
la equidad de género y la financiación de proyectos ecológicos, reconociendo que cada decisión
tomada debe ser vista dentro del entramado de interacciones que constituyen el sistema
socioeconómico y ambiental (Chen et al., 2017).
El pensamiento complejo también nos invita a repensar la relación entre la rentabilidad y
la sostenibilidad, entendiendo que el enfoque tradicional, que busca maximizar uno a expensas
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del otro, no refleja la complejidad del contexto en el que operan las microfinancieras.
Investigaciones como las de Koutoupis & Malisiovas (2023) argumentan que, si bien la
sostenibilidad puede ser vista como un reto en términos financieros, su integración de manera
holística a las operaciones microfinancieras puede generar valor a largo plazo, especialmente al
considerar los efectos acumulativos de la pobreza y la degradación ambiental. Por tanto, los
objetivos económicos, sociales y ambientales no son antagonistas, sino aspectos complementarios
dentro de un sistema dinámico.
La vigencia de la Teoría del Desarrollo Sostenible en la actualidad se puede entender como
una respuesta a la creciente conciencia global sobre la necesidad de integrar las dimensiones
económicas, sociales y ambientales. Frente a desafíos globales como el cambio climático y la
pobreza, este enfoque permite afrontar los problemas de manera interrelacionada, reconociendo
la interdependencia de los sistemas en los que se desarrollan las comunidades y las
microfinancieras. La aplicación de esta teoría no solo responde a la necesidad de resolver
problemas inmediatos, sino que se orienta a construir resiliencia a largo plazo, ajustándose
continuamente a las condiciones cambiantes del entorno global (Sachs, 2015).
Finalmente, la discusión entre las investigaciones previas, como las de Chen et al. (2017)
y Koutoupis & Malisiovas (2023), subraya la necesidad de repensar el equilibrio entre
rentabilidad y sostenibilidad. Mientras que Chen et al. (2017) defienden la importancia de un
control interno que permita equilibrar estos principios de manera efectiva, Koutoupis &
Malisiovas (2023) destacan que las microfinancieras deben ser conscientes de los costos
asociados con la sostenibilidad. Este debate invita a ver la sostenibilidad no como un obstáculo,
sino como un proceso interconectado que puede potenciar las capacidades adaptativas de las
microfinancieras en un mundo cada vez más interdependiente y cambiante.
Por otro lado, la Teoría de la Inclusión Financiera, ampliamente desarrollada por autores
como Beck et al. (2007), ha emergido como un pilar fundamental en los estudios sobre
microfinanzas, destacándose como un medio esencial para garantizar el acceso de las poblaciones
más vulnerables a los servicios financieros. Esta inclusión implica la ampliación del acceso a
servicios como crédito, ahorro, seguros y pagos, lo cual ha demostrado tener beneficios sociales
significativos, como el aumento de la autonomía económica y la mejora de las condiciones de
vida de los individuos. Sin embargo, es importante destacar que este proceso debe ser entendido
dentro de un enfoque sistémico e interrelacionado que considere factores sociales, económicos y
culturales, ya que su impacto no depende únicamente de la disponibilidad de servicios financieros,
sino de la interacción entre diversos actores y condiciones contextuales.
En este sentido, la inclusión financiera en el contexto de las microfinanzas requiere un
marco que no solo se limite a proveer acceso a recursos, sino que también implique la gestión
adecuada de los riesgos asociados. Investigaciones como las de Abiodun (2020) han señalado
que, aunque el acceso al crédito puede mejorar la autonomía económica de los individuos, una
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inclusión sin una regulación adecuada y sin prácticas de gestión de riesgos puede conducir a un
ciclo de endeudamiento insostenible. Esto pone de manifiesto que la inclusión financiera debe ser
acompañada de un control adecuado sobre los riesgos y de una cultura financiera que permita a
los individuos gestionar de manera efectiva sus deudas y recursos, evitando efectos adversos sobre
la estabilidad económica de las personas y las instituciones microfinancieras.
