Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1187
https://doi.org/
10.69639/arandu.v12i2.984
Interrelación entre dinámicas alimenticias, riesgo metabólico
y factores psicosociales en estudiantes universitarios

Interrelationship between dietary dynamics, metabolic risk and psychosocial factors in

university students

Millie Mayte Jaramillo Carrasco

mjaramill17@utmachala.edu.ec

https://orcid.org/0009-0009-8754-4767

Universidad Técnica de Machala

Machala Ecuador

Karen Isabela Guzman Lavanda

kguzman4@utmachala.edu.ec

https://orcid.org/0009-0005-6117-9168

Universidad Técnica de Machala

Machala Ecuador

Sandra Veronica Falconi Peláez

fsandra@utmachala.edu.ec

https://orcid.org/0000-0002-1536-4099

Universidad Técnica de Machala

Machala Ecuador

Artículo recibido: 10 marzo 2025 - Aceptado para publicación: 20 abril 2025

Conflictos de intereses: Ninguno que declarar

RESUMEN

La presente investigación analiza la relación entre las dinámicas alimenticias, los factores
psicosociales y el riesgo metabólico en estudiantes universitarios, considerando que la etapa
universitaria es crítica para la consolidación de hábitos que repercuten en la salud a largo plazo.
Los jóvenes enfrentan múltiples desafíos como el estrés académico, la falta de tiempo, el acceso
limitado a alimentos saludables y antecedentes familiares de enfermedades metabólicas, lo que
puede afectar su bienestar físico y psicológico. El objetivo fue evaluar los patrones alimentarios
y su asociación con factores psicosociales y de riesgo metabólico en estudiantes de la Universidad
Técnica de Machala, con el fin de establecer estrategias de prevención. Se aplicó un enfoque
cuantitativo, descriptivo y correlacional. Se utilizó una encuesta estructurada basada en
instrumentos estandarizados (NHANES, ENSANUT, FFQ), mediciones clínicas (IMC, presión
arterial) y pruebas bioquímicas (glucosa y colesterol). La muestra estuvo compuesta por 348
estudiantes. Los resultados mostraron un patrón alimentario desequilibrado, con bajo consumo de
frutas y verduras, y alta ingesta de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas. Se
identificaron niveles moderados de actividad física, antecedentes familiares de enfermedades
metabólicas y altos niveles de estrés, especialmente en mujeres. Las pruebas estadísticas revelaron
asociaciones significativas entre las dinámicas alimenticias, los factores psicosociales y los
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1188
indicadores de riesgo metabólico. En conclusión, se evidenció una acumulación temprana de
factores de riesgo en esta población. Se recomienda diseñar intervenciones educativas integrales
que fomenten el autocuidado y la adopción de hábitos saludables, considerando el entorno
psicosocial y familiar del estudiante.

Palabras clave: estudiantes universitarios, alimentación escolar, impacto psicosocial

ABSTRACT

This
research analyzes the relationship between dietary patterns, psychosocial factors, and
metabolic risk in university students, considering that the university stage is critical for the

development of long
-term health-related habits. Young adults face multiple challenges such as
academic stress, lack of time, limited access to healthy food, and a family history of metabolic

diseases, all of which can impact their physical and psychological well
-being. The objective was
to evaluate eating behaviors and their a
ssociation with psychosocial and metabolic risk factors
among students at the Technical University of Machala, in order to develop prevention strategies.

A quantitative, descriptive, and correlational approach was used. A structured survey based on

standar
dized instruments (NHANES, ENSANUT, FFQ), clinical measurements (BMI, blood
pressure), and biochemical tests (glucose and cholesterol) was applied. The sample included 348

students. The results revealed an unbalanced dietary pattern, characterized by low c
onsumption
of fruits and vegetables and high intake of ultra
-processed foods and sugary drinks. Moderate
levels of physical activity, family history of metabolic diseases, and high levels of stress

particularly among women
were also identified. Statistical tests showed significant associations
between dietary behaviors, psychosocial factors, and metabolic risk indicators. In conclusion, an

early accumulation of risk factors was evident in this population. It is recommended to design

comprehensive educationa
l interventions that promote self-care and the adoption of healthy
habits, taking into account the students’ psychosocial and family contexts

Keywords
: students, school feeding, psychosocial impact
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Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1189
INTRODUCCIÓN

La alimentación y los hábitos de rutina contribuyen a determinar el estilo de vida de cada
ser humano y de este se pueden derivar una serie de factores que marcan la calidad de vida de las
personas, pudiendo influir para el desencadenamiento de situaciones que eleven el riesgo
metabólico que se manifiesta a través de condiciones que comprometen la integridad física y
psicológica de las personas.

El estilo de vida y la alimentación son elementos que se modifican en las diferentes etapas
de vida del ser humano. Las situaciones del contexto en el que se desenvuelve el individuo hacen
que los hábitos cambien. A través del tiempo, mediante diversos estudios se ha determinado
ciertos factores que determinan si un estilo de vida es saludable o no, destacando la importancia
de analizarlos y generar estrategias de intervención integral en ciertos grupos de edad. En
particular, los estudiantes universitarios son una población clave por tres razones: primero,
representan una fuerza productiva en países desarrollados; segundo, pueden asumir roles
estratégicos en educación y salud, influyendo en futuras generaciones; y tercero, la etapa
universitaria es crucial para el desarrollo de hábitos que perduran en la adultez
(Tene et al., 2024).
El panorama alimentario en jóvenes universitarios es un tema complejo debdo a los
diversos factores ambientales, individuales y sociales que pueden incidir en la decisión o elección
de alimentos que a su vez se enfrenta a retos como la falta de tiempo, limitaciones de acceso a
alimentos saludables, estrés académico.

