
Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 4239
https://doi.org/10.69639/arandu.v12i1.874
Insuficiencia Cardíaca Descompensada: Claves del Manejo
Inicial en el Servicio de Urgencias
Decompensated heart failure: Keys to initial management in the emergency department
Danna Aysha Briones Paliz
dannabrionespal@outlook.com
https://orcid.org/0009-0006-6725-4808
Universidad de Guayaquil
Ecuador- Guayaquil
Kevin Mayckel Gadvay Jaramillo
kgadvay30@gmail.com
https://orcid.org/0009-0009-0787-8282
Universidad de Guayaquil
Ecuador – Guayaquil
Ariel Eudoro Viscarra Vasconez
arielviscarra99@gmail.com
https://orcid.org/0009-0001-3213-3372
Universidad de Guayaquil
Ecuador – Guayaquil
Genesis Geanella Pincay Rosales
gene3107@outlook.com
https://orcid.org/0009-0006-1048-7715
Universidad de Guayaquil
Ecuador-Guayaquil
Isabella María Cornejo Cruz
isabellacornejocruz@gmail.com
https://orcid.org/0009-0001-1393-000X
Universidad Católica de Santiago de Guayaquil
Ecuador- Guayaquil
Artículo recibido: 10 febrero 2025 - Aceptado para publicación: 20 marzo 2025
Conflictos de intereses: Ninguno que declarar
RESUMEN
La insuficiencia cardíaca descompensada (ICD) es una causa frecuente de ingreso en los servicios
de urgencias, asociada con alta morbilidad y mortalidad. El manejo inicial oportuno es crucial
para estabilizar al paciente y optimizar su pronóstico a largo plazo. La evaluación inmediata debe
incluir una historia clínica minuciosa y un examen físico enfocado en detectar signos de
congestión pulmonar o sistémica e hipoperfusión tisular. Las pruebas diagnósticas fundamentales
comprenden la determinación de péptidos natriuréticos, radiografía de tórax y ecocardiografía a
pie de cama para confirmar el diagnóstico y valorar rápidamente la función ventricular. El
tratamiento inicial abarca oxigenoterapia, ventilación no invasiva ante insuficiencia respiratoria,
administración de diuréticos intravenosos para reducir la sobrecarga hídrica y uso de

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vasodilatadores, como nitroglicerina, en pacientes sin hipotensión severa, con el fin de disminuir
la precarga y poscarga. Es indispensable identificar y tratar precozmente factores
desencadenantes, como isquemia miocárdica, arritmias cardíacas o infecciones. La estratificación
temprana del riesgo mediante herramientas validadas permite decisiones acertadas sobre
hospitalización o manejo ambulatorio con estrecho seguimiento. La aplicación sistemática de
protocolos clínicos actualizados mejora significativamente la calidad del cuidado y los desenlaces
en pacientes con ICD en servicios de urgencias.
Palabras clave: insuficiencia cardíaca descompensada, manejo inicial, servicio de
urgencias, diuréticos, vasodilatadores
ABSTRACT
Decompensated heart failure (DHF) is a frequent cause of admission to emergency departments,
associated with high morbidity and mortality. Timely initial management is crucial to stabilize
patients and optimize long-term prognosis. Immediate evaluation should include a thorough
clinical history and focused physical examination to detect signs of pulmonary or systemic
congestion and tissue hypoperfusion. Essential diagnostic tests include measurement of
natriuretic peptides, chest radiography, and bedside echocardiography to confirm the diagnosis
and rapidly assess ventricular function. Initial treatment involves oxygen therapy, non-invasive
ventilation for respiratory insufficiency, administration of intravenous diuretics to reduce fluid
overload, and use of vasodilators such as nitroglycerin in patients without severe hypotension to
decrease preload and afterload. Early identification and management of precipitating factors such
as myocardial ischemia, cardiac arrhythmias, or infections are indispensable. Early risk
stratification using validated tools facilitates accurate decisions regarding hospitalization or
outpatient management with close follow-up. Systematic application of updated clinical protocols
significantly improves care quality and outcomes for patients with DHF in emergency settings.
