
Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 698
https://doi.org/10.69639/arandu.v12i1.638
Factores de riesgo y consecuencias psicológicas en niños
víctimas de violencia intrafamiliar: Un enfoque en ansiedad y
depresión
Risk factors and psychological consequences in children victims of domestic violence: A
focus on anxiety and depression
Karla Aguilar Vallejo
karla.aguilar.14@est.ucacue.edu.ec
https://orcid.org/0009-0006-8177-8624
Universidad Católica De Cuenca
Cuenca – Ecuador
Amanda Torres Moscoso
amanda.torres@ucacue.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-7392-1500
Universidad Católica De Cuenca
Cuenca – Ecuador
Fabián Castro Ochoa
fcastroo@ucacue.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-6299-9433
Universidad Católica De Cuenca
Cuenca – Ecuador
Viviana Narváez Pillco
vnarvaez@ucacue.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-9903-0175
Universidad Católica De Cuenca
Cuenca - Ecuador
María Fernanda Cobos Cobos
maria.cobos@ucacue.edu.ec
https://orcid.org/0000-0003-0496-1688
Universidad Católica De Cuenca
Cuenca - Ecuador
Artículo recibido: 20 diciembre 2024 - Aceptado para publicación: 26 enero 2025
Conflictos de intereses: Ninguno que declarar
RESUMEN
La violencia intrafamiliar es un problema de salud pública que puede tener graves repercusiones
en la salud mental de los niños. La ansiedad y la depresión son dos de los trastornos más habituales
que afectan a estos niños, sin embargo, su vínculo con la violencia doméstica todavía requiere un
análisis más detallado. El objetivo de esta investigación fue analizar a la violencia intrafamiliar
como un factor predisponente en la aparición de ansiedad y depresión en niños y qué
implicaciones tiene para su bienestar a largo plazo. Se llevó a cabo una revisión bibliográfica de
la literatura utilizando bases de datos como PubMed, Scopus y Web of Science. Se emplearon

Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 699
criterios de selección específicos para identificar estudios relevantes publicados en los últimos
cinco años que abordan la relación entre la violencia intrafamiliar, la ansiedad y la depresión en
niños. Se extrajeron datos de los estudios seleccionados y se analizaron cualitativamente para
identificar patrones y tendencias. Los resultados revelaron una clara asociación entre la violencia
intrafamiliar con la ansiedad y depresión en los niños, resultando en un mayor riesgo de trastornos
emocionales en aquellos expuestos. Además, se identificaron factores de riesgo que pueden influir
en esta relación. En conclusión, se destaca la importancia de abordar la violencia intrafamiliar
como un desencadenante en la alteración de la salud mental infantil, enfatizando la necesidad de
intervenciones preventivas y de tratamiento.
Palabras claves: ansiedad, depresión, niños, violencia intrafamiliar, víctima
ABSTRACT
Domestic violence is a public health problem that can have severe repercussions on the mental
health of children. Anxiety and depression are two of the most common disorders affecting these
children, but their relationship with domestic violence still needs further examination. This
research aimed to analyze domestic violence as a risk factor for the onset of anxiety and
depression in children. The study aimed to understand how exposure to domestic violence affects
children's mental health and the implications for their long-term well-being. A literature review
was conducted using PubMed, Scopus, and Web of Science databases. Specific selection criteria
were employed to identify relevant studies published in the last five years that addressed the
relationship between domestic violence, anxiety, and depression in children. Data from the
selected studies were extracted and qualitatively analyzed to identify patterns and trends. The
results revealed a clear association between domestic violence, anxiety, and depression in
children, with a higher risk of emotional disorders among those exposed. Additionally, factors
that may influence this relationship were identified. In conclusion, the importance of addressing
domestic violence as a significant risk to children's mental health is emphasized, highlighting the
need for preventive and therapeutic interventions.
Keywords: anxiety, depression, children, domestic violence, victim
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INTRODUCCIÓN
La violencia es considerada como el empleo intencional de la fuerza corporal ya sea, como
intimidación o auto provocación hacia nuestra persona, un sujeto, grupo o una comunidad, logrando
perturbar su desarrollo saludable (Dávila et al., 2020). El descriptor en Ciencias de la Salud
(2022), define a la violencia como el “Abuso físico deliberado, con frecuencia reiterado, verbal
y/o de otro tipo por parte de uno o más miembros en contra de otros miembros del hogar.” (párr.1).
De la misma manera Rodríguez (2022), argumenta que la violencia intrafamiliar, es un acto de
hacer uso deliberado y repetido de la fuerza física, psicológica y moral, para controlar o agredir a
otro miembro de la familia, puede incluir abuso físico, emocional y psicológico, representando una
amenaza significativa para el desarrollo y bienestar de los niños. Estos entornos tóxicos y de alta
tensión pueden dejar secuelas profundas en la salud mental de los menores, lo que incrementa la
probabilidad de desarrollar trastornos de ansiedad y depresión tanto a corto como a largo plazo
(Jiménez, 2022).
Los niños expuestos a violencia en el hogar pueden experimentar una amplia gama de
efectos negativos, incluyendo miedo constante, estrés crónico y una sensación de inseguridad
(Torres & Ramírez, 2022). Estos factores pueden alterar el desarrollo normal del cerebro y el
sistema nervioso, predisponiendo a los niños a desarrollar problemas de salud mental. Por
ejemplo, la exposición a situaciones violentas puede activar una respuesta de "lucha o huida"
constante, que, si se prolonga en el tiempo, puede llevar a la ansiedad crónica (Bernal & Tillería,
2022). De igual manera, el ambiente hostil y de rechazo puede minar la autoestima del niño,
aumentando el riesgo de depresión.
La prevalencia de la violencia intrafamiliar y sus efectos en la salud mental de los niños
constituyen un problema urgente y multifacético. La falta de intervención adecuada puede
perpetuar ciclos de violencia y deterioro emocional, limitando las oportunidades futuras de estos
individuos, contribuyendo de manera significativa a esta problemática. Sin embargo, ¿es la
violencia intrafamiliar un factor predisponente para el desarrollo de ansiedad y depresión en
niños?
Para dar respuesta a esta interrogante, se debe tener en cuenta que la investigación sobre la
relación entre la violencia intrafamiliar y los trastornos de ansiedad y depresión en niños es crucial
debido al aumento en la prevalencia de estos trastornos en la población infantil (Gaitán et al.,
2024). Comprender esta relación es fundamental para implementar intervenciones efectivas que
prevengan y aborden estos problemas de salud mental en la infancia (Bernal & Tillería, 2021).
Por lo que, además la siguiente investigación tiene como objetivos, analizar la violencia
intrafamiliar como un factor predisponente en el desarrollo de ansiedad y depresión en niños,
identificar los diferentes tipos de violencia intrafamiliar y, escribir los síntomas de ansiedad y
depresión en niños expuestos a violencia intrafamiliar (Mayor et al., 2019).