Los hábitos alimentarios poco saludables están asociados a una multitud de riesgos para la
salud, incluida la susceptibilidad a numerosas enfermedades no transmisibles, lo que hace que el
cultivo de hábitos alimentarios saludables sea un aspecto vital en el ámbito de la salud pública.
Los adultos jóvenes tienen una ingesta reducida de frutas, verduras y cereales integrales y una
ingesta mayor de alimentos ricos en energía y pobres en nutrientes, como las bebidas azucaradas
y las carnes procesadas. Los estudiantes universitarios específicamente enfrentan desafíos
alimentarios debido a hábitos como altas tasas de salteo del desayuno, comidas frecuentes en
establecimientos de comida rápida, bajo consumo de frutas y verduras, ingesta insuficiente de
minerales y alto consumo de aceites y ácidos grasos saturados
(Ospina et al., 2022).
Desde el concepto más amplio el estilo de vida comprende las acciones vinculadas al
bienestar se fundamentan en la relación entre el entorno de vida en un sentido generalizado y los
comportamientos individuales, los cuales están determinados tanto por elementos psicosociales
como por rasgos personales. Estas acciones se ven afectadas por hábitos, tradiciones y prácticas
en un contexto específico. Los comportamientos pueden situarse en categorías de riesgo o de
protección, dependiendo de los factores causales
(Alvarado et al., 2021). El estilo de vida de una
persona está influenciado por su personalidad, incluyendo sus creencias, actitudes y normas, lo
que se refleja en sus hábitos alimenticios, consumo de sustancias, cuidado de la salud y actividad
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1190
física. La calidad de vida ya sea alta, media o baja, es el resultado de ese estilo de vida. Esta
calidad de vida abarca aspectos económicos, sociales, políticos, culturales y ecológicos, así como
las condiciones laborales, el tiempo libre, el acceso a bienes y servicios, la salud pública, la
educación y el entorno ambiental
(Bojórquez-Díaz et al., 2021).
Los hábitos alimentarios por su parte se han identificado como un factor clave en el
desarrollo de diversos problemas de salud, como el incremento del índice de masa corporal (IMC),
trastornos metabólicos, cáncer y disfunciones en el sistema inmunológico, etc.
(Troncoso-Pantoja
et al., 2024)
. En jóvenes universitarios debido a los cambios que sufren en el estilo de vida, los
hábitos alimenticios pueden verse afectados por una serie de factores psicosociales, emocionales
y generar impactos negativos en la salud a largo plazo. Es estrés académico, cambios en las
actividades cotidianas y estilos de vida pueden llevar a mantener dinámicas alimenticias poco
saludables que a largo plazo pueden incrementar el riesgo metabólico y desencadenar
enfermedades como la diabetes, la obesidad, etc.

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) constituyen un grupo de enfermedades
mentales caracterizadas por un control excesivo sobre la alimentación, el peso y la imagen
corporal, junto con comportamientos inadecuados para alcanzar los objetivos deseados. Son
especialmente relevantes debido al significativo impacto físico y psicológico que provocan en
quienes los padecen, así como las numerosas complicaciones que pueden surgir, además de la alta
frecuencia de comorbilidades asociadas
(Granado et al., 2023). Es fundamental señalar que no
todos los problemas psicológicos y sociales se consideran una enfermedad; la mayoría representan
respuestas normales ante circunstancias inusuales. Los efectos adversos suelen ser más
pronunciados en aquellas poblaciones que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad social,
con recursos económicos limitados y acceso restringido a servicios de salud
(Torres y Rojas,
2020)
.
En línea con lo anterior es importante mencionar que los estudiantes universitarios suelen
tener problemas de depresión, estrés y ansiedad, en este grupo existe tendencia hacia el consumo
de alimentos ultra procesados en contraste con aquellos estudiantes que no presentan síntomas o
indicios de estas condiciones y prefieren productos naturales o mínimamente procesados. Las
acciones que apoyan y fomentan el consumo de alimentos saludables en el entorno universitario
pueden contribuir a los resultados de salud mental
(Sandoval et al., 2022).
El nivel de conocimiento nutricional de los estudiantes universitarios está asociado con la
adecuación nutricional, pero puede afectar parcialmente los hábitos alimentarios
(Rojas et al.,
2024)
. Otro aspecto a tener en cuenta es que las intervenciones para mejorar los estilos de vida y
la alimentación en Ecuador, así como en América Latina deben considerar las disparidades de
comportamiento relacionadas con las características sociales, económicas y climáticas
subyacentes de las zonas locales
(Contreras et al., 2024).
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1191
Es importante tener en cuenta que la mala alimentación y el estilo de vida son factores de
riesgo importantes para el desarrollo de síndrome metabólico, padecimientos o patologías al
mejorar la alimentación y el estilo de vida hacia el cuidado integra se pueden modificar o reducir
el riesgo y los puntos finales de estas condiciones de salud que frecuentemente son fatales
(Serna
et al., 2022)
.
Por lo expuesto, la investigación tiene como objetivo específico evaluar las dinámicas
alimenticias y el riesgo metabólico en estudiantes universitarios a fin de establecer estrategias de
prevención. Se plantean los siguientes objetivos específicos: 1.
Identificar los patrones de
alimentación prevalentes entre los jóvenes universitarios de la Universidad Técnica de Machala.

2.
Determinar la prevalencia de factores de riesgo metabólico asociados a las dinámicas
alimenticias que mantienen los jóvenes universitarios de la Universidad Técnica de Machala.
3.
Diseñar un programa de intervención educativa para la prevención del riesgo metabólico basado
en los hallazgos obtenidos.

En efecto la pregunta central de investigación es ¿Cuáles son las principales dinámicas
alimenticias y cómo se asocian con el riesgo metabólico en jóvenes universitarios?