El concepto de inclusión financiera, desde la perspectiva del pensamiento complejo, debe
ser abordado no como un proceso aislado, sino como parte de un sistema dinámico en el cual las
interacciones entre los factores sociales, económicos y ambientales son cruciales. Este enfoque
resalta la importancia de considerar las condiciones estructurales y sociales de las comunidades
al diseñar políticas de inclusión financiera. Según Koutoupis & Malisiovas (2023), las políticas
que no toman en cuenta estos factores interrelacionados pueden generar efectos no deseados,
como el aumento de la desigualdad o la creación de brechas más profundas entre los que tienen
acceso y los que no lo tienen. De esta forma, la inclusión financiera debe ser vista como una parte
de un proceso más amplio que incluye la educación financiera, el fortalecimiento de la confianza
en las instituciones y la promoción de la transparencia en la gestión financiera.
Desde una perspectiva holística, la inclusión financiera busca no solo el acceso a servicios
financieros, sino también el fomento de una economía más inclusiva y sostenible. La educación
financiera juega un papel clave en este proceso, ya que proporciona a los individuos las
herramientas necesarias para tomar decisiones informadas y gestionar sus recursos de manera
efectiva. Según estudios como el de Pham (2021), la educación financiera reduce los riesgos
asociados con el endeudamiento excesivo y asegura que la inclusión financiera no se convierta en
un factor de inestabilidad. Además, es fundamental que las instituciones microfinancieras
implementen políticas que promuevan la transparencia y la sostenibilidad a largo plazo, para
evitar que la inclusión financiera se transforme en un proceso contraproducente para los
prestatarios.
La relación entre inclusión financiera y sostenibilidad es un tema de creciente importancia,
especialmente en un contexto global donde la integración de las dimensiones económicas, sociales
y ambientales es esencial para garantizar un desarrollo equilibrado. Zhou et al. (2016) destacan
que la inclusión financiera debe ser vista como un proceso interrelacionado con otros factores
como la sostenibilidad social y ambiental. En este sentido, las microfinancieras no solo deben ser
inclusivas, sino también financieramente viables, con un enfoque que integre la rentabilidad
económica con el bienestar social y la protección del medio ambiente. Este enfoque requiere una
gestión estratégica que permita a las microfinancieras operar de manera sostenible, garantizando
que sus servicios beneficien a las comunidades de manera duradera.
Por último, la inclusión financiera, cuando se ve desde una perspectiva de pensamiento
complejo, subraya la necesidad de gestionar de manera equilibrada las diversas dimensiones del
desarrollo. Investigaciones previas han mostrado que el acceso a crédito y otros servicios
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financieros puede generar importantes mejoras en las condiciones de vida de las personas, pero
solo si se gestionan adecuadamente los riesgos asociados. La clave está en integrar la inclusión
financiera dentro de un sistema más amplio que contemple la educación financiera, el control de
riesgos y la sostenibilidad a largo plazo, asegurando que el acceso a los servicios financieros sea
tanto una herramienta de empoderamiento como un medio para promover un desarrollo
económico y social equilibrado. La convergencia de la inclusión financiera con la sostenibilidad
económica, social y ambiental no solo mejora el bienestar de las comunidades, sino que también
refuerza la estabilidad y la resiliencia del sistema microfinanciero en su conjunto.
Finalmente, la Teoría de las Microfinanzas Sostenibles subraya que las instituciones
microfinancieras deben lograr un equilibrio entre la inclusión financiera y la rentabilidad. Este
enfoque propone que, para generar un impacto positivo en la reducción de la pobreza, las
microfinancieras deben ofrecer servicios financieros accesibles sin sacrificar su estabilidad
económica. Desde la perspectiva del pensamiento complejo, este equilibrio no se puede alcanzar
de manera aislada, ya que involucra ltiples dimensiones interrelacionadas. Es necesario
considerar factores como la eficiencia operativa, la capacidad de gestión de riesgos, la gobernanza
interna y el contexto socioeconómico en el que operan las instituciones. La sostenibilidad
financiera de las microfinancieras depende de su habilidad para gestionar estos factores de forma
integrada, reconociendo las interacciones entre cada uno de ellos (Ledgerwood, 2013; Wakibi et
al., 2024; Yasmin et al., 2024a, 2024b).