Keywords: decompensated heart failure, initial management, emergency department,
diuretics, vasodilators
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INTRODUCCIÓN
La insuficiencia cardíaca descompensada (ICD) constituye una condición clínica
prevalente en los servicios de urgencias, representando uno de los principales motivos de
hospitalización y reingreso en pacientes adultos. Esta entidad clínica se caracteriza por la
incapacidad del corazón para mantener un gasto cardíaco adecuado que satisfaga las necesidades
metabólicas del organismo, generando manifestaciones clínicas como disnea, edema pulmonar,
congestión periférica e hipoperfusión tisular. En Ecuador, particularmente en hospitales públicos,
la ICD representa una carga significativa para el sistema de salud, tanto por la frecuencia de su
presentación como por los recursos que demanda su manejo integral.
El manejo inicial de la ICD en urgencias es crucial, ya que las decisiones terapéuticas
tomadas durante las primeras horas pueden determinar sustancialmente el pronóstico del paciente,
disminuyendo la mortalidad intrahospitalaria y mejorando la calidad de vida posterior. Sin
embargo, el abordaje temprano eficaz enfrenta varios desafíos en el contexto hospitalario público
ecuatoriano, como son la disponibilidad limitada de recursos diagnósticos avanzados, la
sobrecarga de trabajo del personal sanitario, y la frecuente demora en la atención médica inicial,
factores que pueden retrasar el diagnóstico adecuado y el inicio oportuno del tratamiento.
Diversos estudios recientes enfatizan la importancia de realizar una evaluación rápida,
precisa y sistemática que permita una identificación temprana y eficaz de los factores
desencadenantes, tales como la isquemia miocárdica, arritmias cardíacas, hipertensión arterial
descontrolada, incumplimiento terapéutico e infecciones, entre otros. La implementación de guías
clínicas actualizadas, como las recomendaciones de la American Heart Association (AHA) y del
American College of Cardiology (ACC), subraya la importancia de herramientas diagnósticas
inmediatas como los péptidos natriuréticos tipo B (BNP y NT-proBNP), radiografía de tórax y
ecocardiografía rápida a pie de cama, elementos clave para la confirmación diagnóstica y
evaluación de la gravedad del cuadro.
Además, el tratamiento inicial oportuno basado en evidencia incluye intervenciones como
oxigenoterapia, ventilación no invasiva en pacientes con insuficiencia respiratoria aguda,
administración de diuréticos intravenosos para controlar rápidamente la congestión hídrica, y el
uso adecuado de vasodilatadores como la nitroglicerina en ausencia de hipotensión significativa.
Estas intervenciones buscan restablecer un equilibrio hemodinámico que permita al paciente
estabilizarse clínicamente mientras se determina la necesidad de hospitalización o la posibilidad
de un manejo ambulatorio con seguimiento estrecho.
La realidad ecuatoriana en hospitales públicos hace necesario optimizar recursos y
promover la capacitación continua del personal médico y de enfermería. La formación en
protocolos actualizados y la adecuada organización logística pueden compensar en parte las
limitaciones estructurales y económicas existentes. Asimismo, una eficiente coordinación

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interdisciplinaria es esencial para mejorar los desenlaces clínicos, reducir el tiempo de estancia
hospitalaria y optimizar la utilización de recursos limitados.
El presente trabajo tiene como objetivo describir y analizar los elementos clave del manejo
inicial de la insuficiencia cardíaca descompensada en el contexto específico de los servicios de
urgencias de un hospital público en Ecuador, destacando las barreras existentes y proponiendo
estrategias prácticas basadas en evidencia actualizada que permitan optimizar el abordaje clínico
inicial y mejorar los resultados terapéuticos.
La hipótesis planteada sostiene que la implementación sistemática de protocolos
actualizados de manejo inicial, adecuados a la realidad del entorno hospitalario público
ecuatoriano, mejora significativamente la calidad de atención y reduce la morbimortalidad
asociada a la insuficiencia cardíaca descompensada en servicios de urgencias.
METODOLOGÍGA
Presentación del caso clínico
Se presenta el caso clínico de un paciente masculino de 68 años, quien acude al servicio de
urgencias de un hospital público ecuatoriano refiriendo disnea severa progresiva durante las
últimas 48 horas, acompañada de edema significativo en miembros inferiores y dificultad para
respirar al acostarse (ortopnea). El paciente menciona que inicialmente los síntomas eran leves y
manejables, pero progresaron rápidamente hasta limitar considerablemente sus actividades
diarias, obligándolo a buscar atención médica inmediata.