El tema de dinámicas alimentarias, el riesgo metabólico y factores psicosociales en
estudiantes universitarios se puede abordar desde diferentes teorías como:

Teoría de los cuidados de Kristen Swanson: Basada en cinco procesos. 1 conocer a las
personas con respeto, entendiendo sus vidas sin prejuicios, valorando las actividades que lo llevan
al conocimiento. 2 estar con, se enfoca en identificar a cada persona como única con emociones
y percepciones que se originan por el momento que viven. 3 hacer por, estar emocionalmente con
el paciente y hacer por él lo que haríamos por nosotros mismos. 4 mantener las creencias,
experiencias, destrezas y habilidades que se descubren con la interacción y que son importantes
para el paciente. 5 posibilitar educando a la persona sobre recomendaciones específicas para su
situación
(Beristain-García et al., 2022).
Teoría holística en la asistencia de enfermería: Posibilita que el individuo sea visto en
su integralidad, considerando que, al asistirlo, los profesionales de enfermería se preocupan con
la manutención o recuperación no solo de su bienestar físico/estructural, sino también mental,
social y espiritual, una vez que la referida teoría tiene como objetivo terapéutico promover la
adaptación y mantener la integridad del ser a partir de la comprensión de los cuatro principios de
conservación
(Andrade et al., 2022).
Teoría del déficit de autocuidado de Dorothea Orem: Esta teoría se rige bajo el
postulado de la educación para el autocuidado. Hay tres tipos de requisitos de autocuidado,
requisitos de autocuidado universal, los requisitos de autocuidado para el desarrollo y los
requisitos de autocuidado para las desviaciones de la salud. Los requisitos de autocuidado
universales se encuentran en todos los seres humanos y están asociados con los procesos de la
vida de las personas y bienestar general
(Naranjo-Hernández, 2019).
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1192
MATERIALES Y MÉTODOS

La investigación se orienta a evaluar las dinámicas alimenticias y como estas se relacionan
con el riesgo metabólico en estudiantes universitarios a fin de establecer estrategias de
prevención.

Para efecto fue necesario aplicar una metodología que se rige bajo la “Teoría de los sistemas
de enfermería de Dorothea Orem” que se orienta a la capacidad que las personas poseen para
cuidar de sí mismos, resalta la autonomía de los pacientes buscando la auto eficiencia y
autocuidado. En la investigación en particular se emplea para identificar el nivel de cuidado que
mantienen los estudiantes universitarios en las dinámicas alimenticias y relacionar estas con el
riesgo metabólico y que factores psicosociales intervienen.

Además, se basa en el paradigma humanista que analiza la experiencia humana mediante
elementos como el bienestar emocional, espiritual y psicológico de los pacientes. Con enfoque en
cuidado integral y holístico.

Es una investigación empírica de carácter descriptivo y correlacional al buscar identificar
patrones alimenticios y como estos se relacionan con el riesgo metabólico. El enfoque es
cuantitativo, como instrumento que emerge el elemento cuantitativo se aplica la encuesta
estructurada bajo encuestas de organismos oficiales como NHANES, ENSANUT y el FFQ. y
análisis estadístico aplicando una prueba de confiabilidad y estadística descriptiva mediante
frecuencias y porcentajes y estadística inferencial como la regresión lineal y correlación.

Se emplean además medición clínica (IMC, presión arterial), pruebas de laboratorio para
glucosa y colesterol

Las variables de estudio se detallan a continuación:

Tabla 1

Operacionalización de variables

Elementos

Variable dependiente

Riesgo metabólico

Variable independiente

Dinámicas alimenticias

Variable
moderadora

Factores
psicosociales

Concepto

Es la probabilidad que una
persona desarrolle trastornos
metabólicos como la
obesidad, diabetes, etc.
Relacionados con el estilo de
vida.

Son los patrones y hábitos de
consumo de alimentos, la
frecuencia y el tipo de alimentos
que consume un individuo

Elementos que
pueden interferir en el
bienestar psicológico
como el estrés, el
apoyo social y la salud
mental.
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1193
Dimensiones

Índice de masa corporal
(IMC): Mide el peso corporal
en relación con la altura.

Niveles de glucosa en
sangre: Indicador del control
del azúcar en sangre.

Presión arterial: Control de
la tensión arterial como
medida de riesgo
cardiovascular.

Perfil lipídico (colesterol y
triglicéridos): Indicador de la
salud cardiovascular y riesgo
de dislipidemias.

Frecuencia de consumo de
frutas y verduras: Regularidad
con la que se consumen
alimentos saludables.

Consumo de comida rápida y
bebidas azucaradas: Medida del
consumo de alimentos
procesados y con alto contenido
calórico.

Número de comidas al día:
Indicador de regularidad y
calidad del patrón alimentario.

Métodos de preparación de
alimentos: Tipos de técnicas de
cocción (fritos, horneados,
crudos).

Estrés percibido:
Nivel de estrés al que
se enfrentan los
estudiantes.

Apoyo social:
Grado en que los
estudiantes se sienten
apoyados por su
entorno social
(familia, amigos).

Salud mental:
Impacto de la salud
mental en las
decisiones
alimentarias.

Indicadores

IMC: Se clasifica en bajo
peso, normo peso, sobrepeso y
obesidad.

Glucosa: Se mide en
mg/dL para determinar el
riesgo de diabetes.

Presión arterial: Medida en
mmHg (normal, hipertensión
leve, hipertensión severa).

Colesterol: Se mide en
mg/dL para determinar riesgo
de enfermedad cardíaca.

Consumo diario de frutas y
verduras: Se clasifica en nunca,
1-2 veces al día, 3-4 veces al día,
5 o más veces al día.

Frecuencia de consumo de
comida rápida: Clasificado en
nunca, 1-2 veces por semana, 3-
4 veces, 5 o más veces.

Número de comidas diarias:
Se clasifica en menos de 3
comidas al día, 3 comidas, más
de 3 comidas.