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Por último, la investigación en esta área contribuirá a la creación de programas de
prevención y políticas que aborden la violencia intrafamiliar de manera más eficaz, mostrando el
apoyo a las familias en riesgo, así como la implementación de programas escolares que enseñen
habilidades de afrontamiento y resiliencia a los niños, como estrategias que pueden derivarse de
un mayor entendimiento de la relación entre la violencia intrafamiliar y los trastornos de ansiedad
y depresión (Ortega et al., 2021). De modo que, la violencia intrafamiliar no solo afecta a los
individuos directamente involucrados, sino que también tiene implicaciones más amplias para la
comunidad y la sociedad.
El CIE-11 (2019), define a la ansiedad como la “Respuesta emocional caracterizada por
preocupación excesiva, aprensión, miedo o nerviosismo ante situaciones y pensamientos
percibidos como amenazantes”. Es considerada como una consecuencia de la violencia
intrafamiliar en los niños, a más de un factor vulnerable debido a que se encuentra asociada con
el desequilibrio o inestabilidad del bienestar psicológico (Jiménez, 2020).
La presencia de ansiedad en los niños a temprana edad trae consigo efectos negativos en la
calidad de vida y su desarrollo, provocando un deterioro en el área emocional, social y académica
de los menores, llegando incluso hasta un grado incapacitante, especialmente en la autoestima y
la preocupación excesiva (Llanga et al., 2020).
De la misma manera el CIE-11 (2019), delimita a la depresión como la presencia persistente
de tristeza profunda, pérdida de interés o placer en actividades cotidianas. Tomando esto en
cuenta, la depresión a consecuencia del maltrato conduce a un deterioro en el bienestar del menor
e incapacita el establecimiento de interrelaciones satisfactorias que permitan hacer frente ante
situaciones cotidianas (Castro, 2022). Uno de los síntomas más comunes es la tristeza persistente,
manifestada como un sentimiento de vacío o desesperanza que dura la mayor parte del día, casi
todos los días, sin una causa específica evidente; donde los pensamientos recurrentes de muerte o
ideación suicida requieren atención inmediata, ya que representan un riesgo significativo para la
vida de la persona (Mayor et al., 2019).
En resumen, la Organización Mundial de la Salud (2024), pone en conocimiento un
aumento en la prevalencia de trastornos de ansiedad y depresión en la infancia siendo alarmante
y representando un problema de salud pública. En respuesta a esto, estudios han mostrado que los
niños que crecen en hogares violentos tienen más probabilidades de experimentar problemas de
salud mental que aquellos que no están expuestos a tales entornos, sin embargo, la magnitud de
esta relación y los mecanismos específicos a través de los cuales la violencia intrafamiliar afecta
la salud mental de los niños no están completamente entendidos (Marcillo et al., 2020).
Con lo mencionado el objetivo de este estudio es examinar en profundidad la compleja
dinámica de la violencia intrafamiliar, abordando los distintos tipos de violencia que impactan de
manera significativa el bienestar infantil.

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DESARROLLO
La violencia hacia un infante, puede generar problemas de salud física y mental, los mismos
que pueden prolongarse por un tiempo indeterminado, siendo evidenciable que, un niño víctima
de violencia presenta elevada probabilidad de ser violento al llegar a la adultez, transmitiéndose
esta conducta de una generación a otra, considerándolo un problema psicosocial y conductual
adverso (OSM, 2021).
Estudios en población infantil, han indicado que existe una relación entre los problemas de
salud mental y la violencia intrafamiliar. Se menciona que, este tipo de violencia puede tener
efectos profundos y duraderos en el bienestar emocional de los niños, lo que aumenta el riesgo de
desarrollar trastornos mentales como la ansiedad y la depresión (Macías et al., 2019).
Por ello, el planteamiento del problema se centra en identificar cómo la exposición a la
violencia intrafamiliar afecta el bienestar psicológico de los menores enfocándonos en la ansiedad
y depresión. El estudio de Docal et al. (2022), que incluye a 200 niños de entre 5 y 12 años,
provenientes de diferentes entornos familiares caracterizados por la presencia o ausencia de
violencia intrafamiliar, otorga resultados que revelaron una correlación significativa entre la
exposición a la violencia y la manifestación de síntomas psicológicos en los niños, con un
aumento notable en los niveles de ansiedad y depresión en aquellos expuestos a situaciones de
violenciafamiliar, destacando la urgencia de implementar intervenciones preventivas y de apoyo
psicosocial para proteger el bienestar psicológico de los niños en entornos violentos. Por lo tanto,
la violencia intrafamiliar es una de las formas más comunes de expresar las agresiones en la
infancia y se tiene en cuenta que muchos adultos y amigos, no perciben la presencia de maltrato
en la familia debido a la normalización de dinámicas en la crianza (Fernández et al., 2019).
En Ecuador, en un estudio que tuvo por objetivo identificar los indicadores de violencia que
afectan el desarrollo emocional y social de los infantes mediante una muestra de 30 menores y 24
padres de familia, se obtuvo que el 23% de la población de padres normalizan a la violencia como
una forma de corrección en los niños, lo que hace que, en vez de eliminar la conducta no deseada
o educar, de lugar a que el desarrollo socio afectivo de capacidad para relacionarse y expresar
sentimientos, se vean alterados por los etilos de crianza y las ideas instauradas en la infancia,
generando patrones de comportamiento socio afectivos inadecuados, como castigos en base al
empleo de la violencia siendo estos: golpes en la cabeza, castigos con privación de alimentos e
utilización de instrumentos (correa, varas, u objetos que causen dolor) para controlar la conducta de
los menores (Yanchapazi & Yánez, 2022).
Es fundamental mencionar y considerar que la exposición a cualquier forma de violencia
durante la infancia representa un importante factor de riesgo que puede tener repercusiones
negativas a corto y largo plazo en los niños, este impacto se manifiesta en diversas áreas clave de
su vida, como la conducta, las relaciones sociales, el rendimiento académico y la perspectiva de

