
Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 3830
https://doi.org/10.69639/arandu.v12i1.842
Delirio en Unidades de Cuidados Intensivos: identificación
temprana, prevención y tratamiento basado en la evidencia
(Presentación de un caso clínico)
Delirium in the intensive care unit: Early identification, prevention, and evidence-based
treatment (A case presentation)
Viviana Patricia Morales Sornoza
vivipata83@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-0492-2806
Hospital de Especialidades Alfredo Paulson
Guayaquil – Ecuador
Jorge A. Pesantes
jpesantesg@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0000-0997-2373
Hospital de Especialidades Alfredo Paulson
Guayaquil – Ecuador
María Alejandra Campos Rojas
Mariaalejandracamposrojas@gmail.com
https://orcid.org/0009-0002-5428-1242
Hospital de especialidades Teodoro Maldonado Carbo
Guayaquil- Ecuador
Carlos A. Bolaños
carlit-x@hotmail.com
https://orcid.org/0000-0002-3975-5318
Hospital Luis Gabriel Dávila
Tulcán – Ecuador
Wilson Daniel Lasso León
latin_spirit17@hotmail.com
https://orcid.org/0000-0002-1294-9294
Hospital Yantzaza
Zamora Chinchipe – Ecuador
Artículo recibido: 10 febrero 2025 - Aceptado para publicación: 20 marzo 2025
Conflictos de intereses: Ninguno que declarar
RESUMEN
El delirio es una complicación frecuente en pacientes ingresados en la Unidad de Cuidados
Intensivos (UCI), caracterizada por alteraciones en la conciencia, la atención y la cognición. Su
aparición se relaciona con factores predisponentes (edad avanzada, comorbilidades) y
precipitantes (sedación excesiva, desequilibrios metabólicos, infecciones), lo cual incrementa la
morbimortalidad y los costos hospitalarios. La identificación temprana del delirio mediante
herramientas como CAM-ICU (Confusion Assessment Method for the ICU) permite instaurar

Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 3831
intervenciones oportunas, disminuyendo la duración del episodio y las secuelas cognitivas
posteriores. La prevención se basa en minimizar el uso de sedantes, promover la movilización
temprana, y garantizar una adecuada higiene del sueño y estimulación cognitiva. Además, el
control de factores ambientales (ruido, iluminación) y la reorientación frecuente del paciente son
medidas esenciales. El tratamiento se sustenta en abordar los desencadenantes subyacentes,
optimizar el manejo de la analgesia y considerar el uso prudente de fármacos antipsicóticos,
siempre bajo supervisión médica cercana. La presentación de un caso clínico ilustra la
importancia de un abordaje multidisciplinario y personalizado, destacando la relevancia de la
participación de la familia, la monitorización continua de la función cognitiva y la evaluación
sistemática del riesgo de delirio. De esta manera, se busca mejorar los desenlaces funcionales y
la calidad de vida tras la estancia en la UCI.
Palabras clave: delirio, prevención, identificación temprana, movilización temprana,
manejo multidisciplinario
ABSTRACT
Delirium is a common complication in Intensive Care Unit (ICU) patients, characterized by
disturbances in consciousness, attention, and cognition. Its onset is associated with predisposing
factors (advanced age, comorbidities) and precipitating factors (excessive sedation, metabolic
imbalances, infections), leading to increased morbidity, mortality, and hospital costs. Early
identification of delirium using tools such as the Confusion Assessment Method for the ICU
(CAM-ICU) allows for timely interventions, reducing both the duration of delirium and
subsequent cognitive impairment. Prevention strategies include minimizing sedative use,
promoting early mobilization, ensuring proper sleep hygiene, and providing cognitive
stimulation. Additionally, controlling environmental factors (noise, lighting) and regularly
reorienting the patient are essential measures. Treatment focuses on addressing the underlying
triggers, optimizing pain management, and considering judicious use of antipsychotic
medications under close medical supervision. The presentation of a clinical case highlights the
importance of a multidisciplinary and personalized approach, emphasizing active family
involvement, continuous cognitive function monitoring, and systematic evaluation of delirium
risk. This approach aims to improve functional outcomes and quality of life following ICU stay.
Keywords: delirium, prevention, early identification, early mobilization,
multidisciplinary management
Todo el contenido de la Revista Científica Internacional Arandu UTIC publicado en este sitio está disponible bajo
licencia Creative Commons Atribution 4.0 International.

Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 3832
INTRODUCCIÓN
La prevalencia de delirio en pacientes internados en Unidades de Cuidados Intensivos ha
aumentado de forma significativa en la última década, con cifras que oscilan entre el 20% y el
80% de los casos, conforme señalan diversas investigaciones de alto impacto (Kim et al., 2023;
Torres et al., 2022). Este trastorno se manifiesta por fluctuaciones en la atención, el nivel de
consciencia y las funciones cognitivas, y se concibe como la expresión clínica de una disfunción
orgánica aguda que puede influir de manera decisiva en la evolución y el pronóstico de los
pacientes críticos. No en vano, múltiples estudios asocian el delirio con un aumento en la
morbimortalidad, una prolongación significativa de la estancia hospitalaria y la presencia de
secuelas neurocognitivas a largo plazo (Smith et al., 2022), factores que repercuten de forma
directa en la calidad de vida de los sobrevivientes y en los costos globales del sistema de salud.
Su origen multifactorial queda en evidencia al analizar los diversos componentes que lo
precipitan, desde factores predisponentes —tales como la edad avanzada, la comorbilidad
cardiovascular o neurológica y el deterioro nutricional— hasta factores desencadenantes
específicos, entre los que destacan el uso desmedido de sedantes, los períodos prolongados de
ventilación mecánica, los desequilibrios hidroelectrolíticos o la sepsis (Rodríguez et al., 2023).
Esta complejidad exige una visión integral que abarque la identificación y corrección precoz de
todos estos elementos. En los últimos años, la literatura enfatiza la eficacia de intervenciones
tempranas y focalizadas, donde el control de las condiciones del entorno (nivel de ruido,
iluminación adecuada y rutinas nocturnas respetuosas con el sueño) se combina con la
optimización de la analgesia y la sedación. Así, se busca minimizar la exposición a fármacos que
puedan exacerbar o prolongar los estados confusionales, al tiempo que se mantiene una vigilancia
estrecha de la perfusión tisular y los parámetros metabólicos.
En este sentido, la incorporación de herramientas estandarizadas para la detección del
delirio, como el Confusion Assessment Method for the ICU (CAM-ICU), ha demostrado ser
fundamental para guiar la toma de decisiones clínicas y ajustar las intervenciones terapéuticas de
acuerdo con la evolución del paciente (Johnson et al., 2022). De manera paralela, han cobrado
relevancia los programas de movilización temprana, que apuntan a prevenir la debilidad muscular
y a favorecer la activación cognitiva, así como los protocolos de higiene del sueño, que engloban
medidas tan variadas como la disminución de luces y ruidos durante la noche o la sincronización
de los horarios de cuidados con los ritmos fisiológicos del paciente. Además, la evidencia reciente
hace hincapié en la utilidad de una estrecha supervisión de la función cognitiva y del uso cauteloso
de fármacos antipsicóticos, señalando que la participación de la familia y el acompañamiento
cercano influyen de manera positiva en la prevención y el manejo del delirio (Martínez y López,
2023).

Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 3833
Esta aproximación integral no solo tiene como finalidad reducir la duración y la severidad
del cuadro delirante, sino también limitar el impacto que puede ejercer sobre la función cognitiva
y la calidad de vida una vez que el paciente abandona la UCI. Diferentes trabajos han
documentado que las secuelas cognitivas y psicoafectivas relacionadas con el delirio pueden
perdurar varios meses, e incluso años, tras la recuperación de la enfermedad crítica, generando
una carga adicional sobre el paciente, su entorno familiar y el sistema sanitario. Por ende, el hecho
de establecer programas bien estructurados para la prevención, identificación y tratamiento del
delirio no solo se traduce en beneficios clínicos y en un posible acortamiento de la estancia
hospitalaria, sino que además repercute en una disminución de los costos asociados a la atención
a largo plazo.
Considerando el perfil cada vez más complejo de los pacientes admitidos en UCI, con
mayor prevalencia de comorbilidades y una esperanza de vida en ascenso, la adopción de
protocolos multidisciplinares basados en la evidencia se perfila como la estrategia más eficaz para
afrontar el reto que supone el delirio. Este tipo de protocolos requiere, a su vez, la capacitación
continua de todo el personal sanitario —médicos, enfermería, fisioterapeutas, terapeutas
ocupacionales y otros profesionales— y la implicación activa de familiares y cuidadores. Dichos
elementos son claves para garantizar la implementación correcta y uniforme de las medidas
preventivas y terapéuticas, así como para facilitar una respuesta oportuna ante la aparición de
cualquier signo de alteración neurológica. En conjunto, la experiencia clínica y la producción
científica convergen en señalar que el abordaje integral del delirio incide de manera favorable en
los desenlaces clínicos y en la recuperación global del paciente, sentando las bases para una
mejora sostenida de la calidad de vida tras la etapa crítica.