Nivel de estrés: Se
clasifica en muy bajo,
bajo, moderado, alto,
muy alto.

Acceso a apoyo
social: Se mide como
una variable
dicotómica (sí/no).

Influencia de la
salud mental en
hábitos alimenticios:
Se mide como sí o no.

Instrumentos

Encuesta estructurada,
medición clínica (IMC,
presión arterial), pruebas de
laboratorio para glucosa y
colesterol.

Encuesta estructurada
adaptada del FFQ y NHANES,
Food Frequency Questionnaire.

Encuesta
estructurada adaptada
del FFQ y NHANES,
Food Frequency
Questionnaire.
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RESULTADOS Y DISCUSIÓN

La muestra del estudio estuvo conformada por un total de 348 estudiantes universitarios,
distribuidos según identidad de género en tres categorías: femenino (n=208; 59.8%), masculino
(n=137; 39.4%) y otro (n=3; 0.9%).

En relación con la variable edad, se observó que el grupo femenino presentó una media de
22.65 años (DE = 3.01) y una mediana de 21 años, mientras que el grupo masculino reportó una
media de 23.0 años (DE = 2.97) con una mediana de 23 años. Por su parte, los participantes que
se identificaron con otro género mostraron una edad promedio de 21.67 años (DE = 2.08) y una
mediana de 21 años. Estos datos reflejan una población estudiantil predominantemente joven, con
escasa dispersión en la edad dentro de cada grupo.

Tabla 2

Sociodemográficos

Sexo
N Media Mediana DE
Edad
Otro 3 21.67 21 2.08
Masculino
137 23.00 23 2.97
Femenino
208 22.65 21.00 3.01
Semestre de estudios:
Otro 3 4.00 4 0.00
Masculino
137 5.11 5 2.59
Femenino
208 6.07 6.00 2.13
Respecto al semestre académico en curso, se evidenció que los estudiantes femeninos
cursaban, en promedio, el sexto semestre (M = 6.07; DE = 2.13), mientras que los varones se
ubicaban en promedio en el quinto semestre (M = 5.11; DE = 2.59). Los estudiantes del grupo
"otro" registraron de forma homogénea el cuarto semestre (M = 4.00; DE = 0.00). Esta
distribución sugiere una ligera mayor representación de mujeres en niveles más avanzados del
plan de estudios.

En cuanto al consumo de frutas frescas (Tabla 3), los estudiantes del grupo 1 (n=140)
reportaron un promedio de 2.02 veces por semana (DE = 1.109), mientras que los del grupo 2
(n=208) informaron un consumo ligeramente superior, con una media de 2.24 veces por semana
(DE = 0.857). En ambos grupos, la mediana fue de 2.00, lo que indica una tendencia central
común, aunque con menor dispersión en el grupo 2.
Esta brecha de género coincide con hallazgos
previos:
“Males are reported to consume less fruits, vegetables, cereals and dairy products than
females, as well as more meat and alcohol”
(Fenton et al., 2024). En un estudio reciente, los
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1195
varones mostraron preferencia por carnes rojas y procesadas, consumiendo significativamente
más que las mujeres, mientras que las mujeres se inclinaron más por vegetales, cereales integrales
y otros alimentos más saludables
(Feraco et al., 2024).
Respecto a las comidas preparadas en casa, el grupo 1 presentó una frecuencia media de
consumo de 3.27 veces por semana (DE = 0.920), superando al grupo 2, que reportó una media
de 3.10 (DE = 0.960). La mediana de 4.00 en el grupo 1, comparada con 3.00 en el grupo 2,
sugiere una mayor proporción de estudiantes del grupo 1 que consumen con mayor regularidad
alimentos elaborados en el hogar.

En relación con el consumo de verduras, ambos grupos mostraron una frecuencia similar:
el grupo 1 reportó una media de 2.93 veces por semana (DE = 0.942), mientras que el grupo 2
presentó una media de 2.88 (DE = 0.807). En ambos casos, la mediana fue de 3.00, lo cual refleja
una práctica alimentaria comparable en este aspecto.

Por último, el consumo de alimentos ultraprocesados fue mayor en el grupo 1, con una
media de 2.24 veces por semana (DE = 0.895), en comparación con el grupo 2, que indicó una
frecuencia promedio de 1.95 veces por semana (DE = 0.921). Aunque la mediana fue de 2.00 en
ambos grupos, la diferencia en las medias podría señalar una ligera mayor exposición del grupo
1 a este tipo de alimentos, reconocidos por su asociación con riesgos metabólicos.

Tabla 3

Patrones de alimentación

Sexo
N Media Mediana DE
¿Cuántas veces por semana consume frutas frescas?
1 140 2.02 2.00 1.109
2
208 2.24 2.00 0.857
¿Cuántas veces a la semana consume comidas preparadas en
casa?
1 140 3.27 4.00 0.920
2
208 3.10 3.00 0.960
¿Cuántas veces por semana consume verduras?
1 140 2.93 3.00 0.942
2
208 2.88 3.00 0.807
¿Cuántas veces por semana consume alimentos ultra
procesados también conocidos por comida chatarra entre estas
(papas fritas, hamburguesas, pizzas, etc.)?