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vida, así como en el desarrollo general de habilidades sociales; además, se ha observado que existe
una correlación entre un mayor riesgo de sufrir violencia en la infancia y la presencia de conductas
problemáticas en la adultez, subrayando la importancia de abordar de manera integral este
problema desde temprana edad para prevenir consecuencias adversas en el futuro (Mathias et al.,
2022). Por lo cual, se reconoce a la familia como un pilar en la crianza y el desarrollo socio
emocional de los pacientes debido a que son la fuente de seguridad y protección desde el
nacimiento de los menores, siendo también uno de los primordiales elementos en el desarrollo y
adquisición de trastornos de la niñez, lo que permite plantear estrategias que posibilita disminuir
la sintomatología de ansiedad y depresión infantil debido a maltrato familiar (Donoso et al., 2020).
Diferentes estudios indican las consecuencias que trae la violencia intrafamiliar en los
diferentes miembros del hogar en especial en los niños. Es así que un estudio comparativo
realizado con 23 niños, divididos en dos grupos de edad preescolar, uno de ellos expuesto a
violencia de tipo intrafamiliar y otro sin exposición previa, proporcionó resultados significativos
referente a los menores en exposición de violencia con una menor cantidad de estrategias
independientes para salir del círculo de agresión, siendo el 30% de este grupo el más proclive a
desarrollar síntomas de tristeza, y emociones de ira, irritabilidad o aislamiento social (Gregory et
al., 2019).
De igual manera, Romero et al. (2021), realizó un estudio en Colombia, los resultados
reflejan que la violencia intrafamiliar oscila en un 35% indicando que, los niños que son
violentados física y psicológicamente llegan a presentar ideas e intentos de suicidio como una
ruta de escape ante estas agresiones.
Según, Terán et al. (2019), menciona según su estudio realizado que, el 65% de una muestra
de 463 infantes, denotaban índices de ansiedad debido a ser maltratados, mientras que, las
estadísticas reflejan que el 30.4% de niños de la población total han sufrido agresiones físicas, y
psicológicas vinculadas con la violencia intrafamiliar, siendo el enojo una de las primeras
manifestaciones de violencia, en cuanto al contexto y de quien proviene la misma, ya sea de padre
a madre, o de padre hacia los menores (Mathias et al., 2019). Se destacan diversos estudios
realizados en América Latina y Europa para abordar de manera más amplia el tema central
planteado; estos evidencian las consecuencias negativas de la violencia intrafamiliar en el
desarrollo emocional y social de los niños. En los estudios de América Latina, se encuentran
estudios de Chile, cuyos resultados hablan acerca de que el 71% de niños, manifestaron síntomas
de ansiedad, irritabilidad, miedo y temor al ser violentados, a más de presentar una autoestima
baja asociada a la depresión y el 30% con un desarrollo de comportamiento agresivo (Marcillo &
Oviedo, 2020).
Se concluye que los niños que han experimentado violencia intrafamiliar pueden enfrentar
una variedad de desafíos emocionales y psicológicos, pueden sentir miedo, confusión, tristeza,
culpa o vergüenza (Cervera et al., 2020). Además, de tener dificultades para desarrollar relaciones

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saludables, confiar en los demás o regular sus emociones (Saldaña et al., 2020).
De manera que, la ansiedad y la depresión son respuestas comunes a experiencias
traumáticas como la violencia intrafamiliar, que pueden afectar a cualquier persona, incluidos los
niños.
La Ansiedad en la población infantil
Según, Nicolini (2020) menciona que, la ansiedad es una emoción caracterizada por
sentimientos de tensión, preocupación y cambios físicos como el aumento del ritmo cardíaco. Se
manifiesta cuando una persona anticipa algún peligro o percibe una amenaza, aunque esta no
siempre sea real o inminente.
Se delimita como una respuesta emocional normal de los individuos cuando se enfrentan a
estímulos amenazantes o, a su vez, como una reacción cotidiana de corta duración en el ser
humano cuando está bajo situaciones de estrés (Chacón et al., 2021). La misma, difiere de la
ansiedad patológica la cual se caracteriza por la presencia de miedo y preocupación excesiva ante
situaciones que no manifiestan un peligro real para los sujetos, generando complicaciones a nivel
físico, psicológico y social (Herskovic & Matamala, 2020).
Macias et al. (2019), menciona que el 10% de la población infantil es uno de los grupos
más afectados, expresándola como nerviosismo excesivo, temores irracionales, dificultad para
separarse de los padres o cuidadores, evitación de situaciones sociales o escolares, así como
problemas de concentración. Es importante destacar que, la presencia de estos síntomas debe ser
evaluada por un profesional de la salud mental para un diagnóstico adecuado y un plan de
tratamiento apropiado (Fiestas-Teque & Vega-Dienstmaier, 2020).
Para Chacón et al. (2019), es importante que los niños que han sido víctimas de violencia
intrafamiliar reciban apoyo y tratamientos adecuados para abordar sus necesidades emocionales
y psicológicas, esto puede incluir terapia individual o familiar, apoyo de grupo de pares,
intervenciones escolares y, en algunos casos, medicación bajo la supervisión de un profesional
de la salud mental.
Camacho et al. (2020), da a conocer que la violencia hacia el infante tiene una notable
repercusión en puntos clave de su desarrollo, los diversos efectos a corto y mediano plazo reflejan
dentro del niño características como desconfianza, inhabilidad social y emocional, y una baja
autoestima. Esto conlleva, a que los menores expuestos a violencia expongan elevados niveles de
agresividad, introversión durante el juego con sus iguales y déficit en el desarrollo integral del
niño.
En cuanto a Cedeño (2019), los impactos a largo plazo indican que el 80% de niños
maltratados en la infancia exhiben comportamientos autodestructivos donde su competencia para
confiar en los demás es deficiente. Siendo los hombres los más impulsivos mientras que, las
mujeres se mostraban más apáticas.
Así que, los infantes maltratados no logran fomentar patrones de relaciones con los pares,