Entre los antecedentes personales del paciente destacan hipertensión arterial de larga
evolución (15 años), diabetes mellitus tipo 2 diagnosticada hace 8 años con tratamiento irregular,
dislipidemia y un evento previo de infarto agudo de miocardio hace 5 años con colocación de
stent coronario. Además, refiere incumplimiento frecuente del tratamiento farmacológico debido
a limitaciones económicas, encontrándose actualmente en tratamiento intermitente con enalapril,
furosemida y metformina, sin supervisión médica regular en los últimos meses.
En cuanto a la historia de la enfermedad actual, refiere que la disnea inició dos días antes
de la consulta actual, inicialmente leve pero agravándose progresivamente hasta acompañarse de
intolerancia completa al decúbito, tos con expectoración rosada escasa y una sensación de ahogo
constante. Niega presencia de dolor torácico actual, palpitaciones, fiebre o síntomas infecciosos
asociados.
Al examen físico inicial en urgencias, el paciente se encontraba consciente, orientado y
ansioso, con una saturación de oxígeno del 88% al aire ambiente, frecuencia respiratoria de 30
respiraciones por minuto, presión arterial de 160/90 mmHg y frecuencia cardíaca de 110 latidos
por minuto. A la auscultación pulmonar destacaban crepitantes bilaterales difusos especialmente
en campos pulmonares inferiores. En la exploración cardiovascular se evidenció ritmo regular,
taquicardia sin soplos audibles y la presencia de ingurgitación yugular evidente con paciente

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sentado. Además, presentaba edema bilateral grado III en miembros inferiores hasta región
pretibial, con godet positivo.
Como parte de las pruebas complementarias iniciales se solicitaron análisis de laboratorio
en los que se obtuvieron los siguientes resultados relevantes: péptido natriurético tipo B (NT-
proBNP) elevado en 12,000 pg/mL (valor normal <450 pg/mL), creatinina sérica elevada en 1.9
mg/dL, sodio plasmático disminuido (130 mEq/L), potasio normal (4.5 mEq/L), hemoglobina en
11.5 g/dL, y glucosa en ayunas de 180 mg/dL. Se realizó además una radiografía de tórax que
mostró congestión pulmonar bilateral evidente, presencia de líneas B de Kerley y silueta cardíaca
aumentada en tamaño compatible con cardiomegalia. Asimismo, la ecocardiografía rápida a pie
de cama reveló una fracción de eyección del ventrículo izquierdo disminuida (30%), dilatación
ventricular izquierda moderada y presencia de insuficiencia mitral moderada.
El diagnóstico inicial del paciente se estableció como insuficiencia cardíaca aguda
descompensada secundaria a disfunción sistólica grave del ventrículo izquierdo, posiblemente
agravada por factores precipitantes como hipertensión arterial no controlada, incumplimiento
terapéutico y posible deterioro de función renal concomitante. Este diagnóstico se fundamentó
claramente en la presentación clínica típica de disnea progresiva, congestión pulmonar y
periférica significativa, signos objetivos de sobrecarga hídrica y deterioro funcional cardíaco
evidente en las pruebas diagnósticas realizadas.
Manejo inicial en urgencias
Tras el diagnóstico inicial de insuficiencia cardíaca aguda descompensada, se procedió
inmediatamente al manejo inicial con el objetivo de estabilizar hemodinámicamente al paciente
y aliviar la sintomatología respiratoria. La primera intervención fue la administración de oxígeno
suplementario mediante mascarilla reservorio con alto flujo (15 litros/minuto) para mejorar la
saturación de oxígeno, alcanzando rápidamente un nivel aceptable del 95%. Debido a la
persistencia de trabajo respiratorio incrementado, taquipnea significativa y signos evidentes de
insuficiencia respiratoria aguda, se inició ventilación no invasiva mediante presión positiva
continua en vía aérea (CPAP), con presión inicial de 10 cmH2O, consiguiendo una disminución
progresiva del trabajo respiratorio y reducción notable de la frecuencia respiratoria.