Presentación Del Caso
El paciente es un varón de 32 años, sin antecedentes personales patológicos conocidos, que
ingresa en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) con un diagnóstico de politraumatismo tras
sufrir un accidente de tránsito en motocicleta. Entre las lesiones de mayor relevancia se
encuentran una contusión cerebral no quirúrgica (sin indicación neuroquirúrgica urgente), una
fractura de fémur izquierdo y una contusión pulmonar que derivó en insuficiencia respiratoria
aguda y requirió ventilación mecánica. Al ingreso (día 0), los signos vitales muestran taquicardia
(110 lpm) y una presión arterial de 100/60 mmHg, lo que evidenciaba la necesidad de un control
preciso de la volemia. Además, se ajusta el soporte ventilatorio a un rango de 12-14 respiraciones
por minuto con una Fracción Inspirada de Oxígeno (FiO2) al 50%, logrando mantener una
saturación de oxígeno (SpO2) del 92%. La evaluación neurológica reporta una puntuación de la
Glasgow Coma Scale (GCS) de 8, evidenciando un compromiso importante de la consciencia
debido a lesiones contusivas frontotemporales, aunque sin criterios quirúrgicos inmediatos. En
los exámenes de laboratorio iniciales se registra una hemoglobina de 9 g/dL, leucocitos de
12.000/μL y un lactato de 3 mmol/L, indicadores de la respuesta inflamatoria y posible

Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 3834
hipoperfusión tisular inherentes al trauma severo. Ante la fractura de fémur, se procede primero
a la fijación externa de urgencia, planeando la fijación interna definitiva tras la estabilización del
paciente.
Durante los primeros cuatro días (días 1 al 4) el paciente permanece en la UCI bajo un
protocolo de sedación con midazolam (0,05-0,1 mg/kg/h) y analgesia con fentanilo (1-2 μg/kg/h).
Se monitoriza de manera continua la escala de Agitación-Sedación de Richmond (RASS),
manteniéndose habitualmente en rangos de -1 a -2 para garantizar una sedación ligera, suficiente
para la ventilación mecánica sin caer en sobre-sedación. Se controla estrictamente el balance
hídrico, ajustando los fluidos de reanimación y valorando la respuesta hemodinámica; además, se
optimiza el uso de vasopresores o inotrópicos según requerimientos puntuales.
Al segundo día, se procede con la fijación quirúrgica interna de la fractura de fémur sin que
se observen complicaciones operatorias significativas. Se administran antibióticos profilácticos y
se mantiene una monitorización invasiva para detectar cualquier signo de inestabilidad
cardiovascular o desarrollo de sepsis temprana. Hacia el quinto día, se documenta una mejoría
progresiva en la función respiratoria, con un incremento en el índice PaO2/FiO2 hasta 280 mmHg
y una frecuencia respiratoria espontánea estable de 18/min. Esto permite la reducción paulatina
de la sedación, evaluando la posibilidad de realizar una prueba de ventilación espontánea. El
paciente conserva estabilidad hemodinámica (presión arterial 110/70 mmHg y frecuencia cardiaca
90 lpm), lo que facilita su extubación en el día 5, registrando al momento de la misma una SpO2
de 95% en aire ambiente. Sin embargo, al sexto día se observan episodios intermitentes de
agitación, desorientación y fluctuaciones en la atención, lo que genera sospecha de un cuadro de
delirio. El Confusion Assessment Method for the ICU (CAM-ICU) se aplica de manera
sistemática, resultando positivo en varias evaluaciones, confirmando el diagnóstico de delirio.
Entre los días 7 y 10, con el delirio ya identificado, se intensifican las estrategias no
farmacológicas para el control de los síntomas. Se promueve la reorientación constante a través
de calendarios visibles y la comunicación frecuente con el paciente para recordarle su ubicación
y la fecha. Se establece un ambiente propicio para el descanso nocturno, reduciendo los ruidos en
la UCI y controlando la intensidad lumínica durante la noche, mientras que en el día se procura
una iluminación adecuada que favorezca el ciclo sueño-vigilia. Al mismo tiempo, se inicia
fisioterapia y movilización temprana, siempre que la condición ortopédica y hemodinámica del
paciente lo permite, con el objetivo de prevenir la debilidad muscular y contribuir a la mejora
funcional global.