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apoyado en la igualdad y la confianza, cuando sus prácticas primarias fueron caracterizadas en la
explotación, la sumisión y la violación de la confianza (González et al., 2019).
Estos síntomas emocionales no solo causan malestar personal, sino que también pueden
afectar las relaciones interpersonales y el rendimiento en diversas áreas de la vida, resultando
importante reconocer estos síntomas y buscar ayuda si son persistentes y afectan negativamente
la calidad de vida (Rodríguez, I. y Blanco, A., 2021).
La Depresión en la población infantil.
Según, Del Cid (2021), la depresión es un trastorno del estado de ánimo caracterizado por
una persistente sensación de tristeza profunda, desesperanza y pérdida de interés en las
actividades diarias. A manera de tristeza, se muestra como un sentimiento propio del ser huimano
ante circunstancias que le generan dolor y disminuyen en un periodo de tiempo al modificarse los
acontecimientos que la originan, por el contrario, la depresión es un estado emocional recurrente
que afecta la vida cotidiana de una persona (Corea, 2021).
De este grupo el 30% de los infantes manifiestan expresiones como “ya no quiero vivir”,
“no volveré”, de acuerdo al estudio estas actitudes y pensamientos son el resultado de un estilo
de crianza negligente e interacciones negativas (Merchán et al. 2021), afectando tanto emocional
como físicamente, manifestándose en síntomas como fatiga, cambios en el apetito y el sueño,
dificultad para concentrarse, dificultad para interactuar con amigos y pensamientos recurrentes
de muerte o suicidio, sus causas pueden ser una combinación de factores genéticos, biológicos,
ambientales y psicológicos (Flores, 2020).
Los infantes víctimas de violencia, conciben al maltrato como efecto de conductas propias
en el que se delega responsabilidad por comportamientos del agresor, siendo unos de los
pensamientos devastadores que lo inducen a ala depresión junto a sentimientos de inutilidad e
incapacidad para tomar decisiones (Tofenio, 2019).
A corto plazo, los niños muestran dificultades para comportarse y conforme la
sintomatología avanza puede repercutir en la salud física como problemas gastrointestinales y
cefaleas, sin mostrar una causa médica patente. Al margen del 70% de niños a largo plazo, lograr
desarrollar una deficiente capacidad para fomentar interacciones con otros en base a la confianza
y el respeto debido a patrones de conductas desadaptativas adquiridas en la infancia, además de
cerebral y emocional (Tofenio, 2019).
De ahí que, la exposición a la violencia en el hogar puede tener un impacto devastador en
el bienestar emocional y mental de los niños, lo que aumenta significativamente el riesgo de
desarrollar depresión (Carava & Terue, 2020).
Tipos de violencia
Según López et al. (2020), la violencia intrafamiliar abarca diferentes formas de agresión
que pueden causar un profundo y variado daño a quienes la experimentan, afectando no solo su
integridad física, sino también su salud mental, emocional y sexual.

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Para Canseco et al. (2019), la agresión dentro del hogar es considerada a “toda acción u
omisión cometida por algún integrante familiar en relación de poder, sin importar el espacio físico
donde ocurra”.
La Organización Mundial de la Salud (2022), expone datos estadísticos alarmantes sobre
la violencia intrafamiliar hacia los niños, señalando que 3 de cada 4 niños de entre 2 y 4 años
experimentan algún tipo de maltrato. De este grupo, el 23% sufre maltrato físico, el 36% es
víctima de maltrato emocional, el 16% enfrenta desatención en salud, y el 26% ha sido sometido
a abuso sexual. Estos datos subrayan la gravedad del problema a nivel global y la necesidad de
implementar medidas de protección para los más vulnerables.
Debido a ello Vilariño et al. (2022), realiza una investigación en España, con el objetivo de
recolectar información acerca de las consecuencias del maltrato infantil en una muestra de 65
niños víctimas de algún tipo de violencia, los resultados demostraron que los niños que fueron
víctimas de maltrato infantil presentaban síntomas de Depresión en un 36% un 45% mostró
síntomas de ansiedad y un 69% manifestó síntomas de ira, siendo estos porcentajes más altos en
comparación con un grupo normativo. Entre las manifestaciones más comunes de esta violencia
se encuentran la violencia física y la psicológica.
Violencia física
Según, Bejarano et. al (2022) interpreta sobre la violencia física implica el uso de la fuerza
física con la intención de causar daño o lesiones a un miembro de la familia. Este tipo de violencia
puede manifestarse de diversas formas, como golpes, patadas, bofetadas, estrangulamiento,
quemaduras o cualquier otro acto de agresión que tenga como objetivo infligir daño físico. Es por
ello que, la Organización Mundial de la Salud, muestra la estimación anual de muertes a causa de
maltrato infantil, la cual rodea los 155.00 de niños menores de los 14 años, por negligencia o
privación de alimentos, a más de trastornos del estado de ánimo o su vez, consumo de sustancias
(Riquelme et al., 2020).
Estos actos pueden ser ejecutados de manera aislada o como parte de un patrón continuo
de abuso, y pueden tener consecuencias graves tanto a corto como a largo plazo para la víctima y
para el bienestar general de la familia. Es importante reconocer y abordar la violencia física en el
hogar para proteger la seguridad y la salud de todos sus miembros, especialmente de aquellos más
vulnerables, como los niños.
Violencia psicológica
Para Moreira (2020) La violencia psicológica implica el uso de palabras, gestos o
comportamientos para intimidar, humillar, controlar o manipular a un miembro de la familia. Este
tipo de violencia puede ser especialmente insidioso y perjudicial, ya que no deja marcas físicas,
visibles, pero puede tener efectos profundos en la salud mental y emocional de la víctima. Entre
las formas de violencia psicológica se incluyen amenazas de violencia física o emocional,
insultos, desprecios, ridiculizaciones, comparaciones desfavorables, y otras formas de