En paralelo, se inició tratamiento farmacológico intensivo para reducir la congestión
pulmonar y sistémica. Se administró furosemida intravenosa en bolo inicial de 80 mg, seguida
por una infusión continua de 10 mg/h, buscando una diuresis eficiente y una reducción sostenida
de la sobrecarga hídrica. Adicionalmente, considerando la hipertensión arterial asociada y
ausencia de hipotensión significativa, se inició tratamiento con nitroglicerina intravenosa en
perfusión continua a dosis inicial de 10 mcg/min, ajustando progresivamente hasta 40 mcg/min
según respuesta clínica y hemodinámica, con el objetivo terapéutico de disminuir precarga y
poscarga ventricular.

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La respuesta inicial al tratamiento administrado fue favorable, evidenciada por mejoría
clínica significativa en las primeras horas: reducción de la disnea percibida por el paciente,
disminución gradual de la frecuencia respiratoria y normalización progresiva de las cifras
tensionales. Además, se obtuvo una diuresis efectiva inicial de aproximadamente 1200 mL en las
primeras cuatro horas posteriores al inicio del tratamiento diurético, reflejando una respuesta
satisfactoria a la intervención terapéutica inmediata. Simultáneamente se abordaron y corrigieron
factores precipitantes específicos identificados, tales como la hipertensión arterial no controlada
y el incumplimiento del tratamiento farmacológico crónico, reforzando la importancia del
cumplimiento terapéutico y planificando seguimiento ambulatorio estrecho tras estabilización
hospitalaria. Estas intervenciones permitieron una estabilización inicial efectiva del paciente,
sentando bases sólidas para una recuperación posterior adecuada y disminución del riesgo de
complicaciones mayores.
RESULTADOS
Tras iniciar el manejo terapéutico temprano en el servicio de urgencias, el paciente mostró
una respuesta inicial favorable dentro de las primeras horas posteriores al tratamiento. Al inicio,
presentó una rápida mejoría de la dificultad respiratoria y la sensación subjetiva de disnea
disminuyó sustancialmente, pasando de una percepción inicial severa a una leve, medida por
escalas clínicas subjetivas. La administración intravenosa de furosemida en dosis inicial de 40 mg
generó una adecuada diuresis, con un volumen urinario registrado en las primeras cuatro horas de
aproximadamente 1200 ml. Esta respuesta diurética inicial contribuyó sustancialmente a
disminuir los signos clínicos de congestión pulmonar y sistémica, mejorando significativamente
el estado general del paciente.
Posteriormente, se continuó monitorizando estrechamente la evolución clínica mediante
evaluación seriada del estado hemodinámico y respiratorio, así como exámenes complementarios
repetidos a las 12 y 24 horas posteriores a la admisión. La repetición del análisis gasométrico
reveló una normalización progresiva del equilibrio ácido-base, con un pH arterial que pasó de
7.29 al ingreso a 7.41 a las 24 horas, bicarbonato que incrementó de 17 mEq/L a 22 mEq/L y una
presión parcial de oxígeno que mejoró de manera notable, aumentando de 56 mmHg iniciales
hasta 85 mmHg con soporte mínimo de oxígeno suplementario mediante cánula nasal a bajo flujo.
Asimismo, se monitorizaron regularmente los electrolitos séricos para prevenir
desequilibrios inducidos por la terapia diurética agresiva. Se observó una ligera disminución
inicial de potasio (de 4.2 mmol/L a 3.7 mmol/L), la cual fue rápidamente corregida con
suplementación intravenosa ajustada según protocolos hospitalarios, logrando mantener un
equilibrio electrolítico adecuado sin mayores complicaciones.
Durante la estancia hospitalaria en la unidad de cuidados intermedios, el paciente no
presentó complicaciones mayores como insuficiencia renal aguda, arritmias cardiacas ni

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episodios hipotensivos significativos, lo cual evidenció una adecuada tolerancia al manejo
farmacológico inicial y sostenido. Se realizó una evaluación ecocardiográfica de control a las 72
horas de hospitalización, evidenciando una mejora discreta pero objetiva en la fracción de
eyección del ventrículo izquierdo, aumentando del 30% inicial al 35%, y con reducción notable
en las presiones pulmonares estimadas.