Investigaciones previas, como las de Xu & Loang (2023), han enfatizado la importancia de
un control interno adecuado para garantizar la sostenibilidad financiera de las microfinancieras.
La implementación de un sistema de control interno eficaz no solo contribuye a la estabilidad
financiera, sino que también fortalece la confianza de los prestatarios y la reputación de la
institución. Un control interno robusto permite mitigar los riesgos asociados con el crédito, la
liquidez y la solvencia, asegurando que las microfinancieras operen de manera eficiente y
transparente. Sin embargo, la adopción de estas prácticas no debe limitarse únicamente a la mejora
de la rentabilidad, sino que también debe ser diseñada para promover la inclusión financiera de
manera equitativa y accesible para las poblaciones vulnerables.
A pesar de estos beneficios, una crítica recurrente a las microfinancieras sostenibles es que
los esfuerzos por garantizar la estabilidad financiera pueden dar lugar a prácticas predatorias.
Algunos estudios sugieren que, al buscar maximizar la rentabilidad, las microfinancieras pueden
imponer tasas de interés elevadas o cobrar comisiones excesivas, lo que pone en riesgo el
bienestar de los prestatarios. Esto puede llevar a una tensión entre los objetivos financieros y los
sociales de las microfinanzas, especialmente cuando la búsqueda de rentabilidad se convierte en
un fin en mismo. El pensamiento complejo invita a reflexionar sobre cómo las microfinancieras
pueden evitar que esta dicotomía socave su misión social, y sugiere que la rentabilidad debe ser
vista como una herramienta para lograr el impacto social deseado, no como un objetivo autónomo.
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Además, desde la óptica de la sostenibilidad, las microfinancieras deben abordar el desafío
de equilibrar las demandas de rentabilidad con un enfoque ético que promueva un desarrollo
integral. El concepto de sostenibilidad en este contexto implica no solo la viabilidad financiera a
corto plazo, sino también el impacto a largo plazo en la comunidad y el entorno. Las
microfinancieras deben diseñar productos y servicios que, sin comprometer su estabilidad,
generen un valor real para las comunidades a las que sirven. Esto incluye, por ejemplo, el diseño
de productos financieros accesibles, la promoción de la educación financiera y la incorporación
de prácticas de responsabilidad social y ambiental. De este modo, la sostenibilidad de las
microfinancieras se convierte en un proceso multifacético que no solo incluye el equilibrio entre
rentabilidad e inclusión financiera, sino también la integración de principios éticos y de
responsabilidad social que aseguren su permanencia y su impacto positivo en la reducción de la
pobreza.
En general, la integración de la Teoría del Desarrollo Sostenible, la Teoría de la Inclusión
Financiera y la Teoría de las Microfinanzas Sostenibles dentro del pensamiento complejo ofrece
una perspectiva más holística de cómo las microfinancieras pueden contribuir al desarrollo
económico y social sin comprometer su estabilidad a largo plazo. Sin embargo, se hace necesario
continuar con la investigación para profundizar en los mecanismos específicos que permitan
equilibrar estos objetivos de manera efectiva, contribuyendo así a la creación de un ecosistema
microfinanciero más resiliente y ético.