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menosprecio que socavan la autoestima y la confianza en sí mismo. Puesto que, se ha evidenciado
alteraciones a nivel cognitivo y psicológico como: alteraciones del estado de ánimo, agresividad,
irritabilidad, problemas de conducta internalizados, enuresis, temor excesivo, insomnio, y
dificultades en el aprendizaje (Pinargote etal., 2022).
La exposición a la violencia psicológica, ha pronosticado una baja autoestima, siendo
perjudicial a cualquier edad y mostrando daños a nivel cerebral donde las experiencias adversas
como la violencia, traen consigo alteraciones en el desarrollo de un procesamiento desordenado
de la información, sesgos e incluso síntomas de psicopatología con reacciones hostiles al ambiente
(Mastorakos & Scott, 2019)
Violencia emocional
La violencia emocional abarca un conjunto de acciones que provocan un daño psicológico
y emocional profundo, muchas veces es invisible pero igualmente perjudiciales, entre estas
acciones se incluyen el abandono emocional, la negligencia afectiva, la indiferencia o la
manipulación emocional. Este tipo de violencia puede ser especialmente dañino para los niños,
ya que se encuentran en un periodo crítico de desarrollo emocional y social. El abandono
emocional y la negligencia afectiva privan a los niños del amor, la atención y el cuidado
emocional que necesitan para crecer y prosperar.
La indiferencia emocional puede hacer que los niños se sientan invisibles o sin valor, lo
que afecta negativamente su autoestima y su sentido de identidad. Por otro lado, la manipulación
emocional puede confundir y traumatizar a los niños, haciéndoles creer que son responsables de
los problemas familiares o que no son dignos de amor y respeto (Moreira, 2020).
Violencia sexual
Según Rodríguez et al. (2020), la conceptualiza como un acto violento que puede
producirse en cualquier ambiente social. En consecuencia, tiene repercusiones negativas en las
víctimas, siendo un factor que incide en el desarrollo personal, salud mental, crecimiento y
formación de lazos afectivos, especialmente, en la población infantil (Carava & Teruel, 2020).
La violencia sexual dentro del ámbito familiar puede tener efectos duraderos y profundos
en la víctima ya que, implica cualquier forma de contacto sexual no deseado o coercitivo entre
miembros de la familia, incluyendo el abuso, acoso, explotación sexual y cualquier otro acto de
esta naturaleza que se lleve a cabo sin el consentimiento explícito y voluntario de la persona
afectada. Este tipo de violencia puede ocurrir de manera repetida a lo largo del tiempo o como un
evento único, y puede implicar a un miembro de la familia o a varios. Las víctimas de violencia
sexual dentro de la familia suelen experimentar sentimientos de vergüenza, culpa, confusión y
miedo, lo que puede dificultar su capacidad para buscar ayuda y apoyo. Además, este tipo de
abuso puede causar traumas emocionales y psicológicos significativos, como trastorno de estrés
postraumático, depresión, ansiedad, problemas de autoestima y dificultades en las relaciones
interpersonales (Pedroso Bastos & Fortunato Costa, 2021).

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La ansiedad y depresión en niños víctimas de violencia intrafamiliar
La violencia en cualquiera de las formas, genera diferentes afectaciones en la víctima que
pueden ser físicas o emocionales, ocasionando en el segundo caso distintas alteraciones mentales
o psicológicas lo que se conoce como afectaciones psicológicas. En este sentido, Hewitt et al.,
(2016, 125) refiere que estas afectaciones dependen del evento violento sufrido, el tipo de víctima,
el tipo de violencia perpetuado, la edad, el género, el tipo de apoyo recibido, entre otros.
Según un estudio realizado por Chiliquinga (2021) menciona que, la exposición directa a
la violencia, ya sea como testigos o víctimas, aumenta significativamente el riesgo de problemas
psicológicos, como ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático. Los hogares
disfuncionales, caracterizados por conflictos constantes, abuso de sustancias o falta de apoyo
emocional, también contribuyen a la vulnerabilidad de los niños.
La depresión infantil, puede ser especialmente desafiante debido a la complejidad de sus
experiencias y emociones (Gutiérrez & Zambrano, 2021). Estos niños pueden sentirse atrapados
en un ciclo de miedo, ansiedad y desesperanza, sin saber a dónde recurrir para obtener ayuda. Por
otra parte, la depresión según Trujillo y Martínez (2021), es una patología que se caracteriza por
síntomas intensos de tristeza permanente, los cuales se presentan durante un tiempo prolongado
de semanas o meses, causando malestar y deterioro significativo en varios ámbitos de la vida del
sujeto. A su vez, la intensidad y frecuencia de los síntomas son elementos que alertan la presencia
de un trastorno depresivo en niños, adolescentes y adultos (Gutiérrez & Zambrano, 2021).
Los niños que han sido testigos o víctimas de violencia intrafamiliar pueden experimentar
una amplia gama de síntomas depresivos, que pueden manifestarse de diferentes maneras según
la edad y la personalidad del niño, es decir, estas manifestaciones pueden presentarse de manera
distinta tanto en la población adulta como en la infantil, pudiendo ser en esta última menos
evidentes y expresados a nivel conductual como la irritabilidad, agresividad, retraimiento social
o problemas en la escuela (Jalca et al., 2023). Algunos de los síntomas compartidos pueden
incluir: la tristeza persistente o estado de ánimo deprimido, pérdida de interés en actividades que
solían disfrutar, cambios en los patrones de sueño, como dificultades para conciliar el sueño o
dormir en exceso, cambios en el apetito o en el peso corporal, fatiga o pérdida de energía,
sentimientos de culpa o inutilidad, dificultades para concentrarse o tomar decisiones y
pensamientos recurrentes de muerte (Jalca et al., 2023).
Por otro lado, la ansiedad puede interferir significativamente con la capacidad de una
persona para concentrarse y mantener la atención. Los pensamientos preocupantes y el estado de
alerta constante pueden hacer que sea difícil enfocarse en tareas, recordar detalles o seguir una
conversación. Esta dificultad para concentrarse puede afectar el rendimiento en el trabajo, la
escuela y las actividades cotidianas. Estos síntomas emocionales no solo causan malestar
personal, sino que también pueden afectar las relaciones interpersonales y el rendimiento en