En cuanto al control radiológico posterior, la radiografía de tórax realizada a las 48 horas
mostró una resolución casi completa del edema pulmonar bilateral que se observó inicialmente,
destacando una notable mejoría de la silueta cardíaca y desaparición de las líneas de Kerley tipo
B presentes previamente, lo cual confirmó objetivamente la evolución favorable del cuadro
clínico. El paciente fue sometido durante su hospitalización a intervenciones complementarias
dirigidas a factores precipitantes específicos, entre ellos control estricto de cifras tensionales
mediante ajuste farmacológico óptimo con inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina
(IECA) y betabloqueantes, con titulación gradual de dosis hasta alcanzar estabilidad
hemodinámica óptima y metas clínicas específicas según recomendaciones internacionales
vigentes.
Finalmente, tras 6 días de estancia hospitalaria y con la estabilización clínica completa, el
paciente recibió alta hospitalaria con un plan terapéutico integral claramente definido, que incluyó
medicación oral optimizada, recomendaciones estrictas sobre dieta baja en sodio, restricción de
líquidos y seguimiento clínico ambulatorio cercano con cardiología en la consulta externa
especializada del hospital. El alta incluyó educación al paciente y familiares respecto al
reconocimiento temprano de signos y síntomas sugestivos de descompensación cardíaca,
buscando mejorar el pronóstico a largo plazo y prevenir futuros reingresos hospitalarios.
Gráfica 1
Evolución del volumen urinario tras administración de diuréticos
La gráfica representa la respuesta inicial a la terapia diurética intravenosa, mostrando un
incremento progresivo del volumen urinario durante las primeras 24 horas, evidenciando una
respuesta favorable al manejo inicial con furosemida. Esta respuesta efectiva contribuyó
significativamente a la reducción de los síntomas congestivos del paciente.
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Gráfica 2
Evolución de niveles séricos de potasio tras tratamiento con diuréticos
Este gráfico de barras ilustra los cambios en los niveles séricos de potasio del paciente
durante las primeras 48 horas tras la administración de diuréticos. Se observa un descenso inicial
leve debido al efecto diurético, seguido de una rápida estabilización tras la corrección con
suplementación intravenosa, manteniéndose finalmente en valores normales y seguros para el
paciente.
Gráfica 3
Comparación de la fracción de eyección ventricular izquierda antes y después del tratamiento
Este gráfico compara la fracción de eyección ventricular izquierda obtenida mediante
ecocardiografía al ingreso (30%) y luego de 72 horas tras el manejo médico (35%), evidenciando
una mejora objetiva en la función sistólica cardíaca del paciente como resultado del tratamiento
intensivo inicial realizada en urgencias.
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Gráfica 4
Resumen integral de parámetros clínicos clave en la evolución del paciente
Este gráfico integral resume claramente cuatro parámetros fundamentales del caso clínico:
el pH arterial, la presión parcial de oxígeno (pO₂), los niveles séricos de potasio y la fracción de
eyección (FE). Se visualiza cómo estos parámetros mejoraron progresivamente en el paciente
desde su ingreso hasta 72 horas después del tratamiento inicial. Esta representación gráfica facilita
una comprensión global rápida y precisa de la evolución favorable tras las intervenciones
realizadas.
Gráfica 5
Radar Integral de Evolución Clínica del Paciente
Este gráfico tipo radar ofrece una representación visualmente destacada de los cambios
clínicos significativos del paciente desde el ingreso hasta las 72 horas de manejo.
DISCUSIÓN
La insuficiencia cardíaca descompensada continúa siendo una de las causas más
frecuentes de consulta e ingreso hospitalario en servicios de urgencias a nivel mundial, con un

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impacto significativo en la morbilidad y mortalidad cardiovascular, especialmente en pacientes
adultos mayores. El caso presentado refleja claramente esta realidad epidemiológica, destacando
la importancia de un diagnóstico temprano y un manejo inicial adecuado basado en evidencia
científica reciente.
Al comparar este caso con la literatura actualizada de los últimos dos años, podemos
evidenciar que el abordaje clínico empleado en nuestro paciente estuvo alineado con las
directrices más recientes recomendadas por la American Heart Association (AHA) y el American
College of Cardiology (ACC), publicadas en 2022. Estas guías enfatizan la importancia de una
intervención terapéutica inicial rápida y agresiva que incluye el uso oportuno de diuréticos
intravenosos, principalmente furosemida, con dosis ajustadas según respuesta clínica y diurética
inmediata, estrategia claramente utilizada en nuestro paciente con resultados positivos
(Heidenreich et al., 2022).