Propuesta de un marco analítico basado en el pensamiento complejo para el diseño de
estrategias y políticas más resilientes y adaptativas en el ámbito de las microfinanzas
El pensamiento complejo, como paradigma integral, ofrece un enfoque dinámico y
sistémico para abordar los desafíos inherentes al sector de las microfinanzas. Este marco, que
considera las múltiples interacciones y retroalimentaciones dentro de los sistemas económicos,
sociales y ambientales, permite la construcción de estrategias y políticas más resilientes y
adaptativas. Al integrar diversas perspectivas, el pensamiento complejo promueve la comprensión
de las microfinanzas no solo como un sistema financiero, sino como un sistema social
interconectado con su entorno, en el que los actores involucrados interactúan de manera continua
y cambiante. Este enfoque, más que reducir los problemas a relaciones lineales y
unidimensionales, reconoce la naturaleza no lineal, emergente y a menudo impredecible de las
realidades en las que las instituciones de microfinanzas (IMF) operan.
a. Visión Holística y Sistémica
El pensamiento complejo, al enfocarse en la totalidad y en las relaciones entre los
elementos, permite un análisis más completo de las microfinanzas, considerando no solo los
aspectos financieros, sino también los sociales, culturales, políticos y ambientales que influyen
en su funcionamiento. En este sentido, un modelo resiliente de microfinanzas debe tomar en
cuenta las interacciones entre estos componentes para anticipar cambios y adaptarse de manera
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flexible. Esto implica diseñar políticas que no solo busquen la eficiencia económica o el
crecimiento inmediato, sino que también promuevan la sostenibilidad social y ambiental,
considerando las implicaciones a largo plazo para las comunidades que dependen de estos
servicios. Al mismo tiempo, la capacidad de adaptación se convierte en un factor crítico: las IMF
deben ser capaces de modificar sus estrategias en respuesta a cambios económicos, regulatorios
o sociales que puedan surgir inesperadamente.
b. La Interdependencia y la Inclusión Financiera
Una de las características clave del pensamiento complejo es la noción de
interdependencia. En el contexto de las microfinanzas, las políticas y estrategias deben reconocer
que el acceso a los servicios financieros es solo un aspecto del desarrollo económico y social de
las comunidades. Por tanto, un marco analítico basado en este pensamiento debe integrar la teoría
de la inclusión financiera, que busca garantizar el acceso universal a servicios financieros
adecuados. Sin embargo, este acceso debe ser acompañado de políticas que fomenten la educación
financiera, el desarrollo de capacidades empresariales y la creación de un entorno económico
estable que permita a los prestatarios utilizar los recursos de manera efectiva. La interdependencia
implica que las IMF deben trabajar en conjunto con otros actores sociales, como ONGs, gobiernos
y actores locales, para crear un ecosistema que favorezca el bienestar económico de largo plazo
de los beneficiarios.
c. Adaptación a la Complejidad del Entorno Global
El contexto global actual está marcado por incertidumbres y rápidas transformaciones
económicas, sociales y tecnológicas. El pensamiento complejo enfatiza la necesidad de adaptarse
a estos cambios y desarrollar estrategias que puedan evolucionar de acuerdo con el entorno. En el
caso de las microfinanzas, esto significa que las políticas deben ser flexibles, revisables y capaces
de responder a nuevas demandas, como la digitalización de los servicios financieros, el cambio
climático o las crisis económicas globales. La adaptación no se refiere solo a la capacidad de las
IMF para ajustarse a los cambios del mercado, sino también a la capacidad de mantener un
enfoque ético, centrado en el desarrollo sostenible, que no comprometa el bienestar de las
poblaciones más vulnerables. Las estrategias deben basarse en principios de sostenibilidad,
reconociendo que el éxito a largo plazo de las microfinanzas no se mide únicamente por los
resultados financieros, sino también por el impacto social y ambiental que generan.
d. Resiliencia Institucional y Comunidad
La resiliencia, entendida como la capacidad de un sistema para mantener su
funcionamiento frente a los choques y adaptarse a las transformaciones, es un principio central
dentro del pensamiento complejo. En el ámbito de las microfinanzas, esta resiliencia debe ser
abordada tanto desde el nivel institucional como desde el nivel comunitario. Las IMF deben ser
capaces de mantener su viabilidad financiera y operativa frente a crisis externas, como cambios
regulatorios, recesiones económicas o desastres naturales. Al mismo tiempo, las comunidades que
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dependen de estas instituciones deben desarrollar sus propias capacidades resilientes, lo que
implica fortalecer las redes sociales, promover la educación financiera y aumentar la confianza
en las instituciones. Un marco analítico basado en el pensamiento complejo permite identificar
las diversas vulnerabilidades de las IMF y sus clientes, lo que facilita el diseño de políticas que
fomenten tanto la adaptabilidad institucional como el empoderamiento de las comunidades.