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diversas áreas de la vida. Es importante reconocer estos síntomas y buscar ayuda si son
persistentes y afectan negativamente la calidad de vida.
Síntomas de depresión en niños expuestos a violencia intrafamiliar
Los niños que han sido testigos o víctimas de violencia intrafamiliar pueden experimentar
una amplia gama de síntomas depresivos, que pueden manifestarse de diferentes maneras según
la edad y la personalidad del niño (Jalca et al., 2023). Algunos de estos síntomas pueden incluir:
tristeza persistente o estado de ánimo deprimido, pérdida de interés en actividades que solían
disfrutar, cambios en los patrones de sueño, como dificultades para conciliar el sueño o dormiren
exceso, cambios en el apetito o en el peso corporal, fatiga o pérdida de energía, sentimientos de
culpa o inutilidad, dificultades para concentrarse o tomar decisiones y pensamientos recurrentes
de muerte (Jalca et al., 2023).
Es importante tener en cuenta que la depresión en niños puede presentarse de manera
diferente a la depresión en adultos, y los síntomas pueden ser menos evidentes. Los niños también
pueden expresar su angustia a través de cambios en el comportamiento, como irritabilidad,
agresividad, retraimiento social o problemas en la escuela (American Academy of Pediatrics,
2020).
Síntomas de ansiedad en niños expuestos a violencia intrafamiliar
La ansiedad infantil es una sensación de euforia que se origina a través de un estímulo
considerado como perjudicial y que se asocia a sensaciones de inquietud y manifestaciones
físicas. Por ello, el temor que los niños suelen exteriorizar desde su nacimiento. Desde esta
primera etapa, el menor se muestra haciendo frente a lo incierto, siendo vital del ser humano
aprender a gestionar la ansiedad en los diferentes ciclos vitales (UNICEF, 2021)
Según, Fiestas-Teque y Vega-Dienstmaier (2020) mencionan que, la ansiedad se manifiesta
físicamente de diversas maneras, incluyendo sudoración excesiva, temblores, palpitaciones,
respiración rápida, mareos y tensión muscular. La sudoración puede ser incómoda y socialmente
embarazosa, mientras que los temblores y las palpitaciones pueden aumentar la sensación de
alarma y nerviosismo. La respiración rápida o hiperventilación puede llevar a mareos y
sensaciones de desmayo, exacerbando la ansiedad. La tensión muscular causa rigidez y dolor,
contribuyendo al malestar general. Estos síntomas físicos son respuestas del cuerpo al estrés y la
percepción de amenaza, y pueden ser manejados con técnicas de relajación, ejercicio y, en casos
más severos, con el apoyo de un profesional de la salud mental.
Factores de riesgo asociados a la violencia intrafamiliar
El estudio titulado “Domestic Violence and Its Effects on Women, Children, and Families”
hace referencia al problema planteado que busca comprender cómo diferentes variables familiares
y sociales contribuyen a la exposición y perpetuación de la violencia en el hogar. La muestra
consiste en 300 niños de diversas edades y contextos familiares, con un enfoque en aquellos que
han sido identificados como víctimas de violencia intrafamiliar (Descartes et al., 2021). La