Además, se destacó el uso racional de oxigenoterapia con ventilación no invasiva inicial,
una estrategia respaldada por estudios recientes que confirman su eficacia en la reducción rápida
del trabajo respiratorio, así como en la mejoría inmediata de la oxigenación arterial y la
estabilización hemodinámica (Chioncel et al., 2023). Esta práctica favoreció en nuestro caso una
respuesta clínica positiva y rápida, evitando la necesidad de intubación endotraqueal y otras
complicaciones asociadas al soporte ventilatorio invasivo.
En cuanto al uso de vasodilatadores como nitroglicerina, que ha sido ampliamente
recomendado en pacientes que presentan edema agudo de pulmón e insuficiencia cardíaca
hipertensiva, nuestro abordaje fue acorde con estos estándares internacionales recientes. Este
manejo permitió reducir rápidamente la precarga y poscarga ventricular, facilitando así la
resolución más rápida de los síntomas congestivos y mejoría hemodinámica (Mebazaa et al.,
2022).
Sin embargo, es importante reconocer que existen limitaciones significativas en el
contexto local, especialmente en hospitales públicos del Ecuador. Estas barreras incluyen la
disponibilidad limitada de pruebas diagnósticas avanzadas como ecocardiografía inmediata,
medición rápida de péptidos natriuréticos tipo B (BNP y NT-proBNP), así como una capacidad
limitada en la infraestructura para soporte respiratorio avanzado. En nuestro caso, si bien pudimos
realizar una ecocardiografía inicial para evaluar la fracción de eyección ventricular izquierda y
estimar las presiones pulmonares, este recurso no siempre se encuentra disponible de manera
inmediata en todos los turnos asistenciales, situación frecuente en hospitales públicos del país,
condicionando potencialmente un retraso en el diagnóstico o en la definición rápida del manejo
óptimo. Asimismo, se observan restricciones en la disponibilidad continua de medicamentos
específicos como vasodilatadores intravenosos (nitroglicerina y nitroprusiato), medicamentos
cuyo stock varía considerablemente, lo cual podría llevar a un manejo subóptimo o la necesidad
de recurrir a alternativas menos eficaces. En este sentido, la planificación institucional y el

Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 4249
aseguramiento de disponibilidad permanente de estos recursos constituyen retos clave para
mejorar la atención brindada.
A pesar de estas limitaciones, una lección fundamental aprendida a partir de este caso es
la importancia crucial de aplicar sistemáticamente protocolos clínicos basados en guías
internacionales adaptadas al contexto local. La adherencia estricta a estas recomendaciones
asegura resultados clínicos más favorables y consistentes, aún en condiciones subóptimas de
recursos, como es frecuente en los hospitales públicos ecuatorianos.
Otra lección importante es la necesidad urgente de programas institucionales orientados
a la educación continua del personal de salud, para reforzar conocimientos sobre el manejo
integral de pacientes con insuficiencia cardíaca descompensada. En este sentido, casos como el
presentado constituyen una herramienta educativa valiosa, permitiendo reflexionar sobre aciertos,
áreas de mejora y fortalecimiento de capacidades locales en emergencias cardiovasculares.
Finalmente, la aplicabilidad clínica del caso se extiende más allá del contexto local
específico, ya que ofrece un claro ejemplo sobre cómo, mediante el abordaje rápido, adecuado y
basado en la evidencia actualizada, es posible lograr resultados exitosos y una recuperación
efectiva, mejorando así la calidad asistencial y disminuyendo la morbilidad asociada a esta
patología de alto impacto epidemiológico.
CONCLUSIÓN
El caso clínico presentado resalta aspectos fundamentales en el abordaje y manejo inicial
de la insuficiencia cardíaca descompensada en un paciente adulto mayor atendido en el servicio
de urgencias de un hospital público ecuatoriano. Este paciente, masculino de 68 años,
experimentó una notable mejoría clínica gracias a una estrategia terapéutica integral basada en
intervenciones tempranas con diuréticos intravenosos, vasodilatadores y soporte respiratorio no
invasivo. Este manejo reflejó adecuadamente las recomendaciones internacionales vigentes,
confirmando la importancia de la aplicación rigurosa y rápida de protocolos basados en evidencia
científica actualizada.