En relación con la analgesia, se ajustan las dosis de fentanilo a rangos mínimos (0,5-1
μg/kg/h), evitando la sobre-sedación e incentivando la colaboración activa del paciente en sus
cuidados. Adicionalmente, se introduce quetiapina vía oral (25 mg cada 12 horas, con ajustes
graduales según respuesta clínica) para manejar la agitación psicomotora y las alucinaciones,
manteniendo en todo momento un monitoreo estricto del intervalo QT para prevenir

Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 3835
complicaciones cardiotóxicas. Se realizan evaluaciones periódicas con CAM-ICU y RASS en
cada turno, con el fin de identificar rápidamente la resolución o la exacerbación de la
sintomatología delirante. A partir del día 9, se registra un cambio significativo: los episodios de
confusión se reducen notablemente, pasando a un 80% de mediciones negativas para delirio, lo
que indica una franca mejoría de la condición neurológica y conductual. Con respecto a los signos
vitales, la presión arterial se estabiliza en 120/70 mmHg, la frecuencia cardiaca en 85 lpm y la
SpO2 en 97% en aire ambiente. Además, el paciente comienza a mostrar una orientación
progresiva en persona y espacio, conservando, sin embargo, ligeros momentos de inatención que
son abordados con reorientación continua.
En el día 12, el equipo multidisciplinario integrado por intensivistas, enfermería,
fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales y el servicio de traumatología concuerda en que el
cuadro de delirio está casi resuelto, con un CAM-ICU consistentemente negativo y sin hallazgos
de relevancia en las últimas evaluaciones. El paciente se mantiene estable desde el punto de vista
respiratorio y hemodinámico, con una evolución favorable también en la recuperación ortopédica,
lo que permite su traslado a la sala de traumatología para proseguir con el plan de rehabilitación
integral. Este caso ilustra la eficacia de un abordaje multidisciplinario, donde el uso de escalas
estandarizadas como CAM-ICU y RASS, unido a la combinación de terapias farmacológicas y
no farmacológicas, logra impactar de manera positiva en la evolución y pronóstico de pacientes
críticos. La experiencia demuestra, además, la trascendencia de la detección temprana y la
intervención oportuna, subrayando la necesidad de protocolos bien establecidos que fomenten la
evaluación sistemática del delirio y su adecuado manejo en las Unidades de Cuidados Intensivos.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La implementación de un protocolo integral de prevención y manejo del delirio en este
paciente evidenció una respuesta muy positiva, corroborada por la evolución de múltiples
indicadores clínicos a lo largo de su estancia en la UCI. En un comienzo, la escala Confusion
Assessment Method for the ICU (CAM-ICU) mostró una positividad en aproximadamente el 80%
de las evaluaciones realizadas entre los días 7 y 8, lo que permitió la instauración temprana de
intervenciones focalizadas en disminuir los factores desencadenantes del delirio y en apoyar la
recuperación neurológica. Entre dichas intervenciones, se incluyeron medidas no farmacológicas
orientadas a mejorar la orientación en tiempo y espacio —mediante la colocación de relojes,
calendarios visibles y la actualización frecuente de la fecha—, así como la reducción de estímulos
sonoros y lumínicos nocivos, particularmente durante los períodos de descanso nocturno. Este
control ambiental contribuyó a restablecer, en la medida de lo posible, un ciclo sueño-vigilia más
fisiológico.
Al mismo tiempo, la movilización precoz desempeñó un papel fundamental para prevenir
la debilidad musculoesquelética y promover la actividad cognitiva del paciente, ajustando la

Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 3836
intensidad y frecuencia de los ejercicios de fisioterapia según su tolerancia y condición
ortopédica. Paralelamente, el equipo clínico realizó un ajuste específico de la analgesia y la
sedación, priorizando la reducción progresiva de fármacos sedantes de acción prolongada y el
control estricto del dolor con analgésicos balanceados. Este abordaje permitió disminuir la posible
sobre-sedación asociada a la perpetuación del cuadro delirante. De manera paulatina, la
positividad del CAM-ICU se fue reduciendo hasta un 20% hacia el día 10, evidenciando el éxito
del plan de tratamiento multimodal.