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metodología incluye análisis de datos secundarios de encuestas nacionales sobre violencia
doméstica, así como entrevistas semiestructuradas con padres y cuidadores. Los resultados
resaltan la importancia de factores como el desempleo, la falta de apoyo social y la presencia de
trastornos mentales en los adultos como predictores dela violencia familiar y su impacto en la
salud mental de los niños. Las conclusiones enfatizan la necesidad de programas integrales de
intervención que aborden estos factores de riesgo asociados a la violencia intrafamiliar y su
impacto en la salud mental infantil son diversos y complejos.
Además, los modelos parentales de comportamiento agresivo pueden influir en la forma en
que los niños manejan conflictos y relaciones en el futuro. El abuso infantil, el aislamiento social,
los factores socioeconómicos desfavorables y la falta de acceso a servicios de salud mental
adecuados también juegan un papel crucial en la relación entre la violencia intrafamiliar y la salud
mental infantil (Chiliquinga,2021). Estos factores no operan de forma independiente, sino que
interactúan entre sí, subrayando la importancia de abordarlos de manera integral para proteger el
bienestar psicológico de los niños expuestos a la violencia en el hogar. desde una perspectiva
multidisciplinaria.
Con relación a lo mencionado, existen varios factores de riesgo destacados en los niños,
entre los cuales se encuentran; la exposición a cualquier forma de violencia durante la infancia
lo cual aumenta el riesgo de que los menores tengan impactos negativos a largo o corto plazo,
con efectos en su conducta, relación social, rendimiento académico, perspectiva de vida y el
desarrollo social en los menores como la adquisición de habilidades sociales, generando un
impacto en la infancia y lo que se estima en la adultez, ya que, a mayor riesgo de sufrir violencia
mayor la presencia de conductas problemáticas en la adultez (Mathias et al., 2022).
De igual forma, al añadir más riesgos potenciales se ubica a los padres que fueron tratados
con negligencia en la infancia y consumen sustancias; el habitar en comunidades con niveles
altos de desempleo y ausencia de respaldo para las familias; en última instancia el vivir en
sociedades con poco ordenamiento jurídico para la agresión a la población infantil (OSM, 2021).
Es crucial comprender el profundo impacto que la violencia intrafamiliar puede tener en la
salud mental de los niños. La exposición a situaciones de violencia en el hogar puede
desencadenar una serie de problemas psicológicos, como la ansiedad y la depresión, que pueden
persistir a lo largo del tiempo si no se abordan adecuadamente. En particular, se observa una
correlación significativa entre la exposición a la violencia familiar y la manifestación de síntomas
de ansiedad y depresión en los niños evaluados. Esta asociación es coherente con la literatura
existente, que ha demostrado consistentemente que los niños expuestos a la violencia en el hogar
tienen un mayor riesgo de desarrollar trastornos emocionales (Vera N., Molina I. & Ronquillo E.
, 2020). Uno de los hallazgos más preocupantes es el aumento notable en los niveles de ansiedad
y depresión entre los niños expuestos a situaciones de violencia familiar. Estosubraya la urgencia
de abordar la violencia intrafamiliar como un problema de salud pública y de implementar

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intervenciones preventivas y de apoyo psicosocial (Peláez M. & Lago A., 2020).
Es importante reconocer que este estudio ofrece una valiosa contribución al campo al
evidenciar los efectos adversos de la violencia intrafamiliar en la infancia. Sin embargo, también
es crucial tener en cuenta sus limitaciones, como la falta de un seguimiento a largo plazo para
evaluar el impacto continuo de estas experiencias en el desarrollo psicológico de los niños.
Destacando que, cada niño genera una respuesta diferente ante al trauma, aun así, el éxito
de demostrar resiliencia dependerá del sistema de apoyo, buena autoestima y amistades
saludables.
Además, sería beneficioso para futuras investigaciones explorar más a fondo los factores
de riesgo y protectores que pueden modular la relación entre la violencia intrafamiliar y la salud
mental infantil.
CONCLUSIONES
El presente estudio ha profundizado en la compleja dinámica de la violencia intrafamiliar,
explorando diversos tipos de violencia que afectan significativamente el bienestar de los niños.
La identificación de estos tipos de violencia, que incluyen: la violencia física, la violencia
psicológica, la violencia emocional y la violencia sexual. Los cuales han permitido comprender
mejor cómo estas experiencias traumáticas impactan negativamente en el desarrollo emocional y
psicológico de los niños expuestos. La investigación ha revelado que los niños expuestos a
violencia intrafamiliar frecuentemente presentan una amplia gama de síntomas de ansiedad y
depresión. Estos síntomas pueden manifestarse de diferentes formas según la edad y el contexto
individual de cada niño, pero su presencia constante refleja el profundo impacto psicológico de
la violencia en el entorno familiar. La ansiedad se manifiesta en forma de miedo, preocupación
constante y dificultades para concentrarse, mientras que la depresión se caracteriza por tristeza
persistente, pérdida de interés en actividades antes placenteras y cambios en el apetito y el sueño.
Es crucial destacar que la exposición prolongada a la violencia intrafamiliar no solo
aumenta la vulnerabilidad emocional de los niños durante la infancia, sino que también puede
tener efectos duraderos en su salud mental a lo largo de la vida adulta. Estudios previos han
establecido una clara asociación entre la violencia familiar y los factores de riesgo mayormente
considerados son: el desempleo, la falta de apoyo social y la presencia de trastornos mentales en
los adultos como predictores dela violencia familiar y su impacto en la salud mental de los
niños, por lo que se consideró que los factores de riesgo vitales dentro de esta investigación son,
los de trastornos psiquiátricos en la edad adulta, subrayando la importancia de abordar estos
problemas desde una edad temprana para mitigar su impacto a largo plazo.
Las intervenciones efectivas deben incluir tanto el apoyo psicológico directo a los niños
afectados como la implementación de estrategias de prevención que promueven entornos
familiares seguros y saludables. Además, se destaca la necesidad de programas educativos que