Entre los aprendizajes clave derivados del caso se destaca la relevancia crítica del
reconocimiento precoz de signos clínicos y síntomas específicos de la insuficiencia cardíaca
aguda descompensada, particularmente la identificación oportuna de factores precipitantes como
crisis hipertensivas, isquemia miocárdica o falta de adherencia terapéutica. El rápido inicio del
tratamiento farmacológico, especialmente el uso juicioso de diuréticos como la furosemida
intravenosa en dosis ajustadas según la respuesta inicial, fue determinante para estabilizar al
paciente en las primeras horas, evitando complicaciones mayores como insuficiencia respiratoria
aguda, hipotensión grave o daño renal agudo secundario.
Otro aspecto esencial aprendido a través de este caso fue la utilidad clínica del uso precoz
y apropiado de soporte ventilatorio no invasivo, destacándose la efectividad de la ventilación con

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presión positiva para mejorar la oxigenación arterial, disminuir la congestión pulmonar, reducir
la necesidad de intubación endotraqueal y acortar la estancia hospitalaria global. Esto último es
especialmente valioso en contextos de atención pública en Ecuador, donde la disponibilidad
limitada de camas en unidades de cuidados intensivos constituye una limitación significativa para
la atención oportuna y segura de pacientes críticos.
Sin embargo, pese a los logros clínicos observados en este caso específico, es importante
reconocer las limitaciones identificadas en el entorno hospitalario público ecuatoriano,
particularmente la disponibilidad irregular de ciertos medicamentos intravenosos esenciales
(vasodilatadores, diuréticos de alto techo), la capacidad limitada para realizar exámenes
complementarios inmediatos (como medición urgente de péptidos natriuréticos o ecocardiografía
en urgencias) y el acceso restringido a especialistas en cardiología o cuidados críticos durante
algunos horarios de atención. Estas condiciones desfavorables representan desafíos que deben ser
abordados desde la gestión institucional, con el objetivo de garantizar recursos mínimos
esenciales para mejorar los resultados clínicos.
En consecuencia, para optimizar el manejo de casos similares en hospitales públicos, se
recomienda prioritariamente desarrollar e implementar protocolos locales específicos basados en
las últimas guías internacionales adaptadas a las realidades del contexto ecuatoriano. Dichos
protocolos deberían enfatizar el reconocimiento rápido de signos de alarma, intervención
terapéutica inmediata y criterios claros de hospitalización o derivación. La implementación de
estos protocolos debe complementarse necesariamente con programas de capacitación continua
para todo el personal sanitario involucrado en la atención de urgencias, incluyendo médicos
generales, especialistas en medicina interna, enfermería y terapeutas respiratorios, garantizando
un abordaje homogéneo y de alta calidad clínica.
Asimismo, se recomienda fortalecer la coordinación institucional con otras áreas
hospitalarias, especialmente cardiología y nefrología, estableciendo flujos claros de referencia y
contrarreferencia, para asegurar continuidad y calidad en la atención posterior al alta hospitalaria.
Adicionalmente, se enfatiza la necesidad imperiosa de mejorar la gestión administrativa para
garantizar el abastecimiento oportuno y permanente de medicamentos y recursos críticos, como
sistemas de soporte respiratorio no invasivo y equipos portátiles de ecocardiografía, dado su
impacto demostrado en resultados clínicos favorables.
Finalmente, resulta indispensable la educación al paciente y su familia sobre adherencia
terapéutica, manejo nutricional específico (restricción de líquidos y sodio) y reconocimiento
temprano de síntomas que indiquen descompensación. Esta educación constituye una
intervención sencilla, efectiva y sostenible que ayuda significativamente a prevenir reingresos
hospitalarios frecuentes, lo que a su vez genera beneficios directos tanto en la calidad de vida del
paciente como en la gestión eficiente de recursos hospitalarios limitados.
Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 4251
Este caso clínico pone de manifiesto que, aunque existan limitaciones importantes en los
recursos disponibles en hospitales públicos ecuatorianos, una planificación adecuada y basada en
la evidencia puede lograr resultados clínicos óptimos, beneficiando de manera tangible a pacientes
con insuficiencia cardíaca descompensada en escenarios reales y complejos.

Vol. 12/ Núm. 1 2025 pág. 4252
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