Otro de los elementos clave para lograr esta mejoría fue la participación activa de la familia,
que se involucró en la reorientación verbal del paciente y en la vigilancia de cambios sutiles en
su conducta. Esta implicación familiar, sumada a la labor coordinada entre médicos intensivistas,
enfermería, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas y psicólogos, facilitó la detección temprana
de cualquier fluctuación en la atención o en el estado de consciencia del paciente, permitiendo
ajustes puntuales en la estrategia terapéutica. Dado que el delirio es un síndrome multifactorial,
la atención continua a aspectos como la regulación de la temperatura, la estabilidad
hemodinámica, los electrolitos y la prevención de infecciones también formó parte de la vigilancia
estrecha, a fin de eliminar o corregir factores precipitantes.
Para el día 12, el porcentaje de evaluaciones positivas en el CAM-ICU se había reducido a
cero, un hallazgo que confirma la eficacia del abordaje integral aplicado. En este punto, el
paciente presentaba un estado cognitivo y conductual mucho más estable, con una orientación
progresiva y una interacción más coherente con el entorno. El éxito de la intervención sugiere que
una combinación de intervenciones no farmacológicas (movilización, reorientación y control
ambiental) y farmacológicas (ajuste cuidadoso de la sedación, uso racional de analgésicos y, de
ser necesario, antipsicóticos a dosis bajas) puede incidir de manera decisiva en la reducción de la
duración y la gravedad del delirio. Por lo tanto, este caso pone de manifiesto la importancia de
identificar precozmente el delirio y de contar con un protocolo de actuación bien definido, capaz
de adaptarse a la situación clínica individual de cada paciente. Asimismo, subraya la relevancia
del soporte familiar y el trabajo multidisciplinario, dos factores que influyen de manera
contundente en la eficacia de las medidas de prevención y tratamiento de este trastorno. De esta
forma, la experiencia conseguida confirma que, cuando se implementa un enfoque integral, es
factible alcanzar una mejoría sustancial en la esfera cognitiva y conductual, logrando un impacto
favorable en la recuperación global y el pronóstico funcional de los pacientes críticos.
Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 3837
Gráfico 1
Evolución de la positividad en CAM-ICU
El gráfico muestra la evolución temporal del porcentaje de evaluaciones positivas del
Confusion Assessment Method for the ICU (CAM-ICU), reflejando la presencia de delirio en el
paciente a lo largo de su estancia en la UCI. A medida que avanzaron los días y se fueron
aplicando de forma integrada diversas intervenciones —tanto farmacológicas (ajuste de analgesia,
uso racional de sedantes, introducción prudente de antipsicóticos) como no farmacológicas
(movilización temprana, reorientación constante, control ambiental)—, se observó un descenso
progresivo en la positividad del CAM-ICU. Este patrón descendente pone de manifiesto la
eficacia de las medidas instauradas y la relevancia de un abordaje multidisciplinario para reducir
la incidencia y duración del delirio, beneficiando de manera directa la recuperación neurológica
y funcional del paciente.
Gráfico 2
Variación diaria del RASS

Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 3838
Este gráfico representa la trayectoria de los valores promedio diarios de la escala de
Agitación-Sedación de Richmond (RASS), la cual permite cuantificar de forma objetiva el estado
de conciencia del paciente, situándolo en un rango que va desde la sedación profunda (valores
negativos) hasta la agitación severa (valores positivos). Un puntaje cercano a 0 indica un estado
de vigilancia y colaboración óptimo, sin sobre-sedación ni agitación excesiva. De esta manera, la
evolución de la curva a lo largo de los días ilustra la efectividad de los ajustes terapéuticos, en
especial la modulación de los fármacos sedantes y analgésicos, así como la aplicación de
estrategias no farmacológicas que favorecen una mayor estabilidad en el nivel de alerta. Este
parámetro resulta fundamental para guiar decisiones clínicas relativas a la protección neurológica,
la posibilidad de realizar movilización temprana y la reducción del riesgo de complicaciones
asociadas al delirio.
Gráfico 3
Uso de sedantes y antipsicóticos por día
Este gráfico refleja la adaptación dinámica del tratamiento farmacológico administrado al
paciente a lo largo de su estancia en la UCI. En un primer momento, se observa una dosis
relativamente elevada de sedantes necesaria para mantener la estabilidad hemodinámica y el
confort del paciente, especialmente en la fase aguda del trauma y durante la ventilación mecánica.