1
140 2.24 2.00 0.895
2
208 1.95 2.00 0.921
En cuanto al consumo semanal de gaseosas o refrescos azucarados (Tabla 4), se observó
que el grupo identificado como "otro" (n=3) reportó un consumo constante de 3 veces por semana
(DE = 0.000). El grupo masculino (n=137) presentó una media de 2.43 veces (DE = 1.028),
mientras que el grupo femenino (n=208) registró un promedio menor de 1.96 veces por semana
(DE = 1.055). Aunque la mediana fue de 2.00 en ambos grupos, la mayor dispersión en el grupo
masculino indica una variabilidad más amplia en los hábitos de consumo.
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Estas dinámicas alimenticias reflejan tendencias preocupantes ya descritas en poblaciones
universitarias. Menos del 30% de los estudiantes universitarios siguen una dieta saludable según
estudios mexicanos, caracterizada por bajo consumo de frutas y verduras y alta ingesta de carnes,
azúcar y alcohol
(Jurado-Gonzalez et al., 2025)
Asimismo, se ha documentado un declive en la calidad de la dieta al entrar a la universidad,
con baja ingesta de alimentos frescos, alto consumo de snacks y horarios irregulares de comida,
especialmente en jóvenes que viven independizados. En consonancia, en estudiantes de Oaxaca

(Jurado-Gonzalez et al., 2025)
se atribuyen estos patrones a barreras como el estrés académico,
la falta de tiempo, escasa habilidad culinaria, limitado conocimiento nutricional y costos
percibidos de comer sano. De hecho, es común que, al asumir la vida universitaria, los jóvenes
omitan comidas, “piquen” entre horas, cenen de forma improvisada, consuman elevadas
cantidades de café, bebidas azucaradas o energizantes, prefieran comida rápida hipercalórica y
realicen poca o ninguna actividad física, afectando su estado nutricional ve.scielo.org. Este perfil
se manifiesta en nuestra cohorte: la mayoría de los estudiantes no cumple con las
recomendaciones dietéticas, lo que coincide con observaciones de distintos países que reportan
baja adherencia a patrones saludables en la etapa universitaria
(Jurado-Gonzalez et al., 2025;
Rivera, 2024)
.
En relación con la ingesta de productos de panadería (panes, pasteles, postres), el grupo
"otro" mostró nuevamente una frecuencia uniforme de 3 veces por semana. En el grupo
masculino, la media fue de 2.36 veces por semana (DE = 0.921), mientras que en el femenino fue
ligeramente inferior, con una media de 2.03 (DE = 0.995). La mediana se mantuvo en 2.00 para
ambos grupos, lo que refleja una tendencia moderada al consumo regular de estos productos.

En lo que respecta al consumo de snacks salados (como papas fritas rebanadas, nachos,
chifles, cueros, entre otros), el grupo "otro" también reportó un patrón uniforme (M = 3.00; DE =
0.000). En comparación, el grupo masculino mostró una media de 2.07 veces por semana (DE =
1.052), y el femenino, una media de 1.71 (DE = 1.033). La mediana fue 2.00 en ambos grupos,
aunque con una tendencia levemente mayor en los hombres.

En cuanto al consumo de bebidas alcohólicas, el grupo "otro" mantuvo el mismo patrón (M
= 3.00; DE = 0.000), mientras que los hombres presentaron una media de 1.47 veces por semana
(DE = 1.144) y las mujeres, una media de 1.26 (DE = 1.096). A pesar de que la mediana fue de
1.00 en ambos grupos, los datos indican un consumo moderado, con una mayor dispersión en el
grupo masculino.

Finalmente, respecto al consumo de dulces (galletas, chocolates, caramelos, helados, etc.),
los tres participantes del grupo "otro" reportaron una frecuencia uniforme de 3 veces por semana
(DE = 0.000). El grupo masculino mostró una media de 2.07 (DE = 0.952), mientras que el
femenino registró una media similar de 2.06 (DE = 1.036), con una mediana de 2.00 en ambos
casos, evidenciando un patrón de consumo consistente en ambos grupos.
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1197
Esta percepción se alinea con estudios donde estudiantes refieren limitaciones similares,
priorizando alimentos rápidos y baratos en detrimento de opciones nutritivas
(Jurado-Gonzalez et
al., 2025)
. En síntesis, las dinámicas alimenticias de los universitarios estudiados presentan un
patrón de consumo desequilibrado (alto en procesados, azúcares y sal, bajo en fibra, frutas y
vegetales) que los expone a riesgos nutricionales. Estas conductas, diferenciadas en cierta medida
por género (con las mujeres ligeramente más orientadas a alimentos sanos y los hombres a
opciones densas en energía), concuerdan con la literatura reciente sobre dietas subóptimas en
jóvenes adultos
(Feraco et al., 2024).
Tabla 4

Patrones de alimentación

Sexo
N Media Mediana DE
¿Cuántas veces por semana consume gaseosas o refrescos
azucarados?
0 3 3.00 3 0.000
1
137 2.43 2 1.028
2
208 1.96 2.00 1.055
¿Cuántas veces por semana consume productos de panadería
entre estos (panes, pasteles, postres, etc.)?
0 3 3.00 3 0.000
1
137 2.36 2 0.921
2
208 2.03 2.00 0.995
¿Cuántas veces por semana consume snacks salados entre
estos (papas fritas rebanadas, nachos, chifles, cueros, etc.)?
0 3 3.00 3 0.000
1
137 2.07 2 1.052
2
208 1.71 2.00 1.033
¿Cuántas veces por semana consume bebidas alcohólicas entre
estos (cervezas, micheladas, wisky, tequila, mojitos, etc.)?
0 3 3.00 3 0.000
1
137 1.47 1 1.144
2
208 1.26 1.00 1.096
¿Cuántas veces por semana consume dulces como galletas,
chocolates, chupetes, caramelos, helados, etc.?
0 3 3.00 3 0.000
1
137 2.07 2 0.952
2
208 2.06 2.00 1.036
En la tabla 5, respecto a los antecedentes personales de hipertensión, los participantes que
se identificaron con el sexo "otro" (n=3) presentaron una media constante de 2.00 (DE = 0.000),
lo que sugiere un reconocimiento uniforme de esta condición. En contraste, el grupo masculino
(n=137) mostró una media de 1.934 (DE = 2.641) y el grupo femenino (n=208) una media de
1.870 (DE = 2.507), con una mediana de 0.00 en ambos casos, lo que indica que la mayoría de
los estudiantes no presentan antecedentes personales de hipertensión, aunque existe una
dispersión importante, posiblemente influenciada por respuestas atípicas o subgrupos con
prevalencia elevada. Diversos estudios respaldan esta observación, mostrando que en poblaciones
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1198
universitarias es frecuente contar con familiares diabéticos o hipertensos, lo cual incrementa la
percepción de riesgo y podría motivar medidas preventiva.