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sensibilicen sobre los efectos adversos de la violencia intrafamiliar y empoderen a las
comunidades para reconocer y reportar casos de abuso. En conclusión, este estudio ha contribuido
significativamente a ampliar nuestro entendimiento sobre cómo los diferentes tipos de violencia
intrafamiliar afectan la salud mental de los niños, destacando la urgencia de acciones que protegen
su bienestar y fomentan entornos familiares libres de violencia.
Limitaciones
La generalización de los resultados podría ser limitada debido a las diferencias culturales
y contextuales entre las poblaciones estudiadas. Las normas culturales, los valores familiares y
los recursos disponibles pueden variar significativamente entre diferentes grupos demográficos,
lo que afecta la forma en que la violencia intrafamiliar se percibe, se informa y se aborda. Por
último, la falta de un seguimiento a largo plazo limita nuestra comprensión del impacto a largo
plazo de la exposición a la violencia intrafamiliar en el desarrollo psicológico de los niños. Sin
datos a lo largo del tiempo, es difícil evaluar cómo estas experiencias afectan el bienestar a medida
que los niños crecen y se enfrentan a nuevos desafíos en diferentes etapas de sus vidas.
Propuesta para futuros estudios
Esta investigación permite una comprensión más completa de la trayectoria de los efectos
a largo plazo de la exposición a la violencia familiar, así como identificar factores de riesgo que
pueden influir en el resultado a lo largo del tiempo. Además, se pueden llevar a cabo estudios
cualitativos para explorar en profundidad las experiencias y percepciones de los niños sobre la
violencia intrafamiliar. Estas investigaciones pueden proporcionar una visión más profunda de
cómo la violencia intrafamiliar afecta a los niños en su vida cotidiana, así como las estrategias de
afrontamiento que utilizan para hacer frente a estas situaciones difíciles.
Implicaciones
Los hallazgos subrayan la importancia de implementar intervenciones preventivas y de
apoyo temprano para proteger la salud mental de los niños expuestos a la violencia intrafamiliar.
Estas intervenciones deben abordar tanto las necesidades inmediatas de los niños como las de sus
familias, proporcionando un entorno seguro y de apoyo donde puedan sanar y recuperarse. Un
enfoque integral que incluya programas educativos para aumentar la conciencia sobre los efectos
devastadores de la violencia intrafamiliar en la salud mental infantil es esencial para promover la
prevención y la intervención temprana.
Desarrollar programas educativos es fundamental para sensibilizar a la comunidad sobre la
violencia intrafamiliar y sus consecuencias. Estos programas pueden incluir sesiones informativas
para padres que aborden los signos y efectos de la violencia, así como estrategias para prevenirla
y manejar situaciones de conflicto de manera constructiva. La educación en habilidades de crianza
positiva es otra área crucial; enseñar a los padres técnicas de disciplina no violenta y
comunicación efectiva puede reducir significativamente los incidentes de violencia en el hogar.
Además, los talleres para niños sobre cómo identificar y reportar la violencia son vitales.

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Estos talleres pueden empoderar a los niños, proporcionándoles las herramientas y el
conocimiento necesarios para reconocer situaciones de abuso y buscar ayuda. Es importante crear
un entorno en el que los niños se sientan seguros y apoyados al hablar sobre su experiencia, sin
temor a represalias o estigmatización.
Proporcionar recursos y apoyo a las familias afectadas por la violencia intrafamiliar es otro
componente crítico. El acceso a servicios de salud mental especializados, como terapia individual
y familiar, puede ayudar a los niños y a sus padres a lidiar con el trauma y a desarrollar
mecanismos de afrontamiento saludables. La terapia familiar, en particular, puede facilitar la
comunicación y la resolución de conflictos, fortaleciendo los lazos familiares y promoviendo un
ambiente más armonioso en el hogar.
Los programas de apoyo comunitario también juegan un papel importante. Estos programas
pueden ofrecer una red de seguridad para las familias, brindando apoyo emocional y práctico. Por
ejemplo, grupos de apoyo para padres pueden proporcionar un espacio seguro para compartir
experiencias y estrategias, mientras que las actividades comunitarias pueden fortalecer el sentido
de pertenencia y reducir el aislamiento.
Es esencial que las intervenciones se diseñen teniendo en cuenta las características
específicas de cada comunidad. Esto incluye la consideración de factores culturales,
socioeconómicos y demográficos que pueden influir en la prevalencia y el impacto de la violencia
intrafamiliar. Trabajar con líderes comunitarios y organizaciones locales puede garantizar que las
intervenciones sean culturalmente apropiadas y tengan un mayor impacto.
En última instancia, para abordar la violencia intrafamiliar requiere un enfoque integral y
colaborativo que involucre a todos los sectores de la sociedad. Los gobiernos tienen un papel
crucial en la implementación de políticas y programas que aborden esta problemática. Esto puede
incluir la asignación de recursos para servicios de apoyo, la implementación de leyes y políticas
que protejan a los niños y la promoción de campañas de sensibilización pública.
Las organizaciones no gubernamentales (ONG) también son actores clave en la lucha
contra la violencia intrafamiliar. A menudo, estas organizaciones están en la primera línea,
proporcionando servicios directos a las familias afectadas y abogando por cambios en políticas y
prácticas. La colaboración entre ONG y entidades gubernamentales puede maximizar el alcance
y la eficacia de las intervenciones.
Las escuelas tienen un papel fundamental en la protección y el apoyo a los niños. Los
educadores pueden ser entrenados para identificar signos de abuso y para intervenir de manera
efectiva. Además, las escuelas pueden implementar programas de educación emocional y social
que ayuden a los niños a desarrollar habilidades para manejar sus emociones y resolver conflictos
de manera no violenta.
Las comunidades locales también deben estar involucradas en los esfuerzos para prevenir
y abordar la violencia intrafamiliar. Esto puede incluir la organización de eventos comunitarios

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que promuevan la cohesión social y el apoyo mutuo, así como la creación de redes de vigilancia
comunitaria para identificar y responder a casos de violencia.
Un enfoque integral también debe incluir la investigación continua para evaluar la eficacia
de las intervenciones y para identificar nuevas estrategias basadas en la evidencia. Los estudios
longitudinales pueden proporcionar información valiosa sobre los efectos a largo plazo de la
violencia intrafamiliar y sobre cómo las intervenciones tempranas pueden mitigar estos efectos.
La colaboración entre investigadores, profesionales de la salud y formuladores de políticas puede
garantizar que las intervenciones se basen en la mejor evidencia disponible y se adapten a las
necesidades cambiantes de las comunidades.
En la implementación de intervenciones preventivas y de apoyo temprano es crucial para
proteger la salud mental de los niños expuestos a la violencia intrafamiliar. Esto requiere un
enfoque integral que involucre a todos los sectores de la sociedad, desde el gobierno y las
organizaciones no gubernamentales hasta las escuelas y las comunidades locales. Solo a través de
un esfuerzo colaborativo y multifacético podemos crear un entorno seguro y de apoyo para los
niños y sus familias, ayudándoles a sanar y a construir un futuro más saludable y prometedor.

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