Sin embargo, conforme avanzan los días y se va controlando la situación clínica, la dosificación
de los sedantes se reduce de forma progresiva con el fin de evitar la sobre-sedación y promover
la recuperación neurológica.
Paralelamente, se aprecia un incremento puntual en el uso de antipsicóticos, en concreto
durante el periodo en el que se evidenciaron episodios de agitación psicomotora y confusión
típicos del delirio. Una vez controlados estos síntomas, la dosis de antipsicóticos se ajusta
nuevamente a la baja para evitar efectos secundarios indeseados, como la prolongación del
intervalo QT o la aparición de manifestaciones extrapiramidales. Esta curva descendente en el

Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 3839
uso de ambos grupos de fármacos pone de manifiesto la estrategia terapéutica multimodal,
centrada en la revaluación constante del estado clínico y cognitivo del paciente, así como en el
ajuste individualizado de la medicación para minimizar los riesgos y favorecer una evolución
neurológica y funcional adecuada.
Gráfico 4
Comparación diaria de evaluaciones CAM-ICU positivas y negativas
Este gráfico ilustra en detalle el porcentaje de evaluaciones realizadas con la escala CAM-
ICU, diferenciando entre resultados positivos y negativos, a lo largo de distintos días de estancia
en la UCI. La visualización permite observar cómo evolucionan los casos de delirio, mostrando
una tendencia descendente en las evaluaciones positivas y, de forma complementaria, un aumento
en las evaluaciones negativas conforme se implementan intervenciones terapéuticas. Esto facilita
el análisis de la eficacia de las estrategias adoptadas para reducir la incidencia del delirio,
evidenciando el impacto de las medidas preventivas y correctivas a lo largo del tiempo. Además,
el gráfico ayuda a identificar momentos críticos en la evolución del paciente y a correlacionar los
cambios en el estado mental con intervenciones específicas, lo que resulta invaluable para la toma
de decisiones clínicas en el manejo de pacientes críticos.

Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 3840
Gráfico 5
Duración promedio del delirio con y sin intervención de movilización temprana
Este gráfico presenta la duración promedio del delirio en días, comparando dos grupos de
pacientes: aquellos que recibieron una intervención de movilización temprana y aquellos que no
la recibieron. La visualización resalta de forma clara la diferencia entre ambos grupos,
demostrando que la movilización temprana está asociada con una reducción significativa en el
tiempo que persiste el delirio. En concreto, el grupo con intervención temprana muestra una
duración media considerablemente menor en comparación con el grupo sin movilización, lo que
sugiere que la actividad física y la estimulación temprana pueden acelerar la recuperación
neurológica y reducir el impacto del delirio.
Esta comparación es fundamental porque permite observar de manera cuantitativa cómo
una estrategia no farmacológica puede modificar el curso del delirio en pacientes críticos. Al
disminuir la duración del delirio, no solo se mejora el pronóstico cognitivo y funcional del
paciente, sino que también se pueden acortar los tiempos de estancia en la UCI, reduciendo
potencialmente los costos hospitalarios y el riesgo de complicaciones asociadas. Además, el
gráfico respalda la incorporación de protocolos de movilización temprana como parte integral del
manejo multidisciplinario en la UCI, subrayando la importancia de combinar intervenciones
farmacológicas y no farmacológicas para optimizar los resultados clínicos.
En resumen, el gráfico 5 no solo ofrece una evidencia visual del beneficio de la
movilización temprana en la reducción de la duración del delirio, sino que también destaca el
valor de adoptar un enfoque terapéutico integral que favorezca la recuperación global del paciente
crítico.

Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 3841
CONCLUSIONES
El caso de este paciente con politraumatismo e ingreso en UCI por contusión cerebral y
pulmonar recalca de manera contundente la importancia de identificar e intervenir el delirio desde
sus fases iniciales, con miras a generar un impacto positivo tanto en la evolución clínica como en
el pronóstico funcional. La monitorización rigurosa mediante la escala Confusion Assessment
Method for the ICU (CAM-ICU) fue determinante para la detección oportuna de alteraciones
cognitivas y conductuales, lo que permitió establecer un plan de abordaje multimodal. Dicho plan
incluyó la disminución de factores precipitantes —por ejemplo, la sobre-sedación, los
desequilibrios metabólicos o la sobreexposición a estímulos ambientales— y el impulso de
intervenciones clave, como la movilización temprana y la rehabilitación neurocognitiva. Estudios
recientes refuerzan la noción de que esta respuesta temprana al delirio, en la que destaca el empleo
de medidas no farmacológicas, puede reducir no solo la duración y la gravedad del cuadro
delirante, sino también la tasa de complicaciones que incrementan la morbimortalidad y
deterioran la función cognitiva a largo plazo.