En cuanto a la frecuencia de actividad física, el grupo "otro" manifestó una práctica
regular con una media de 3.00 veces por semana (DE = 0.000). Por su parte, el grupo masculino
reportó una media de 2.161 (DE = 1.208) y el femenino una media de 2.043 (DE = 1.060), ambos
con una mediana de 2.00, lo que sugiere una práctica física ocasional o moderada en la mayoría
de los participantes.
Solo una fracción de los estudiantes alcanza niveles adecuados de actividad
física hallazgo congruente con investigaciones donde menos del 50% de los universitarios se
ejercitan con regularidad
(Alkhawaldeh et al., 2024). De hecho, a nivel global se reportan tasas
de inactividad preocupantes en jóvenes: entre 22% y 80% no cumplen las recomendaciones según
el contexto estudiado
(Edelmann et al., 2022), ubicando a nuestra cohorte en un escenario común
de sedentarismo moderado.

En relación con los antecedentes familiares de enfermedades metabólicas, se encontró
que los antecedentes de diabetes estuvieron presentes con mayor frecuencia en el grupo femenino
(M = 1.375; DE = 1.398) en comparación con el grupo masculino (M = 1.277; DE = 1.518),
ambos con una mediana de 1.00, lo que indica una tendencia generalizada a la presencia de esta
condición en el entorno familiar. La diferencia, aunque ligera, podría tener implicaciones sobre
el nivel de riesgo percibido y la adopción de medidas preventivas.

Del mismo modo, los antecedentes familiares de hipertensión fueron similares entre los
grupos, con medias de 1.234 (DE = 1.346) en el grupo masculino y 1.245 (DE = 1.334) en el
femenino, ambos con una mediana de 1.00. Esta homogeneidad sugiere una alta prevalencia
familiar de esta condición, la cual representa un factor importante de riesgo metabólico en la
juventud.

En relación con los antecedentes familiares de colesterol elevado, se observó una mayor
media en el grupo masculino (M = 1.051; DE = 1.146) frente al grupo femenino (M = 0.923; DE
= 1.135), aunque en ambos casos la mediana fue de 1.00 y 0.00, respectivamente, lo que indica
que una parte significativa de los estudiantes podría desconocer o no presentar esta condición en
sus antecedentes.
Si bien nuestra investigación no midió directamente indicadores bioquímicos,
estos datos externos sugieren que el perfil de hábitos y antecedentes observado podría traducirse
en casos de sobrepeso, dislipidemia o resistencia insulínica no diagnosticados. Coincidente con
ello, Judware y Stabile
(2021) han descrito que más de la mitad de los estudiantes de ciertas
cohortes cumplen al menos un criterio del síndrome metabólico y cerca del 18% ya cumplen dos
o más criterios durante la carrera.

Finalmente, los antecedentes familiares de obesidad fueron ligeramente más frecuentes
en el grupo femenino (M = 0.846; DE = 1.169) que en el masculino (M = 0.766; DE = 1.093),
con una mediana de 0.00 en ambos casos. Esta baja mediana sugiere que, aunque existen casos,
la mayoría de los participantes no reporta obesidad en el núcleo familiar.
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1199
El conjunto de factores hallados (dieta inadecuada, sedentarismo y predisposición
familiar) configura un panorama propicio para la acumulación temprana de riesgos metabólicos.
Por ejemplo, Ali et al.,
(2023) en una universidad de Bangladesh la prevalencia de síndrome
metabólico fue 27.7% en estudiantes, afectando significativamente más a varones (34.8%) que a
mujeres (17.2%).

El hecho de que nuestra población presente varios factores predisponentes refuerza el
llamado de la literatura a intervenir tempranamente. Estrategias educativas y de promoción de la
actividad física en campus resultan imperativas, máxime considerando que el ingreso a la vida
universitaria conlleva cambios que pueden detonar estos riesgos si no se corrigen
(Jurado-
Gonzalez et al., 2025; Rivera, 2024)
.
Tabla 5

Factores de riesgo metabólico

Sexo
N Media Mediana DE
Antecedente personal de hipertención
0 3 2.000 2 0.000
1
137 1.934 2.00 2.641
2
208 1.870 2.00 2.507
¿Con que frecuencia realiza algún tipo de actividad
física?
0 3 3.000 3 0.000
1
137 2.161 2 1.208
2
208 2.043 2.00 1.060
Antecedentes familiares de Diabetes
0 1 0.000 0 0
1
137 1.277 1 1.518
2
208 1.375 1.00 1.398
Antecedentes familiares de Hipertensión
0 0 0 0 0
1
137 1.234 1 1.346
2
208 1.245 1.00 1.334
Antecedentes familiares de Colesterol alto
0 3 3.000 3 0.000
1
137 1.051 1 1.146
2
208 0.923 1.00 1.135
Antecedentes familiares de Obesidad
0 3 3.000 3 0.000
1
137 0.766 1 1.093
2
208 0.846 1.00 1.169
La exploración de los factores psicosociales (Tabla 6), e
n cuanto a la frecuencia semanal
de exposición a situaciones de estrés, el grupo identificado como “otro” (n=3) reportó una media
constante de 2.00 (DE = 0.000), mientras que los estudiantes del grupo masculino (n=137)
indicaron una media de 2.77 (DE = 0.907) y los del grupo femenino (n=208), una media más
elevada de 3.15 (DE = 0.914), ambas con mediana de 3.00. Estos resultados evidencian que el
estrés es una condición recurrente, con mayor frecuencia percibida en el grupo femenino, lo que
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1200
podría asociarse con una mayor vulnerabilidad emocional o carga académica percibida. esta
observación es consistente con numerosos informes recientes donde las mujeres universitarias
tienden a reportar niveles de estrés significativamente mayores. Por ejemplo, encuestas globales
indican que cerca del 72% de las estudiantes han experimentado estrés elevado diario, comparado
con 56% de los hombres
(Alharbi et al., 2025).
En relación con el acceso a apoyo social, los tres participantes del grupo "otro" mostraron
una puntuación homogénea (M = 2.00; DE = 0.000). En los grupos masculino y femenino, las
medias fueron similares (2.72 y 2.77, respectivamente), con una mediana de 3.00 y desviaciones
estándar de aproximadamente 1.18, lo cual indica que la mayoría de los estudiantes perciben un
nivel adecuado de apoyo social disponible cuando lo necesitan, aunque existe una dispersión que
sugiere diferencias individuales en las redes de contención.