e. Promoción de la Innovación y la Co-creación de Valor
El pensamiento complejo también promueve la idea de que el conocimiento y el valor
emergen de la interacción y la co-creación entre diversos actores. En el ámbito de las
microfinanzas, esto implica fomentar la colaboración entre las IMF, las fintech, los gobiernos, las
ONGs y las comunidades locales para desarrollar soluciones innovadoras que respondan a las
necesidades cambiantes de los prestatarios. Las políticas deben incentivar la experimentación con
nuevos productos y servicios financieros, utilizando tecnología para reducir costos, aumentar la
accesibilidad y mejorar la calidad del servicio. Además, la co-creación de valor implica que las
estrategias deben ser inclusivas, permitiendo que los prestatarios y otros actores participen
activamente en el diseño de las soluciones que les afectan directamente.
DISCUSIÓN
Los resultados del análisis revelan una serie de hallazgos clave sobre la relación entre el
pensamiento complejo y las microfinanzas, así como las implicaciones de estas teorías para la
inclusión financiera. A través de la revisión de la literatura y el análisis documental, se
identificaron varias tendencias y desafíos que configuran el panorama actual de las microfinanzas
a nivel global.
La integración del pensamiento complejo en las microfinanzas
En primer lugar, se observó que el pensamiento complejo, al proponer una visión
sistémica de los problemas y las soluciones, ofrece un marco adecuado para abordar las múltiples
dimensiones interrelacionadas que caracterizan a las microfinanzas. Esta perspectiva permite
comprender que los problemas de acceso al crédito no son solo económicos, sino también
sociales, culturales y políticos, lo cual requiere de soluciones integrales y no fragmentadas. Se
identificó que muchas de las prácticas de microfinanzas actuales, al aplicar enfoques
simplificados, a menudo no abordan estas complejidades de manera efectiva, lo que limita su
impacto en la inclusión financiera.
Desafíos en la implementación del pensamiento complejo
A pesar de los beneficios teóricos del pensamiento complejo, los hallazgos sugieren que
su implementación en el ámbito de las microfinanzas enfrenta varios desafíos prácticos. Uno de
los principales obstáculos es la falta de comprensión y formación en este enfoque por parte de las
instituciones microfinancieras. La naturaleza multidimensional del pensamiento complejo
demanda cambios en las estructuras organizacionales y operativas, lo que implica un esfuerzo
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significativo en términos de recursos, tiempo y capacitación. Asimismo, se destacó que las
políticas de microfinanzas suelen estar orientadas hacia soluciones rápidas y rentables, lo que
contrasta con la necesidad de adoptar enfoques más holísticos y a largo plazo que propugna el
pensamiento complejo.
Relación entre las teorías de microfinanzas y la inclusión financiera
En relación con la inclusión financiera, el análisis mostró que las teorías de las
microfinanzas, como el modelo de microcréditos y las finanzas solidarias, han sido fundamentales
para incrementar el acceso a servicios financieros en comunidades marginadas. Sin embargo, los
estudios también revelaron que estos modelos han tenido un impacto limitado en la mejora de la
calidad de vida de los beneficiarios, principalmente porque no han abordado adecuadamente las
dimensiones sistémicas de la exclusión financiera. El pensamiento complejo sugiere que, para ser
verdaderamente inclusivas, las microfinanzas deben integrar aspectos como la educación
financiera, la capacitación empresarial y el acceso a servicios complementarios, más allá de la
provisión de crédito.