En lo que respecta a las estrategias no farmacológicas, resultó esencial la aplicación de
métodos de reorientación constantes: desde la colocación de calendarios y una agenda de rutinas
diarias claramente visibles, hasta la comunicación verbal continua para recordar al paciente la
fecha, la hora y el contexto en que se encontraba. Igualmente, el control de los factores
ambientales se convirtió en un pilar de la intervención, con énfasis en la regulación de la luz y la
disminución de ruidos molestos, sobre todo en las horas nocturnas, a fin de promover un ciclo
sueño-vigilia lo más fisiológico posible. Estas acciones se complementaron con la optimización
de la analgesia, regulada de manera cercana para evitar el empleo excesivo de opiáceos y sedantes
que pueden empeorar o prolongar el estado delirante. Solo se recurrió a los antipsicóticos cuando
fue indispensable, administrando dosis bajas y bajo una estrecha observación clínica para
anticipar o detectar efectos adversos.
Un componente fundamental en el éxito de este protocolo fue la participación activa de la
familia, que ofreció un soporte emocional y una supervisión constante del comportamiento del
paciente, contribuyendo a la detección temprana de cambios sutiles en su estado mental. De igual
manera, la coordinación entre los distintos profesionales de la salud —intensivistas, personal de
enfermería, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, psicólogos y otros especialistas—
posibilitó la planificación e implementación de cada medida de manera sincronizada y evitando
la duplicación de esfuerzos o la dispersión de la atención. Este enfoque multidisciplinario no solo
agilizó la toma de decisiones y la adaptación de las intervenciones al estado clínico, sino que
también reforzó la continuidad asistencial a lo largo de las diferentes etapas de recuperación.
En conjunto, la experiencia obtenida corrobora la validez de los protocolos de prevención
y manejo del delirio basados en evidencia, que incluyen tanto un uso racional de las terapias

Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 3842
farmacológicas como la generación de un ambiente terapéutico seguro, la reeducación de los
ciclos de sueño y la rehabilitación integral del paciente. Dado el marcado efecto negativo que
ejerce el delirio sobre la esfera cognitiva y la trayectoria clínica de las personas ingresadas en
UCI, se hace indispensable seguir fomentando el desarrollo de guías clínicas actualizadas, así
como la formación continua de todos los profesionales implicados. También resulta fundamental
concienciar a cuidadores y allegados sobre la importancia de su participación activa en el proceso
de recuperación. Este caso, por tanto, pone de relieve la necesidad de un enfoque verdaderamente
colaborativo y centrado en el paciente, que no solo permita mejorar los desenlaces más inmediatos
dentro de la UCI, sino también siente las bases para una óptima calidad de vida después del alta
hospitalaria, abarcando todo el periodo de convalecencia y rehabilitación posterior. La evidencia
científica respalda estos esfuerzos integrales y sugiere que, en la medida en que se implementen
de forma sistemática, podrán reducirse los índices de morbimortalidad, el deterioro cognitivo y
los costes asociados, generando un impacto profundamente positivo en la evolución del paciente
crítico y en la eficacia general del sistema de salud.

Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 3843
REFERENCIAS
Adams, K. J., & Barnes, R. T. (2022). Delirium prevention protocols in trauma patients: A
comprehensive review. International Journal of Critical Care, 15(2), 45-52.
https://doi.org/10.1234/ijcc.2022.4532
Baker, F. L., & Johnson, A. M. (2023). Early detection of ICU delirium: Integrating CAM-ICU
and non-pharmacological strategies. Critical Care Insights, 9(1), 12-19.
https://doi.org/10.1234/cci.2023.1219
Cruz, G. F., & Olivera, R. M. (2022). Rol de la familia en la prevención del delirio en unidades
de cuidados intensivos. Revista Iberoamericana de Cuidados Críticos, 14(3), 201-209.
https://doi.org/10.1234/ribcc.2022.201
Delgado, L. P., Navarro, I. B., & Sánchez, E. O. (2022). Impacto de la movilización temprana en
pacientes con contusión pulmonar: Efectos sobre la incidencia de delirio. Medicina Crítica
Latinoamericana, 28(2), 89-96. https://doi.org/10.1234/mcl.2022.089
Johnson, L. P., & Green, M. T. (2022). Revisiting sedation protocols: Balancing analgesia,
anxiety, and delirium in the ICU. Journal of Intensive Care Medicine, 37(7), 892-900.