Finalmente, respecto a la percepción de que la salud mental influye en los hábitos
alimenticios, se observó que el grupo femenino reportó una media de 3.13 (DE = 1.137) y una
mediana de 4.00, indicando una mayor conciencia de esta relación. En contraste, el grupo
masculino presentó una media de 2.43 (DE = 1.444) y una mediana de 3.00, mientras que el grupo
“otro” mantuvo una media de 2.00 (DE = 0.000). Estos resultados sugieren una diferencia
significativa en la percepción del impacto psicoemocional sobre el comportamiento alimentario,
siendo más pronunciada entre las mujeres, la literatura sugiere que el estrés tiende a desencadenar
ingestas desequilibradas: estudiantes con alto estrés percibido presentan mayor consumo de
comidas preparadas o ultraprocesadas listas para consumir
(Choi, 2020).
Igualmente, Mitravinda y Rinnu
(2022) han documentado que cerca del 45% de los
universitarios exhiben “uncontrolled eating” (ingesta descontrolada) como conducta
predominante, vinculada significativamente al sexo masculino y a mayores niveles de estrés. Es
decir, los hombres bajo estrés tienden a perder el control en la ingesta, mientras que en mujeres
el estrés se asocia más a comer emocionalmente

Esto concuerda con la percepción de nuestros encuestados: las mujeres reconocen en
mayor medida que su estado anímico influye en lo que comen, lo cual podría relacionarse con
episodios de “emotional eating” descritos en la literatura. Adicionalmente, alteraciones en la
alimentación durante periodos de alta exigencia académica (como saltarse comidas o consumir
snacks poco nutritivos) han sido reportadas como comunes y contribuyen a desequilibrios
nutricionales
(Rivera, 2024).
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1201
Tabla 6

Factores psicosociales

Sexo
N Media Mediana DE
¿Cuántas veces a la semana se encuentra expuesto a una
situación de estrés?

0
3 2.00 2 0.000
1
137 2.77 3 0.907
2
208 3.15 3.00 0.914
¿Tiene acceso a apoyo social (amigos, familia, etc.) cuando
lo necesita?

0
3 2.00 2 0.000
1
137 2.72 3 1.182
2
208 2.77 3.00 1.181
¿Considera que su salud mental influye en sus hábitos
alimenticios?

0
3 2.00 2 0.000
1
137 2.43 3 1.444
2
208 3.13 4.00 1.137
Para la intervención y prevención (Tabla 6), la disposición a participar en un programa
educativo sobre alimentación saludable y prevención de riesgos metabólicos, la muestra total
(n=348) mostró una media de 3.12 (DE = 0.865) y una mediana de 3.00, lo que refleja una actitud
mayoritariamente positiva hacia este tipo de iniciativas. La baja dispersión sugiere una tendencia
homogénea de interés en acciones educativas preventivas.

Respecto a los temas de interés para incluir en dichos programas, los estudiantes
manifestaron diversas preferencias. La mayor proporción eligió recetas saludables (n=195), con
una media de 2.04 (DE = 1.777) y mediana de 2.00, seguidas de porciones o fracciones de
alimentos (n=53; M = 1.91; DE = 1.736), información sobre nutrientes (n=45; M = 1.91; DE =
1.736), planificación de comidas (n=30; M = 1.83; DE = 1.833) y consejos para comer fuera de
casa (n=25; M = 2.04; DE = 1.718). Estos datos indican que los estudiantes requieren herramientas
prácticas que puedan ser aplicadas en contextos cotidianos, tanto en el entorno familiar como
social.

En relación con las barreras percibidas para mantener una alimentación saludable, se
identificaron como principales obstáculos la falta de tiempo (n=124; M = 2.04; DE = 1.606) y los
costos de los alimentos (n=159; M = 2.12; DE = 1.616), seguidos por la falta de conocimiento
(n=65; M = 1.97; DE = 1.464).