Implicaciones para las políticas públicas y las prácticas microfinancieras
A nivel de políticas públicas, los resultados subrayan la necesidad de un cambio en la
perspectiva de los responsables de la formulación de políticas sobre microfinanzas. En lugar de
enfocarse únicamente en la expansión del acceso a créditos, las políticas deben orientarse a la
creación de un ecosistema que integre diversas formas de inclusión financiera, desde la educación
hasta el apoyo a emprendimientos sostenibles. Esto implica una colaboración más estrecha entre
los gobiernos, las instituciones microfinancieras, las organizaciones no gubernamentales y los
sectores privados. En este contexto, el pensamiento complejo ofrece una base sólida para
reconfigurar las políticas de inclusión financiera, considerando no solo el acceso a servicios
financieros, sino también la capacitación y el acompañamiento que los emprendedores necesitan
para prosperar.
La integración del pensamiento complejo en el ámbito de las microfinanzas representa una
propuesta innovadora que podría proporcionar soluciones más eficaces a los problemas
multifacéticos que enfrenta el sector. Este enfoque, al considerar la interrelación de los factores
económicos, sociales y ambientales, ofrece una alternativa más holística frente a los modelos
tradicionales de microfinanzas, que han tendido a centrarse en soluciones simplificadas como la
mera provisión de crédito. La novedad de este estudio radica en que, al aplicar el pensamiento
complejo, no solo se abordan los síntomas de la exclusión financiera, sino que se identifican y
atacan sus causas subyacentes, incluyendo las dimensiones sociales, culturales y psicológicas que
a menudo quedan desatendidas en los enfoques convencionales. Este enfoque permite visibilizar
y tratar las dinámicas interdependientes dentro de los sistemas microfinancieros, reconociendo
que las soluciones deben ser igualmente dinámicas y adaptativas.
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Sin embargo, la transición hacia un modelo basado en el pensamiento complejo enfrenta
barreras significativas. Entre ellas se destacan la falta de recursos y la resistencia al cambio,
especialmente en entornos donde los enfoques tradicionales, más lineales y simplificados, han
prevalecido durante décadas. Autores como (Bateman & Chang, 2012; Morduch, 1999; Yasmin
et al., 2024a, 2024b) han señalado que la falta de sostenibilidad en las microfinancieras puede
derivarse de una implementación incompleta o deficiente de modelos que no consideran las
dimensiones sociales y culturales de la exclusión financiera. La implementación de enfoques
complejos requiere un cambio profundo en la cultura organizacional de las instituciones
microfinancieras, así como una reorientación de las políticas públicas, lo que podría representar
una tarea desafiante para muchos actores del sector. Sin embargo, la relevancia de este enfoque
es incuestionable, ya que plantea una reflexión más profunda sobre las dinámicas de exclusión
financiera, haciendo énfasis en que las soluciones no pueden limitarse a una intervención
económica, sino que deben incorporar también estrategias que favorezcan la cohesión social, la
educación financiera y el empoderamiento de los individuos.
El pensamiento complejo, al destacar la necesidad de integrar las dimensiones sociales y
culturales en las políticas microfinancieras, abre nuevas perspectivas en la creación de estrategias
inclusivas y sostenibles. Esto no solo implica ofrecer productos financieros, sino también
promover el desarrollo humano integral de los individuos, lo que podría mejorar la calidad de
vida y reducir la vulnerabilidad de los grupos más desfavorecidos. Investigaciones previas, como
las de Xu & Loang (2023), subrayan la importancia de un control interno robusto para asegurar
la sostenibilidad financiera, pero también hacen énfasis en que este debe ir de la mano con una
comprensión más profunda de las realidades sociales de los prestatarios. A través de este enfoque,
se promueve una comprensión más matizada de los contextos locales y se fomenta la adaptación
a las realidades cambiantes de los usuarios de microfinanzas. Esto incrementaría la eficacia y
sostenibilidad de los programas, haciendo frente a los desafíos de una manera más duradera y
transformadora.