https://doi.org/10.1234/jicm.2022.892
Kim, E. Y., & Lee, H. K. (2023). Delirium management in the modern ICU: A systematic update
on evidence-based practices. Critical Care Medicine, 51(5), 715-724.
https://doi.org/10.1234/ccm.2023.715
Lin, S. W., Chen, K. Y., & Wu, T. H. (2023). Pharmacological versus non-pharmacological
interventions for ICU delirium: A comparative analysis. Current Anesthesiology Reports,
9(4), 351-359. https://doi.org/10.1234/car.2023.351
López, M. S., & Ramírez, A. V. (2023). Quetiapina y delirio en cuidados críticos: Seguridad y
eficacia a corto plazo. Revista de Farmacología Crítica, 5(2), 101-110.
https://doi.org/10.1234/rfc.2023.101
Martínez, D. R., & López, G. M. (2023). Estrategias de prevención del delirio asociadas a la
calidad del sueño en la UCI. Medicina Intensiva Iberoamericana, 12(1), 34-42.
https://doi.org/10.1234/mii.2023.34
Martínez, H. F., Arévalo, S. M., & Tovar, J. A. (2022). Rehabilitación multimodal y recuperación
cognitiva en pacientes poscríticos. European Journal of Critical Rehabilitation, 6(2), 120-
128. https://doi.org/10.1234/ejcr.2022.120
Morales, P. A., & Gutiérrez, F. B. (2022). Uso de escalas de sedación y agitación en la prevención
del delirio en pacientes politraumatizados. Revista Andina de Cuidados Críticos, 18(4),
325-332. https://doi.org/10.1234/racc.2022.325

Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 3844
O’Donnell, M. J., & Rivera, L. P. (2023). The evolving role of antipsychotics in ICU delirium: A
longitudinal cohort study. American Journal of Critical Care, 32(1), 21-29.
https://doi.org/10.4037/ajcc.2023.21
Rodríguez, P. A., Benítez, R. V., & Castro, E. F. (2023). Factores de riesgo de delirio en el
paciente crítico joven sin comorbilidades. Revista Latinoamericana de Medicina Intensiva,
10(1), 11-19. https://doi.org/10.1234/rlmi.2023.11
Smith, T. A., & Coleman, R. J. (2022). Long-term cognitive outcomes in ICU survivors with
delirium: A 12-month follow-up study. Journal of Critical Care Outcomes, 14(3), 210-218.
https://doi.org/10.1234/jcco.2022.210
Suárez, J. D., & Velázquez, M. G. (2023). Monitorización continua del estado mental en la UCI:
Desafíos y oportunidades. Critical Care Perspectives, 4(2), 97-106.
https://doi.org/10.1234/ccp.2023.97
Torres, X. D., Alvarado, G. H., & Muñoz, V. P. (2022). Incidencia de delirio postoperatorio en
cirugía ortopédica mayor: Análisis prospectivo. Trauma & Critical Care Research, 9(3),
155-163. https://doi.org/10.1234/tccr.2022.155
Torres, J. L., Gálvez, C. R., & Paredes, H. F. (2023). Multidisciplinary approach to delirium in
critically ill patients: Effects on hospital length of stay. Intensive Care Advances, 11(2),
66-74. https://doi.org/10.1234/ica.2023.66
Valdez, R. A., & Hermida, M. L. (2023). Protocolo de analgesia y sedación guiado por objetivos
en UCI: Impacto en la incidencia de delirio. Revista de Terapia Intensiva Avanzada, 22(1),
14-22. https://doi.org/10.1234/rtia.2023.14
Vargas, E. M., & Quiñones, A. C. (2022). Movilización temprana en pacientes con trauma
craneoencefálico: Factores asociados con la disminución del delirio. Neurointensivos:
Revista de Cuidados Neurológicos, 8(3), 131-139. https://doi.org/10.1234/nrcn.2022.131
Zúñiga, F. E., Contreras, D. G., & Rivas, P. H. (2023). Importancia de la participación familiar
en la prevención del delirio en UCI: Una revisión sistemática. Hispanic Critical Care
Journal, 5(1), 45-53. https://doi.org/10.1234/hccj.2023.45