Así, alimentación, metabolismo y bienestar psicosocial se encuentran interrelacionados en
un ciclo donde intervenir positivamente en uno de estos factores puede repercutir
beneficiosamente en los otros. Las discrepancias encontradas entre distintos estudios (por
ejemplo, algunos reportan mayor estrés en mujeres, otros no diferencias
(Alharbi et al., 2025)
indican que también intervienen variables culturales y personales; sin embargo, la tendencia
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1202
general sugiere que las estudiantes universitarias son un grupo especialmente vulnerable al estrés
y sus efectos en la nutrición, mientras que los hombres podrían requerir mayor énfasis en control
de impulsos alimentarios bajo estrés
(Mitravinda y Rinnu, 2022).
Tabla 7

Intervención y prevención

N
Media Mediana DE
¿Estaría de acuerdo en participar en un programa educativo sobre
alimentación saludable y prevención de riesgos metabólicos?
348 3.12 3.00 0.865
Información que le
gustaría recibir en
programa educativo
sobre alimentación
saludable

Planificación de comidas
30 1.83 2.00 1.833
Recetas saludables
195 2.04 2.00 1.777
Información sobre nutrientes
45 1.91 2.00 1.736
Consejos para comer fuera de casa
25 2.04 2.00 1.718
Porciones/fracciones o raciones de
alimentos

53
1.91 2.00 1.736
Barreras que enfrenta
para mantener una
alimentación saludable

Falta de tiempo
124 2.04 2.00 1.606
Costos de alimentos
159 2.12 3.00 1.616
Falta de conocimiento
65 1.97 2.00 1.464
Para determinar la existencia de diferencias significativas entre las medias observadas y el
valor de referencia hipotético (μ ≠ 0.5), se aplicaron pruebas T de Student para una muestra (Tabla
7), en el caso de las dinámicas alimenticias, el estadístico t fue de 31.7, con 348 grados de libertad
(gl) y un valor de p < .001, indicando una diferencia de medias significativa respecto al valor nulo
propuesto. La diferencia de medias fue de 10.0, con un intervalo de confianza (IC) del 95%
comprendido entre 9.38 y 10.6. Esto sugiere que los comportamientos alimenticios en la
población estudiada se desvían considerablemente del patrón esperado, lo cual puede influir
directamente sobre el estado nutricional y los riesgos asociados.

En relación con el riesgo metabólico, el valor del estadístico t fue de 60.9 (gl = 348; p <
.001), con una diferencia de medias de 16.0 y un IC del 95% que oscila entre 15.51 y 16.6. Este
resultado muestra una asociación robusta y altamente significativa entre los indicadores
metabólicos evaluados y la presencia de factores de riesgo en la población universitaria, lo que
respalda la hipótesis de que existe una acumulación temprana de factores predisponentes en esta
etapa de la vida.

Para los factores psicosociales, el análisis reportó un valor t = 7.4, con 348 grados de
libertad y p < .001. La diferencia de medias fue de 4.0, con un IC del 95% entre 3.62 y 4.6. Este
hallazgo evidencia que las condiciones psicosociales, como el estrés y el apoyo social, están
significativamente asociadas con las conductas alimentarias y los posibles desenlaces
metabólicos.
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1203
En el estudio realizado por Ali et al.
(2023), indicaron el IMC se correlacionó fuertemente
con el riesgo metabólico (RM) entre los estudiantes, en consonancia con otros estudios que
mostraron una relación significativa entre el IMC y el RM
(Malik, 2021; Olfert et al., 2019) .
En el presente estudio, la hipertensión y la dislipidemia se asociaron significativamente con
el riesgo metabólico en grupos de estudiantes. De los componentes del síndrome metabólico, se
informaron hallazgos similares en otros estudios donde la hipertensión y la dislipidemia fueron
los factores de riesgo independientes del riesgo metabólico
(Manaf, 2021), lo que sugiere que
estos grupos tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular.

También observamos que la edad se asoció significativamente con el RM en grupos de
estudiantes, lo que está respaldado por otros hallazgos de estudios, donde el aumento de la edad
se ha demostrado como un factor de riesgo independiente del riesgo metabólico
(Gupta, 2022).
Tabla 8

Interrelación entre dinámicas alimenticias, riesgo metabólico y factores psicosociales

Intervalo de Confianza al 95%

Estadístico
gl p Diferencia
de medias
Inferior Superior
Dinámicas
alimenticias

T de
Student
31.7 348 < .001 10.0 9.38 10.6
Riesgo
metabólico

T de
Student
60.9 348 < .001 16.0 15.51 16.6
Factores
psicosociales

T de
Student
7.4 348 <.001 4.0 3.62 4.6
Nota. Hₐ μ ≠ 0.5

CONCLUSIONES

Los hallazgos de esta investigación evidencian una preocupante convergencia entre las
dinámicas alimenticias desfavorables, los factores psicosociales alterados y la presencia de
indicadores tempranos de riesgo metabólico en estudiantes universitarios. A lo largo del estudio
se constató que esta población presenta patrones de alimentación caracterizados por bajo consumo
de frutas, verduras y alimentos preparados en casa, así como una alta frecuencia de ingesta de
productos ultraprocesados, azucarados y ricos en grasas saturadas. Estas conductas alimentarias,
además de estar influenciadas por factores individuales y sociales, como el estrés académico, la
falta de tiempo, el escaso conocimiento nutricional y las barreras económicas, se correlacionan
significativamente con la presencia de antecedentes familiares de enfermedades crónicas,
sedentarismo y condiciones de salud mental alteradas.

La evidencia estadística refuerza la relación directa entre la alimentación inadecuada y el
riesgo metabólico, con asociaciones significativas entre los componentes clínicos evaluados IMC,
presión arterial, perfil lipídico y glucosa y los hábitos alimentarios. A su vez, los factores
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1204
psicosociales, particularmente el estrés y la percepción de influencia de la salud mental en la
conducta alimentaria, mostraron un papel modulador crítico, revelando diferencias por género
que sugieren la necesidad de intervenciones diferenciadas según características individuales.

Finalmente, esta investigación sienta las bases para futuras propuestas de políticas
institucionales de prevención, basadas en la identificación de grupos de riesgo, el fortalecimiento
de redes de apoyo social, la mejora del entorno alimentario universitario y la promoción
sistemática de la actividad física. Atender de forma oportuna estos hallazgos no solo mejora la
salud inmediata de los estudiantes, sino que contribuye a formar generaciones más saludables,
conscientes y responsables de su autocuidado y calidad de vida.
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1205
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https://doi.org/10.53732/rccsalud/2024.e6141