Finalmente, las aplicaciones prácticas de la integración del pensamiento complejo en las
microfinanzas sugieren un cambio paradigmático en la gestión de estas instituciones. Este estudio
presenta una visión renovadora que desafía las concepciones tradicionales y abre el camino a
nuevas posibilidades para el sector. Al hacerlo, no solo se atienden los aspectos económicos, sino
que se potencia un enfoque más equitativo, adaptativo y resiliente que puede tener un impacto
más profundo y duradero en las poblaciones más vulnerables. Las perspectivas teóricas derivadas
de este análisis podrían influir en futuras investigaciones y en la reconfiguración de políticas
públicas, apuntando hacia una microfinanza más inclusiva, socialmente responsable y
ambientalmente sostenible. Este enfoque no solo tiene el potencial de mejorar los sistemas
microfinancieros, sino que podría transformar las estructuras económicas más amplias, al integrar
el bienestar social y ambiental en las políticas económicas de los países en desarrollo.
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CONCLUSIONES
Este estudio ha abordado la relación entre las microfinanzas y el pensamiento complejo,
con el objetivo de identificar las limitaciones del modelo tradicional y proponer un marco
analítico que permita una gestión más eficiente y adaptativa. A través del análisis de las críticas
al modelo clásico de microfinanzas, se ha demostrado que la tensión entre la rentabilidad
financiera y los objetivos sociales sigue siendo uno de los mayores desafíos. Las críticas
predominantes apuntan a la mercantilización de las microfinancieras, lo que ha llevado a prácticas
predatorias y a un enfoque que prioriza los intereses financieros sobre los impactos sociales y
económicos. Estas limitaciones reflejan la necesidad de un enfoque más equilibrado y adaptativo
en el ámbito de las microfinanzas, el cual pueda integrar de manera eficaz tanto las metas
económicas como sociales.
El análisis de las bases teóricas de las microfinanzas desde la perspectiva del pensamiento
complejo ha permitido profundizar en la comprensión de las interrelaciones entre los diferentes
factores que afectan a las microfinancieras. Este enfoque resalta la importancia de reconocer a las
microfinancieras como sistemas dinámicos, en los cuales las interacciones entre la gobernanza
interna, la gestión de riesgos, la eficiencia operativa y las dimensiones sociales y ambientales son
fundamentales para la sostenibilidad de estas instituciones. Esta visión integral es clave para
comprender cómo los cambios en un área pueden afectar a otras, ofreciendo una perspectiva más
completa sobre los retos y oportunidades que enfrentan las microfinancieras en un entorno cada
vez más complejo y globalizado.
En respuesta a los desafíos identificados, este estudio propone un marco analítico basado
en el pensamiento complejo, diseñado para ayudar a las microfinancieras a desarrollar estrategias
más resilientes y adaptativas. Este marco sugiere que las políticas deben ser flexibles y capaces
de evolucionar con las circunstancias cambiantes, lo que les permitirá a las instituciones
microfinancieras no solo alcanzar la inclusión financiera, sino también promover una mayor
equidad, sostenibilidad y estabilidad financiera. Un enfoque dinámico y proactivo, que tenga en
cuenta la interdependencia entre factores económicos, sociales y ambientales, resulta esencial
para superar los desafíos inherentes a las microfinanzas tradicionales.
Finalmente, se concluye que el pensamiento complejo ofrece una perspectiva teórica
robusta que puede transformar la gestión de las microfinancieras, proporcionando una base sólida
para el diseño de políticas que integren de manera efectiva la rentabilidad económica, la inclusión
social y la sostenibilidad ambiental. Esta integración permitirá que las microfinancieras no solo
mejoren su capacidad para generar impactos sociales positivos, sino que también fortalezcan su
resiliencia frente a los desafíos globales, adaptándose a las demandas contemporáneas de
sostenibilidad y equidad. El análisis presentado en este estudio sugiere que la adopción de este
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enfoque holístico puede ser clave para garantizar un modelo de microfinanzas más efectivo y
sostenible a largo plazo.
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